CON UN ADOLESCENTE
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
MI PRIMERA VEZ CON UN ADOLESCENTE
Nos conocimos en un encuentro zonal (en la Patagonia) destinada a las entidades que trabajaban con los jóvenes. Yo tenía 32 años y fui como asesor de una ONG de mi pueblo del interior. Allí me encontré con Daniel, que recién había cumplido los 17 años. Lo vi con tanta fuerza, empuje, con varios proyectos y me pareció raro que un pibe de esa edad fuera de ese modo. Quedé maravillado por sus modos tan seguros de proponer líneas de acción para trabajar entre los jóvenes. Terminado el encuentro, lo invité para el próximo fin de semana para ir a dar unas charlas a la gente de mi grupo, por lo que organizamos todo para combinar viaje en ómnibus y horario del encuentro.
Fue un sábado a la tarde que llegó con su mochila al hombro. Tuvimos la jornada de trabajo, y a la noche, estando él solo mirando la televisión, me sorprendió que estuviera mirando una película donde aparecían hombres desnudos (no era porno), y le dije: “mirá vos con los gustos que tenés”. Me dijo que le llamaba la atención la película. Seguimos como si nada, hasta que llegó la noche.
Yo le dije que la pieza de huéspedes de mi casa (yo vivía solo) estaba congelada, porque se me había roto el calefactor. Le propuse (y no quedaba otra) que se venga a dormir conmigo, ya que además dormiríamos cómodos, porque era una cama de dos plazas.
Al principio no le gustó mucho (eso me hizo pensar), pero, bueno…la cosa es que nos acostamos juntos. Alguna charla de por medio, solo referida a nuestros quehaceres sociales, y nos dormimos.
En realidad, yo dormitaba, sin saber si realmente “allí” habría plafón, además que estaba con un pibe…y no estaba para joda. En un momento, me pareció que estaba más que dormido, y le pasé mi brazo por encima. Luego acomodé una pierna encima de las de él, y sin esperar tanto, VINO LO QUE ANHELABA, sacándome algunas dudas: acercó su culo a mi pija, sacándolo un poco para afuera. Ahí no esperé más y lo abracé con fuerza. Parecía que hubiera estado con otra persona, porque hasta ahí, no insinuaba nada de estos gustos (salvo lo de la tele).
Lo fui besando, primero el cuello, luego detrás de las orejas, y vi que eso lo excitaba más. Sus manos empezaron a tocarme, siempre yo detrás de él. Sin desarmar tamaña ubicación, me saqué le slip, y Daniel hizo lo mismo.
Ese roce, con esa piel joven y hambrienta (porque así resultó ser), y el primer beso, dieron la entrada a lo que hoy lleva más de 7 años. Mis manos apretaban sus tetillas, no paraba de acariciarlo, y comencé a esperar, por donde salía el tiro. No sabía si era pasivo o activo, o si alguna vez había estado con alguien. TODO ERA SILENCIO Y PASION.
Indagando, esa noche llegué a hacer lo que él me permitía. No quise forzar nada. Se acomodó de nuevo, dándome la espalda, y me agarró la pija, que estaba dura como un fierro. Lo mojé con mi saliva, y fui metiéndosela de a poco, y sus movimientos (silenciosos) fueron para estallar de emoción. Estaba ante un novato, con mínima experiencia, pero que tenía esta posibilidad de estar con un adulto por primera vez.
Y gozó, se movió como loco, y se entregó del todo. Luego se puso boca abajo, y levantó cada vez más el culo. Y comenzó el mete y saca, con ruidos de pija empapada, bolas tocando su culo y piel que transpiraba. Yo no quería acabar, pero no podía cortar tanta fiereza en este adolescente. Se ponía como mejor la sintiera, y yo no paraba de olerlo, de tocarlo y, cada tanto, pasaba la mano por su pija, que era bien grande.
Jadeando, mientras le besaba la nuca, fui respirando con esfuerzo, y mil estrellas en mi cabeza, para hacer descargar de mi pija una cantidad de leche que “gritaba de felicidad”. Fui depositando toda mi leche en su interior. El aroma a hombres entregados, envolvió toda la habitación. Quedé un rato largo sobre su cuerpo, mientras lo acariciaba. Nos separamos cuando se salió sola mi pija de su culo, y comenzó a hacerse la paja que cierra una buena cogida. No quiso que lo ayudara, pero, mientras se la hacía, lo acariciaba, pasándole mis manos sobre sus piernas.. Se levantó y fue a lavarse. Volvió y fui yo al baño. Todavía no habíamos visto nuestros cuerpos “a la luz” de nada, así que miramos hacia cualquier lado. Parecía que había un dejo de vergüenza en ambos, pero lo mío era más de conciencia. Se acostó nuevamente, y todo seguía apagado. Él, acostado, me dio un beso en la boca, cuando yo llegué a la cama. Se dio vuelta y se dispuso a dormir.
Ni una palabra. Ese día fue el comienzo de lo mejor. Después (si es de su agrado) sigo contando como siguieron estos 14 años, donde pasé a ser yo el pasivo, y Daniel, propinándome las mejores cogidas de mi vida, con su miembro inmenso y su amplia calidad para “atender” a un “veterano”. Hubo amor, en este tiempo, y desencuentros. Pero cuando ocurrió el primer beso, siempre siguió la fiesta.
Hasta la próxima. TOBIAS
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