Conociendo a Tavito
Jamás pensé que eso pudiera suceder.
Cuando tenía 17 viví una experiencia incomparable que jamás pensé que me pudiera suceder. Yo vivía con mi mamá y mi hermano menor en un barrio promedio de una ciudad promedio, nada en especial. Mi mamá trabajaba en horario quebrado como gerente de una tienda, y era más normal de lo debido que ciertos días no viniera a casa más que para comer o a veces ni para eso. Mis papás se divorciaron cuando yo iba en la secundaria, y aunque nos mudamos a parte, mi hermano menor se quedó en la escuela que estaba cerca de la casa de mi papá dónde yo crecí y pasé el inicio de mi pubertad, así que cada medio día, al salir de la escuela, mi hermano se iba a la casa de mi papá y ahí se pasaba casi toda la tarde. Eso me dejaba a mí solo en casa casi todas las tardes, llegaba de la preparatoria y me pasaba jugando videojuegos o a veces también iba a la casa de mi papá para ver a mi abuela. No era muy social, salía poco pero no por eso era un marginado, tenía amigos pero eran igual que yo y cuando salíamos era solo en ocasiones especiales. Lo interesante viene un día cuando fuí a la tienda que está a un par de calles de mi casa. Esa tienda era concurrida porque también era tortillería, y para la época era normal que en las tortillerías hubieran maquinitas de arcade con juegos de disparos, peleas, etc. Dónde se la pasaban los niños gastando el cambio de las tortillas. En esa ocasión eran algo así como las 4 de la tarde, yo compré una paleta helada cuando alcance a escuchar el bullicio de los niños que jugaban juegos de peleas, lo que me llamó la atención. Me acerqué y miraba como jugaban. Había un niño llamado Gustavo, más conocido en el barrio como Tavito. Tavito jugaba mejor que sus amiguitos, a todos los vencía, cuando un niño dice,
– A ver, gánale al muchacho- y los demás niños comenzaron a decir Si! Si! Si! Yo solo miraba a Tavito con cara de confianza, así que metí una moneda y comencé a jugar contra él. Yo era muy bueno jugando esos juegos de peleas, pues tenía en mi casa un tablero para PC dónde jugaba, así que le gané a Tavito sin gran problema. Wow! Decían los niños, y uno tras otro trataron de ganarme (incluído Tavito) pero ninguno podía. Ya no había nadie en el lugar, solo Tavito y yo, pues todas los demás niños habían perdido todas sus monedas cuando Tavito saca la última y dice,
– Con esta te gano- Y empezó a jugar, pero claro, de nuevo le gané. El se quedó callado y dijo,
– Porqué eres tan bueno?
– Yo tengo este juego en mi casa y tengo mucha práctica- Dije orgulloso
– Con razón- contestó Tavito, y rápidamente añadió – Me enseñas a jugar como tú?
Yo no sabía que decirle, como comenté no era muy amiguero y menos de niños, pero tenía la tarde libre y solo, así que le dije que estaba bien, pero que sería en mi casa porque no tenía caso gastar monedas si yo tenía el juego, a lo que aceptó sin dudar.
De camino a mi casa Tavo me explicó que tenía 9 años y que vivía con su mamá y su abuelita. Su mamá era enfermera y casi siempre trabajaba en el turno de noche, por lo que dormía casi toda la tarde y solo se despartaba un rato al medio día para ir por él a la escuela y comer juntos, y más tarde en la tarde-noche para preparar cena y prepararse para ir a trabajar. Su abuela lo «cuidaba» mientras su mamá dormía, pero la señora también todas las tardes se daba sus buenas horas de sueño, momento cuando Tavo se iba a a jugar con sus amigos.
Llegamos a mi casa, abrí la puerta y Tavo entró rápidamente. Que niño tan confianzudo, pensé. Entré a la casa y lo invité a subir a mi cuarto, cosa que si dudó un poco pero al final me acompañó. Mi cuarto era de buen tamaño para un muchacho de mi edad, con una cama individual y un escritorio donde tenía la computadora que mis papás me compraron para la escuela. No era una computadora puntera, pero podía con los juegos de maquinitas, además tenía un tablero de juego que compré con el dinero de un verano de trabajo con mi tío.
Comenzamos a jugar, ya teníamos un rato jugando cuando en una de tantas veces que perdió Tavito grita enojado,
– Ya me metiste la verga otra vez,- Decía viéndome con cara de enojo,- Y de seguro la tienes bien grande- añade. Ese comentario me sorprendió un poco. Que le importaba a ese niño como la tenía?
– Eso qué?- Le digo riendo.
– Pues sí, la has de tener bien grandota que hasta en el juego me la metes.
Yo nunca había visto a un niño con lujuria, pero los comentarios de Tavo me hicieron imaginarme cogiéndolo. Tavito era un niño promedio, ni muy alto ni muy bajo, un poquito moreno y un poquito llenito, con unas nalguitas esponjosas típicas de niños de 9.
– Pues sí, la tengo mucho más grandote que tú- Le contesto burlón.
– No creo- Me dice riendo, viéndome hacía la entrepierna.
– Porqué no te fijas?- le contesto, tratando de ver hasta donde llega. Para mí sorpresa Tavito estira su brazo y me aprieta el paquete por sobre mi pantaloncillo,- Así no se siente bien, la ropa te ayuda- y mete su mano por dentro de mi short masajeando mi garrote por sobre el boxer. Para eso mi verga ya había reaccionado y a medio pararse.
Yo no podía creer lo que me estaba pasando cuando decidí ir un poco más lejos,
– Si lo tocas directo mejor, pera que estés seguro- le digo, haciéndome un poco hacía el frente y alzando mi short con todo y boxer de la parte de enfrente pero sin sacar mi pene, invitándolo a meter la mano, que para mí sorpresa, de nuevo Tavo rápidamente lo hace agarrando mi verga directamente masageandola y viendo hacia mi entre pierna por sobre la ropa con la boca semi abierta.
Yo estaba alucinando, cuando entonces saca la mano,
– Si la tienes grandota- responde, aún viendo hacia mi paquete con voz nerviosa.
Hasta aquí llegó todo pensé, y seguimos jugando. Ya no podía jugar igual de bien, incluso perdía unos rounds, no me podía sacar de la cabeza la imagen de Tavito manoseando mi garrote por dentro de mi pantaloncillo. Ya habia comenzado a pensar que fué solo un momento de curiosidad cuando en unas de esas que estaba flotando en mis pensamientos pierdo en el juego,
– jajaja, ya vez! Ahora yo te metí la verga a tí- dice Tavito súper orgulloso.
– Si, pero la tuya está bien chiquita- le contesto burlón.
– Pues sí- dice, se levanta de la silla y se baja su shortsito con todo y trusa y me enseña su piquito y sus huevitos. Yo de nuevo pensaba en que no lo podía creer. Tavito tenía su verguita de tamaño normal para un niño de su edad, con unos huevitos un poco morenos pero también rositas, muy bonitos. Entonces como que Tavito se dió cuenta de la situación y se sube rápido la ropa apenado.
– No se vale, tu ya hasta me viste el pico y yo solo te lo toqué.
– Quieres verlo?- Le pregunté. Ya estaba súper caliente y solo pensaba en qué tal vez tendría al niño otra vez con sus manos en mi verga.
– Si- Responde directamente.
Yo me levanto de la silla y me siento en el borde de la cama y me bajo el short con todo y boxer hasta las rodillas. Ya no pensaba claro, no tenía miedo, pues sabía que no se miraba nada por la ventana desde la calle hacia mi cuarto, ni tampoco llegaría nadie más a la casa, era solo la adrenalina de tener a un niño de nueve, sólo, y viéndome la verga en mi cuarto.
Tavo se sentó lentamente junto a mi en la cama y me mira fijamente hacia mis atributos mordiéndose los labios.
– Si está bien grande- dice, como si se le hubiera escapado sin querer y me voltea a ver a los ojos rápidamente apenado.
– Si quieres tócala otra vez- lo invito, y lentamente sujeta otra vez mi palo. Comienza a pelar la piel hacia abajo dejando la cabecita expuesta, lo mira fijamente y vuelve a subir. Yo estaba en el cielo. Hecho la cabeza hacia atrás y cierro los ojos dejándome disfrutar cuando siento que baja más la mano y me masajea los huevos jugando con ellos mientras se me erizaba la piel y se me ponía la verga más dura que nunca. Recupero un poco la realidad y lo volteo a ver,
– Oye, yo también quiero tocarte a tí- le digo con voz temblorosa. Ya estaba sudando de lo caliente que estaba.
– Bueno- dice Tavito, y se baja despacio su ropa, se detiene a la mitad y me mira a los ojos, yo le sonrió nervioso y él me devuelve la sonrisa bajando por completo su ropita. Siento como me late el corazón en los oídos, estiro mi mano y agarró directo su piquito ya paradito y se lo pelo, tenía un poquito pegada aún la piel al glande y se le miraba un poco rojito, le subo y bajo la piel y el solo mira mi mano moviéndose entre sus piernas suspirando. Sube de nuevo la mirada hacia mi rostro y me toma otra vez del pene, yo me levanto aún con mi mano en sus huevos y se los sigo sobando estirando mi dedo medio para tantear el borde de sus nalgas desde el frente. Él solo continúa con sus masaje a mi garrote ahora volteando hacia la ventana, quizás nervioso de que alguien nos vea, lo cual claramente no sucederá, la ventana en lo suficientemente grande para que pase bien la luz, pero desde fuera nada se ve hacia adentro, más que el borde alto de la pared donde tengo un póster, además que la cortina ayuda a cubrir otro poco. Me canso de querer tocar sus nalgas por el frente y directamente las tanteo con mi mano izquierda, son suaves y carnositas, paso toda la palma por su raja y la vuelvo a bajar lento esta vez metiendo mis dedos lo suficientemente entre sus dos cachetes para separarlos. Siento como su piel se eriza y vuelve suspirar quedito. Tavito ya no miraba hacia la ventana, ahora solo estaba con su cabeza en mi pecho y mirando a la pared mientras me seguía subiendo y bajando su mano por mi verga caliente y por ratitos con su otra mano agarrando mis huevos, a veces bajando la mirada y tanteando el precum que sale de la punta de mi verga. Me olvido por completo de su piquito, yo quiero esas nalgas, acaricio por última vez su verguita con todo y huevos y pasa mi mano derecha a hacerle compañía a la izquierda agarrando cada nalga del culito de Tavito con cada mano. Las masajeo, las separo lento y las vuelvo a juntar, suaves, terzas. Avanzo un poco más con mi mano derecha entre sus nalguitas y toco su oyito con mi dedo índice, estaba séquito, pero caliente igual que el resto de su cuerpo, pensé que se exaltaría, pero no, así que sigo tocando su ano con mi dedo y lo pongo justo en la entrada metiendo unos pocos milímetros, lo suficientemente para que de un pequeño brinquito, entonces deja por un momento de mover sus manos en mi verga dura y ya muy mojada. Me llevo la mano a la nariz y la huelo, no era un olor a sucio, a decir verdad olía a limpio con un poco de sudor de niño, un culito muy rico. Me chupo el dedo y lo mojó bien con saliva y vuelvo a bajar la mano buscando su ano. Esta vez con la saliva se siente mejor, su entrada está suavecita y sí, muy caliente. Le meto el dedo solo par de milímetros y comienzo a picarlo lento, cada vez un milímetro más dentro de su culo, siento que me quema, que me tiembla la boca mientras Tavito mueve su mano ahora más rápido en mi herramienta babosa y temblando me descargo. Toda mi leche le cae a Tavo en su pancita y le escurre lentamente, es la vez que más leche me había salido en mi vida. Yo estaba ahí aún inmóvil procesando todo con la punta del dedo aún dentro de culo de Tavo y apretando con la otra mano su otra nalga y él sujetando aún con fuerza mi verga. Levanta la mirada a mis ojos sin saber que pasó.
– Y eso? – me pregunta, rompiendo mi trance y dándome cuenta de lo que acabo idea hacer. Cuánto tiempo pasó? Cuánto tiempo estuve ahí manoseando a ese niño, metiéndole el dedo y él apretando mis huevos y ordeñando mi verga? Yo río nervioso y hago como que es una broma.
– Nada Tavo, que me hiciste reventar y te llené de lechita.
– Lechita?
– No te preocupes, fué un accidente. No le digas a nadie porque nos podrían castigar mucho a los dos y ya no podríamos jugar nunca a las peleas- le digo.
– No!- dice, – Yo quiero que me enseñes bien.
– Y yo también- le digo, – Por eso debe ser un secreto.
– Ok- contesta, y comienza a subir su ropa.
– Espera!- Le digo sin pensar.
– Qué?- Pregunta, y yo por instinto o no sé que me pasó me arrodilló rápidamente y me meto su verguita a la boca. La saboreo y la paso de un lado a otro y finalmente la vuelvo a meter entre mis labios con todo y huevitos, un par de chupetones y me vuelvo a incorporar de pie. Él se me queda viendo extraño y se sube su ropa.
Bajamos de mi habitación y me asomo por la puerta a ver si hubiera algún vecino que pudiera ver que estaba solo con Tavo, pero la calle está vacía. Afortunadamente el calor del verano mantienía a casi todos en casa, además que mis vecinos eran reservados y la casa de enfrente estaba vacía, todo a mi favor. Abro la puerta para que Tavito salga y él me mira sonriendo. Sale y antes de irse se da la vuelta,
– Gracias por ayudarme, voy a jugar más para ser mejor todavía.
– Si, ya eres mejor, ya hasta me ganaste jaja- le contesto, como si nada más hubiera pasado.
– A lo mejor otro día vengo a jugar contigo otra vez- me dice, fijando la mirada en mi paquete y apartandola rápido, lo cual me hace pensar que él niño lo disfrutó igual que yo.
– Si quieres- es lo único que se me ocurre decir.
– Bueno, ya me voy antes que mi mamá o mi abuela se den cuenta.
– Es cierto- le contesto espantado y volteo a ver el reloj de la sala. Eran solo las 5 y media, pero para mí era como si hubiera estado horas ahí con mis manos sobre el cuerpo del niño y las de él sobre el mío.
– Nos vemos- Me dice felíz y se va corriendo, mientras yo lo veo con una sonrisa y ya ahora malisia viendo ese culito que minutos antes estuve tanteando.
Qué rica experiencia! Ya me gustaría a mí vivir algo así.
Puedes checar el segundo capítulo que ya está disponible y el tercero en espera para que lo liberen 😉
maravilloso relato, me recordo experiencias propias
Fue real o es Fantasia si es lo segundo woooow genial yo viví lo mismo hace muchos años.
Perdón si es lo primero.!!!
Uffs q rica experiencia estuvo muy bueno amigo 😊😊😊😊
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Que rico relato me encanta cuando pervierten a niños o a niñas jejeje