Confidencias 06 Eduardo la tiene gorda
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Alvaro-L-de-H.
Mi hermoso y excitado maridito.
Te adoro vidita linda…
Me gusta tu manera de ver mi vida y que no te enfades conmigo.
No lo soportaría.
Te amo y confío en ti amor mío.
Toda la leche que te sacas la quiero recibir en mi boca y en mi cara, degustarte, chupar tu verga de veinte centímetros hasta sacarte realmente todo el semen.
Qué rica debe saber tu polla y tu culito mi vida.
Quiero chupártelos y compartir tu semen mientras nos besamos comiéndonos nuestras bocas.
Tú sí que me excitas y deseo que me hagas tuyo y poder servirte y atenderte vida mía.
Papá me prepara para Eduardo, y sí que permite que otros me follen, pero si Eduardo me quiere será mi dueño y el primero fuera de la familia al que pertenezca, claro que papá no sabe que Iván, mi profesor de ballet, me ha cogido el culo y Asaf dos veces.
Pero bueno, de verdad no logro entender el lío que se llevan con Eduardo.
Mamá me lleva al salón de belleza, donde Adrián, pero más que nada para que me den masajes y cremas para tener el cuerpo con la piel fina como una chica, pelitos tengo, muy pocos, y no necesito depilarme continuamente.
A la tarde Erico y Pablo se han quedado a entrenar y hemos vuelto a casa Rubén y yo, hemos acompañado a Simón hasta la suya y al llegar a casa estaba papá en la sala y me ha enviado a mi habitación, para que me cambie de ropa y Rubén me ha seguido.
Erico sigue enfadado, no me habla y eso me duele.
De todos ha sido siempre el que más me quiere y me ha cuidado, que ahora no me hable me pone triste, no sé lo que le he podido hacer para que se moleste de esa forma.
-¿Me dejas que me ponga tu ropa de chica? Tu estas muy guapo con esas medias y las faldas.
Rubén revuelve entre mis ropas curioseando.
Ha escogido la ropa que quería y se ha desnudado para cambiarse, tiene pelos en el pubis y sobacos, a él no se los han quitado.
Estábamos los dos mirándonos y coqueteando ante el espejo haciendo posiciones mariquitas y llegó papá, se le veía contento, como estaba cuando los negocios le iban bien.
-Bueno, mira que tenemos, dos nenitas en la familia.
Rubén se puso rojo y se quedó quieto, papá llegó hasta él y le levantó la faldita que llevaba, también se había colocado uno de mis tangas pero con tirita metida entre las nalgas, yo usaba casi siempre las de dos tiras para que el culito no se me rozara.
-Estás bien rico sobrino, como tu primito.
–colocó su mano en el culo de Rubén, cabían las dos nalgas en su mano y le metió los dedos para llegarle al ano.
-Qué calentito lo tienes puto, te gusta la verga como a Oriol.
Igual te hago un favor ya que no puedo cogerme a tu primo.
Rubén solo callaba pero estoy seguro de que lo que mi padre le decía lo tenía caliente y con la cara roja.
-Eduardo quiere verte mañana y vamos ahora a practicar un poco.
–mientras hablaba se iba quitando la ropa enseñándonos su cuerpo maduro, cincelados todos sus músculos y de ensueño.
Miraba alternativamente a Rubén y a mi padre, mi primo no dejaba de observarle, sobre todo a su gran polla que la tenía algo gorda y levantada.
-Ya que estás aquí y te gusta la verga, me la vais a comer entre los dos, acercaros.
Nos quitó el tanga el mismo, a la vez que nos analizaba el culo abriéndonos las nalgas y pasando los dedos por la raja, nos pidió que nos quitáramos el resto de la ropa y ya estábamos desnudos los tres.
Nos sujetó del hombro para llevarnos a ponernos de rodillas y dio un paso para acercar su polla a nuestras bocas.
¿Tú crees que nos resistimos? ¿Qué dijimos que no? Pues te equivocas Adri mío.
Nos lanzamos como gatitos hambrientos buscando la leche de su mama gata.
Rubén se me adelantó y se metió la punta de la polla en la boca y yo agarré los testículos para acariciarlos y sopesarlos en la mano.
¿Sabes amor mío? No es porque sean de mi papá, pero son preciosos, suaves y cálidos, llenos de vellos negros y me gusta sentir como se mueven en el escroto cuando aprieto, y escuchar gemir a papá.
Le cuelgan un poco y será porque están llenos de leche que Rubén la quiere sacar chupando con gran placer de la verga.
No consigue meterla toda en la boca, a diferencia de mí que puedo tragarla toda.
Después de lamer y chupar los huevos de papá le ayude a mamar la polla pasando los dos los labios por el fuste una y otra vez haciendo que papá suspirara, a la vez que nos llamaba putos, que éramos muy buenos comiendo verga.
Nos calentaba que nos hablara así y los dos teníamos nuestros penes muy duros de lo que disfrutábamos con la verga de papá.
-Venid, vamos a ponernos cómodos.
Se sentó en una silla, su polla ahora apuntaba al cielo, rígida como un leño.
-Tú, Rubén, puedes meterle tu polla en el culito a tu primo, no es tan grande y vamos a hacer que lo pase bien.
–Papá siempre pensando en mí, ¿te das cuenta? ¿Cómo voy a negarle lo que me pida, él es bueno y es mi papá?
Le di las gracias en mi cabeza, así podía tener su polla para mí solo.
Rubén me abría las nalgas para meter la cara en ellas y lamerme el culito y yo de rodillas mamaba sin cansarme la polla y los testículos de papi.
Las dos cosas me daban mucho gusto y elevaba la colita para que Rubén metiera más la lengua.
-Ya la tienes preparada, puedes meterle el pene.
Rubén obedecía y aunque su verga entró muy fácil en mi anito, la abracé con los esfínteres apretando el culo, lo sentía muy, muy rico, todo muy erótico y morboso.
Es cierto que su polla no es grande, tampoco pequeña y conoce mi culo como ninguna, por eso fue la primera que me lo perforó.
Se movía riquísimo empujándome y entonces me tragaba toda la polla de papi.
Después de un rato de disfrutar y gozar de mi anito, Rubén se corrió dentro de mi culo y quedó tumbado en mi espalda, a papá le iba a suceder lo mismo en un momento, se lo notaba por lo duro de su miembro y como engordaba en mi boca, y por fin me la llenó de leche riquísima y caliente.
Los dos se habían venido y yo continuaba con la polla dura.
Rubén sin retirar su verga de mi interior, y mientras yo limpiaba los restos del semen de papi que se me habían escurrido, me la metía y sacaba un poco mientras me masturbaba el pene y acariciaba los huevos hasta que pude eyacular estremecido en el suelo.
Papá nos hizo lamer el semen que había, en mi corrida, tirado en el suelo, nos limpiamos con papel higiénico después de lamernos los labios, yo tuve que ir al aseo para vaciarme de la leche de Rubén que me escurría del ano.
Estuvimos un tiempo mirando los DVD, nosotros vestidos otra vez de nenas, bailamos como los chicos de la pantalla y a papá se le empezaba a poner la verga dura otra vez.
-Continúa practicando.
Me decía a la vez que se levantaba y sujetaba por la mano a mi primo.
-Ahora regresamos.
No tenía que ser muy listo para saber el por qué lo llevaba deprisa tirando de él.
No quería que viera como se follaba a mi primo, pero de la habitación de Pablo me llegaban los ¡ayes! de placer de Rubén, como escuchaba a Pablo cuando follaba a alguna chica que traía de vez en cuando o ellas mismas venían buscando su verga.
-¡Ayyyyyy! Sí tío, métela más, qué rica verga Dios mío.
Exclamaba Rubén entre hondos y dulces lamentos femeninos.
-¿Te gusta puto?, disfruta de la verga de tu tío maricón.
-Sí, sí, dame más.
Escuchaba además los golpes de la pelvis de papá sobre sus culos y sentía como mi pene se ponía duro, lo saqué por el lateral del tanga y comencé a tocarme y masturbarme muy despacio, cerré los ojos y pensé que yo era Rubén y era a mí a quien papá se follaba con tantas ganas.
Disfrutaba de sus gritos, de sus jadeos, de los insultos y de los golpes en sus nalgas duros y secos, que me dolían a mí como si yo los recibiera, seguro que desde ese momento Rubén querría el castigo de papá y su verga metida en el culo, lo estaba marcando para que fuera su mujer.
Tardaron en venirse, aguantaban y yo dejaba de pajearme para terminar a lo vez que lo harían ellos.
Terminé antes sin poderme aguantar, coloqué la mano para que la leche cayera en ella cuando eyaculé y cuando lamía la leche de mi mano elles se corrieron con grandes gritos.
Ese día se celebraba San José y comíamos la familia unida.
A Rubén le sorprendí mirando a papá y se lo comía con los ojos, le había gustado lo de ayer demasiado, papá empezaba a formar a otro gran puto y ya lo tenía enganchado del vicio de su castigo y de su forma de follar tan divina.
Erico se sentó enfrente de mí y cuando le miraba él lo hacía a su vez pero desviaba la mirada rápidamente, todos ellos sabían que hoy sería mi debut y que papi me entregaría en las manos de Eduardo.
A las cuatro de la tarde me mandó a mi habitación a que me preparara, él subió poco después.
Había comido poco siguiendo sus instrucciones, lave detenidamente mi culito por dentro y por fuera con varías duchas para dejar mi recto limpio, me apliqué crema y colonia y me coloqué la ropita que él había elegido, sería la primera vez que iría a la calle vestido de nena, con un uniforme de colegiala y medias hasta las rodillas de color verde.
El espejo me reflejó como una niña un poco traviesa, con la faldita muy corta como a ellas las gusta llevarla para enseñar las nalgas a los chicos, pero ellas llevan braguitas y yo un tanga con el culito libre, si en la calle me inclinaba cualquiera vería mi pompis y el hoyito.
Pero hacía frío y parecía que llovería, estaba emocionado por salir así la calle por vez primera, papá me pidió que me colocara una trenka con capucha.
Solo habló papá para despedirse, todos me miraban menos Erico que giraba la cabeza y mamá me envió un beso en el aire animándome.
Hasta ahora había estado tranquilo y durante el viaje en el coche daba muchas vueltas en la cabeza a lo que podría suceder, a pesar de que papá me había dicho una y mil veces que no sería algo malo, que el tío Eduardo me quería y que lo pasaría bien, no terminaba de estar tranquilo y las piernas me temblaban por la angustia ante lo desconocido.
Las puertas de la mansión se abrieron solas, y miré para atrás, y vi como se cerraban al pasar el coche, ya no había vuelta atrás, estaba encerrado entre los altos muros que rodeaban la casa y el enorme jardín, con el pabellón al lado de la piscina que conocía de otras veces, cuando de niño me llevaban para pasar el día.
No fue necesario que tocáramos el timbre, un hombre de la edad de papá más o menos, que me resultaba conocido, nos esperaba en la puerta, era un hombre apuesto y en la casa debía de hacer calor pues llevaba una camisa y chaleco de la misma tela que el pantalón.
El hall era amplio y me tranquilicé un poco al verle decorado moderno, con lujosos muebles y conectado con una gran salón, me temía al ver la casa por fuera que resultara terrorífica y era todo lo contrario, pero yo ya no la recordaba bien, siempre que la miraba, cuando era niño, desde la piscina y el pabellón de verano, me daba miedo y me imponía.
El salón tenía una enorme cristalera en el techo dos pisos más arriba, y aunque el día estaba gris, había mucha claridad sin una lámpara encendida.
Papá me pidió el móvil y lo que llevara en los bolsillos de la trenka, solo tenía el móvil, que por cierto me había regalado Eduardo, y un paquetito de pañuelos desechables.
-Si tengo que llamarte papá, ¿cómo lo hago?
-No te preocupes, yo vendré a recogerte.
–quisiera o no estaba aislado y sin posibilidad de comunicarme con el mundo exterior, dependiendo enteramente de que papá no se olvidara de mi y que volviera a buscarme.
Llegaba el momento de quedarme solo y temblaba, de verdad que tenía unos sentimientos muy raros, curiosidad, miedo, ansiedad, temor.
-No te olvides de recogerme, por favor papi.
–me abrazó inclinado y me beso la mejilla.
-Nunca hijito, me tendrás aquí antes de que lo pienses y pórtate bien como un buen nene, demuéstrale al tío lo que lo quieres y haz todo lo que te pida con ganas y sin poner mala cara.
¿Me lo prometes?
-Sí papi, prometido, estarás contento porque voy a ser bueno y haré lo que Eduardo quiera.
-Así me gusta, cariño, sumiso y obediente como una nenita servicial, dile como te gusta lo que te haga y que lo hace muy bien.
Volvió a besarme y el señor fue hasta la puerta con él.
Estaba solo, ahora definitivamente, esperando lo que tuviera que suceder.
El señor esperó mirando una pantalla como el coche de papá llegaba a la verja de hierro y entonces él la abrió para que el coche saliera, le miré cohibido y temblando ligeramente.
-Ven, sígueme, te están esperando.
Le seguí por un pasillo muy ancho, que no lo parecía porque también era largo, luego torcía a la derecha.
Nunca podría salir de allí si ellos no querían.
Abrió una de las puertas y se quedó al lado para que yo pasara.
Adri mi amor, te voy a describir lo que vi y que me gustó, no esperaba que la casa por dentro fuera así, se la veía hermosa y grande, al llegar a algunas partes ya las conocía de antes y las imágenes volvían a mi mente, pero toda esta zona era desconocida por mi hasta ahora.
Estaba en una habitación enorme, enfrente de la puerta había una pared de cristal, detrás de ella una piscina interior y más allá, otras cristaleras que daban al jardín.
En el recinto primero, donde entré a la izquierda y al fondo había máquinas, como si fuera una sala de gimnasio, con tres camillas de masajes como la del salón de belleza de Adrián y articuladas porque alguna estaba doblada, bancos alargados altos y otros aparatos difíciles de describir, luego una zona de asientos, sofás con espaldares y sin ellos, a la derecha una zona de juegos de mesa, con ping pong y también asientos.
En esa zona estaban tres chicos, dos de piel blanca y uno de ellos era negro, los blancos podían tener mi edad y el moreno era mayor, los tres eran delgados, el moreno muy, muy delgado con los músculos muy estirados, los tres llevaban puesto un pantalón hasta los pies, parecía de encaje, muy fino y con hilos que brillaban sobre el color gris del tejido casi transparente, se les veía el cuerpo desnudo y estaba sujeto en la cintura por una tira del mismo material, de la cintura para arriba estaban sin ropa, me sentí un poco ridículo vestido de colegiala, como un poco cutre.
En un sillón al otro lado, estaba el tío Eduardo y otro señor, llevaban puesto un albornoz verde claro y el pelo lo tenían mojado como si terminaran de volver de la piscina.
Los chicos miraban una especie de tablet y los dos hombres bebían de unos vasos altos al lado de una enorme pantalla de plasma que ocupaba la mitad de la pared enfrente de ellos.
Los diez ojos se clavaron en mí cuando aparecí en la puerta y me quedé allí quieto, observado en un segundo lo que tenía a mí alrededor.
-Oriol, pasa, ven hijo.
El tío Eduardo me sonreía como siempre hace él y se le estiraba el bigote.
Llegué donde él y miré al otro señor.
-¿No vas a besarme? Me sujeto del hombro para acercarme a él y darme un beso en los labios, su bigote me hizo cosquillas en la nariz.
-Sí tío, solo estaba sorprendido.
Me abrazó y le devolví el beso prolongándolo un poco más para demostrarle mi agrado.
-Aquí llámame Eduardo, para no hacerme parecer viejo.
Soltaron una carcajada los dos hombres.
-Mira este es mi amigo don Manuel, salúdalo.
Para él quería que lo llamara Eduardo y con el otro se refería a don Manuel.
Me acerqué al otro hombre y le iba a dar un beso en la mejilla pero al final lo hice en sus labios.
Me dio un poco de repulsión, tenía una gran papada colgándole de la cara, los ojos pequeñitos y casi ocultos, con poco pelo en las cejas y los labios eran gordos y los tenía mojados y calientes.
Recordé para lo que yo estaba allí y aparenté que su beso me gustaba pasando mis labios por los suyos sin prisa.
Por la abertura del albornoz se le veían unas grandes tetas, cubiertas de vello negro y blanco, era lo que se le podía ver.
-Que nene más bonito Eduardo, A Salvatierra le va a encantar cuando se lo presentes, y mira, parece que sale del colegio ahora.
Levantó mi faldita para tocarme el trasero.
-Es tan tierno el nene, creo que has acertado en tu elección.
Comenzó a acariciar mis nalgas metiendo sus dedos hasta llega a mi ano.
-Ummmm! Me dejarás que me lo coma alguna vez antes de que se lo entreguemos al joven Salvatierra.
-Lo tendrás Manuel, no seas impaciente y lo vayas a asustar, recuerda que es la garantía de nuestra influencia en el grupo, lo quería compartir primero contigo que sabes apreciar la calidad.
Miró hacía el señor que me había acompañado y esperaba en la puerta.
-Tomás trae alguna bebida para los chicos y nosotros.
Se dirigió a mí y don Manuel retiro la mano de mi culo que no había dejado de tocar.
-¿Estas tranquilo Oriol? Volvió a besarme en los labios.
-Tienes que encontrarte a gusto entre nosotros y pasarlo bien.
Se giró hacía donde estaban los chicos que miraban entretenidos la escena y habían dejado la tablet sobre una mesa.
-Óliver, acercaros.
Debían estar esperando la orden y se levantaron para llegar con rapidez hasta nosotros.
-Estos son Óliver, Yasin y Gustavo, tus amigos que te guiarán desde ahora.
Adri, tengo que detenerme para buscar las palabras, es difícil describir a los tres muchachos aunque Yasin podía tener más de veinte años.
Óliver y Gustavo eran de piel blanca y Yasin morena, sus caras son tan bellas, infantiles, rostros de niñas.
Óliver llevaba un peinado muy gracioso, muy corto en las patillas y cogote y como si fuera un copete el resto, bastante largo y ondulado, resultaba el más simpático con una eterna sonrisa en sus labios finos y perfilados, lo contrario de Gustavo que los tenía gorditos de un rojo brillante.
Y Yasin…, me afirmo en lo que pensé, en que era mayor y pasaba de los veinte pero con cara juvenil y alargada.
Los tres más altos que yo, ahora se podía comprobar al tenerlos al lado.
-El es Oriol y será vuestro compañero al que tenéis que atender.
Así me presentó Eduardo.
Gustavo me dio la mano sonriente igual que Yasin, Óliver me abrazó y me besó en la cara, sentí el calor que desprendía, no del cuerpo, de algo interior que me supo muy bien y presentí que podríamos llegar a ser amigos.
Fue el que mejor impresión me produjo de los tres.
-Llevarle para que se cambie de ropa.
Como si lo estuviera esperando Óliver cogió mi mano y me arrastró corriendo, los otros dos nos seguían.
En una habitación anexa había otros aparatos y dispositivos que no reconocía.
Identificaba claramente en una vitrina cantidad de penes artificiales, dildos grandes y pequeños y diversos objetos que no sabía para lo que servían, aunque todos ellos eran claramente para prácticas sexuales.
Óliver abrió un armario lleno de extraños ropajes y sacó un pantalón como el que ellos llevaban.
Gustavo comenzó a quitarme la blusita blanca y la falda, sin descansar hasta que me dejó desnudo y sin el tanga y calcetines.
Me sentí un poco avergonzado, no por estar desnudo, a ellos se les veía el pene y el culo a través del pantalón, me sentía así por cómo me miraban con curiosidad y puse las manos delante de mis genitales.
-¿Eres nuevo? ¿No has estado con hombres? Óliver me interrogaba.
-Sí, he estado pero no de esta manera, con tanta gente desconocida.
Óliver hizo un gesto a Yasin.
-No tienes que preocuparte, te ayudaremos y es fácil, Eduardo y Manuel son buenos hombres, no hacen daño y lo pasarás bien, míranos y actúa como nosotros.
Para esto Yasin me ofrecía un vaso con algo que parecía agua azulada, lo miré aprensivo.
-Bébelo, te animará, no es malo.
Óliver le cogió el vaso y me lo ofreció.
Lo bebí todo, despacio pero hasta el final.
Inmediatamente sentí que los colores afluían a mi rostro y unos instantes después creía que la piel me ardía.
Me pusieron el pantalón, me estaba largo y lo resolvieron doblándolo en la cintura, tenía un elástico de goma y luego anudaron la cinta de la misma tela, como si fuera hecho a mi medida.
Ahora era uno más.
Comencé a sentirme ligero, como si volara y me di una vuelta para que la tela flotara.
-Perfecto, los vas a gustar.
Óliver me llevó hacía él para juntar nuestros pechos, solo me sacaba unos dedos de altura.
-Eres guapo.
Gustavo me pasaba los dedos por la cara.
Yasin, a pesar de ser mayor parecía el más tímido y solo imitaba a los otros dos en lo que hacían.
Cuando hablaba se equivocaba en colocar las palabras.
Resultaba muy diferente a los otros dos.
Preparó otras bebidas, ahora un vaso para cada uno y lo terminamos, no se a ellos pero mi inhibición había desparecido y sonreía feliz.
-Vamos se van a impacientar.
Tomás estaba sirviéndoles una copa de champán y en la bandeja había varis bebidas de refresco para nosotros.
Todos parecían saber lo que tenían que hacer en cada momento.
Los tres chicos se dirigieron a un diván sin respaldo y un poco ancho, bastante alto, un poco más que las camillas, los iba a seguir como me había dicho Óliver que hiciera y Eduardo me sujetó del brazo.
-Observa lo que hacen, luego lo harás tú.
Se quitaron el albornoz, Eduardo aún estaba un poco bien aunque con una ligera barriga dura y con pelos, muchos pelos ensortijados, un pene aun dormido que parecía un pellejo colgado junto con sus huevos grandísimos, y don Manuel, parecía un michelín, la tripa le colgaba y le tapaba los genitales, solo se veía un puñado de pelos en la ingle y rodeando el ombligo además de los que le había visto antes en las tetas.
Me sentaron en medio de ellos.
Don Manuel me cogió la mano y me la llevo para colocarle encima de la gordura que le colgaba hasta los muslos.
Intenté levantarlo para buscar lo que tuviera.
Oculto entre los pelos, tenía un pene enano y un montoncito de carne arrugada que supuse era su escroto, se subió las mantecas para que metiera más la mano, no encontraba más que tocar y mientras tanto Eduardo me acariciaba el pelo.
-Trata bien a don Manuel, es un muy buen amigo.
Pero vayamos a lo que hacían mis tres nuevos amigos.
Comenzaron a quitarse el pantalón jugando con él y bailando, una danza diferente para cada uno de ellos, se rozaban y empezaban a abrazarse y darse besos, fueron varios minutos donde los miraba fijamente lo bien que se sabían mover con ondulaciones eróticas de todo el cuerpo.
Llego un momento en que Eduardo me cogió la mano para que le agarrara el miembro, se había puesto duro, no del todo, pero había crecido considerablemente.
Giré la cabeza para mirarlo, sí, ahora era otra cosa, una morcilla morena un poco blanda, muy caliente y babeaba mientras palpitaba entre mis dedos.
No apartaba mi vista y él dejó de mirar a los chicos.
-¿Te parece bien?
-Es muy suave y se está haciendo grande, ¿quieres que te la chupe? No me respondió ni hizo falta, leía en su mirada que era lo que quería, dejé de mirar cualquier cosa que no fuera su polla y me arrodillé ante él, antes imité los pasos de baile que vi a los chicos y los que yo había ya ensayado en casa.
Me miraba embelesado lo mismo que don Manuel, habían perdido interés por lo que Óliver y sus amigos hacían.
Eduardo sacó ligeramente el culo del asiento y su escroto con los huevos quedaron colgando en el borde.
Ahora llegaba el momento de mostrar lo que había aprendido en mi oficio de puto.
Cogí su pito con los dedos y busque hasta encontrar el glande, lo olfateé para que se notara lo que hacía mientras subía el pellejo para cubrir el glande.
-Ohhh! Eduardo, huele bien, tiene que estar rico.
Eleve la vista para encontrar sus ojos y le sonreí vicioso como buen puto.
-Por favor, déjame que te la mame, lo deseo.
No se esperaba tal actuación y seguro que pensó que era cierto lo que decía, la verga dio un pequeño salto y engordó.
-Sí mi amor, es tuya para que la disfrutes, puedes comértela y ten cuidado con los dientes.
Si el supiera…, pronto comprobaría como sabía mamar y hacerle disfrutar hasta el éxtasis con mi boca de maestro, aunque pequeño, bien puto.
Era mi trabajo y tenía que hacerlo bien, la mamé despacio jugando con ella en mi boca, pajeándola cuando se le bajaba para que recuperara la dureza, masajeaba a la vez los testículos que le colgaban del asiento.
Gemía y don Manuel se agachó a mi lado para acariciarme la espalda y el culito.
-Cómo mama el maricón, parece un profesional, tan pequeño y sabe hacerlo muy bien.
Llegó un momento que Eduardo me pidió que parara o se correría y no quería venirse aún.
Me levantó del suelo, a don Manuel tuvimos que ayudarle y fuimos hasta donde los chicos seguían jugando como si hubiéramos estado mirándoles todo el tiempo.
Habían colocado a Gustavo tumbado sobre el canapé y Oliver lamía su culito que lo tenía empinado, Yasin se masajeaba la polla y entendí lo que significaba, Yasin no era guapo como los otros pero su verga, la manguera que tenía colgando entre sus piernas y que sus dos manos no cubrían era todo un prodigio del ser humano.
No estaba dura y calculé que tenía que medir veintiséis centímetros como poco.
Aquel garrote no podía entrar en cualquier culo.
Óliver seguía lamiendo el anito de Gustavo y don Manuel se acercó.
-Déjame un poco para mí.
El chico se retiró lamiéndose los labios y tomo su lugar el mayor, era curioso ver a don Manuel chupando con ganas aquel culo que debía saberle delicioso, soltaba mucha saliva que pendía de su boca carnosa y ahora más mojada y hundía su cabeza en la raja del chico metiendo la lengua con fuerza en su culito.
Yasin se colocó detrás de él, y al sentirle golpear en su gordo culo con la verga se abrió de piernas.
La larga polla de Yasin iba desapareciendo enterrada en la carne de señor hasta que quedaron pegados y el follado no dejaba de chupar con ansias el culito de Gustavo.
Tiró el culo para atrás para que Yasin se la enterrara más y comenzó a cógelo metiendo y sacando todo el miembro.
Miraba asombrado todo lo que pasaba con Eduardo a mi lado y Óliver besando la boca de su amigo.
Cambiaba mi mirada del culo del chico al del mayor sodomizado por un joven con una verga que parecía una lanza.
-¿Te gusta?, ¿la quieres? Eduardo me preguntaba señalando la polla que salía en ese momento del montón de carne.
Creo que fui hábil y cogí su verga que había vuelto a aflojase, se la apreté.
-Prefiero la tuya.
Y le sonreí volviendo a apretarla, nada que ver una verga con la otra, pero yo sabía cuál era mi deber.
-Sí, la mía la tendrás, pero te gustaría tener la verga de Yasin en tu culito.
No sabía que decir para no ofenderle aunque creo que él notaba que sí que me gustaba y afirmé con la cabeza.
-La tendrás precioso pero hoy será la mía la que te llene el culito.
Yasin bombeaba ahora con fuerza tirando de los michelines de don Manuel y este había dejado de chupar el culo para centrarse en el placer que la verga le daba en su ano, gimiendo lastimero como si le doliera, pero era de placer y se le caía la baba.
El chico moreno se estremeció y se clavó en el culo que follaba dejándole allí su leche.
No había llegado a ver la vera de don Manuel pero debajo de él había unas gotas de semen, se había corrido de gusto con la verga de Yasin dentro de él y chupando el culo de Gustavo.
Nadamos en la piscina y cuando salimos me encontraba un poco cansado de jugar con los otros chicos.
Tomás estaba sirviendo bebidas a los señores.
-Llegó tu hora pequeño, vamos a probar tu culo.
Eduardo hizo una señal a Óliver.
Éste me llevó a una de las mesa camilla y la reguló en altura, Yasin me ofreció un vaso conteniendo lo mismo que en el vestidor, y lo bebí, tenía que llevar mayor concentración, lo que hacía que me llegara la calentura, los colores a mi cara, y que el culito me picara de ganas por tener algo en su interior.
En la cabecera se colocó Yasin y me sujetó de las piernas por encima de mi cabeza, mi ano quedó al aire.
Óliver tiró de mí para dejar mi trasero un poco salido de la camilla y sentí la sensación tremenda de su boca en mi hoyito lamiéndolo.
Se retiró y levanté la cabeza para ver lo que pasaba, Eduardo estaba ahora mirando mi culo abierto y en la mano llevaba una copa de la que bebía, la otra mano no la podía ver.
-Te voy a penetrar pequeño, si sienes dolor se pasará enseguida.
Pensé que aunque mi anito estaba preparado para recibir una verga gorda sin que tuviera que trabajar demasiado, y Óliver había hecho un buen trabajo en mi ano, su verga iba a ser difícil que pudiera penetrarme al estar sin endurecer.
¡Qué equivocado estaba Adri mío! Tiró un poco más para sacar mi culo y noté en la entrada de mi ano la punta de su caliente pene.
Me relajé para favorecerle la entrada, y lo que me estaba metiendo no era la verga que yo había chupado un rato antes.
Resultaba un trozo gordo y duro de carne que me iba abriendo con fuerza y no paraba de entrar, creía que habían cambiado y era Yasin el que me follaba, pero no, era Eduardo, terminó dentro de mí y mirándome victorioso.
-¿Qué te ha parecido? Se reía malicioso ante mi sorpresa.
Me cogió muy rudo y fuerte, su verga sabía rica y potente en mi culo pero se corrió enseguida, sacó la verga y don Manuel comenzó a chupar mi culo sacando la leche que Eduardo me había dejado.
Chupaba desesperado, como si me fuera a sacarme las tripas.
-Deja Manuel, te voy a dar más leche que tanto te gusta.
No lo podía creer Adri, era increíble.
Eduardo volvía a cogerme con la misma dureza que la primera vez, tenía que haber tomado algún afrodisiaco o lo que sea, que terrible follada y que rica, se clavó en mi culo en un segundo, sabía tan rica la cogida que me hacía gemir y pedirle más y él me la enviaba al fondo de mi vientre, se repitió lo mismo cuando eyaculó, la sacó entera y don Manuel volvió a amorrarse a mi culo para extraer lo que su amigo me había dejado.
Y hubo más, no conmigo aunque participé, pero sería muy largo de contar.
Nos despedimos y Eduardo me acompañó ya vestido donde papá me esperaba, me dejaron un momento para hablar en privado y luego volvieron.
-¿Lo has pasado bien Oriol? Me preguntó Eduardo.
-Sí, lo he pasado bien, me ha gustado tu verga en mi culito Eduardo.
-¿Quieres repetir lo mismo? Pensé que lo mismo no, me había prometido la verga de Yasin y la quería probar, y tampoco estaba conforme de no haberme corrido en toda la tarde aunque lo hubiera pasado bien con las comidas de culo y sus dos folladas.
Como despedida le pidió a papá que no volviera a llevarme vestido de nena, podíamos tener un accidente en el camino y eso no sería bueno para ninguno y el doctor podría enfadarse.
En el coche, ya camino de casa.
-Gracias hijito, a Eduardo le has gustado, volverás con él y sus amigos para pasar las pruebas que te esperan.
Me ha dado un regalo para ti.
Y yo te concederé otro por lo bien que te has portado.
Dime qué quieres.
-Que esta noche me des tu verga, que me folles para conseguir correrme.
Papá se echó a reír.
-Otro día será hijo, tu madre me ha sacado toda la leche hoy.
-Entonces dile a Erico que me folle.
Pensaba en vengarme de él por no querer hablarme.
Esa noche no sería posible y me quedé con las ganas.
El regalo de Eduardo eran unos pendientes con un rubí central y rodeado de brillantes que gustaron a mamá, tendrían que hacerme agujeros en las orejas para usarlos, Eduardo era mi dueño, o yo así lo creía, él lo quería y mandado así fuera.
Me canso de escribir mi amor, lo hago porque tú quieres saber y mi obligación es complacerte en lo que quieras.
Besos príncipe mío.
Respuesta:
Mi princesa vestida de colegiala.
Mi hermosa princesa, vaya que tus experiencias fueron bastantes maravillas, me sorprende cada detalle de cómo te abrieron el culito, como abrieron tu boquita con esos trozos de carne, dedeándote, llenándote de saliva, aunque Eduardo y don Manuel no fueran de lo más excitantes jajaja.
Ya ves por su cuerpo de michelín, pero lo que si me sorprende más es que ese don Manuel quiera tanto que le den duro por el culo, y que se lo abran con ese trozo del chico con 26 centímetros de carne, vaya de solo imaginármelos se me puso duro mi pene y me pulsaba el culo-
Ya te dije mi amor?, me metí cuatro dedos en mi culo, y me dejé un dildo todo el día para caminar y sentir como se me mueve, y en un cierto momento me sentí excitado y busque en internet a un puto más chico que yo, y encontré uno de mi edad, y me cobrará barato, me hará mamada, me abrirá el culo y yo a él, y hemos estado hablando hace poco para ver si hoy mismo se hace lo de coger, digo, si me lo permites?
Regresando a lo tuyo, llego a creer que esos tragos que tomaste se llaman Yumbina y es un liquido que le dan a los toros para que cojan con las vacas, mi amor te excitan con ese liquido y sentirás el mayor place que hayas tenido, pero esos chicos son tan cariñosos y serviciales con cada detalle de como se cuidan y disfrutan de su cuerpo y trabajo.
Mi amor habla con tus compañeros de juego, para ver si tu quieres, si se puedan ver después para que tengas ese trozo de 26 centímetros para ti solito y yo para esperarte, veras que pronto estaré contigo y nos fugaremos para vivir cerca de la playa y todos los días darnos placer, pero también pasear por la playa y la ciudad así de hermosos como pareja, y tenernos uno al otro y vivir así de sexys jajaja.
Besos mi hermosa nenita, tu culito así como me dices que lo puedes usar como coño me hace desearlo.
Ah!, y por cierto, como me lavo el culito con la manguera de la ducha?
Besos, besos en tu boquita y cuida tu colita para mí.
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