Con vecino de 12
En tiempos de pandemia, cualquier agujero es puerto.
En esta ocasión comentaré una aventura que tuve con Ernesto, un niño de 12 años, vecino del barrio. El es de complexión normal, ojos color café, estatura regular, poseedor de un bultito y un traserito dignos de ser disfrutados a placer.
Llegaron hace poco al barrio él, sus padres, una hermana mayor a él y su hermanito de 6 años. Inmediatamente me llamaron la atención Ernesto y su hermanito.
Con motivo de la pandemia, y dado que no había clases presenciales, y al hecho de que son humildes, lo metieron a trabajar como ayudante de albañil en una casa en construcción a un costado de la mía.
Me encantaba ver su cuerpo en formación, sobre todo cuando se quitaba su camisa o playera en ocasiones al sudar bastante. Él se daba cuenta de mi admiración y deseo y al verme frotaba su bulto de manera bastante maliciosa.
En una ocasión tocó a mí puerta y me pidió permiso de usar el baño, diciendo que no había nadie en su casa, a dos cuadras de la mía, y estaba cerrada. Lo dejé pasar porque vi que ya no aguanta a y lo conduje al baño. Hizo sus necesidades y salió agradeciendo mi amabilidad.
Días más tarde tocó de nuevo a mi puerta y al salir, le pregunté qué deseaba y me dijo que nada, que sólo quería platicar conmigo en lo que llegaban sus papás y le dije que sí y lo conduje al patio, lejos de miradas indiscretas.
Le ofrecí un refresco y galletas que aceptó gustoso y conversamos un rato, de cómo le iba en la escuela, de si le gustaba jugar algún deporte y me dijo que sí, fútbol y que era portero…
–¿Y las paras todas? Le pregunté con doble sentido que captó enseguida pues en su familia son muy mal hablados y frecuentemente se hablan a gritos.
— Sí, casi todas, soy muy bueno con las manos.
–Me gustaría verlo…
–Cuando quiera, don Javier, dijo de manera provocativa, pero le va a costar…
Yo lo había escuchado comentar con el albañil que le gustaban varias niñas, pero que sólo las había besado y acariciado un poco. Hacía alarde de que él y otros niños se habían cogido a otro vecinito, pero que a él sólo se la había mamado. Cosas que platican los albañiles creyendo no ser escuchados…
Al oír su respuesta, me acerqué a él, puse una de mis manos en sus hombros y otra sobre una de sus piernas, subiéndola lentamente hacia su bultito que empezó a crecer…
–¿Cuánto? Pídeme lo que quieras, papacito, —le dije sin poderme contener, sintiendo mi pene a reventar de lo excitado que estaba.
–No sé, depende de lo que quiera que hagamos, señor…
–Todo, quiero que hagamos todo…he escuchado que te la ha mamado A Angelito, tu vecino, ¿no has cogido ni te han cogido?
–Sí, pero nunca con un adulto…¿Cree que me duela mucho si me la mete toda? ¿Lo tienes muy grande?
Yo estaba sorprendido y maravillado de cómo se iba dando todo, pues esperaba mayor resistencia de su parte.
–Sí te va a doler, pero no mucho, te diré algo: niños más chicos que tú la han aguantado…
–No sé…¿le parecen bien quinientos pesos?
–Pero vamos a hacer todo, ¿verdad?
–Siiii…
–Muy bien, de acuerdo…ahora, vamos a ver qué tiene es escondido aquí, Ernestito. Y le toqué y apreté su bultito.
Desabroché su pantalón y bajé un poco su bóxer para deleitarme con su erecto pene de 11 cm con unos pocos pelitos en su base y testículos, los a acaricie, y masaje un poco y después abrí sus piernas para colo ar mi cara cerca de ellos y sin más, comencé a besar, lamer y chupar su pene y bolitas que en ocasiones me comía por entero con facilidad gracias a su tamaño.
Él comenzó a gemir y me pedía seguir…
–Espera–, le dije, incorporándome– quiero que me lo metas atrás…¿ya te sale lechita, verdad?
–Sí, un poco.
Así que bajé mi pantalón y truzas hasta las rodillas y me puse de rodillas en el piso para invitarlo a penetrarme.
Él así lo hizo, gracias a su ya año y a que tenía mucha saliva mía, fue fácil para él dejármelo ir hasta el fondo, hasta que sentí sus testículos chocando en mis glúteos.
Se notaba su experiencia, pues me tomó de la cintura para iniciar un rico vaivén. Yo gemía de lo lindo que sentía y luego de un rato, sentí como su penecito se engrosaba un poco más, para finalmente palpitar dentro de mí y acabar con varios chorros de su semen caliente en mí.
Salió de mi y comenzó a asearse su pene, yo lo abracé y besé un poco, pero en ese momento le llamaron a su celular…
C O N T I N U A R Á…
Me gusta cuando los dejan ser activos.
Solo hace falta eso. Darse vuelta, entregar el culo y gozar a full. Besitos. Marcos.
como continua
Me encanta q ya le salga lechita