CONFESIONES DE PIRUCHA. Una putita travesti y cachonda. (6)
Esta narración es parte de la confesión que le hice a una de mis estudiantes que fue mi amante. Su nombre Celia. Su relato ha sido redactado de su testimonio oral..
CONFESIONES DE PIRUCHA.Una putita travesti y cachonda. (6)
Esta narración es parte de la confesión que le hice a una de mis estudiantes que fue mi amante. Su nombre Celia. Su relato ha sido redactado de su testimonio oral.
Cuando lo conocí era capaz de follarme la noche entera. Una de esas noches me contó su verdadera historia… le gustaba ser también ser follado desde que había sido iniciado cuando pequeño. No me dijo nada más en ese momento.
Nos habíamos visto en la isla; él estaba casado con una profe y a mí sólo me miraba como a una más de las alumnas que lo admiraban. Lo decíamos entre nosotras y envidiábamos a su mujer por comérselo cuando ella quisiera. Además la muy puta se comía a varios isleños y a él no parecía importarle mucho.Le gustaba que sus amigos le cogieran a su mujer. Una rubia alta de tetas grandes y muslos largos y culo impresionante. Alegre y caliente, de gran capacidad amatoria, según contaban los poco reservados varones de la isla.
Que había andado en orgías, era lo que se decía, en que ella era la única mujer con una docena de machos cabríos que no se distinguen precisamente por lo menguado de sus dimensiones penianas. Por el contrario, la fama de sus largas y gruesas vergas ha traspasado los océanos y son muchos los europeos y americanos, junto a mujeres de todas las edades, que llegan a por lo suyo. Aunque las féminas isleñas también son aficionadas a acostarse con más de uno, no lo hacen simultáneamente, ni aceptan la doble o triple penetración, como era lo que se decía de la mujer rubia y blanca.
Cuando se fueron, yo me fui con ellos. Estuve en su casa los primeros meses de mi llegada. Las cosas que pasaron fueron muy significativas para mí. Sentada a su lado en el avión y mientras su mujer dormía, él me deslizó su mano por las piernas.
De solo sentir esa cálida mano, velluda, empecé a mojarme. Iba sin bragas y sólo con un pareu, nada más. El muy sinvergüenza me metió toda la mano en la vagina. La sacó mojada y se la llevó a la boca. Luego siguió tocándome hasta que me vine con mucha fuerza… Coincidió con un barquinazo que dio el avión al caer en un vacío. Apreté su mano con la fuerza de mi sexo que se agitó como animal herido…
Luego me recosté en su hombro y me quedé dormida… Los sueños que tuve, todos giraban en torno a la manera como me cogería cuando llegáramos…
La mujer iba durmiendo al otro lado y no abrió los ojos hasta que el avión, después de carretar un rato, se posó en la losa del aeropuerto. A pesar de que no era la primera vez que venía, encontré todo enorme, lleno de cemento, y de mucha gente agitada que mira sin ver…
Nos quedamos en una casa en que había varias piezas, con dos baños. En una pieza que quedaba al fondo de la galería, acomodé mis pocas pertenencias, unos pareos, una docena de bragas pequeñas y de varios colores que me gustaba ponerme cuando sabía que sucumbiría ante el varón para dejarle la tarea de arrancarlas antes de penetrarme.
Eso me excitaba mucho. El resto del tiempo lo hacía sin nada bajo el pareo. Me es muy sensual andar así. No se me mojan las bragas cada vez que me calienta con algún tane (hombre). Sólo debo secarme la vagina y listo. Mis tetitas aunque no demasiado desarrolladas, son bastante deliciosas. Su color bronceado y su pezón de chocolate hace que los hombres se precipiten a chuparlos.
Esa noche nada pasó. Pero al otro día, la mujer salió temprano y me dejó la misión de llevarle el desayuno al esposo. Me puse una de las bragas que más me gusta: blanca como mis dientes… Preparé el desayuno, café negro. Tostadas, huevos y jugo de frutas. Cuando iba a llevárselo al dormitorio, sentí que una onda caliente se anidaba en mi vagina y los jugos me mojaron la blanca tanguita. Tuve que sacármela y guardarla en un mueble de la cocina.
Así húmeda y excitada me dirigí al dormitorio donde él lo esperaba. Cuando entré, dormía o fingía hacerlo. Para probar si efectivamente dormía me incliné descaradamente dándola la espalda para dejar la bandeja con el desayuno. Lucí todo mi sexo ante sus ojos. Mi aroma se escapaba por entre los pliegues del pareo y delataba mi calentura…
No pasaron dos segundos cuando siento una mano abarcarme vagina y culo de una sola vez. Me había cogido del vello púbico y me aproximaba a él. Sentí su lengua penetrarme culo y vagina con un lamer desesperado y angustioso. Me corrí varias veces en su boca, en su lengua, en su pecho.
Mi capacidad de secretar los jugos de mi sexo son sorprendentes, es como si una válvula los dejara escapar… Me introduje su pene que sin ser demasiado largo, me impresionó por el grosor de su cabeza, alternativamente por el ano y por la vagina hasta que logré que abriera la puerta a un espeso y delicioso semen que probé limpiando su pene con la lengua. No tardó mucho en reaccionar y me volvió a ensartar el culo hasta sus huevos.
Esta vez me puso de bruces en la cama y me inmovilizó agarrándome del pelo. Las isleñas cogemos montando al varón, dominándolo. Al ser cogida de esa manera tan fuerte y con tanto poder sobre mí, me sentí más que caliente y acabé una y otra vez entre sollozos y aullidos, suspiros y gemidos…
Los quehaceres domésticos me mantuvieron ocupada hasta que llegó el mediodía. Volvió la mujer con el almuerzo y nos dispusimos a merendar. No hubo ningún acercamiento hasta el atardecer. La mujer se había ido después de las cinco y dijo que ya no volvería hasta la noche. Estaríamos solos …
Sin embargo, sus planes eran otros. Me pidió que lo acompañara a hacer algunas visitas.
Me vestí con unos ajustados jeans que marcaban todo mi culo y mi conejito. Me puse un peto que sólo cubría mis tetitas, pero dejaba el estómago y la espalda desnuda. El verano es muy caluroso. En la isla, no hace tanto calor y es muy húmedo. Unas sandalias me sirvieron, aunque yo prefiero caminar a pie desnudo, pero acá eso no es posible. Te miran como bicho raro.
Salimos en el automóvil a recorrer la ciudad. Fuimos al aeropuerto. Vimos llegar a varios conocidos. Turistas y residentes. Yo me sentía a mis anchas, porque no necesitaba ocultarme y por el contrario, me lucía a su lado. Y además excitada porque sabía que luego tendríamos otro encuentro amoroso en que mi cuerpo se le entregaba entero: mis partes íntimas se abrían para acogerlo en sus entrañas… Mi boca recorrería su cuerpo de nuevo y le comería todo, entero…
Esos pensamientos me hicieron mojarme. Pero esta vez me había puesto un receptáculo para la cachondez de mis líquidos vaginales. Iba segura y excitada.
Entramos al discreto estacionamiento que disimulaba la entrada de los vehículos al hotel de moda en esa época. La encargada nos dejó pasar sin preguntar nada.
La recámara simulaba un paisaje playero con palmeras y una piscina de agua templada en las que nos sumergimos desnudos e iniciamos el ritual del apareamiento. Esta vez nos palpamos todos los orificios y sentí como se excitaba cuando le introduje un dedo primero y luego dos y finalmente tres en su poto.
Mientras le mamaba el pene, le manipulaba el ano. Me llamó la atención que se abrió a todo dar, en vez de cerrarse o de resistirse, como era habitual en los hombres a quienes les había hecho eso.
-Sigue. Me dijo. Ese es mi secreto. Soy bisexual y me gusta ser pasivo con los hombres y activo con las mujeres.
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Espero que este relato no les cause extrañeza. Dije que mis confesiones se basan en hechos reales y esta también lo es. Solo descontextualicé aquellas referencias que pueden trasgredir el anonimato de los participantes. Lo que cuenta son los hechos y el erotismo que conllevan. Si los excitó o los enojó, cuentenmelo.
Soy Pirucha y esta es mi verdad.
Dejen sus comentarios acá o me los hacen llegar a mi mail [email protected]
Siempre contesto.
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