CONOCIENDO UNOS DESCONOCIDOS
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por lewisvagi.
CONOCIENDO UNOS DESCONOCIDOS
Para ese entonces, en Tegucigalpa existía el cine Presidente; uno que tuvo su buena época y que ahora solo tenía una función nocturna con doble presentación de películas porno hetero.
La gente que allí acudía era en su mayoría hombres y se camuflaban en los alrededores para no ser visto entrar ya que lo que allí se exhibía por toda la ciudadanía era bien conocido.
Pues ese día entre como muchos otros, la película era lo de menos; por lo general muy terribles y de mal gusto.
En la sala habían varios hombres que se miraban bien varoniles e incluso algunos dejaban ver que tenían la herramienta en posición de ser usada bajo sus pantalones.
No encontré a alguno que me atrajera lo suficiente como para acercarme e intentar ligar.
Luego de un rato de ver la película y procurar observar a mi alrededor, vi que un chico de unos 19 años se levantó y salió del salón.
Asumí que iba para los baños que estaban en la parta baja del edificio, un poco escondidos y daban lugar a que se hicieran levantes allí.
Llegué al baño de hombres y encontré que el chaval si había ido allí y estaba orinando en el urinario general de esos que son tipo pileta y te colocas al par del que está y con un pequeño giro de ojos, puedes observar al de al lado orinando.
Así lo hice, el chico si estaba entre 19 y 22, algo delgado para mi gusto, cara anglosajona, pelo castaño; un chico bonito y su verga; estaba morcillona, era algo regordeta, bien blanquita y con la cabeza rosada como capullo.
Al voltearlo a ver, él se percató y me miró a la cara directamente; fue cuando le dije: “¿está buena la película verdad?”
Sí, me respondió; me tiene todo burro y bajó la mirada a su verga.
Pude comprobar que en verdad le había crecido un poco más, mientras no dejaba de disparar un chorro amarillo muy potente.
Sí, se te nota que te ha puesto burro le dije.
Sin mediar palabra, estiré un poco mi mano izquierda y sostuve el movimiento un par de segundos; justos los necesarios para ver que reacción tenía el chaval.
El chaval no se inmutó, proseguí estirando mi mano y tomé su pija en la palma de mi mano.
La rodee con mis dedos, no lograba abarcarla toda; era más gruesa de lo que calculé.
Su cabeza era tipo punta de lanza y el cuerpo de la verga era gruesa desde la base y al final al llegar a la cabeza se volvía más delgada.
En eso estábamos, cuando escuchamos pasos que se aproximaban a la puerta; solté su pija y nos colocamos como si orinábamos; pero no tirábamos nada de orín.
El que entró era otro chico, este se veía bien joven; algo de 18 recién estrenados.
Yo lo volteo a ver y observo que nos voltea a ver un instante y rápidamente saca su vergooota, sí; solo había visto una así en las porno.
El chaval era un trigueño tirando a mulato y llevaba puesta una camiseta sin mangas, algo escotada y un jean desteñido que se le ceñía al cuerpo.
La verga la tenía bien dura, se la volteo a ver y sin decir nada; comienza a hacerse una paja lenta pero sabrosa, se notaba que la disfrutaba.
Así como estábamos, el trigueñito me hizo un tipo como saludo con la cabeza y luego se voltea a ver la paloma.
Yo entendí eso como una invitación a tocarlo y así lo hice.
Estiré mi mano y tomé su verga bien tiesa, luego volteo a ver al blanquito con el que estaba primero y también le tomo la verga con la otra mano.
Allí estaba Yo, con dos vergas; una en cada mano y la mía propia salida de mi pantalón bien parada.
Todo era muy callado, no había necesidad de hablar; los gestos eran nuestra platica sin sonido y jalando a ambos chavales de sus vergas los atraje hacia mí y me puse en cuclillas para comenzar a mamarles los penes.
Estaba en la cima del cielo, dos vergas jóvenes y hermosas a mi disposición para mamarlas a mi antojo.
Por suerte el cine estaba algo vacío ese día y no había muchos que usaran los sanitarios, pues Yo estaba en medio del salón del sanitario mamando una y en ocasiones las dos vergas a la vez.
No me di cuenta pero, en la puerta observándonos estaba un chico; otro chaval de unos 22 a 24 lo más.
Era un catracho regular, piel canela, pelo negro, ojos negros que hacían juego con su pelo liso y oscuro.
Este no esperó mucho y se acercó a nosotros sobándose por sobre el short de lycra que llevaba puesto y que dejaba adivinar una verga bien parada en su interior.
Al acercarse, comencé a darle una mamada lenta pero profunda.
Luego saltaba de uno en uno y hacía una inserción profunda hasta mi garganta de cada una de esas deliciosas vergas que estaban a mi disposición.
En lo que mamaba a uno, masturbaba a los otros y comencé a desabotonar los pantalones de los dos chicos y a bajar la calzoneta del otro, para poder asirme de las nalgas de cada uno en cada una de las mamadas que por turnos les daba.
Estaba en la gloria, ahora eran tres pijas solo para mí; nunca había estado hasta ese momento con más de una persona a la vez.
Los chicos, asumí que no se conocían y se habían calentado lo suficiente con la película; como para aceptar tener una orgía en ese baño.
En lo que estaba mamando al blanquito que lo tenía a mi izquierda, pude sentir un trasero paradito, pequeño y muy apretadito; le acariciaba sus nalgas mientras le mamaba la verga, los otros se masturbaban observando cómo mamaba al compañero.
Con sumo cuidado, pasé mis dedos por la raja del chico y pude sentir un poco de pelos que había en medio de esas dos nalgas.
Salté al mulato que estaba en medio y sobando sus bolas, me metí por completo su verga y pude sentir que llegó casi a mitad de mi garganta.
Me dieron arcadas, pero volví a metérmelo por completo; para luego comenzar un sube y baja en su tallo bestial.
A este le tomé sus huevos en mi mano y estirando mi dedo pude pasar del perineo hasta su pequeño ano y sentir como apretó las nalgas al sentir que lo estaba tanteando allí.
Luego fue el turno del trigueño guapo, a este lo tomé de las nalgas y lo atraje un poco más hacia mí; estaba como un tanto alejado.
Dando un paso adelante, quedó terminando un semi circulo a mi alrededor y apoyándome con ambas manos en su trasero, comencé a darle una mamada solo en la cabeza de su pene y pasando mi lengua por su frenillo con suma velocidad logre arrancarle un quejido de gusto.
Al escuchar el quejido de gusto, con mi mano derecha puesta en su nalga; acaricié el más duro de los tres traseros, una pieza de carne suave, tersa y dura que amasaba con gusto.
A este también le rocé la raja del culo, no hiso ademan alguno; luego volví a pasar mis dedos por esa raja que se sentía libre de todo pelo, mis dedos incursionaron un poco más dentro y pude llegar a su culito fruncido y cerrado.
Su trasero era liso completamente, sus piernas eran lampiñas también y su pubis tenía el pelo justo para saber que sí era un mayor de edad.
Con mi dedo medio, hice presión en su trasero y logre meter la primer falange en su recto.
Un “up” percibí al decir a retroceder y volver a intentar entrar el resto del dedo.
Lo estaba mamando y comencé a dediarlo al mismo tiempo, mi verga saltaba sola del gusto que estaba sintiendo.
Los demás se masturbaban a nuestro lado, nadie volteaba a ver otra cosa que mi cabeza mamando al compañero en turno.
Solté al trigueño y fui nuevamente hacia el mulato, esta vez; metí descaradamente mi mano bajo sus huevos y toque su ano con mi dedo medio que en el momento en que me movía hacia él me había metido en la boca y lo tenía lubricado con mi saliva.
La mano la metí haciendo espacio entre sus piernas y haciendo que las separa un poco para mí y el dedo lo metí sin dilatar tiempo.
Al mismo momento, volvía a hacer una mamada profunda al mulato que no tuvo otra que aceptar que le metiera el dedo; mientras me lo mamaba delicioso.
Ahora era al mulato al que le metía y sacaba el dedo del trasero.
Lo mame y lo dedie como por un minuto y fui por el blanquito.
Este ya había observado como metí mi mano entre las piernas del mulato y al sentir que mi mano iba por el mismo camino, él sólito; separó algo las piernas y sentí como si aflojaba el trasero para que metiera mi dedo en su ano.
Su esfínter era mucho más apretado que el de los otros dos, este sí dijo un Uuupp bien sonoro, los demás supieron que mi dedo estaba dentro de él.
Los miré de reojo y comprobé que tanto el mulato como el trigueño se voltearon a ver y se sonrieron y con ello compartieron que ellos ya habían recibido su cuota de dedo también.
Así estuve con estos tres chavalos, los mamaba, los dedeaba y continué como cerca de 20 minutos.
Yo estaba agotado de tanto mamar, pero mi instinto me decía que tenía que continuar; una ocasión de estas no se presenta todos los días, tres jóvenes y con buenas vergas que se ofrecían a mí a ser mamados y sumando a esto que les metía los dedos en sus traseros a mí antojo.
Ahora, tenía frente a mí a uno de ellos para mamarlo y mis dos manos las tenía metidas en los traseros de los otros dos con uno y dos dedos dentro de sus anos.
Los tres, estaban consientes de que a todos les había metido ya los dedos en los traseros mientras mamaba al otro.
Todos ellos se abrían un poco de piernas para darme lugar a que les metiera hasta dos dedos en el anito mientras se masturbaban.
En eso se me ocurrió algo y sacando mis dedos de sus traseros, tomé una de las manos de los que estaba dedeando y las jalé hacia la verga del otro.
Al principio no quisieron, luego de tres pequeños tirones de sus manos; los dos accedieron a tomar la verga del compañero y Yo seguí mamando al tercero al tiempo que también metí mis dedos en sus traseros.
Luego cambié de pija para mamar y automáticamente ellos solos tomaron la verga del otro para pajearse y Yo continuaba mi labor mamatoria.
Ahora no supe cuanto tiempo tendríamos en todo esto, pero uno de ellos comenzó a tirar su leche como catarata y uno de los chorros llegó hasta más de un metro de distancia de donde estábamos, su trasero apretó mis dedos en cada una de las eyaculaciones que lanzó.
Pronto el que estaba mamando anunció que se venía y me aparté, él tomó su pija y comenzó su producción de blanca leche y la tiró contra la pared ocre del baño.
Se miraba como salpicaba toda la pared, gruesos chorros de blanca levadura quedaron pegados en la pared y comenzaron su camino en descenso.
El último de ellos, el mulato; seguía con mis ahora tres dedos dentro de su culo y en tan solo medio minuto de diferencia mientras seguía masturbándose; tiró hacia el cielo, su primer y gran chorro de mecos.
Parecía una fuente luminosa que en vez de agua tiraba semen.
Me levanté y con solo un par de sacudidas a mi pija, también derramé mi leche en las baldosas del piso.
Arreglándonos un poco las ropas, todos orinamos un poco y con un hasta luego nos salimos del baño.
Justo en eso, la película estaba terminando y la gente salía de la sala.
Un minuto más y nos encuentran a todos en plena acción.
Lástima que el cine Presidente cerro.
Ya saben que nombres y lugares cambian en ocasiones por seguridad de los involucrados.
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