Conociendo el sexo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hoy soy un hombre maduro, de 53 años, y me atrevo a contar mi historia sexual, del lado gay o como normalmente lo decíamos antes, mi lado mari-ca, pues el término gay es muy nuevo y, además observo que cuando en lugar de llamarle gay, le llamo mariquita, el mariquita en cuestión, se ofen-de…
Bueno el caso es que soy, según definición general un gay, pero no hace si es correcto, socialmente, profesional formal pues mi lado marica lo tengo bien escondido y por mucha suerte todas las aventuras que tuve quedaron entre 4 paredes y nunca hubo alguno de mis preciosos mariquitas que me haya traicionado. Pero basta de vueltas.
Lo que voy a contarles son los hechos de mi puta vida de marica, vida de-liciosa y extraordinaria, los diálogos son aproximados, nadie vaya a creer que mi memoria es tan fabulosa, los diálogos son parecidos a los reales y son lo que recuerdo, en nada hay fantasía todo fue real.
En esa época vivíamos con mis padres en La Paz, Bolivia donde trabaja-ban y yo iba al colegio, hablo de mi edad de 8 años o quizás 9, pero era un niño , y como tal curioso y además en esa edad se iban abriendo las inte-rrogantes del sexo, la mayoría de mis amigos ni les importaba, pero había uno que siempre estaba hablándome del tema, su nombre (ficticio) Rober-to, era mi compañero en la escuela, nos sentábamos juntos y vivíamos a media cuadra, en el barrio de San Pedro.
Cuando hablaba de sexo lo hacía en voz baja y con mucha actitud de pi-cardía que me gustaba y me contaba cómo había visto a sus padres tener sexo, eso fue al principio pues después que había encontrado como espiar-los con tranquilidad, Roberto se dedicó a espiar a su hermana de 17 años, y me contaba como era su culo, su pan (panocha) sus tetas, etc. y aun la había visto masturbarse un par de veces.
Cada vez que contaba algo, él y yo terminábamos con nuestras palomitas duras, lo que no nos causaba ningún comentario adicional, sin embargo en una de esas ocasiones al ver mi palomita dura, me comentó que la de su papá se le ponía dura para culear a su madre pero era más grande que la mía, yo le pregunté por el tamaño de la de él y ambos nos bajamos panta-lones y calzoncillos y nos mostramos nuestras palomitas duras, de unos 7 a 8 cm quizás, chicas como son de esa edad, nos reímos, pues él dijo que la de su padre era inmensa…
Esta situación me puso tenso, no creo que haya sido arrechera, sin embar-go me tocaba la mía y me tenté de tocársela a Roberto, estaba tan dura como la mía, caliente y de tez suave, él hizo lo mismo y nos acariciamos muy corto tiempo y luego de re vestirnos siguió nuestra vida.
Unos días después, cuando me contaba que esa noche había vuelto a es-piar a sus padres me contó como su madre la había chupado la paloma a su padre, eso era una novedad nunca vista antes, nos crio la curiosidad, y él me dijo que su padre había gozado muchísimo y que se notaba que a su medre la gustaba. Como era regular que, después de jugar, nos bañemos juntos en su casa o en la mía, decidimos bañarnos y probar como era.
Nos metimos en el baño y desnudos, me dijo:
-Esteban, chúpame…
Me costó animarme, pero me acerqué u comencé por lamer un poquito y él me decía,
-Tienes que chuparlo como un helado, así lo hacia mi madre…
Entonces lo metí y comencé a chupar, Roberto respiraba más fuerte y me decía que le gustaba, sin embargo yo no sentía nada, seguí haciéndolo un poco y después le dije:
-Te toca a ti.
Me senté en el inodoro y Roberto comenzó a chuparme, ahí si me gustó se sentía muy lindo y su chupada me comenzó a agitar y sentía mi respira-ción más fuerte, hasta que se sintieron ruidos y rápidamente nos metimos en la ducha, allí nos bañamos sobándonos las palomas y no pasó más na-da.
Al tiempo no habíamos repetido la experiencia y Roberto me dijo que su familia se iba a vivir a Cochabamba y viajaban al día siguiente, que vaya-mos a ducharnos a su casa. Allí nos fuimos y comenzamos las chupadas mutuas, turnándonos en tiempos cortos, pero muy agradables, en una de esas me dice;
-Y si nos besamos como en el cine…
Me gustó la idea y, abrazándonos juntamos nuestras bocas medio abiertas como lo habíamos visto en el cine, lo repetimos varias veces, las sensacio-nes eran agradables, en la medida que lo hacíamos fuimos jugando con nuestras lenguas lo que nos terminó por causar risa y entramos a la tina.
Me dijo que hacía tiempo que quería ver cómo era el de meter su pito, pero como no tenemos pan, sino culo y que su padre a veces se lo metía en el culo a su madre,
-¿Qué tal si probamos?
Él se apoyó contra la pared, empinando su culo y traté de meterle mi pa-lomita, pero fue difícil, entonces nos salimos de la tina y nos fuimos al pi-so, él se echó y yo detrás de él (posición cucharita) y comencé a meter, él decía que le dolía pero que siguiera, se la metí hasta el fondo y ahí me quedé.
Habremos estado un par de minutos, o más quietos, yo me sentía muy bien, mi palomita la sentía apretada y caliente, en eso Roberto me dijo:
-Movete, sácala y métela… culéame.
Así lo hice, fue muy rico pero no muy extraordinario, me agradó y él se quejaba del dolor pero decía que le gustaba, de rato en rato me decía que me quede quieto con mi paloma al fondo y después seguíamos. Esto habrá durado unos minutos hasta que fuimos interrumpidos por su madre que quería entrar al baño.
Rápidamente me metí a la tina y él se fue a abrir retornando rápido a la tina para que su madre no observara nada. Ella se sentó a orinar y se fue, lógicamente la observamos todo, la panocha peluda y el culo grandote.
Al día siguiente se fueron y no los volví a ver nunca más, pero el recuerdo de Roberto siguió conmigo por muchos años, tal que condujo mi vida se-xual futura. Como en ese tiempo no tenía ningún amigo que pueda confiar, pasando el tiempo no hice nada y quede solo con los bonitos recuerdos de mi primera experiencia de maricas, esto para mí fue clarificándose con el tiempo y al llega a la pubertad entendía que había sido una relación homo-sexual, la que había tenido con Roberto.
A mis 13 años me iba desarrollando pero siempre con carita de niño, además lampiño, hasta hoy tengo muy poco vello y barba. En una de esas cuando ya vivía con mi familia en Santa Cruz pues mi padre trabajaba en YPFB y se encontraba en Camiri y por temas de mejor colegio nosotros nos quedamos en Santa Cruz, pero en una ocasión tuve que viajar a Cami-ri a llevarle unos documentos importantes a mi padre y el viaje lo realicé en un bus pequeño por un camino desastroso, el viaje duró más de 10 ho-ras, duró toda la noche, pero fue la ocasión de conocer a Julio.
Para ese entonces Julio era un hombre de uso 23 a 25 años, flaco, poco musculo, rostro agradable y hablar suave, estábamos sentados en los asientos de atrás y no había más que unas 5 personas, aparte de nosotros. Después de mucha charla, como al descuido me puso la mano en la pierna y se me vinieron a la memoria las experiencias con Roberto, ese tipo de recuerdos que se vienen de repente y uno no sabe porque, pero debió ser porque al tocarme la pierna mi paloma reaccionó endurándose.
La charla de Julio continuó pero a medida que pasaban los minutos se acercaba más a mi rostro y su mano sobaba mi pierna, me preguntó si te-nía corteja (novia) a lo que negué con voz muy tímida pues no sabía que actitud tomar, en medio de las preguntas él bajó la vista y observó mi pene duro y me dice:
-Creo que mi sobada de tu pierna está haciendo efecto en tu palomita…
Yo me puse colorado o así me sentí, lo que tapaba la oscuridad, pero en-seguida él, pasó a tocarme por encima de mi pantalón, y me preguntó;
-¿Qué tal si nos tapamos con la colcha y te bajo el pantalón?
Yo estaba mudo, entonces, como el silencio otorga, él sacó una colcha, la puso encima de ambos como todo viajero en noche fresca, y se dedicó a bajarme el pantalón suavemente, como estábamos en los últimos asientos había un buen espacio hasta los siguientes pasajeros que, además, ya dormían.
Me masturbó suavemente, con mucha calma y me preguntó si alguna vez había masturbado a un hombre, yo le conteste:
-De niño lo masturbe a mi amigo… con voz muy tímida y casi en un susu-rro. Él dijo:
-Mmmmm que lindo y… ¿te gusto?
-No se fue lindo pero… no se… entonces él siguió sobándome.
Después se agachó, metiéndose entre la colcha y comenzó a chuparme, se metía mi paloma casi entera a su boca, la sacaba y la lamia y la volvía a chupar. Me comenzó a poner loco, ya no era como con Roberto, esta vez este hombre sabía lo que hacía.
Después me abrazó y me beso, segunda vez que besaba a un hombre, él muy apasionado me metía la lengua, me comía la boca… después me dijo:
-Hay que enseñarte muchas cosas papito, vos serás mi machito y yo tu putita… ¿te parece?
Siguió besándome y guiándome como era mejor y que hacer, yo ardía de arrechura, dejaba que me lleve como mejor le parecía, le tocaba su paloma que era más grande y gruesa que la mía, no mucho más pero se sentía la diferencia, lo pajeaba como a mí me gusta hacerlo y el susurraba su ardor.
Volvió a chuparme un poco y luego me dijo;
-Ahora chúpame…
Me agaché y metí su paloma en mi boca, lo hice con suavidad, tal como lo recordaba de hace unos minutos que me había chupado, sentía un olor de macho bien fuerte, me tenía loco de arrechura, se la chupaba y la pajea-ba…
En eso llegamos a un poblado intermedio, ya habían pasado unas 3 o 4 horas de viaje, no sé cuánto pero había parecido más corto, todos bajamos a comer y estirar las piernas. Como estábamos en la parte de atrás, baja-mos más despacio y de últimos. En ello antes de bajar, Julio me dice:
-Papito lindo, quiero que me la metas y me hagas tu hembra, yo sé dónde podemos hacerlos…. ¿Vamos?
Me dijo que detrás de la casita había un baño (bueno… una letrina) más allá había una especie de cabañita abierta, en 2 minutos me esperaba por allá.
Esperé un momento y me fui como de ida a orinar, detrás de la casa divisé la cabañita y al entrar, Julio estaba allí, no habían muebles ni nada, me abrazó y me beso de lengua, muy apasionadamente y me dijo:
-No tenemos mucho tiempo papasote, métemela, culéame rápido…
Se apoyó contra la pared, ya tenía los pantalones abajo, empinó el culo y esperó mi arremetida. Lo abracé desde atrás y acomodé mi paloma en su culo.
En esa época no se conocía ni se sabía nada de sida ni peligros de este ti-po, la metida fue en seco, él me dijo que se había puesto una cremita para que me sea más suave, así que una vez que la acomodé comencé a meterla, al principio con torpeza, pero me detuvo Julio:
-Despacio papito, duele, al principio, métela despacio, yo te voy a decir cuando lo vas a hacer fuerte, despacio papacito…
Fui despacio hasta que sentí que había llegado al fondo, sentía que su culo como que latía, me apretaba y soltaba, Julio se quejaba y gemía, después de un rato comenzó a menearse y me dijo que vaya metiendo y sacando de a poco y después podría ir más rápido. Así lo hice me fui moviendo pero mi arrechura me puso acelerador y se la metí con fuerza, llegué rápido al orgasmo, le llené el culo de leche.
Cuando la saqué, él se dio la vuelta y me la chupó limpiándola, no le im-po0rtó lo sucia que estaba, en ese momento no me di cuenta que había sa-lido con mucha leche y algo de suciedad.
Me subí el pantalón y me fui caminando al bus, no tenía ganas de comer solo quería dormir, me senté y así lo hice, hasta que sentí una mano pa-jeándome, abrí los ojos y era Julio a mi lado, todavía era oscuro y me dijo:
-En una media hora llegamos a Camiri, me acabo de despertar y acordar-me la culeada que me echaste papacito…
A los 13 años uno vive con la paloma dura, me la chupaba y me la pajea-ba, estaba desesperado, me sobaba las bolas y la pierna, pues me había bajado el pantalón hasta el piso y yo me sentía a mil. Me volvió a soltar y me dijo:
-Te toca chuparme, mi amor.
Me agaché y me la metía en la bica, la sentía más grande que antes, le chu-pe rítmicamente, metía y sacaba, él solo me agarraba la cabeza y no se movía, hasta que sentí que se ponía tenso, se quedó quieto y sentí una ca-tarata de leche que me ahogaba y rebalsaba por todo lado. Deje de hacerlo pues era imposible tener tanta leche en la boca, le terminé con la mano, me beso y chupó el semen que me sobraba en los labios y el mentón, me lim-pió bien la cara y terminó diciéndome,
-Es el mejor viaje que he realizado al sur. Duerme mi amor que dentro de un momentito llegamos.
Efectivamente al rato llegamos, él se había cambiado a uno de los asientos vacíos y dormía o hacia que dormía, llegamos y bajamos, cuando me iba con mi padre vi que bajaba del bus.
Mi padre me llevó a un hotel del pueblo, pues el paraba en campamento petrolero cercano, allí pude dormir casi hasta el mediodía, fuimos a almor-zar con mi padre y unos amigos de él y me llevó a pasear a varios lugares, Camiri era muy chiquito esa época, fundamentalmente fue paseo al campo y lugares históricos del petróleo de Bolivia y de la guerra con el Paraguay.
Hacia el atardecer mi padre se fue al campamente con los documentos que le traje, volvería al día siguiente en la mañana, así que me fui al hotel a re-ponerme y pensar en todo lo pasado. Estaba en ello y tocan la puerta y cuando abro… ¡que sorpresa!, era Julio, si momentos antes no sabía en-tender lo que me había ocurrido y cuales eran mis sentimientos, al verlo me sentí muy feliz, creo que fue este momento que resolví esa parte de mi ser, lo hice pasar y lo abracé le di un beso apasionadísimo. Él me dijo:
-Papacito lindo, he visto que tu papá se fue, y mañana en la mañana yo sigo viaje a la Argentina, quiero amarte esta noche.
Lo volví a besar y me quedé callado, solo me quité el calzoncillo con el que me había quedado y él se hincó a chuparme, chupaba bellísimo, nos echa-mos en la cama y ahí se vino todo. Supongo que estuvimos como un par de horas revolcándonos.
Ne comenzó a besar todo el cuerpo, me acariciaba e, cuerpo, me besaba las tetillas, cuando chupaba una, me pellizcaba la otra, me pajeaba suavemen-te y muy poco, yo trataba de seguirle el ritmo y hacer lo mismo que él, es-to nos llevó a un 69, el primer 69 de mi vida (bendito número)
En fin después de pasarnos la lengua y besos por todo el cuerpo me quiso penetrar, yo me acomodé en cuatro patas y él la acomodó y comenzó a empujar, el dolor era terrible, se ayudó con un dedo, fue metiendo una crema y lubricando el interior, después fueron 2 dedos, de rato en rato me pajeaba, facilitado con la crema de mi culo. En algún momento de mi arre-chura, volví a sentir que su paloma estaba en la puerta de mi culo.
Esta vez fue empujando un poco más que antes, el dolor fue terrible, no como en las historias que leo, era terrible de verdad, le suplicaba que la saque:
-Mi amor, Julito, sácala me duele mucho… Aaayyy… sácala… me arde…
No me hizo caso y yo me trataba de zafar pero él me lo impedía hasta que lo escuché decir:
-Llego al fondo mamacita, llegó al fondo…
No me di cuenta en el momento pero de papacito había pasado a mamaci-ta, de hombrecito había pasado a mariquita… en realidad, pues cuando su paloma estuvo dentro y él se quedó quieto, el dolor disminuyó pero no se calmó aunque dio paso a un placer hermosísimo que solo los que hemos recibido paloma en el culo lo conocemos.
Comenzó a bombear, bombeó suave, cuando se apuraba yo no soportaba y trataba de salirme, él seguía sosteniéndome, hasta que sentí un calor in-terior, lo sentí a Julio que se sacudía y me decía que me amaba, que nunca me olvidaría, et.
Después se desplomó sobre mí, yo me sentía lleno de su paloma, la que la sentía adentro y al salir me di cuenta que ya estaba blandita, no me animé a chuparla porque me dio asco. Lo besé en la boca, como enamorados y luego nos dormimos.
Al día siguiente, cuando desperté, Julio no estaba, ya se había ido, no fue la única vez que estuvimos, después de un tiempo lo volví a ver en Santa Cruz.
Fue mi primer hombre verdadero y no lo olvido nunca.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!