Cosas de habitación en un motel del camino.
Lo que ocurrió con dos hombres de 25 años y 30 años, en medio de una noche cualquiera de una madrugada ordinaria, mientras descansaban después de todo un largo día conduciendo en un viaje de trabajo..
Lo que ocurrió con dos hombres de 25 años y 30 años, en medio de una noche cualquiera de una madrugada ordinaria, mientras descansaban después de todo un largo día conduciendo en un viaje de trabajo.
Mi compañero de trabajo David y yo, estábamos viajando hacia el sur del país y se suponía que ya habíamos llegado a nuestro destino en una hora avanzada de la noche aunque no era todavía medianoche. Después de días al volante entre infinitas carreteras interestatales, moteles de mala muerte, desayunos apresurados e interminables horas conduciendo, finalmente llegábamos y al ser muy de noche, decidimos descansar en un último lugar ubicado en la zona boscosa de la ciudad de destino. Todavía nos encontrábamos a tres horas de la ciudad, pero habíamos llegado con dos días de antelación así que podríamos descansar aquella noche y salir posiblemente después del mediodía antes de llegar a mi casa, ya que viajábamos desde La escudla central de trabajo a una importante entrevista que realizaríamos como representantes de la institución en mi Estado y pueblo natal. No será necesario sumergir al lector en innecesarios detalles de la entrevista laboral y las diligencias a realizar que habían en el momento ya que eso sólo sacarían al que lee del punto principal de esta historia y le harían perderse en detalles que no van al caso. Basta con relatar lo que sucedió en la madrugada del día que llegamos, y aquello fue así:
Eran las diez y media de la noche y estábamos a escasos kilómetros del motel donde haríamos nuestra última parada antes de llegar, era una noche lluviosa, fría, a inicios de octubre, hablábamos de todo un poco y sobre los pormenores del viaje, David ya se veía incómodo de estar días en un automóvil aunque ciertamente habíamos disfrutado de nuestra mutua compañía porque somos amigos de toda la vida, de esos con los que nunca te aburres y siempre hay de qué conversar.
«Sigo pensando que a vos te gusta meterte por el camino más matador.» reclamaba David y añadía «Vos sois el único que prefiere echarse tres días viajando en un carro y gastar dinero en moteles de carretera, en vez de coger un avión y tomar sólo unas horas para estar en el destino, vos parece que sois de la era antigua»
«Bueno, pero también viajar así es buena idea para pasar más tiempo charlando y viviendo la experiencia del viaje, con un avión no veo el paisaje, además disfruto manejar, ¿No ves?» respondí de forma jocosa a su queja.
«Bueno igual hubiéramos podido descansar estos tres días y ver la ciudad pero es que hay que ver que sois terco.» dijo ya de forma más animada con marcado acento Español.
Nos reímos, y comenzamos a hablar de temas misceláneos cuando finalmente avistamos el aviso iluminado de bienvenida a la ciudad, y a unos metros el aviso del motel Evergreen. Me desvié y al llegar al estacionamiento del lugar estábamos conversando sobre pequeñeces y detalles para atender en la entrevista en dos días. Estabamos agotados. Yo había manejado por al rededor de diez horas continuas aquel día. Quería llegar a tomar un baño y relajarme y acostarme a dormir.
Después de registrarnos en una habitación, pedí un cuarto con cama doble para no pagar dos habitaciones que me saldría más caro. Mi amigo me maldijo por tacaño. No es que él me odiara, es que es mi amigo de toda la vida, desde que éramos niños. Esos amigos que puedes incluso saludar con un insulto y este te responde con uno peor y aquello resulta cariño, y mientras más creativo, feo, sea el insulto, mejor. Los que tienen amigos así entienden lo que es también tener un amigo con el que puedes estar hablando solemnemente serio y pasar de la nada a un chiste sexual o a hablar morboso. ¡Oh los placeres de esta vida y las amistades!
Bueno, nos dirigimos a nuestra habitación, y después de comer unas miserables hamburguesas de dólar, tomamos cada quien una ducha y nos fuimos a dormir. Lo que me gustaba de aquella habitación, es que tenía ventanas que daban hacia el estacionamiento y hacían entrar por las gruesas persianas entreabiertas la luz tenue que permitía ver las siluetas de todo lo que había alrededor, cosa que me parecía maravillosa ya que no me gusta dormir en total oscuridad. Mi amigo en cambio podía dormir en una caverna tranquilamente, pero le molestaban un poco las luces así que después de ponerse un antifaz que le tapara los ojos, nos dimos la espalda cada uno y nos acostamos a dormir.
El asunto se tornó interesante en este relato, al despertarnos en alguna hora fría de madrugada. No estoy consciente de qué hora sería exactamente, pero recuerdo abrir mis ojos y observar el techo, giré mi cabeza, veía todos los detalles de la habitación con claridad aunque seguía siendo una noche oscura. Volteé a mirar a mi amigo que estaba sin roncar boca arriba y con los ojos cerrados; se había quitado el antifaz, él era entonces un muchacho blanco, ibérico, de contextura física delgada, y muy velludo, de cejas pobladas, tenía cabello ondulado negro que siempre recortaba bien, y una barba de candado que le hacía resaltar bien sus delgados labios rojizos. No era un Adonis en cuanto al cuerpo, ya que a él nunca le ha gustado ejercitarse físicamente, era un hombre delgado.
También debo reconocer que, es muy elegante. Varias maestras de nuestra escuela se sentían atraídas por él. A veces le reclamaba de forma bromista «dame tu secreto», él como buen amante de mujeres sólo se reía conmigo pero eso sí, si se presentaba la oportunidad de llevárselas a la cama lo hacía. Ya acostado, en ese momento al observarlo dormir me daba cuenta que mi amigo era en realidad guapo, un otter con todas sus letras en el contexto pornográfico.
Yo estaba viendo todo, observando que había un espejo frente nuestro, a la pared que estaba hacia el lado de los pies de la cama. Podía ver mi reflejo, que era el de alguien alto, muy alto, delgado, de piel blanca bronceada por la acción del sol, cabello rizado castaño oscuro, pero llevaba el cabello tan recortado que no permitía ver los rizos, mi cuerpo A diferencia del de mi amigo, es muy lampiño, no me crecen vellos ni siquiera en los brazos ni en las piernas. Tengo un muy escaso bigote que más bien es semejante a una pelusilla sucia en la cara, y gruesos labios. Yo soy más parecido a lo que se llama un twink.
Bueno, dormíamos en bóxer en aquella habitación que al menos era cálida para el frío que hacía afuera por la lluvia y el otoño que estaba por llegar. Quien nos hubiese visto así, en estás condiciones, probablemente piense lo que no es, y cosas indebidas.
La situación inexplicablemente se tornó picante. No es que era la primera vez que esto pasaba, pero si estábamos ante una de las pocas veces en que esta circunstancia se daba de una forma tan espontánea. Recuerdo que me giré para seguir durmiendo pero me di cuenta que él estaba despierto. Había abierto los ojos y al girarse abrí los ojos y me vio despierto. Decidí poner mi cabeza y hombros en el espaldar de la cama y destapar mi cuerpo, acción que mi amigo imitó.
«No es normal en ti, Harold, despertar en plena madrugada.» hice un ademán de indiferencia, y me quedé mirando la pared como si algo atrapara mi atención mientras comenzaba a divagar por pensamientos tontos. Volví a la realidad al sentir la mano de mi amigo en mi hombro. Bajó hasta mi pecho y comenzó a acariciar mi tetilla. No le di mucha importancia. No creí que era una búsqueda de placer, hasta que comenzó a pellizcar fuerte como me gusta. Esto me hizo mirarlo y al ver su cara de excitación comencé a tocar su pecho, agarrando suavemente sus rosadas tetillas mientras empezaba a sentir una presión en mi entrepierna.
David encendió una lámpara de noche y comenzamos a besarnos sin lengua aunque chupando y mordiendo nuestros labios. Una de las cosas que más me encanta que me haga es morder fuerte mi labio inferior mientras agarraba mi pene arriba del boxer, duramos unos segundos tal vez un minuto y medio besándonos así entre lamer nuestros labios, chuparlos, morderlos gentilmente, pellizcar nuestros pechos, y al lamerle sus tetillas rojitas estaba ese sabor que no explico, pero me excita tanto al chupar sus tetillas, es una mezcla de contextura y sabor para mí muy sexual, lo que me hacía también morderle gentilmente la puntita del pezoncito. Me gustaba también el olor de mi amigo, no sé cómo explicarlo pero lo intento: era un olor limpio, corporal, típico que yo identificaba como algo que me calentaba.
David se separó un rato de mí y fue a encender la luz cosa que me incomodó pero a él le gusta “ver bien” lo que hace porque según él si ya nos hemos visto hasta el alma, no hay nada que esconder. No le hallo fallas a su lógica pero no deja de ser incómodo un poco para mí.
Al volver, nuestra atención fue ahora dirigida a nuestros boxers que comenzamos a masajear nuestros bultos mientras nos seguíamos comiendo nuestras tetillas. David comenzó a agarrar fuerte mi pene y a apretarlo haciéndolo despertar con una erección fuerte que él recorría con su mano. Entonces sacó mi pene y comenzó a masturbarme rico, me acosté tumbado boca arriba y él se sentó entre mis piernas y empezó a jalarmelo muy rico.
Con su mano recorría cada uno de mis gruesos 17cm, apretando mi cabecita, acariciando mi tronco yendo de lento a rápido su movimiento de masturbación arrancándome suspiros de gusto. Vaya que mi amigo me sabe masturbar delicioso y era obvio su gusto por hacérmelo. Me dio mucho placer cuando mojó su pulgar con un poco de saliva y comenzó a hacer pequeños círculos sobre mi frenillo, aquello me hacía gemir levemente. Sus ojos se encontraban con los míos y con su mirada constante me lanzaba una sonrisa pícara como si me dijera «sé que te encanta así, picarón» entonces lo tomó con sus dos manos y comenzó a hacer un movimiento suave que era como si frotara un leño. Aquello me encantaba y casi me hace venir. Estaba por venirme cuando me soltó (creo que el muy muergano sabía que si seguía, yo me vendría), y se levantó y de rodillas frente a mi cara dejando su bulto marcado que sin pensar comencé a sobar y la punta ya estaba mojada de presemen haciendo ver una mancha en su boxer. Sentía que estaba caliente y muy duro mientras lo amasaba tocando cada parte de ese bonito mástil de carne.
«Sácamelo» me dijo casi jadeando.
Bajé la parte delantera de su boxer dejando a su duro pene rosado, curvo hacía abajo, cabezón y circuncidado que al liberarlo frente a mi a escasos centímetros, éste soltó un pequeño chorro de baba que traería acumulado de la excitación. Comencé a tocarlo como acariciar un animal exótico, ya que a él no es tan simple masturbarlo, sentí su mano en la espalda de mi cabeza que yo ya entendía a qué me invitaba, así que comencé a chupárselo. En realidad me encanta chuparle el pene a mi mejor amigo, pasar mi lengua y recorrer cada centímetro de su erección, chupar su cabecita beber su precum, y ganarme su leche son cosas que me gustan de morbosear con él.
Yo chupaba su pene con entusiasmo. Lamía su cabecita arrancándole suspiros y haciéndole gotear más precum con mi lengua bajé de la punta a los huevos muy peludos y comencé a chupárselos y éstos se sentían pesados, parece que estaban bien cargados de leche, volví a subir a su cabecita metiéndola en mi boca, y apretándola con mi paladar. Al sacarla producía el típico «Chop, chop» seguido de sus gemidos leves.
«Uff, maldito, me vas a hacer acabar muy pronto, y no quiero.» Me dijo jadeando y con su mano en mi frente me retiró de su pene dejándome extrañado y me dice
«Ven, te voy a enseñar a pajearme bien, sé que quieres aprender a jugar con mi polla.»
Nos fuimos al baño e hizo que nos mojáramos con agua caliente, porque hacía frío, y me hizo enjabonarle bien el pene, este quedaba con mucha espuma y resbalaba.
«El agua y el jabón la ponen muy resbalosa. Hazme la paja con confianza.» me dijo y comencé a tocarlo como masturbándolo, y comenzó a jadear. Mientras más jabón le aplicaba más intenso era mi movimiento, le apretaba su pene, masajeaba sus huevos, jugaba con su cabecita rosada que seguía goteando precum entre jabón. Me tomó de la mejilla y comenzamos a besarnos nuevamente mientras nuestro cuerpos mojados se pegaban rosando nuestros penes y movíamos nuestras cinturas de derecha a izquierda, haciendo un roce exquisito de nuestros penes chocando mojados y enjabonado. Los tomé juntos y comencé a masturbarlos juntos mientras nos comíamos los labios, luego comencé a masturbarlo y él a mí, nos cruzábamos con nuestros cuerpos frotándose enjambonados.
Nos salimos de la ducha después de enjuagarnos, me senté al borde de la cama, mi amigo se masturbaba frente a mí, y yo me masturbaba sentado al borde de la cama. Volví a chuparle un poco la cabecita de su pene para lubricarla, y aquello al causar mucho morbo en mi por el sabor del presemen entonces acabé. Sin exagerar, fueron cuatro chorros potentes que bañaron mi pecho y abdomen, y unas gotas se posaron en mi cara seguidas de gemidos ahogados que yo daba. Mi amigo masturbaba su pene frente a mí, al jadear, y arquear su espalda hacía atrás, supe que se venía. Comencé a tocar sus huevos suavemente mientras él gemía disparando hacia mí tres chorros calientes y cremosos, yo abrí mi boca con la lengua afuera tal vez recibía uno. Aunque sólo recibí en mi boca sólo unas gotas gruesas , sus chorros me bañaron la cara el pecho y el dorso. Me veía bañado en semen.
«Eres un puto.» me dijo recuperándose del orgasmo. «Eres un niñato sexy mal portado, te encanta estar bañado en leche, mírate. Chúpame la polla y limpiala.»
Comencé a chupárselo y a dejarlo limpio. Con sus dedos tomó un poco de su leche que había caído en mi cara, y me dio a tomar. Casi arranco sus dedos al chupar esa leche jejejej.
Después de eso nos duchamos nuevamente, y allí me dejó chupar su pene y disfrutar bien su erección hasta vaciarse nuevamente toda su leche en mi boca. Quise seguir mamando, no me detuvo cuando me detuve después de masturbarme hasta acabar, él se enjuagó, yo me limpié, y nos fuimos a acostar como si no hubiera pasado nada.
Nos despertamos pasada la mañana, comenzamos el día con una conversación normal. No tocamos el tema de lo que pasó la noche anterior porque ya era algo que sabíamos que naturalmente sucedía entre nosotros aunque ya teníamos nuestras vidas socialmente aceptables. Éramos amigos ahora con derechos y estábamos dispuestos a disfrutar de esos beneficios hasta donde el tiempo permitiera que duraran.
A la tarde temprana hicimos el registro de salida y me tocó pagar la noche siguiente. Salimos y en cinco horas llegamos a casa. A eso de las nueve de la noche, llegué a mi casa, en mi ciudad natal. Mi residencia se encontraba en una zona residencial respetada. Pedimos comida china y preparamos todo lo necesario para la entrevista del día siguiente después del mediodía. Al dejar todo en orden, nos retiramos a dormir. Yo fui a mi habitación y él a su cuarto de huéspedes que ya tenía dispuesto. A la mañana siguiente comenzó la rutina de dos compañeros de trabajo y amigos normales comunes y corrientes.
HTA
Uff que delicia, nada como jugar con tu mejor amigo
Por esos amigos eternos que gozamos cada momento 😍🤤😘🥵