Con un malandro salido de prisión
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por TheShambhaEveryday.
Yo no lo conocía, pues llevaba apenas dos años viviendo en aquel barrio.
Sin embargo, de haber vivido toda mi vida, tampoco lo hubiera conocido, ya que llevaba mas de 20 años en prisión.
Pero la noticia no pasó por alto para nadie en mi edificio, cuando se supo que iba a quedar en libertad.
Según contaban, había asesinado a su novia en un departamento de mi mismo edificio, desconozco exactamente en cual.
Las opiniones sobre el eran bastante divididas, aunque la mayoría rechazaba la idea de que sea liberado.
Sin embargo, una minoría justificaba sus acciones o dudaba de ellas, ya que era un tipo tranquilo y su pareja no era ninguna santa.
Ya saben como es la gente.
También escuché sobre que se dedicaba a robar, entre otras actividades, por lo que se había ganado el apodo de "malandro".
Pero santo o no, culpable o inocente, 20 años de prisión cambian a cualquier hombre.
Segun se decía, era una locura que el malandro salga de prisión, pero la pena fue esa y la cumplió.
Los días pasaron, no me preocupé por conocerlo.
De todas formas tampoco volvió a vivir a mi edificio, mucha gente no lo quería ahí, lo que hizo mas dificil que lo conozca.
Pero esa oportunidad, no muy buscada, llegó un día en que estaba comprando en el almacén de mi barrio y escucho una moto parar afuera.
Un tipo grande, con aspecto de no seguir mucho la ley, entró al lugar.
Esto hizo que algunas personas allí, incluyendome, nos sintieramos nerviosos, pues (y sin intención de juzgar mal) el hombre parecía realmente un ladrón.
Pero entre los que no se sorprendieron estaba el vendedor del almacén, quien por el contrario lo saludó amablemente.
Después de comprar me fui y no volvió a pasar nada.
Puesto que en mi vida nunca me había puesto a pensar del todo como era estar preso tantos años, me dio algo de curiosidad conocerlo, saber de el y como había sido su vida dentro.
Así fue como, otro día comprando en el almacén, pregunté al vendedor si aquel tipo se trataba efectivamente del conocido malandro.
La respuesta fue afirmativa.
Pero la sorpresa no llegó realmente hasta volver a mi edificio donde, afuera, encontré su moto, la cual la reconocí por verla también al salir del almacén hacía unos días.
Pensé en quedarme ahí abajo hasta que aparezca, pero eso sería raro.
Decidí entrar y ver si con un poco de suerte, lo encontraba dentro, aunque ya sabía que aquel no era ya su departamento, quizás estaba adentro.
Y mi pensamiento no falló.
A los pocos minutos de entrar, lo crucé saliendo con una caja.
Disimulé que estaba entrando y pensé que era ahora o nunca.
Lo saludé y le dije que era conocido allí, pero yo no lo conocía.
– Si, lo se, no soy muy bienvenido aquí la verdad.
– Cierto – contesté – de curiosidad, que haces por aquí?
– Vine a buscar esta caja con algunas cosas mías que quedaron aquí desde entonces.
– Ya veo.
Ey, quieres subir a mi departamento y tomamos una cerveza?
Su cara de sorpresa fue grande, pero aún mas fue la mia, que no podía creer lo que dije.
Tras dudar unos segundos, aceptó.
Subimos rápido, intentando que nadie lo vea.
Una vez dentro, comenzamos la charla con las cervezas.
Me contó de su vida, de porque terminó en prisión (me confirmó el asesinato y los robos).
– La maté, si, y me arrepiento, pero lo haría otra vez si me encontrara en esa situación.
Ella era extremadamente manipuladora y estaba destrozandome.
No era justificable lo que hizo, pero lo entendí.
Me di cuenta de que era un asesino, pero no un mal tipo.
Claramente estaba arrepentido, no de matarla, sino de no haberse alejado antes y evitado todo.
Luego me contó de sus años en prisión, las cosas parecían muy duras.
Sin embargo se detuvo en un tema en especial, el sexo.
– Si estás en prisión y tienes a una chica que va a visitarte y tienes sexo con ella, los años en prisión pueden ser llevaderos, pero es duro saber que no verás a una mujer desnuda en años.
Comienzas a ver a los hombres como otra cosa, y de repente un culito en la ducha se convierte en objeto de placer y deseo.
Al principio me tocó que los que llevaban ahí mas tiempo quieran mi culo, pero luego se invirtió.
Aunque el tema me estaba impactando un poco, e incluso excitando, no podía no demostrar seriedad frente a lo que me contaba.
El "malandro" se estaba abriendo ante mi, contando cosas intimas que quizá no a todo el mundo le contaba.
Terminado el tema, miró la hora y dijo que se tenía que ir, por lo que fui a abrirle.
Esa noche, en la oscuridad de mi habitación, me masturbé.
Me imaginaba siendo el objeto de placer de mas de un prisionero en las duchas.
Con unos dedos en mi culo y otra mano en mi verga, tuve un orgasmo, el cual acompañé con gemidos de puta.
Pasaron los días y no volví a verlo, pero tampoco es que pensaba en hacerlo.
Hasta que una noche tuve el deseo de fumar cigarrillos.
En mi departamento no había y ya era tarde para que este abierto el almacén.
Debía caminar varias cuadras, cuando ya eran las 11 de la noche, pero decidí hacerlo.
Para mi mala suerte, a las pocas cuadras, un hombre de muy mal aspecto saca un arma de su campera y me apunta, pidiendome el dinero y el movil.
Comienzo a sacar las cosas de mi bolsillo resignado, cuando escuchó una moto.
Era el malandro.
Apenas llegó, frenó y habló con el ladrón.
– Olvidalo – dijo el "malandro" – este es mio.
– Si, señor, lo siento.
El ladrón corrió aterrado.
Pensé que el malandro sería quien me robe ahora, pero muy por el contrario, me pidió disculpas y me explicó que se trataba de un viejo compañero.
Pasado el susto, me sentí protegido, así que le pregunté si sería tan amable de llevarme en su moto a comprar cigarrillos.
Accedió y fuimos.
Luego de comprarlos, fumamos algunos mientras charlabamos, hasta que me hizo una invitación.
– Oye, te portaste bien conmigo el otro día.
Nadie ahí quiere verme, pero no te dejaste llevar por prejuicios y abriste tu puerta para mi, como un amigo.
20 años son mucho, perdí amigos y conocidos, no me queda mucha gente, por lo que un simple acto como ese se aprecia mucho.
Ya que me invitaste a una cerveza y charlar, que te parece si te vienes a mi nueva casa y hacemos lo mismo?
Acepté, realmente me agradaba la idea.
Subimos a su moto y partimos.
Su casa no era en una de las zonas mas seguras de la ciudad, ni tampoco era una casa bonita, pero supongo que estaba bien para alguien que pasó sus ultimos 20 años en una prisión y que está intentando reingresar en la sociedad.
Fuimos al patio con cervezas y la charla no se hizo esperar.
Después de un rato, volvió a tener temática sexual, pero esta vez, ambos estabamos con alcohol encima.
– Oye – dijo – se que te incomodo el otro día y mi charla sobre sexo.
– No, no incomodo – dije – solo que no esperaba que cuentes eso.
– Lo siento.
Es que no te imaginas lo que es estar tantos años sin una mujer.
Los gustos cambian, ya no veo a las mujeres como deseo.
– No?
– No.
Realmente no es algo que me alegre admitir, pero me siento homosexual.
– Bueno, no tienes por que sentirte mal por eso.
Estaba triste, realmente.
Y yo, yo estaba caliente.
Había algo en el que me calentaba.
Quizás saber que tuvo sexo con hombres durante los ultimos 20 años.
Puse mi mano en su pierna, cerca de su verga, lo hice a conciencia.
Le dije que todo estaría bien.
Su respuesta fue que no tenía sexo desde que salió de prisión, y noté como crecía su verga.
Así que ese era el problema.
No podía no aprovechar la situación.
– Vamos a la cama – le dije.
Entre toqueteos en la cama, el malandro ya estaba desnudo.
Sacó su verga, era muy grande.
Le pregunté cuanto medía.
"20, como los años que estuve dentro", bromeó.
Y antes de metermela en la boca, bromeé también, "mira que rápido me trago esos 20 años".
Seguido de eso me la metí toda en la boca, la chupe toda, pasé la lengua por la punta y tragué liquido pre seminal que ya comenzaba a salir.
Chupe a lo largo y ancho de esa verga.
Me comí sus peludos huevos.
Me imaginé como putas como yo en prisión chuparon esa verga.
Mis pensamientos se veían interrumpidos solo por sus insultos, "chupa puta, usa esa lengua de zorra", y por los ruidos de mi lengua.
Después de un rato, sacó su verga de mi boca.
Se puso un condón y tomó el lubricante.
Venía lo bueno.
Por empezar me puso en cuatro y comenzó a darme.
Su verga entró rápido en mi.
Comprendí que en la prisión, el sexo debía ser rápido.
Mi culo dolía, pero no quería que se detenga por nada.
Me imaginé en las duchas de una prisión, siendo violado así.
Mientras me daba por el culo me insultaba y tiraba de mi verga.
"Soy tu zorra, solo tuya" le gritaba.
Estuvimos un rato mas.
Cambiamos de posición, yo arriba cabalgando, y luego contra la pared.
Cuando no pudo resistir mas, sacó su verga de mi culo, se sacó el condón y me dio su rico semen en la boca.
Me había hecho su nena.
Me masturbó para que yo también tenga un orgasmo.
Estuvimos acostados así hasta que amaneció.
Ofreció llevarme a casa para que no vaya solo por aquel barrio.
Al bajar de su moto, me anotó su numero.
Y saludandome sutilmente, me dijo "en prisión, a las putas como tu las violamos siempre".
Se fue, comprendí que eso significaba que, en el futuro, iba a querer "violar" mi culito de nuevo.
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