Confesión #2
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Esta ocurrió cuando yo tenía once años.
Mis amigos Alejandro, Pancho y Javier habían comenzado con la costumbre de mostrarse los penes, y puntearse entre ellos.
Yo ya había sido iniciado, pero nunca lo había hecho con alguien de mi edad, así que cuando los vi me calenté mucho.
De todos mi favorito siempre fue Alejandro, con el seguimos culeando hasta los quince, cuando el se fue a Quilpué, lejos de Santiago, pero no me adelantaré y volveré a él más de alguna vez en estos relatos.
Un día nos juntamos en la escalera de un edificio abandonado.
Pancho y Javier sacaron sus picos y comenzaron a tocarse.
Alejandro los miró y vi como su miembro crecía.
Se lo agarré y empecé a masturbarlo.
—No todavía—me dijo.
Y tomó mi rostro.
Me dio un beso enorme, mintiéndome la lengua.
Fue mi primer beso, los otros dos que se tocaban hicieron cara de asco, pero no me importó.
Entonces bajé hasta su miembro y lo puse en mi boca, se lo chupé de manera profesional.
Paré mi cola y sentí como Pancho comenzó a puntearme, pero no lograba metérmela.
Se quedaba ahí en la entrada, era un niño aún.
Yo acariciaba las nalgas de Alejandro mientras la chupaba.
Eran suaves, infantiles, contrastaban con su pene peludo y grande.
Recuerdo acariciar su agujero.
Su olor juvenil, y me vuelvo a excitar, incluso hoy.
Javier se quedó en un rincón masturbándose, vi su leche blanca salir.
Alejandro me dio vuelta y puso su enorme miembro en mi culo.
Y con cariño se empujó adentro, no me dolió, lo juro.
Sentí placer de inmediato.
Entraba y salía.
Pancho frustrado por no habérmelo metido puso su miembro en mi boca, pero era pequeño y frío, aún así lo chupé con cariño.
Éramos buenos amigos y lo seguimos siendo por años.
Alejandro antes de terminar me soltó un “te amo”.
Yo debo confesar que lo creí, aunque no sabía que era eso del amor.
Sentí su leche en mi culo.
Luego le pedí a Pancho que se pusiera en cuatro, lo hizo contento, se lo metí como pude, a veces estaba dentro, a veces no.
Me pidió que parara porque le dolía, no lo hice y me fui ahí.
Al día siguiente jugamos como si nada hubiese pasado, como si la calentura se nos saltara.
Al final de aquel día Javier y yo nos besamos y nos tocamos un rato.
Me di cuenta de que alguien nos miraba, pero eso dará para la confesión número 3, que será la única que haré en el formato de historia continúa, porque tiene mucho que ver con lo que pasó ese día.
Gracias por leer.
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