CONFESIONES DE PIRUCHA. Una puta travesti y cachonda.(7)
Soy Pirucha y esta es mi historia en que me atrevo a confesar mi adicción por la verga y como amo la lencería y y el sexo anal..
Soy Pirucha y esta es mi historia en que me atrevo a confesar los inicios de mi adicción por la verga y como llegué a amar la lencería y el sexo anal.
Acá les cuento como se fue dando el paso de hetero curioso a pasiva travestida y…cachonda. Sabrán porqué deseé ser culiado como putita y esconder mi pene para que la fantasía fuera más real.
Les revelaré una fantasía muy recurrente en los coitos con Rebeca.
Era una época extraña y de muy incierto el futuro, así que lo único que teníamos era el sexo, avivado por alcohol, maria, pepas y algo de coca.
Cada vez que follábamos nos contábamos nuestras fantasías. La de ella era culiar con muchos hombres como una puta. La mía, verla follando y comerle el coño con el semen mezclado con sus jugos saliendo de su interior. Vivíamos en nuestro exilio voluntario y llegaban turistas que mi mujer acompañaba en su recorrido aprovechando el dominio de lenguas. Por la noche me contaba lo provocativa que era con ellos y como algunos le dieron agarrones y más de una pasada por su culo con sus erectas pollas por encima de la ropa.
Nos ponía a mil todo eso. Descubrí lo susceptible que era a la hipnosis y lo fácil que era para ella dejarse hipnotizar. Le sugería que iba a consumar su fantasía y ella se comportaba como una verdadera puta y tenía unos orgasmos múltiples y fuertes. Mi ereccion no bajaba y debía follarla hasta que el sol apuntaba sus rayos.
Entonces fue creciendo la idea de consumar en la realidad todo aquello. Era una comunidad pequeña y lo único que podía ocurrir era que follara con algún turista, cosa que ocurrió, pero antes pasó algo que fue mucho mejor. Después de una noche de baile y desenfreno nuestro amigo lugareño empezó a repartir a los fiesteros. Mi mujer iba a su lado y por lo que pasó había hecho algún avance con nuestro amigo. Se dio vuelta hacia mi y me confidencio en lengua gala que estaba lista para hacer realidad la fantasía. Me excitó cuando me dijo: “Ayúdame, querido”. Después me contaría que llevaba la mano en la verga dura del chofer.
Yo pretexté sentirme mal y que me fueran a dejar, pero le pedí que siguiera divirtiéndose y acompañara a Manu. Por supuesto que ni corto ni perezoso dio vueltas y fui el primero en llegar a destino.
Cuando terminó de hacer el recorrido y ya ni quedan pasajeros, Manu la llevó a un lugar que da a la playa y estacionó el jeep. Ahí mi mujer se fue directo a mamar la verga que traía apretada en su mano. Desde que se subió en lugar del copiloto. Su sabor y la situación de follar con mi permiso la pusieron tan cachonda que en un estado casi de locura se dejó follar hasta por el culo que a mí me daba no sin reticencias y después de calentarla y drogarla.
Cuando llegó venía ebria y la llevé a la cama la desnudé y me fui directo a su coño. Venía sin bragas, que habían quedado en el vehículo o tiradas en el lugar.
Entre dormida y embriagada me murmuraba: “Amor, lo hice, gracias, lo hice.”
Un beso con sabor a mecos y verga. Bajé al coño y mamé con desesperación el flujo y el semen que salía a raudales, cuando ya no quedaba más , mi mujer se dio vueltas y me mostró el culo que había más ahí.
Pero no lo mamé sino que aproveché la ocasión y se la clavé con fuerza mientras le decía lo puta que era que a mí no me daba el culo y entre clavadas y reclamos deposité mi carga junto a la otra. Ahí bajé a beber esa mezcla de mecos que manaba del culo de la puta que sería ahora mi mujer y se fraguaría una nueva fantasía pero que tenía que ver conmigo: el deseo de probar el sexo anal como un hombre, pero como pasivo.
Aprovechaba cada momento en que me quedaba solo para vestirme con sus vestidos, sus sujetatetas, sus tangas y bragas que guardaba sucias y algunas con manchas del semen que traìa en sus sexo y que yo degustaba. Me convertí en un saboreador de los mecos de sus parejas ocasionales o sus amigos con ventaja. Lo nuestro era un ménage a plusiers. No solo disfrutaba trasvestirme con su ropa y sus bragas en que depositaba el semen de mis múltiples masturbaciones.
La idea que me consumía y que logré hacer realidad mucho después del rompimiento con Rebeca era la de ser culiado con la ropa femenina y convertido en putita, la más guarra de todas, porque llevaba el impulso de los genes varoniles dentro de la pasividad femenina.
Llegó ese día y logré iniciar la ronda de penes, vergas y pichulas que me han hecho sentir lo mucho de me gusta el pico y cuanto disfruto ser perra. Ando siempre en celo y los machos activos lo huelen y sus vergas duras la siento cada vez que las rozo con mis nalgas o de una agarrón a ese paquete que necesito desenvolver para meterlo en todos mis agujeros tragones.
Espero que este relato les aclare mucho de lo que he contado en mis confesiones.
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Siempre contesto.
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