Con un compañero antes de empezar el curso
-De acuerdo Jaime, tu dejas que te bese y yo te enseño la polla..
Hacia cuatro días que había vuelto de Canada, había pasado allí los dos meses de verano Julio y Agosto, los mejores y más divertidos meses del año. Como siempre tuve que hacer lo que me mandaban, aunque protestando, y aunque no lo pasé mal, lo habría pasado mejor aquí con mis amigos.
Lentamente, y como un goteo igual al de otros años, todos iban llegando de sus vacaciones. A la mañana me había llamado Inar ya que había quedado a las siete con los que ya estaban en sus casas, para pasar un rato en la playa y reencontrarnos, quedamos para la tarde en las escaleras del Puerto Viejo y una vez juntos bajar a la arena a doscientos metros de distancia.
Me duché y vestí sin poner demasiado cuidado en la ropa, unos pantalones cortos por pura comodidad, camisa de hilo con botonadura a medio pecho con sandalias de colores vivos, suficiente para las temperaturas tan altas que teníamos todo el día.
A la mañana le había peguntado a Josh si me podía llevar, si era que no tenía algo más importante que hacer, como siempre su respuesta había sido afirmativa, cuando aparecí en la puerta él ya me esperaba abajo, al pie de la escalinata del porche.
Le saludé y abrí la puerta para sentarme a su lado.
-Se te ve muy ligero de ropa y no tienes que confiarte, a la noche no será igual. Me enseñó su más bonita sonrisa.
-No creo que pase la coche fuera, ya conoces a mis padres. Yo a mi vez le devolví la sonrisa.
Podíamos decir que Josh, el apuesto y varonil hombre que tenía sentado a mi lado, conduciendo el lujoso Maserati de mi hermano, era como un miembro más de la familia.
Él era una de las personas que cautivaban mis ojos, no tanto como lo hacía mi hermano, pero ya que él no estaba a mi lado, tenía cerca de mi otro hombre donde recrearme la vista.
Josh vivía en la casa de Elias su padre, el jardinero o encargado de la jardinería de aquel inmenso parque que rodeaba la mansión de don Samuel Goldsmith el abuelo de Gonzalo, mi hermanastro. Éramos hermanos solamente de padre.
Al señor Elias mi padre lo llamaba “el espía”, nunca supe cuál era el motivo exacto, pero se remontaba a los tiempos de cuando eran jóvenes. Josh no era solamente el hijo del jardinero, también era el mejor amigo de Gonzalo, el ahijado y protegido de don Samuel.
Cuando íbamos a llegar le pedí que me dejara a cierta distancia, no quería que mis amigos me tomaran el pelo como siempre hacían si me veían llegar con “mi chófer”.
-Quieres que te recoja para volver. Comencé negando con la cabeza.
-No tengo nada que hacer y además me serviría para salir un rato.
-No Josh, cogeré un taxi y si fuera necesario te llamaría por teléfono, gracias siempre te estoy molestando.
Josh me iba a responder pero cerré la puerta del coche poniendo rumbo al lugar de la cita. Sabía que Josh lo hacía con agrado, pero no deseaba estarle molestando a todas horas. También él querría salir con sus amigos, porque novia no le he conocido nunca. Estos años pasados hemos creado una fuerte amistad, todo desde que Gonzalo, con sus abuelos, fijaron su residencia en Londres, y mi padre, junto con su suegro don Samuel, decidieron que para conservar la mansión nos cambiáramos allí a vivir.
Como pensaba aún hacía mucho calor a pesar de la hora avanzada; por el muelle comenzaban a desfilar los que habían pasado el día disfrutando de la arena y el mar, dejando lugar a usuarios visitantes tardíos, personas que paseaban a sus perros o simplemente por el placer de pasear.
Cuando doble el recodo del acantilado, en las primeras escaleras, distinguí entre otros muchos jóvenes a mis amigos, agudicé la vista y me fijé mejor, Enrique, Gorka, Luis, Markel, Inar, estaban mis cinco mejores amigos del momento. De bien pequeños, con cuatro años habíamos comenzado a convivir y “sufrir” las peripecias del colegio.
También pude ver que estaban otros conocidos, estos eran los míos, en los que podía confiar y sabíamos casi todo unos de otros, ellos fueron los primeros que supieron mi orientación sexual, se lo dije yo antes de que ciertos rumores se expandieran, porque no es que yo sea una mariquita al que se le nota la pluma, pero algo siempre tenemos y algunos son muy resabidos, y aunque no lo sepan con seguridad siempre levantan rumores que hacen a los más inocentes suspicaces.
Nunca han tenido problema en tratarme de igual a igual, a veces me han defendido de rumores y alguna agresión física. Los aprecio un, pero un montón muy grande.
Cuando me avistaron corrieron en tropel a saludarme, me abrazaban lo mismo que yo a ellos, todos tenían un aspecto envidiable, bronceados, repletos de salud y tengo que decir que también de belleza, porque todos ellos tienen lo suyo, claro que son amigos y ellos son sagrados para mi.
Después de las primeras efusiones, con palmadas que me molían la espalda, volvimos al lugar donde estaban ellos, cerca de la entrada del primer bar, antes de comenzar a subir la escalera de piedra.
Alguno se encargó de pedir unas cervezas y me dieron la mía, había multitud de personas, la mayoría jóvenes y adolescentes como nosotros, teníamos que andar con cuidado para que no nos tiraran la bebida.
Tuve que saludar a otras gentes del colegio, alumnos de otros cursos y cantidad de conocidos con los que no me había visto los últimos sesenta días.
Nos fuimos separando entre los distintos grupos, todos teníamos conocidos allí para saludar, al final solo tenía a mi lado a Inar que pronto se juntó con una chica que yo no conocía de nada hasta ahora.
Me dijo que nos veríamos en el Puerto Deportivo, pegando a la misma playa para volver a nuestras casas al anochecer, iba a resultar algo difícil, ellos podían volver en el metro, o andando alguno de ellos, yo era el único que vivía tan alejado del centro. Terminé juntándome con otros conocidos y caminamos hasta el Deportivo donde nos despedimos a la entrada.
Teníamos para disfrutar una tarde preciosa, se había levantado una fresca brisa que refrescaba bastante, bajé hasta la arena y anduve entre las enormes rocas y bloques de hormigón de la escollera, en un rincón apartado y vació me tumbé sobre la arena, aún se notaba caliente; entonces me sonó el móvil, era Inar para preguntarme donde estaba que ya iban a marchar para sus casas, le dije que se fueran sin cuidado por mi, pensaba quedarme un rato más antes de llamar a un taxi.
Me sentía adormecer sin llegar a cerrar los ojos, la cálida arena me hacía de colchón y una roca como soporte para mi espalda, escuchaba el ruido lejano de las olas lamiendo la playa, el sol iniciaba su declive en el horizonte a punto de perderse en la mar.
Me sentía muy a gusto en aquel silencio, solo se escuchaban algunas voces lejanas, o las risas que se elevan en el silencio general.
Terminó de ponerse el sol y la temperatura pareció bajar dos o tres grados en segundos.
-Si que se está bien aquí ahora que marchan todos.
Volví la cabeza para saber quien me hablaba, apoyado en una roca cercana se encontraba Denis, él es un chico de mi edad, compañero de colegio y en el mismo curso aunque ningún año hemos coincidido en la misma aula.
Nunca habíamos intercambiado demasiadas palabras, además solo hacía tres años que llegó al colegio, la empresa de su padre lo había trasladado de Lion a España para dirigir una de sus empresas, tuvo que costarle la adaptación, tampoco creo que todos le recibieran muy bien por su color. Porque Denis era negro, tampoco resultaba tan negro, el negro de verdad era su padre, y su madre era blanca, por tanto podríamos decir que Denis era como café con leche, de su padre había heredado parte del color de la piel, el pelo enrulado y negrísimo, con rizos que le caían sobre la frente y le llegaba a los ojos, también la boca de labios grandes y gruesos, el resto era como su madre. Madame Marie estaba metida en la asociación de alumnos, se desenvolvía en el colegio como Pedro por su casa, amiga de la mujer del Consul francés, hacía del colegio su vida, eso pudo ayudar mucho a Denis para no sentir tanto el rechazo.
Continuaba apoyado en la roca mirando al mar con nostalgia.
-Este año será el último. Parecía un susurro su ronca voz.
-Dónde vas a hacer los años de bachiller?
Entonces me miró, tenía una mirada escrutadora pero cálida, le miré con cuidado para que no se ofendiera, Denis era un chico guapo, un poco raro de cara, pero el conjunto era hermoso, hasta la nariz un poco ancha que tenía le daba cierta gracia infantil, era delgado de cuerpo pero se lo notaba muy fuerte, y alguna vez, en las clases de deporte, lo había constatado.
Se fue haciendo muchos amigos participando en todo lo que le iba, su madre y él se parecían mucho en todo y eran muy sociables. También hubo rumores de que gustaba a alguna niña, solo eran eso, chismes que se contaban una alumna a la otra, tampoco me hubiera extrañado que fuera verdad.
-Creo que me quedaré aquí, voy a ir con mis padres a San Juan de Luz parar mirar las posibilidades que ofrecen en Francia, pero casi seguro que optarán por que me quede. Y tú?
-Bueno, yo creo que este será mi último año en España para todo, el año que viene mi padre tiene que regresar a Lion. No se, pero diría que la idea no era de su total agrado.
Continuamos hablando sin parar, ahora me daba más cuenta de que era un chaval interesante y divertido que, después de la tristeza inicial por pensar en su partida, ahora se rompía de risa sentado a mi lado.
-En el verano estuvimos en Bretaña donde viven mis abuelos de madre, no estuve mal pero ahora prefiero vivir en España.
Le tuve que contar algo de mi estancia en Canadá, pero bueno no es un tema del que me guste hablar mucho.
Sin darnos cuenta había anochecido, me levanté y me sacudí la arena de los pantalones que se me había pegado.
-Tengo que llamar un taxi para que me lleve a casa, ya es tarde.
-Aún no es tan tarde, acompáñame a mi casa y cenamos, te invito a cenar, así podemos continuar hablando, se bueno y acompáñame, solamente está la criada en casa, mis padres tienen una fiesta en casa del cónsul, por favor di que sí.
Solté una carcajada, el chico se había puesto arrodillado y juntado las manos como implorando a Dios, le tendía la mano para que se levantará, tenía una mano grande y muy fuerte a pesar de ser delgado.
-De acuerdo, pero si me echan de mi casa tendrás que darme alojamiento.
Su casa estaba muy cerca, subiendo la cuesta del paseo la empresa de su padre les había alquilado uno de los chalets que se escalonaban entres floridos jardines.
La señora de servicio, después de saludarla y presentarme como amigo suyo, le dijo que tenía preparada la cena en la cocina y que ella se marchaba hasta la mañana siguiente.
Nos quedamos solos, Denis se apañó para saca del frigo algo más de comida ya que la que tenía puesta para él le pareció insuficiente para los dos.
Antes de comenzar con la cena le dije que tenía que llamar a casa y avisar a mis padres, de que no iría a cenar y que llegaría tarde para que no esperaran por mi. Mi madre puso el grito en el cielo, es un decir, ya que ella no suele inmutarse por nada, hasta que le dije que estaba en la casa de madame Marie, claro que no le dije que la madre no estaba, se quedó tranquila y satisfecha, más que si hubiera sido la casa de otros de mis amigos de siempre.
Cenamos entre risas y bromas, él me hablaba de Paris ya que vivió allí también hasta cambiarse a Lion, recogimos la mesa y me llevó a la sala, me gustaron las vistas que tenía, se veía todo el mar y las pequeñas olas brillantes de plata en las puntas por la luz de la luna.
Nos pusimos a ver televisión hasta que le dije que ya, sin opción, tenía que llamar al taxi.
-No, por favor, estamos bien y puedes quedarte a dormir aquí, mañana te vas antes de que tus padres se levanten, además quería pedirte algo…, un favor.
Estábamos sentados en un gran sofá delante de la pantalla, me le quedé mirando sorprendido.
-Un favor, de qué se trata?
Denis me miraba azorado, no sabía donde colocar las manos y se las frotaba contra la piel de sus morenas piernas. Dudó mucho antes de decidirse a hablar.
-Quería saber si me dejarías besarte. Abrí los ojos que por poco se me caen.
-Por qué quieres besarme? Creo que aquello para Denis era peor que un examen, seguía nervioso y sin mirarme.
-No quiero que te molestes Jaime, pero bueno dicen que tu eres…, que tu… No terminó la frase porque yo le interrumpí.
-Quieres decir que soy gay?
-Bueno si, eso quería decir.
-Y por ser gay piensas que dejo que todos me besen?
-No Jaime, no es eso, perdóname por no saber decirlo correctamente, es que no se lo que me pasa, hace algún tiempo que me…, que estoy confundido. Me miró entonces a los ojos y me sujetó las manos.
-Me gustan los chicos Jaime, bueno no se si me gustan tanto, tu me gustas porque eres…, eres diferente, ahora me fijo más en los chicos que en las chicas. No se si me entiendes.
A Denis le temblaban los labios, sus gruesos y oscuros labios parecían no poderse quedar quietos, las aletas de la nariz le palpitaban.
-Lo siento Jaime, no debí pedirte eso, lo lamento mucho, no quería molestarte, de verdad olvida lo que te he dicho.
Entonces sonreí malévolo, pensaba que no era tan pecaminoso que el chico me besara, si hasta a mi me apetecía conocer el sabor de sus labios, no tenía nada de malo el que Denis, con dieciséis años estuviera confundido y deseara comprobar lo que se siente besarse con otro muchacho de su edad. Se me ocurrió una broma sin saber donde nos llevaría.
-Esta bien Denis, tu tienes curiosidad por saber lo que es un beso con un chico, y yo tengo otra, saber si es cierto que los de color tenéis la polla más grande que la media de los blancos.
A Denis se le salían los ojos de las órbitas no creyendo lo que escuchaba, luego sonrió enseñando el interior de la boca de un color intensamente rojo y el fulgor de los dientes perfectos y blancos.
-De acuerdo Jaime, tu dejas que te bese y yo te enseño la polla.
Y no esperó más, había tomado la decisión y puso manos en acción, bueno las puso sobre mis hombros y se me quedó mirando sin atreverse a dar el paso definitivo, tuve que ser yo el me adelantara y pusiera mi boca sobre la suya.
Al principio se quedó como muerto, alelado, hasta que comencé a frotar mis labios en los suyos, saqué la lengua y se los mojé con saliva para que resbalaran mejor, pensaba que Denis ya habría besado a alguna chica por los rumores que había escuchado, pero no debía ser así, definitivamente iba a ser yo su profesor en esta nueva asignatura.
Empuje sus labios con la lengua y me la sujetó entre ellos, yo quería que abriera la boca para metérsela y le costó entenderlo. Pero iba aprendiendo rápido, haciendo los movimientos que me sentía hacer a mi con mi legua en su boca. Su lengua era grande y me llenaba la boca, con rapidez progresaba en el aprendizaje.
Separó un momento sus labios.
-Me gusta Jaime, oh si que me gusta, esto está muy bien.
Y la iniciativa paso a ser suya en este momento, me sujetó de los hombros para que no me separase y empezó a comerme la boca, mordía mis labios envolviéndolos con los suyos, yo le sujeté de la nuca enredando mis dedos en sus rulos, me gustaba la sensación en mi piel de sus pelos duros. Algunas veces dejaba de besarme para mirarme a los ojos y posar los labios húmedos en mis párpados y en las mejillas.
Después de bastante tiempo sin que se cansara de besar pasó con las manos a acariciarme, le aparté un instante para sacarme la camisa por la cabeza y al verme él se quitó la suya. Empezó a pasar la lengua por mis tetillas haciéndome gemir.
Uhoooo! Denis! Sentía una excitación creciente que me pedía ir a más, pero tampoco quería pasarme, y si continuábamos de esta manera acabaría pidiéndole que me follara.
Le cogí la cabeza y le aparte de mi pecho donde seguía chupando mis tetillas.
-Ya vale Denis… Qué te ha parecido, te ha gustado besar a un chico? Le miraba como me escuchaba expectante, de sus ojos salían reflejos de luz como chispas.
-Es fabuloso Jaime, pero ya no hay más se terminado? Me causaba gracia su aspecto de cachorro apaleado.
-Quieres que sigamos?, mira que luego no habrá quién me detenga. Le dije esbozando una sonrisa.
-Jaime, deseo seguir, quiero experimentar más cosas. Entonces sin pensarlo me tiré sobre él haciéndole caer de espaldas sobre el sofá, quedé tendido sobre su pecho, tenía muy poco vello, casi nada y solo en el centro del pecho y rodeándole el ombligo, mi pene quedó sobre el suyo, los dos estábamos calientes y se lo podía notar en lo duro que lo tenía.
Le besé y le comí los labios como él me había hecho, tenia un olor en su piel como a canela, muy rico, él se dejaba hacer y gemía cuando empecé a lamerle el pecho.
-Espera Jaime, ahora me toca a mi cumplir mi parte del trato. Denis estaba dispuesto a enseñarme su pene como habíamos quedado pero yo, impaciente, metí la mano entre nuestras entrepiernas y se la agarré.
-No te preocupes amor, yo mismo la voy a descubrir. Me levanté y empecé a quitarle los pantalones, no fue difícil ya que los llevaba cortos y holgados parecidos a los míos, debajo de ellos la tela de su bóxer explotaba por el bulto que cargaba.
Le pedí que se pusiera de pie mientras yo seguía sentado en el sofá, cuando lo tuve derecho a mi lado le sujeté la cinturilla de la tela y antes de comenzar a bajarlo, aproximé la cara para dar un beso a lo que descubriría en un momento.
Tenía el pene sujeto con la tela, dirigido hacía la derecha, se le marcaba la cabecita en el extremo, fui avanzando lentamente mientras le miraba a los ojos, dejando para después el placer de mirar lo que ya intuía que ocultaba.
Le bajé su bóxer y primero aparecía el glande, no era muy gordo y solo se le veía la punta con la boquita de donde salían gotas de pre semen seguidas, la piel era más oscura que el resto de su cuerpo, cuando lo bajé hasta los huevos el pene saltó como un muelle, se balanceaba sin terminar de quedarse quieto, luego seguía una bolsa que le colgaba bastante, con sus dos huevos que se le veían a través de la fina piel de la bolsa, oscilaban siguiendo la misma tayectoria cimbreante de la polla, me la quedé mirando fijamente y luego elevé la vista para mirar a Denis, el chico esperaba expectante mi decisión, pero como yo no hablaba empezó él.
-Qué te parece, es grande, te gusta? Le mantuve unos segundos en suspenso haciéndole sufrir. luego le sonreí.
-Si que es grande, es hermosa Denis. Le decía la pura verdad, su verga no llegaba a ser un monstruo, le calcula unos veinte centímetros de larga, más que suficiente para su edad, bastante gorda para hacerse sentir cuando penetrara una vagina o un culo, pero eso sí, era preciosa, con la piel que brillaba como seda negra que en algunos lugares, por tan negra que era se blanqueaba, la base estaba poblada de vellos negros y ensortijados, lo mismo que en su cabeza, y lo que me decepcionó de alguna manera fueron sus huevos, y no porque no fueran guapos, la bolsa estaba pelada, sin vellos, y a mi me gustaba que esa parte estuviera bien poblada.
El conjunto: Maravilloso, majestuoso, soberbio, impresionante, debí quedarme absorto y sin aliento ya que Denis me sujetó la barbilla para elevarme la cara.
-Y qué…?
-Me gusta Denis, todo lo que veo es fantástico. Sin pensarlo más se la agarré por la base, le quité la piel de la cabecita con que la que estaba cubierto, tenía un color rosado de caramelo…, y me la metí en la boca.
Sentí la sacudida que conmovió a Denis, se le escapó un profundo gemido al sentir la humedad de mi boca comiéndole la verga.
Uuuuuaaawwww! Debía ser tanta la sensación que intentó apartarse, yo le cerré el camino sujetándole de las nalgas para comerme un pedazo más de la maravillosa carne negra. Dos minutos más tarde Denis gemía con fuerza sujetando mi cabeza, pero no para follarme a saco como hubiera sido lo normal, debía tener tan sensible la polla que continuaba intentado retirarse de vez en cuando.
Y yo disfrutaba como loco con aquel regalo de mi nuevo amigo en la boca, y lamiendo de arriba abajo, y chupando sus ricos huevos, que mira que estaban deliciosos y me los comía enteros saboreando su sabor de macho.
Me tenía que explotaba de ganas de muchas cosas, de seguir comiéndole la polla, también la necesidad que notaba mi culo, que se abría y cerraba agitado, queriendo recibir la parte principal del festín. Por eso dejé de chuparle el pedazo ya que se correría sin remedio si le seguía mamando.
Le pedí que se tumbara sobre la alfombra boca arriba mientras no terminaba de desnudarme, la polla se le levantaba dura y erecta, negra y brillante por mi saliva y los jugos que le salían, me coloqué a horcajadas montándole y apoyé mi pecho sobre el suyo. Denis me agarró de las nalgas tirando de ellas, sentía el aire besando mi caliente ano, le di un profundo y caliente beso antes de preguntarle.
-Quieres follarme?, estoy loco porque me metas la verga. Denis solo me miró sonriendo y me decía que sí con los ojos, también volvió a tirar de mis nalgas abriéndome, me enderecé y sujeté su polla con la mano para encajarla en mi hoyo, y lentamente me fui sentando sobre ella, la sentía entrar con un ligero dolor, pero estaba dispuesto a que toda su negra y rica verga entrara en mi cuerpo.
Cada vez que bajaba un centímetro Denis exhalaba un gemido, y poco después sentía en mi culo los rizados pelos de su pubis, me había tragado tu polla entera, descansé para que mi ano se adaptara al tubo que lo perforaba y comencé a cabalgarlo, con movimientos suaves y cadenciosos, moviendo mis caderas en rotación, a derecha e izquierda, gozando al verle abrir la boca buscando aire, después me dejaba caer enterrando la polla en asentones violentos.
-Me gusta Jaime, Ohhhh! sí, si clávate entero. También él subía la cadera a mi encuentro cuando yo caía, miraba su cara sudada, la boca abierta dejando ver la campanilla al final de la boca, los ojos en blanco, era una delicia el espectáculo que Denis me ofrecía, hasta que sintió urgencia por correrse y me cogió la cintura con las manos, casi me la abrazaba entera, me forzaba a subir y bajar con mayor rapidez deslizando la verga en mi túnel caliente.
-Oawwwwww! Me voy a correr Jaime, ya me viene la leche, quítate ya. Intentaba apartarme y sacar la polla de mi culo.
-No, dentro de mi Denis, córrete cuando quieras, yo aceleré el movimiento de subir y bajar, mi polla me dolía cuando al bajar golpeaba en los duros abdominales del chico, sentía que yo también me correría de inmediato, sentía la leche correr por la uretra a punto de salir disparada, y en secuencia de segundos yo me vertí primero sufriendo espasmos que me ahogaban, era tanto el placer que sentía que no pude notar cuando Denis lo hacía llenándome el culo de caliente leche.
Caí deshecho y vencido sobre el cuerpo de mi amigo, su vientre y el mío quedaron sellados por el semen que había salido de mi polla.
Un rato después salíamos de la ducha, habíamos subido a su habitación, dejando nuestras ropas tiradas en el salón, solo sabíamos reír divertidos mientras nos duchábamos, Denis me tocaba el culo, yo le tocaba la pija, cada uno lo que más nos atraía del otro.
Al final nos dejamos caer en su cama agotados y sin darnos cuenta nos quedamos dormidos.
Me despertaron una golpes suaves que apenas escuchaba, alguien abría la puerta de la habitación, Denis continuaba durmiendo.
Con las ropas que habíamos dejado tiradas en el salón, sostenidas en las manos, madame Marie la madre de Denis nos miraba, a su hijo comenzando a despertar, a mi que seguía asombrado, desnudos ambos sobre la sábana.
-Aquí tienes tu ropa Jaime, abajo te esperan. Sin más cerró la puerta tras ella, tardé unos segundos en reaccionar, aturdido por lo que había pasado, no había tenido tiempo para, al menos, cubrirnos con una sábana. Denis se restregaba los ojos y no se había enterado de nada.
-Tengo que marchar Denis, han venido a buscarme. A toda prisa me puse la ropa, quería marchar cuanto antes, Denis me miraba sin dar crédito a mi urgencia. Me acerqué y rápidamente le di un beso en los labios.
-Me voy, ya hablaremos, me ha encantado estar contigo y todo lo lo que hemos hecho.
Bajé las escaleras saltando y a punto de caerme por un tropezón que di. En el salón ya limpio e inmaculado, de pie junto a madame Marie estaba Josh, hablaban con tranquilidad y entendí que le preguntaba algo sobre mi madre.
-Parece que Jaime tiene prisa por dejar nuestra casa. Le dijo madame a Josh. Se sonreían circunspectos, pensé si le había contado a Josh lo que había visto, o él se lo imaginaba por la mirada que me dirigía.
Nos despedimos con un simple:
-Adiós madame, y gracias…
-Adiós Jaime, y saluda a tu mama de mi parte. No le respondí porque, de verdad sincera, estaba muerto de vergüenza.
Cuando llegamos a la acera donde Josh tenía aparcado el coche, me abrió la puerta para que me metiera dentro, hasta ahora no me había dirigido la palabra, él se sentó en el lugar del conductor y se giró para mirarme.
-Te acabas de levantar? Parece que no hayas tenido tiempo para lavarte la cara siquiera.
Me miraba inquisitivo, serio, consiguiendo que mis nervios explotaran.
-No eres un juez Josh, no me mires así.
-No, tienes razón, no estoy juzgando nada, solo cumplo lo que tu madre me ha pedido, venir a buscarte.
La media hora del recorrido de vuelta a casa no volvimos a hablar para nada hasta que llegamos ante las escalinatas de entrada, allí se quedó parado sin salir del coche mirando hacia adelante, me abalancé a él para abrazarle.
-Perdóname Josh, sabes que soy un tonto.
Mi correo:
[email protected]
Por si alguno de ustedes quiere hablarme o comentarme
Un beso para todos
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!