CONFESIONES DE PIRUCHA. Una putita travesti y cachonda. (8) $exo por delivery
Soy Pirucha y esta es mi historia. Confieso que he vivido…culiando y prestándome a ser usada.Pero hay un momento en que el deseo de ser puesta en cuatro y ensartada es muy fuerte y no tienes a nadie a mano para dar rienda suelta a ese deseo que te hace arder. Entonces no queda otra que recurrir al $.
Soy Pirucha y esta es mi historia. Confieso que he vivido…culiando y prestándome a ser usada.Pero hay un momento en que el deseo de ser puesta en cuatro y ensartada es muy fuerte y no tienes a nadie a mano para dar rienda suelta a ese deseo que te hace arder. Entonces no queda otra que recurrir al $exo prepago.
- Ven, siéntate aquí. Me dice. Lo miro. Está desnudo y su verga apunta al techo.
Me desvisto y quedo solo con el colales rojo metido en mi rajita que empieza a palpitar deseando que me decida hacer lo que el muchacho me pide.
Había llegado después de contactarlo por una de las redes sociales de contactos homosexuales. Decidí que no podia pasar más tiempo sin culiar. Estaba deseando una verga que me empalara y me llenara todas las paredes del culo y me preñara aún a riesgo de contraer alguna ITS.
Me dio una cifra y después de un regateo aceptó lo que le ofrecí.
Lo esperé en el antejardín. Dejó la motocicleta en que hacía reparto de comida a domicilio.
No era nacional. Habia llegado de Colombia unos años antes y después de muchos trabajos ocasionales, se enroló en una de las tantas empresas de delivery que se encarga del reparto de comida a los hogares de mejores ingresos. Las pizzerías empezaron con esa modalidad. Ahora se podrá a pedir casi cualquier tipo de comida: árabe, china, mexicana, coreana y también sushi que es el más solicitado.
Mandy – asi lo llamaremos- tuvo la suerte de ser contratado en una de esas empresas que no se prestaban para ilicitos como otras que repartian todo tipo de drogas blandas y duras.
En la empresa en que era chico de reparto, solo se podía obtener algo de yerba, que manejaban sus compañeros del delivery a espaldas de la gerencia. De manera muy discreta porque de ser sorprendidos serían despedidos de inmediato.
-¿Puedo llevar la mochila?
-Si, claro. Le dije pensando en que no podia dejarla a vista y paciencia de los transeúntes o de los vecinos y residentes del condominio.
Ahi estaba desnudo sentado en el sofá en que me cogen mis invitados. Se había desprendido de la playera y luego de los pantalones que dejaron salir una hermosa serpiente de tamaño y grosor adecuado a mis sucios deseos de coger y pagar por ello.
Era realmente un bello ejemplar de rostro aniñado y agradable. Lo que más me gustó es que no tenia tatuajes de ningún tipo. Odio esas manchas grotescas que ensucian el lienzo sagrado de la piel.
Me acerqué y deposité un beso en sus labios. Carnosos y húmedos se me abrieron para enredar lenguas y boca.
Pero no seguí en esa ceremonia inicial y me di vuelta y me encajé esa preciosa herramienta de carne por la que me vuelvo perra de deseos lujuriosos.
Inicié una danza de contorneos, apretones y sentones que hacian jadear a Mandy mientras intentaba aprisionarme en sus brazos.
Miré su cara y lo vi acercarse peligrosamente al clímax que me excita porque me da la certeza del dominio que toda puta que se precie debe ejercer sobre el varón activo.
Impulsado por el afán de hacer acabar a otro activo más, empecé una cabalgata furiosa, frenética y sensual. Bailaba con el caño metido en la rajita.
Senti de pronto engrosarse el pene y llegar a un punto doloroso dentro de mi canal. Fue el preludio de los disparos de semen que pudieron romper el látex protector que había utilizado a pesar del deseo de ser preñada, pero que milagrosamente no pasó y mi triunfo de maraca le mostró que era la puta dominatriz.
Le habia dicho que el monto del pago se haría efectivo en cuanto acabara y eso podia ser la media hora contratada o solo unos minutos.
En realidad el coito habia durado siete minutos.
-¿Me pagarás o será menos ?
-Trato es trato. El máximo era media hora y si tú pasabas de eso el pago sería por la hora. Acabaste antes pero ese fue el desafío y te hice.
Y se cumplió cuando eyaculaste a los siete minutos.
Se limpió después sacarse el condón lleno de leche que estuve tentado de esparcir por mi culo para sentir esa rica sensación del semen caliente deslizándose por mis piernas.
-Ahí está tu bono. Le señalé una pequena estatuilla. La levantó y sacó los dos billetes y me preguntó si no había propina.
-Eso cuando vengas la próxima vez.
Tomó su mochila y cerré la puerta. Dentro de algunos minutos sentí el rugido de la motocicleta de reparto y me fui a la ducha en que me lavé profusamente mientras me aprovechaba de introducir uno de los dildos que me hacen gozar y me preparan para resistir todos los tipos de vergas.
Recuerden dejar sus comentarios acá o enviarlos a mi mail [email protected]
Siempre respondo.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!