Confidencias 28 Mis dos hombres
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Alvaro-L-de-H.
Reconsiderar el pasado, mirando hacia el futuro…
Fue cuando quedé solo que comencé a pensar en detalle todo lo sucedido este día, a reconsiderar los detalles y mensajes que se me transmitían, sin apenas palabras, con los actos que sucedían.
Apenas terminábamos de firmar los papeles consintiendo en nuestro matrimonio, de comenzar a conocernos como personas y sexualmente, y ya David, porque no dudaba de que era su voluntad, ampliaba nuestro campo de relaciones sexuales.
Se me agolpaban las preguntas en la cabeza y adivinaba las respuestas.
-¿Qué sucedió en la fiesta en la casa de David entre Alberto y él cuando discutían en el jardín?
-¿Acordaron algo?
-¿Sabía Rubén cuál era su función para terminar en la cama con Alberto consolándolo?
-¿Realmente había renunciado David al gran amor que sentía por su amigo?
-¿Por qué motivo cuando follábamos en el barco, Alberto y Rubén participaron?
-¿Estaba todo preparado de antemano?
-¿Su pregunta sobre si me había gustado lo que tuvimos, tendría alguna motivación concreta?
-Después de mi afirmación, su respuesta de que en adelante sería igual o mejor, ¿qué significaba?
Resultaban un cúmulo de interrogantes sin respuesta pero que las adivinaba.
Aún era muy joven, demasiado quizá, pero no un atolondrado, y estas preguntas y muchas más me rondaban, además de otras sobre la organización de la que me hablara Pablo, y éstas me resultaban más difíciles de entender.
También sacaba mis conclusiones, algunas que parecían obvias y otras aventuradas.
-Después del enfado inicial de Alberto habían llegado a algún acuerdo que consiguió calmarlo-.
-La suerte de que Rubén estuviera tan oportunamente allí para hacerse cargo de Alberto, se escapaba a mi comprensión-.
-David no había renunciado a su amistad y algo más con su amigo de toda la vida, y en esa deriva de la amistad quería que yo estuviera involucrado-.
-Lo sucedido en el barco pudo ser casual o premeditado.
Fue Rubén el iniciador y provocador de lo que luego sería participado por los cuatro-.
-David quería formar, paralelamente a nuestro matrimonio, una comunidad sexual de gente próxima y de alguna forma no perder a su amor de juventud, Alberto-.
Podrían ser extravíos de mi mente, pero cuanto más vueltas le daba, más razonable lo encontraba por las pistas y evidencias que tenía.
Realmente no me preocupaba que así fuera.
Estaba educado para estar con hombres, darles placer sexual y me gustaba, sobre todo con los hombres de mi entorno que tantas satisfacciones me daban.
Viviría sin preguntar ya que todo parecía secreto, de momento estaba a pocas horas de convertirme en el esposo de David y él cuidaría de mí.
Abracé a Dulce contra mi pecho y me dispuse a dormir, mañana tendríamos comida familiar en la casa de la que sería en breve mi nueva familia, David y sus padres.
Esperaba llevarme bien con su mamá, que no había resultado muy simpática la primera vez que nos vimos.
Los chicos habían quedado tan contentos de lo que habían pescado, después de pesar y valorar la proeza de lo capturado, que decidieron dar cuenta de ellos asándolos en el jardín de su casa.
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Soñé contigo esta noche Adri.
Resultó que no recordaba haber soñado y al ver a Dulce arañando el aire con sus patas comencé a recordar mi sueño.
Estaba haciendo mis deberes y me quedé pensativo mirando al vacío.
Escuché una voz que me hablaba y no sabía de donde procedía.
-¿Qué haces? Me sobresalté, era una voz aguda y que parecía cercana.
-Oriol mírame, me tienes delante de ti.
Me esforcé en buscar algo en el aire, no percibía nada extraño y la voz volvió a escucharse.
-Soy Adrian, ¿no me conoces? Parecía un agujero en el aire muy pequeño, me quedé estático mirándole atentamente.
Comenzó a salir de él una extraña figura, resultaba como una cosa alargada que iba cogiendo forma según iba saliendo hasta convertirse en una especie de corazón aplastado.
Sin pierna.
Sin brazos.
Sin cabeza.
Busque curioso en su superficie algo que me indicara su sexo, no tenía señal alguna que confirmara lo que era.
Colgaba de hilos de seda en el aire, como si fuera una araña.
-Tú no puedes ser Adri, él es un hombre con brazos, piernas, cabeza y sexo.
-Ya, pero no necesito tenerlos.
No podías ser tú, un ser extraño te usurpaba.
-Sin boca, ¿cómo vas a poderme besar?, sin brazos y piernas, ¿cómo podrás acogerme contra ti?… Y lo más importante que se me ocurrió preguntar, ¿cómo podremos hacer el amor si no tienes pene, ni testículos, ni agujero anal? Te reíste burlonamente.
-No necesitamos tener sexo, simplemente sentirnos el uno al otro.
Tu voz se volvía susurrante, turbadora.
-¡No!, te equivocas.
Yo necesito tocarte, sentirte físicamente y tenerte a mí lado.
Sentía un profundo dolor en el pecho y alargué la mano para atraparte y tomar contacto, sentirte de alguna forma por una vez.
Entonces soltaste una carcajada y desapareciste por el agujero de donde habías salido.
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Después de prepararme para esperar a David que iba a pasar a recogerme, encendí el ordenador.
Tenía un nuevo mensaje tuyo y sin abrirlo te remití mis experiencias de la excursión en el mar.
Me causó estupor el que aceptaras sin reproches, sin exaltaciones amorosas, añadiría que sin emociones, el que fuera a pertenecer a David.
Simplemente lamentabas perderme.
Hay poco que comentarte porque breve y concisa resultaba la nota, protocolaria hasta exasperar deseándome lo mejor.
Sé que no puedo hacerte reproches, no tengo queja alguna, solamente volví a sentir el mismo dolor que al final de mi sueño.
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No temía fuerzas para apagar el ordenador y lo dejé conectado hasta que la voz de David me despertó del ensueño en que me había quedado prendido.
-¿Puedo pasar? Preguntaba y estaba ya dentro de mi cuarto.
Intenté levantarme pero él llegó primero a mi lado y me levantó del asiento.
-Seguro que pensabas en algún dulce poema.
Me sujetó y yo me estiré para llegar a su boca con la mía.
Me besaba con dulzura acariciando mis nalgas que abrazaba para elevarme.
-¿Estás preparado? Nos iremos nosotros y ellos vendrán cuando quieran.
Eché mano a mi bolso y le seguí sin remedio, no me soltaba y tiraba de mi mano.
Al pasar por la habitación de Pablo tenía abierta la puerta.
-Espera diremos adiós a Pablo.
Le detuve en su carrera, no entendía sus prisas.
En ese momento Pablo salía del baño secándose el pelo.
Atraído por nuestras voces venía un poco inquieto, desnudo y con su verga colgando, de color rojizo como si se hubiera estado masturbando en la ducha.
No fui yo el que le habló, comenzó David.
-¿Quieres que te esperemos y vienes con nosotros? Pablo abrió los brazos indicando que no se encontraba dispuesto y preparado.
-Espero a que me lleve Eduardo y Ana con ellos, no os preocupéis por mí.
Fui hasta él para darle un beso y nos despedimos.
-Tiene una buena arma de guerra entre las piernas el muchacho.
David se reía y no sabía el motivo.
No tuve respuesta y siguió.
-Hicieron bien en apostar en su favor, va a merecer lo que se haga por él.
Ahí quedó todo.
Damián nos esperaba delante de un bonito lamborghini descapotable blanco, al lado estaba el mercedes de David.
-El señor solo pide que tenga cuidado de él.
Damián se dirigía a David mientras abría la puerta del copiloto para que yo entrara.
Mi novio río en tono alto mientras se metía saltando por encima de la puerta soportando su cuerpo con las manos.
-¿Cuándo he roto alguno de los coches de tu jefe? Arrancó el deportivo sin esperar la respuesta y emprendimos el camino.
Le gustaba conducir estos coches deportivos y sin dejar de vigilar la carretera, colocó la mano sobre mi pierna.
-Vamos un momento al puerto, he quedado con el marinero para comentarle algo que vi ayer en el barco.
Tuvimos que llegar hasta el pantalán donde se encontraba el catamarán, el señor de ayer estaba en la cubierta trabajando, yo no bajé del coche y David saltó sobre la cubierta para llegarse hasta él.
Hablaron un breve momento y volvió a mi lado.
No hablamos durante el trayecto, él iba atento a la conducción y al tráfico de la vía urbana, y no podía dejar de observarlo, me llevaba más de nueve años y a veces me parecía mayor y otras, como ahora, un niño disfrutando de un juguete.
Llegamos a la casa grande y nos encontramos con su madre, se acercó a nosotros y antes de saludarme habló con David.
-Papá te está esperando, ha preguntado por ti…, quiere hablar contigo.
Antes de que le preguntara el motivo se encogió de hombros.
-Deja a Oriol conmigo y ve, así sabrás lo que quiere.
Nos dejó solos, me sentía un poco intimidado, no conocía muy bien a la señora y dudaba en cómo tratarla.
Se acercó a mí mirando mi figura, no pareció desagradarle y me sujetó la barbilla para elevarme la cara.
-Tienes alguna parte de la piel más roja que otras.
Enseguida pensé en la brisa y el sol que curtían mi piel en el mar y no me había cubierto bien con el protector solar.
Soy muy sensible y tengo que usar protectores potentes hasta que me voy acostumbrando.
-Ven conmigo cariño, voy a tener que ocuparme de ti ahora que vendrás a vivir aquí.
Tiraba de mi mano llevándome hacía un pasillo.
Estaba viendo que no tuve razón cuando la califiqué de engreída y altiva el corto tiempo que la vi en la fiesta.
Llegamos donde debían ser sus habitaciones y de un tocador cogió una crema, tomó un poco de ella y la extendió por mi nariz y los pómulos.
Sus dedos resultaban muy finos y largos con uñas pintadas de rojo cereza, me aplicaba la crema y se alejaba para ver el efecto.
-Me advirtió David del peligro de estar expuesto tantas horas a la brisa marina.
Volvió a cogerme de la barbilla y me giraba la cara de izquierda a derecha.
-Tendrás que cuidarte tu mismo, los hombres no entienden sobre pieles.
Cada vez me asombraba más, hablaba de su hijo como hombre, ¿y yo que era para ella? Se dio por satisfecha y se volvió para colocar el tarro donde lo había cogido, en ese momento me tomaron por la cintura tirando de mí, supe que era David que nos había encontrado.
-¿No es precioso mamá? Madre e hijo se miraban a través de la imagen del espejo, se dio la vuelta.
-Lo es, sí, y delicado también, ahora me tendrá a mí para cuidarle.
No parecía que a David le gustara lo que su madre decía.
-¿Para qué te quería papá? Entonces si pareció molesto y apretó en exceso las manos en mi cintura, aún no me había soltado.
-Quiere que vaya a un congreso en su lugar, me va a ocupar la semana completa.
-No me parece tan mal, ya lo habéis hecho otras veces.
-Si mamá pero ahora es diferente, quería que Oriol viniera a casa esta semana.
-Y puede hacerlo…, ¿por qué no?
-No voy a dejarle solo al principio, extrañará la casa y nuestras costumbres.
-Puede quedarse en esta casa, con nosotros, hasta que vuelvas.
-Vale ya mamá, no quiero que vuelvas a sugerirlo, nuestra casa será el pabellón, aquí vendremos a hacer las comidas, quiero vivir con vosotros pero no me encarceles.
Era una discusión sin malos modos, un intercambio de opiniones entre madre e hijo y se despidieron, David quería enseñarme el pabellón que era su casa y sería también la mía, ahora de día y todo él, ya que casi no lo conocía.
Bajamos las escaleras hacia el jardín, me sujetó de la cintura para subirme a la albardilla lateral de piedra, y entre risas me dijo que me montara en su espalda.
Otra cosa de juego de niños que me encanto ejecutar, y salté sujetándome al cuello, él pasó sus brazos por mis piernas y emprendió el camino por el jardín llevándome a caballo sobre él.
David tenía salidas de esas que iban con mi edad y me divertían, eran momentos de comunión entre nosotros muy bonitos.
Llegamos al pabellón que ya conocemos de la fiesta y donde me violó aquella noche.
Bajé de su espalda y no podía contener la risa ante tanta payasada que me hacía.
Algunos aspectos de la casa ya los expliqué por lo que pude ver aquella noche.
El salón que ocupaba un ala entera del edificio y que fue un antiguo invernadero y el otro ala, un poco mayor, las antiguas cocheras cuando aún tenían coches de caballos ya que la casa era muy antigua.
Se componía de tres dormitorios, dos cuartos de baño, una minúscula cocina y en la parte de atrás un taller donde David, ahora lo descubría, pintaba y tenía colgados sus oleos, tenía expuestos y sin marcos algunos terminados y en el caballete, su trabajo actual, estaba oculto por un lienzo.
-Esta será nuestra casa, para el servicio de comedor utilizaremos el de la casa grande de mis padres.
Me había quedado delante de lo que ocultaba la tela en el caballete, intrigado de que estuviera tapado.
Sin palabras descorrió la tela con cuidado.
Estaba sin terminar, la parte inferior del cuerpo prácticamente empezando y representaba una joven muy bella en una barca en un lago.
-¿No me vas a decir tu impresión?
-Me gusta, todo es muy lindo.
Se acercó de improviso para abrazarme y respondí con ganas a su muestra de afecto.
Y comenzó con sus besos, se entretenía en las comisuras de mi boca lamiendo la unión de los labios.
-Me encanta el calor que tienes en esta parte de la boca.
Comencé a jadear sin aliento y sujetó mi cabeza para ir besándome toda la cara.
-Te quiero pequeño, no pensé que te iba a querer tanto.
Me cogió en sus brazos, como si fuera una chica a quien lleva su novio en los brazos, sin dejar de besarme la boca hasta el dormitorio que ocupaban Rubén y Alberto aquella noche.
-Tenemos tiempo hasta la hora de comer y lleguen los invitados.
Había comenzando a bajarme los pantalones y yo hice lo mismo con los suyos.
Tenía la polla súper dura y me iba a colocar arrodillado para pasarla por mi cara, me gusta sentir su fina piel en el rostro.
Me sentía caliente y excitado con la sola visión de la verga y los testículos colgando.
-¡No!, espera.
Tiró de mis hombros y me llevó hasta la cama donde me colocó arrodillado mirando hacia él, la boca a la altura de su rabo, se lo sujetó por la base para azotarme la cara.
-¿Esto te gusta? Elevé la mirada para mirarle la sonrisa viciosa que tenía.
-Sí, sí.
Me relamía los labios excitado.
-¿Por donde la quieres? No cesaba de azotarme la cara con la verga.
-En la boca, en el culo, en todas partes.
Levanté una mano para sujetarle la verga.
-Sin manos, te la pondré donde quiera, ¿entendido? Chúpala un poco y prepárala.
La acercó a mis labios y fue haciendo presión para meterla, yo quería tenerla en la boca y saborearla y él quería que fuera directamente a la garganta.
Me folló unos minutos la boca sin permitirme tocarla con la mano.
Me fue quitando el resto de la ropa mientras seguía mamando y forzó el cuerpo para llegar con las manos a mi culo.
Me lo calentó con golpes suaves que picaban en las nalgas y con los dedos húmedos empezó a jugar en el ano, metiéndolos y sacándolos.
Me producía un ligero dolor al principio, pero estaba tan entregado a saborearle la verga que no me importaba.
Después de unos minutos volvió a golpearme en la cara y la boca con la polla sin mucha fuerza.
-¿La quieres ya por el culo?
-Sí por favor métela ya.
Casi lloraba implorando por su verga.
Me agarró por las caderas y me dio la vuela como si no pesara, empezando a golpearme en el ano como antes hacía en la cara.
Se inclino para besarme el anito repetidamente haciéndome temblar y entonces la enfiló en el hoyito apretando.
-Si tanto la quieres métetela.
Dejó de apretar su polla contra mi culo.
Empujé para atrás mi cuerpo, costaba vencer la inicial resistencia del ano hasta que por fin entro la cabeza y suspire aliviado.
Después de respirar profundamente seguí empujando para atrás notando como se iba abriendo camino entrando en el recto, y por fin la tenía toda ella en mi interior con sus cojones pegando en el agujero del culo.
Esperé un minuto sintiendo que mi ano la aceptaba y empecé a moverme para adelante y para atrás haciendo que la verga entrara y saliera de mi.
Resultaba sumamente placentero, era yo mismo el que marcaba la velocidad y profundidad de las metidas, comencé a gemir y respirar entrecortado.
-¡Ummmm! Que rico David, tu verga es deliciosa.
Empecé a darme cuenta de que ahora también se movía él queriendo imprimir más velocidad a la cogida y yo a mover las caderas haciendo círculos para que la polla me frotara bien al entrar y salir el ano.
Yo gemía suavemente como mujer cogida y el jadeaba muy fuerte como un macho.
-¡Ahhh! David.
Rico, rico, que verga más buena.
Sí.
Me gusta.
Gemía hasta llorar.
-Mueve el culito, pequeño, sácame la leche precioso, voy a preñarte el culito.
-Sí, lléname el culito de tu leche.
Y sujetó mis caderas para coger el mando acelerando la follada.
-Abre el culito para mi verga, tienes un culito muy rico Oriol.
¡Ahh! Qué rico esta tu anito.
Me hacía gemir sin poderme contener y al oírme aceleraba la follada dándome muy fuerte, haciendo rebotar sus cojones golpeando mis testículos.
-¡Ohh! David, sigue, sigue, no pares, folla a tu nene, Dame más fuerte cariño.
Entonces me soltó una nalgada que me hizo encoger, otra, otra con más fuerza.
Me sujeté con energía a la ropa de cama tensando los puños.
Resultaba una combinación perfecta de dolor y placer.
Sintió que me gustaba y comenzó a reír repitiendo los golpes y todo sin dejar de follarme con ganas.
-¡Ahhh! Por Dios para ya David, me matas.
-Por haber sido malo tienes tu castigo.
-¡Ahh! Dios mío me viene David, me corro mi vida.
Pasó las manos a la cintura para sujetarme mejor y bombeaba furioso.
-Espérame que yo también me voy a correr.
¡Waauuu! Que culito tan caliente y rico.
Comenzó a vaciarse y llenarme de leche, los jadeos eran espectaculares y la leche salía de mi culo, no podía contener todo lo que me dejaba.
Comencé a convulsionarme.
-¡David, me corro! Y me dio una estocada muy fuerte dejando la verga en lo más profundo abrazado a mi espalda y temblando los dos.
-¡Ohh! Dios, Dios, Dios, no aguanto.
Sacó la verga y volvió a darme una estocada de muerte.
-Hoy te voy a preñar, vamos a engendrar un hijo.
-Sí, sí, quiero un hijito tuyo, métela y déjala quieta para que la leche no se salga.
-Terminamos rendidos, sudorosos y acostados con su vega en mis tripas aún.
-No me cansaré nunca de follarte.
-Ni yo de que me la des.
Tiré para atrás la cabeza y que me besara hasta que la verga saliera de mi culo.
-¿Te ha gustado mi amor? Me acariciaba la cara y yo sentía resbalar el semen saliendo de mi culo.
-Ha sido maravilloso, gracias David, mi maridito.
Se acercó para lamerme la oreja.
-Faltan unas horas para serlo mi vida.
Guardó silencio un momento.
-Oriol, ¿Tú confías en mi?
-Eres mi marido David, no puedo confiar en otros más que en ti.
Me besó los labios con mucho amor.
-Entonces deberás obedecerme siempre.
-Sí mi vida, estoy para servirte en lo que quieras.
-Confiarás en mí a ciegas Oriol, ¿estás de acuerdo? ¿Sin cuestionar nada de lo que te pida?
-Mi amor siempre haré lo que quieras.
-Bien, vas a ser mi marido y eso no te lo podrá quitar nadie, estarás por encima de todos pero con Alberto será algo especial.
Quiero que lo respetes y ames como a mí, como si fuera yo mismo y le obedecerás de igual manera.
¿Esas conforme?
No entendía muy bien lo que quería que hiciera pero le di mi conformidad, no podía decirle otra cosa.
Nos duchamos y colocamos la ropa para ir a la casa grande y recibir a los invitados a la comida pescada ayer en la bahía.
Habían llegado Eduardo, Pablo y mamá, Eduardo tomaba una bebida con el doctor Salvatierra, Mamá hablaba animadamente con la madre de David y Pablo permanecía aburrido al lado de los dos hombres mayores.
Fui a besar a mamá y escuchaba las cosas de mujeres que hablaban, sobre todo de los cuidados sobre mí que a partir de ahora transfería mi madre a la de David, en segundo plano oía la risa de David en el otro grupo.
Fui donde ellos, también mi marido bebía con ellos.
-Oriol escucha, Eduardo nos regala el coche que hemos traído como regalo de boda.
Eduardo soltó una carcajada.
-No he dicho eso, es un regalo por vuestro compromiso y me encantará que disfrutéis ya que yo no puedo.
Ahora Pablo estaba más entretenido con nosotros en la conversación.
Habían preparado, a la brasa, los pescados de ayer y resultó una comida atípica y deliciosa servida en el jardín.
Después de comer mamá se ausentó con Pablo que tenía que estudiar y más tarde David nos llevaría a Eduardo y a mí.
-Ven Oriol, demos una vuelta por el jardín.
Me sujetó de la mano y como una pareja de novios enamorados comenzamos a caminar.
-Estaré casi toda la semana fuera, espero que lo pases bien aunque yo no esté, aprovecha el tiempo y haz tu vida normal hasta mi vuelta.
Estuvimos bastante tiempo paseando y terminamos en lo que era su casa.
Se sentó en el salón con la televisión en funcionamiento, mirando distraído una película de domingos a la tarde, bastante aburrida por cierto, y me senté a su lado cobijado pegado a él.
Sonó su móvil y lo buscó en la mesa de enfrente.
-Es Alberto que llega ahora.
Terminó de hablar y nuestro amigo hizo su aparición.
David no se levantó y me sujetó por la cintura para que no me moviera de su lado.
Alberto se inclinó para besar a David en los labios y después se sentó a mi lado para abrazarme y besarme de igual forma.
David se inclino para hablarle conmigo entre los dos.
-Como te decía tengo que trabajar fuera algunos días, si Oriol necesita de ti te llamará, él ya sabe cómo debe atenderte en lo que le pidas.
Alberto me miró con una traviesa sonrisa en la boca que le mostraba deseable, además traía un jersey verde muy suave que me acariciaba en el brazo.
Me cogió por la cintura igual que hacía David y acercó la boca a mi cuello.
-Hueles muy bien Oriol, a tu colonia y también a David.
Me ruboricé al pensar que aún podría oler a lo que estuvimos haciendo a la mañana, si nos habíamos duchado era imposible, pero lo pensé.
Me daba varios besos a la vez que acariciaba mi pierna y David lo hacía por el otro lado, se iban excitando y yo también sintiendo la tensión sexual de los dos hombres que me lamían el cuello, las orejas y besaban en los labios.
En algunos momentos las bocas se unían, las tres en unos besos interminables.
Mientras me basaban me iban desnudando lentamente y sin prisas, podía ver, porque se notaban las erecciones de sus penes contenidas por la tela y toque por encima la verga de David con una mano y la de Alberto con la otra, las acariciaba pasando las manos a lo largo de sus troncos, apretándoles los glandes y sintiendo la humedad que traspasaba la tela de sus pantalones, hasta que se pusieron de pié y se desnudaron del todo, dejando ante mi cara sus vergas duras y preparadas para que las chupara.
Sujeté cada una en una mano y comencé a acariciarlas y lamerles los gordos glandes alternándolas, Alberto comenzó a gemir, los dos querían meterse en mi boca pero solo conseguían que penetraran los glandes y se peleaban por ocupar más espacio.
Se abrazaban acariciando sus cuerpos entre ellos.
Me sentía encantado con esas dos pollas que no dejaban de manar pre semen y lamía degustándolo, mezclando sus ligerísimos diferentes sabores que lo convertía en más rico.
-Seguid, ahora vuelvo.
David salió del salón dejándome solo con Alberto y este me tumbó sobre la alfombra y me abrió las piernas metiéndose ente ellas.
-¿Vas a follarme el culito? Le pregunté con una perversa sonrisa invitándole a que lo hiciera.
-Eso pretendo precioso.
Me besaba sin meterla, jugando con nuestros labios y me abrí todo lo que pude elevando las piernas para llegar a mi ano, y comenzar a prepararlo con caricias e introduciéndome los dedos, en cualquier momento querría meterla y tenía que estar preparado para gozar desde el primer momento con su rabo dentro.
Miré hacia David por los ruidos que hacía, estaba disponiendo un trípode con una cámara de video que veía parpadear funcionando.
Su verga la tenía dura a más no poder y se acercaba a nosotros.
Entonces Alberto enfiló su polla en la entrada de mi ano y comenzó a empujar venciendo la resistencia, hasta que la sentía avanzar dentro de mi culo.
Estaba ya lubricado de mis jugos, y mi ano la recibía con gozo sintiéndola muy profundo aunque era más pequeña que la de David.
Se arrodilló detrás de nuestros traseros y pensé que deseaba una doble penetración, me dispuse a relajarme para recibir también su verga, pero no debía ser su intención, comenzó a besar el ano de Alberto y éste empujaba más su polla dentro de mi culo al recibir las lamidas de David en su ano.
Alberto pegó su pecho al mío y elevó las nalgas dejándole abierto su orificio a la polla de David, se puso de pie y escupió desde arriba en el ano de mi follador y se inclinó para atravesarle con la verga.
Escuchaba sus gemidos de dolor y placer en mi cuello y yo le besaba para que aguantara hasta que le entrara del todo.
Cuando elevé la vista David estaba pegando su pecho a la espalda de su amigo y me sonreía perverso, satisfecho de tener todo su pene dentro del culito de Alberto.
Después de unos segundos comenzó a follarlo, a follarnos, porque era como si él manejara la verga de Alberto que entraba y salía de mi cuando David se la metía y sacaba.
El placer de Alberto debía resultar increíble, sentir su culito follado a la vez que él me la metía en el mío.
Le acompañaba en sus gemidos, disfrutaba de su verga y de la cara sudada de David, el gran macho que subía y bajaba flexionando las rodillas clavando con energía el pene en el culo de Alberto.
Estuvo un tiempo así hasta que se cansó, haciéndonos gozar a los dos como si fuéramos sus mujeres para él, para mi resultaban mis dos machos.
Sacó su verga y se limpió el sudor, también Alberto me la sacó, nos colocó a los dos arrodillados en el sofá con el culo alzado y volvió a posicionar la cámara para coger otros planos de la follada que ahora nos iba a dar a los dos.
Alternaba los dos culos, sin cansarse pero respirando muy fuerte se la metía a Alberto y luego a mí y así continuamente mientras Alberto y yo nos buscábamos la boca, el que no era follado acariciaba la verga del otro.
Resultaba delicioso que me follara de esa manera y en el descanso poder masturbarle la polla a mi otro amante, besarle la boca y meter la cabeza debajo de él para recoger el precum que le colgaba de la polla.
Así estuvo un rato hasta que sentí como Alberto se contraía, apreté los labios oprimiéndole el glande y me lleno la boca de semen, fueros largos choros de leche que fui tragando como un glotón.
Cuando vio que había hecho gozar a Alberto recibí su rabo ahora con metidas muy rápidas queriéndose correr.
-La leche para mi maridito.
Toma mi semen nenita.
Gritó cuando comenzó a eyacular dentro de mi culo y Alberto me hacía lo que le hice yo, mamaba tumbado mi pene mientras recibía todo el semen de nuestro macho en mi vientre.
Descansábamos tumbados unos sobre los otros acariciando nuestros cuerpos, terriblemente cansados, por lo menos el mío que había recibido dos cogidas en pocas horas.
Y a David le veía cansado aunque no dejaba de besarnos la cara.
Mi marido legal me encantaba y el prestado me volvía loco, a partir de ahora tendría para mí los dos hombres a los que amaba, como a los que eran de mi familia y entre estos incluía a Pablo.
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Me sentía muy contento y dichoso y sonreía a Eduardo volviendo la cabeza en el coche, al hombre artífice de mi felicidad.
Ya nunca más estaría solo, tenía lo que quería y ellos me tendrían a mí para lo que quisieran.
Respuesta:
Mi Oriol, ¿qué ha pasado?
Mi vida, ahora si está confirmado que lo nuestro se ha ido de lado, ¿ahora que somos?, ¿en que nos hemos convertido?
Vaya, ese sueño es bastante confuso, pero creo que viste lo que siento por ti, y ves lo que tú buscas.
Sabes ahora que lo que deseas y buscas tú es muy simple, tú solo buscas sexo todo el día, y tal vez todos los hombres que conoces te complacerán, pero lo que yo deseaba para ti, era un poco más complicado.
Yo te deseaba para compartir una vida, un sueño, una forma de convivir, pero ahora sé que tu solo buscabas un pene que te perforara el culo.
¡Ojalá!, y con estos hombres, David y Alberto sean justamente lo que buscabas y seas feliz, tú sabes que ya formaste parte de mi vida, para bien o para mal, ya fuiste parte de mi.
Oriol y Adrian no volvieron a escribirse.
Fin
Víctor L de H, por favor, ponte en contacto conmigo.