Confesion de una noche
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Busque en internet que tipo de lugares hay para algo anónimo casual, supuse que en Canadá deberían existir lugares así, lo cual eventualmente me hizo caer en un sauna gay. El lugar honestamente es limpio, y de la gente que va hay de todo tipo, desde los muy no agraciados visualmente hasta tipos verdaderamente impresionantes. En este lugar probé mi primera polla, siempre seguro, y pues fue mejor de lo que esperaba así que acabo por gustarme y empecé a hacerlo más seguido, al grado que pasaron meses antes de volver a coger con una mujer. Ya después conocí más gente, pero aun así a veces visito la sauna. Me gusta mantener esto en secreto, eso lo encuentro excitante. Les relatare una de las veces que fui, no recuerdo la fecha exacta pero probablemente fue a principios del 2013.
Llegue al lugar y rente un cuarto, los cuartos están abajo en un área que es como calabozo, todo alfombrado con luz muy tenue. Baje a mi cuarto, me desnude y guarde mis cosas y fui a tomar una ducha. Regrese a mi cuarto y asumí posición, me acosté boca abajo y abrí un poco las piernas, baje la intensidad de la luz y abrí la puerta. Me gusta hacer eso porque así solo tienes que esperar a que entre alguien que te guste. Usualmente yo solo busco gente de mi edad, y que tengan mínimo un pene promedio, no soy tan restrictivo.
Entro un tipo que aparentaba tener 55 años, puso su mano en mi culo y yo gentilmente la moví y le dije – gracias pero no – el asintió y se fue, eso me agrada, la gente no se lo toma muy personal cuando les dices que no. Ya que mi culo daba hacia la puerta yo solo veía sombras pasar y a veces volteaba para ver a quienes pasaban. Vi que un negro estuvo pasando varias veces, hasta que se detuvo y entro, cerro, la puerta, se quitó la toalla y la puso en la perilla, creo que no hace falta explicar que significaba eso.
Yo había girado un poco para verlo mejor, era un negro empezando sus treintas, de un 1.84 metros más o menos, ancho y musculoso y con una gran verga, larga y gruesa, podría pasar fácilmente los 20 centímetros. Se acercó y comenzó a masajear mis nalgas.
– Que buen culo – dijo el negro.
– Gracias – dije muy excitado, eso me hacía sentir deseado, es diferente a cuando te desea una mujer, no sé cómo explicarlo mejor.
Yo: De dónde eres?
Negro: De Jamaica tú?
Y: De México
N: Uuh México, me gusta.
Se acerca hacia mi cabeza y pone su gran pene frente a mí, el jamaiquino ya no existía para mí, toda mi atención se centró en ese enorme pene y me lo lleve a la boca, jugué un poco con su cabeza y después intente tragar lo más que pude, era demasiado grande, eso me excitaba mucho, bajaba y jugaba con sus bolas y me devolvía a seguir chupándole el pene. Pasaron algunos minutos y vi que tomo un lubricante y un condón de la mesita de al lado. Me separó las nalgas y me puso lubricante en el ano, yo no podía ver porque estaba concentrado en mamársela, pero supuse que se untó en los dedos también ya que inmediatamente sentí que me entraron dos dedos y los comenzó a mover, se sentía muy bien, así estuvimos un rato hasta que saca los dedos y abrió el condón, retiro su pene de mi boca y se lo puso, yo sabía en ese instante lo que seguía, subió a la cama y se colocó por detrás mío, con sus rodillas abrió el compás de mis piernas y vi cómo se puso lubricante en el pene. Se acercó y sentí como la cabeza de su pene estaba tocando la entrada de mi ano.
Intento meterlo con un movimiento rápido pero resbalo por todo el lubricante que había, así que volvió a intentar más despacio, y por tanto lubricante mi ano cedió con facilidad. Sentí como entraba ese gran pene centímetro a centímetro, lo hizo despacio (un poco más que despacio diría yo) y en un solo movimiento, así que cuando sentí que la había metido toda y su pelvis contra mis nalgas, sentí un dolor muy fuerte, se quedó quieto unos instantes e inmediatamente cuando el dolor paso comenzó a moverse, no se separaba, se movía en círculos y a veces hacia presión hacia abajo y me entraba más. Yo sentía un placer impresionante, estaba gimiendo de placer y eso a él lo excitaba, comenzó con un vaivén lento unos minutos, su ritmo se fue incrementando hasta llegar al punto de dar embestidas que hacían que se escuchara fuertemente el choque de su pelvis con mis nalgas, yo estaba disfrutando cada momento. Con sus brazos me levanto sin sacarme su pene y quede a cuatro patas y comenzó a cogerme a gran velocidad, se sentía increíble.
Después me pidió que me acostara boca arriba y puso mis piernas en sus hombros, coloco su pene en mi entrada y comenzó cogerme de nuevo a gran velocidad, esta es la posición que más me gusto, podía sentir mejor su pene cada momento en que entraba y salía. Empezó a levantar más mi culo y me empezó a dar más fuerte, yo estaba totalmente entregado. Bajo mis piernas y me abrazo y comenzó a incrementar su velocidad, yo sentía que vibraba, me movía todo, mis gemidos salían cortados.
Yo lo tenía abrazado por la espalda y el siguió moviéndose a gran velocidad cuando repentinamente me dio tres o cuatro embestidas muy fuertes y en la última sentí como hacia fuerza por empujarla más adentro, así me di cuenta que había terminado. La saco y tiro el condón. Yo tenía semen en mi estómago porque sin darme cuenta termine mucho antes que él.
N: Muchas gracias por ese culo apretadito. – Tomó su toalla, se despide y se va cerrando la puerta.
Yo estaba agotadísimo, me quede descansando unos 30 minutos antes de ir a bañarme y retirarme de ese lugar. Me sentía muy satisfecho con la cogida con el negro. Me fui y dormí como bebe con una gran sonrisa y recordando las embestidas de la noche, eso siempre me ayuda a conciliar el sueño después de coger.
Si me animo les compartiré otra historia, espero y les haya gustado.
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