Coquito
Coquito, un hermoso nene de ocho añitos, muy juguetón y muy curioso….
Hola, queridos lectores.
Esta es la primera historia que subo.
Les agradecería sus comentarios y espero disfruten del relato.
Esto sucedió durante mis vacaciones en Septiembre.
Mi nombre es Saul, latino promedio, de estatura promedio, un cuerpo promedio y un pene promedio… Actualmente tengo 32 años, y trabajo como farmacéutico (te queremos bien) en Puebla.
A principios del año, solicité mis vacaciones a la empresa, con fecha prevista, tenía planeado visitar a mi hermana, como cada año.
Ella es viuda, y vive con su hijo (mi sobrino) Héctor, o Coquito, como le llamamos de cariño, un hermoso nene de ocho añitos, muy juguetón y muy curioso…
Cuando llegué, noté que los dos se encontraban en la entrada principal, esperándome, cada uno esbozaba una sonrisa de oreja a oreja por la emoción, una vez bajé del vehículo, Coquito se abalanzó a mis brazos con entusiasmo,
– ¡Tíooo! – gritaba el pequeño.,
Yo también, con emoción, lo acogí en mis brazos y lo alzé del suelo.
– ¡Jaja!, ¿cómo has estado, pequeño?, ¿todo bien?, ¡cuánto has crecido! – le decía, mientras le removía el cabello…
– ¡Sííí!, bien tío – me decía el pequeño, con esa característica voz que tienen los niños de su edad.
Mi hermana, Rocío, me invitó a pasar, crucé la entrada aún con Coquito sobre uno de mis brazos, y mi maleta en la otra mano…
– ¡Coquito, bájate!, tu tío viene cansado – le decía mi hermana al niño.
Coquito por su parte hacía pucheritos y decía que no.
Crucé la puerta y mi hermana me invitó a sentarme, Coquito no se despegaba de mí, pues el niño me tenía mucho cariño ya que siempre que los visito le llevo regalos y dulces, y a veces algo de ropa.
Cuando me senté, coloqué a Coquito en mi regazo, el pequeño no paraba de hacer preguntas y moverse, accidentalmente me causó una erección, pero al pequeño parecía no importarle y a mí hermana tampoco, pues ella estaba de espaldas a la mesa, frente a la estufa, hablando sobre su actual trabajo, sus amigas, los problemas de la colonia… mientras me servía café…
Bajé al niño para acomodarme y no dar una mala impresión…, al verlo de pies frente a mí, noté que había crecido bastante, ahora era más alto, sentí una pequeña corriente en mí, ahora que lo pienso, no me había dado cuenta que sus piernas resaltaban tanto por culpa del shortcito amarillo tan corto que llevaba puesto, sus brazos tan delgados y finos, fue como si el tiempo hiciera pausa en ése momento tan solo para poder admirarlo, su piel tan suave y blanca, sus dientes faltantes, sus pupilas de color azúl, los lentes le daban un toque de niño dulce, su cabello rubio, pues su papá era un estadounidense que estaba de turista cuando conoció a mi hermana.
Coquito estaba cambiando, no pude evitar mirar su colita, se veía tan grande y bien formada, con la espalda pequeña, y un arco en la espalda que hacían resaltar sus atributos, de frente notaba su pequeño pene sobre la tela, pues sí, ése short amarillo con estampado de los Simpsons le quedaban tan apretados, fue una buena elección mi regalo del año pasado.
La voz de mi hermana me sacó del trance
– Aquí tienes tu café, hermano – me decía ella.
Yo solo pude agradecerle, seguía embobado por el pequeño Coquito, ella me seguía hablando de su trabajo, que entraba a las siete de la mañana y salía hasta las cinco de la tarde, que pensaba en contratar una niñera, ya que a veces no quería molestar a nuestra tía con el pequeño Coquito, pues ella ya es mayor y el nene es un poco rebelde, ni sonso ni perezoso me ofrecí a apoyarle, le dije que podía estar con el pequeño estos días, y que buscáramos a alguien de confianza, mujer de preferencia, para que lo cuidara, la verdad es que mis instintos me estaban superando, no quería que alguien más viera con deseos a mi pequeño Coquito, estuvimos charlando por un buen rato, sentados en la mesa, el nene estaba en la sala mirando la tele, en instantes volteaba a mirarlo, de reojo, él se daba cuenta y me sonreía.
Más tarde mi hermana me acompañó a la habitación donde me quedaría, era la de siempre, el cuarto de Coquito, una cama pequeña junto a la ventana, un televisor en frente, sobre la repisa, un espejo de un metro en la pared y carteles y decoraciones del hombre araña.
Desempacando, llamé a Coquito para entregarle los obsequios que le había llevado esta vez, unos dinosaurios de goma, carritos, dulces y unas papas.
Ya eran como las seis de la tarde y coquito pregunta
– ¿Mamá, puedo estar un rato jugando con mis dinosaurios aquí con mi tío? –
Mi hermana me pregunta si estaba bien, puesto que el viaje había sido largo,
– Sin problemas, hermana, puede quedarse Coquito aquí, no te preocupes –
– Está bien, hermano, te agradezco mucho, también por los regalos, iré abajo a preparar la cena, los llamaré cuando ya esté -, y bajó ella, así que me quedé a solas con el bebé.
Estando solos en la habitación, aproveché para quitarme el pantalón y ponerme un short y una playera, Coquito observaba con detalle cada movimiento que hacía, le hacía guiños y él sonreía inocente.
Me puse junto a él en el piso para jugar con sus dinosaurios, excusa perfecta para poder sentirlo de cerca y oler su aroma a bebé, se miraban tan excitante, solo de verlo me estaba provocando una erección, él, sentado en el suelo, sus piernas blancas y largas, ése paquetito que resaltaba en su entrepierna, sus caderas tan pequeñas, mis manos podían sostenerlo sin problemas, quería estar más cerca de él, que mi piel rosara la suya, así que pensé en jugar a las luchas, luchas de dinosaurios, pero que nosotros seríamos los dinosaurios, él siempre tan activo, se abalanzó sobre mí, gruñendo
– Wawrrrr –
Yo por instinto me dejaba hacer, me tiré y él se puso encima, hacía como que me mordía, yo me movía sólo para sentirlo, llevé una mano a sus piernas, ¡por fin!, pude tocar esa piel, las apretaba, les mordía, las saboreaba, subí mi mano a esas nalguitas que me habían llamado la atención hace apenas unas horas, las tenía en mis manos, las estrujaba con mis dedos, él solo se reía y divertía, quería comérmelo.
En un descuido lo moví e hice que esa colita se pusiera en mi cara, con todo su peso, estaba en la gloria, ¡POR FÍN!
Pasé mi lengua sobre sus muslos, lo estaba haciendo, lo olía, qué aroma tan rico, tan dulce, el seguía en el juego, me mordía el brazo mientras esas nalguitas estaban siendo aspiradas por mi nariz, quería quitarle el short, quería tenerlo desnudo para mí, así que se me ocurrió hacerle una sugerencia, todo esto mientras el seguía sentado en mi cara.
– ¿Coquito, te gustaron los regalos? –
– ¡Sí! – sonríea, seguía mordiendo.
– Tengo otro que se me olvidó entregarte –
– ¿En serio?, ¿qué es? – lo aparte un poco y me paré, mi erección era notable sobre la tela, él estaba mirando semejante carpa, sin inmutarse.
De mi mochila saqué el regalo predilecto (nunca imaginé que una simple prenda me diera esta oportunidad), se la mostré alzando con mis manos el short nuevo que le traía.
– !Miraaaaa! – era un short como el amarillo que traía puesto, solo que este era blanco, con estampado de Polar, el de los osos.
– ¿Te gusta? – le pregunté mientras se lo entregaba.
– ¡Sí!, ¡Gracias tío!, se levantó a abrazarme.
– ¿Y si te lo pruebas de una vez? – no lo había entregado cuando estaba mi hermana pues desde que ví a Coquito en la mesa, había planeado este momento, poder verlo en ropa interior, grande fue mi sorpresa cuando.
– No, es que me da pena, tío – decía
– ¿Por qué?, le pregunté
– Es que no traigo calzones – sus pucheritos me daban tanta ternura, era tan dulce mirarlo ruborizado y sentir vergüenza,
– No pasa nada, bebé, igual somos hombres los dos, además, quiero saber si te queda bien o si es muy grande para comprarte otro – era solo una excusa, la realidad es que quería mirar esa colita al desnudo.
– Está bien, tío –
– Yo te ayudo, bebé, mira, ven aquí – lo subí a la cama.
– Levanta tu camisita – traía puesta una camisa de esas que son como tirantes y solo cubren la espalda y la frente.
Si algo tiene Coquito, es que así como es de travieso con su mamá, conmigo es muy dulce y obediente.
Se había levantado su camisa y podía ver su pancita tan blanca, le dí un beso en modo de juego y el reía, pude admirar sus pezones rositas, me sentía nervioso, puse mi mano en su short y lentamente lo fuí bajando, estaba disfrutando cada segundo, por fin veía su cuerpecito desnudo, su pene tan lindo, su cabecita rosita, se veía grande, como de seis centímetros, tenía una ligera erección, sus huevitos rositas, esas piernas grandes, quería acariciarlas pero me contuve, le dije que volteara y por fín, ahí estaban, esas hermosas nalgas que deseé desde hace horas, eran majestuosas, grandes y gordas, la espalda resaltaba aún más sus piernas, era tan perfecto, blanco como vainilla, estaba tan excitado, quería profanarlo ahí mismo, pero solo alcancé a hacerle una caricia, le quité el pantaloncito por completo y ahí estaba él, tan hermoso, tan pulcro, sus nalguitas parecían que tenían un rubor, se miraban también rositas, después le miré le cara y estaba rojo rojo mi bebé, estaba muriendo de vergüenza, me dió tanta ternura, y lo abracé, él se dejó hacer, en una caricia pasé mi mano desde su cabeza, pasando por su cuello, su espalda, esa colita tan divina y esos pies, inmediatamente tomé el otro pantaloncito y se lo puse, estorboso metía sus piecitos, y lentamente le subí el shortcito, mi sorpresa fue que era aún más pequeño que el amarillo, le apretaba aún más, se veía tan exquisito, por mi morbo le dije que lo tuviera puesto y siguiéramos jugando, él nuevamente se abalanzó sobre mí y yo me dejé caer, ahora el solo puso su culo sobre mi cara, yo me sentía en el cielo, esa colita sobre mi cara, ahora se veía aún más grandes, y sus piernas más gordas, estaba disfrutando, y seguíamos jugando, pero yo quería tener esa rajita en mi cara sin la tela estorbando, así que me se me ocurrió decirle que se lo quitara.
– Coquito, si seguimos así se va a ensuciar tu ropita-
– Me pongo el otro tío –
– No bebé, igual se ve a a ensuciar, mira, mejor así , a ver – procedí a levantarme y sin temor le quité la prenda, a esas alturas estaba demasiado caliente que ni me importaba.
-Sigamos jugando, bebé –
Coquito estaba completamente desnudo, solo lo cubría su pequeña camiseta blanca, su carita estaba rojita, sus nalguitas también, por fín tenía esa rajita a mi disposición y no la iba a desaprovechar, lo coloqué sobre mí y empezamos a jugar de nuevo, el agarró confianza rápidamente y empezó a moverse de nuevo, lo volteé haciendo que ese enorme culo quedara justo en mi cara, le seguía haciendo cosquillas para que no sospechara nada, y así fue que por fin esa rajita estaba ahí, tan cerca de mi nariz, olí como loco aquél agujero, quería pasarle mi lengua, estaba un poco mojado por el sudor y ligeramente sucio, no me importó, alzé un poco más al bebé y su colita estaba ahí, por fin lo tenía en mi boca, empecé a darle pequeños mordiscos y pasarle mi lengua, el seguía riendo y jugando, me atreví a separar sus nalgas y por fin mi lengua pudo saborear esa rajita, miré su ano, rosita rosita al punto de verse casi rojito, me volví loco, presioné su cuerpo contra mi cara, le estaba devorando por completo el culo, empecé a follarlo con la lengua mientras le acariciaba las piernas, él sólo reía y se dejaba hacer, tenía una gran erección, quería pajearme pero me concentraba más en ése culo, era mío, lo tenía ahí, sentado desnudo sobre mi cara, era tan excitante, tenía que venirme sobre él de alguna forma, así que le dije que jugáramos a que montaba un dinosaurio, lo coloqué sobre mi verga, por sobre la ropa, él estaba desnudo, con la cola descubierta, seguía riendo, como si no tuviera idea de lo que pasaba, pero me encantaba su inocencia, le dije que saltará y él lo hacía, en un ataque de desenfreno saqué mi verga, ya no me importaba y lo senté encima, con mis manos tomé de su cadera y lo guié para hacer movimientos suaves sobre mi pene, era tan placentero, sentir el calor de esa rajita sobre mi pene, deslizándose, la saliva que le había dejado junto con mi presémen hacían de sus movimientos toda una experiencia, lo llevaba para delante y para atrás, el me seguía el ritmo, le tomé del cuello y lo recosté sobre mí, le besaba el cuello y le acariciaba la espalda, le chupaba los pezones, le estaba gustando, la erección que tenía me lo confirmaba, me sentía como salvaje, ya no me importó y tampoco inventé otra excusa, solo lo volteé y lo puse boca abajo, le coloqué una almohada abajo para alzar sus caderas, abrí sus nalgas y empecé a deslizar mi verga entre esa rajita tan rica, la abrí para escupirle y pude admirar que se empezaba a dilatar, estaba roja, miré cómo palpitaba y contraía, intenté meter un poco la cabeza pero él gritó, inmediatamente la saqué, le hablé al oído y lo calmé, seguí deslizando mi verga entre su culo, seguía con el vaivén, subiendo y bajando, hasta llenarle ese culo de abundante leche, era una postal maravillosa.
Rendido, me acosté sobre él aún deslizando mi verga entre ese culo y mi semen, él estaba en silencio, como procesando lo que acababa de pasar, pero me sonreía, le dí un beso en la espalda, y en la mejilla, me sentí tan liberado.
Después de un rato nos levantamos, lo limpié con unas toallitas húmedas y le puse el shortcito amarillo que tenía al principio, le dí un beso en la frente y le dije que no le contara a nadie, a cambio le compraría más dinosaurios el día siguiente, él afirmando me dijo que quería una figura del hombre araña.
– ¡César!, ya está la cena, ¡bajen! – la voz de mi hermana nuevamente nos sacó del trance y el feliz momento que estábamos compartiendo.
Le dí indicaciones a Coquito para que bajara primero en lo que me bañaba, y resalté que el juego era nuestro secreto.
Ya en el baño, repasé cada segundo de la experiencia que acababa de tener, seguía excitado por su cuerpo, así que me hice una paja y me dí un baño rápido, temía que el bebé le contara algo a su mamá, así que salí del baño lo más rápido que pude y bajé a la mesa.
Coquito estaba feliz, como siempre, sentí alivio al ver a mi hermana sonreírme y continuar con la plática normal
Seguí admirando a Coquito sentado en la mesa, preparándome para lo que sería nuestra aventura al día siguiente…
Hasta aquí mi relato, amigos, espero les haya gustado.
Si quieren saber la continuación y compartir experiencias
Tl: @Sulggh
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