Cristian: mi primera vez
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Podrán decir que esta historia no es verdadera, pero es lo que pasaba en mi joven mente de 13 años.
Acababa de entrar en la secundaria y me tocó en el mismo salón que un amigo que no había visto desde la graduación de primaria, Cristian.
Como nos conociamos desde antes nos juntábamos y con el tiempo nos hicimos buenos amigos.
Sin embargo él se volvió el popular del salón y yo el cerebrito.
Un día estábamos en su casa solos, recostados en su cama hablando y salió el tema de los sueños húmedos.
Él me preguntó:
-¿Haz tenido un sueño húmedo?.
.
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¿O te la jalas tanto que no puedes?
-No, no he tenido ninguno y tampoco me la jalo.
-Yo sí, a veces aunque me la jale no puedo evitar tenerlos.
Mi papá dice que es normal a mi edad y que con el tiempo pasará menos.
¿Y que tal de pelos?.
.
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a mí ya me salieron en las piernas, las axilas, los huevos y en la verga.
¿A ti no?
Me sorpendió lo directa que fué su pregunta, yo aún no me comenzaba a desarrollar.
-No- le dije, algo triste
-No te preocupes, tal vez todavía no es tu tiempo.
Para que no te pongas triste te dejo que veas mi pene, ¿ok?
No me dió tiempo de decir nada, cuando ya lo tenía de fuera.
Un pene blanco, su punta rosa, sin circuncidar, muy parecido en tamaño y forma al mío.
Éra verdad, tenía una delgada pero uniforme capa de vello en la base que bajaba por los lados hasta sus testículos, que tenían un color rosa bajo.
-¿Qué tal?- me dijo con un cierto tono de picardía.
Podía ver como crecía poco a poco.
-Parece que me estoy calentando, jeje- me dijo, pero yo no podía reaccionar, estaba paralizado.
Tenía una tormenta de pensamientos en mi mente y creo que el morbo de ver otro pene mientras se ponía erecto también contribuia.
Él se dió cuenta de eso, creo, así que me hizo reaccionar con otra pregunta:
-¿Quieres tocarla?
De nuevo no me dejó contestar, cuando ya tenía mi mano sujetada y me dió a que agarrara su pene.
Con su mano me guiaba como moverlo, yo solo sentía sus suaves vellos y como crecía y se endurecía aquélla parte de él.
Ese silencio se perdió cuando me dijo:
-Así se masturba un hombre, aunque a veces se obtiene placer si se la chupan.
En mi interior sabía hacia dónde iba esto, pero no sabía si debía arruinar el momento o continuar y satisfacer mi curiosidad.
Fuera de eso solo veía su pene duro y lleno de sangre, palpitante y caliente en mi mano.
No sabía como podía resistir el no metérmelo a la boca, pero así era, aunque no por mucho.
Para mi fortuna, o creo que ya se había dado cuenta Cristian que no me atrevería, me dijo:
-¿Te puedo pedir un favor, pero no se lo dices a nadie?
Estoy muy excitado, no pienses mal de mí, pero.
.
¿ me la chuparías?
-Claro, para eso somos amigos- le dije tratando de no verme tan obvio.
Lentamente me lo metí en la boca, mientras él gemía, me hacía el tímido cuando en verdad solo quería tragármela toda.
Me detuvo y se desvistió, se quitó la camiseta que tenía y vi el vello de sus axilas, era mucho para nuestra edad, se quitó sus zapatos y sus calcetines, se quitó los pantalones y sus boxers y se recostó sobre su almohada.
En ese momento yo estaba a punto de explotar, tenía una enorme erección como jamás la había tenido.
Justo antes de acomodarme para seguir, Cristian me jaló la playera que traía.
Se acercó para quitármela y pasó sus manos por mi pecho (no éramos atléticos pero tampoco éramos tan delgados).
Acarició mis tetillas y yo hice lo mismo, bajó sus manos hasta el cierre de mi pantalón y acariciaba sobre la tela a mi muy excitado pene.
Bajó mi zipper y desabrochó mi pantalón.
Me tiró sobre la cama, me arrancó los zapatos de los pies y también mis calcetines y me quitó los pantalones con todo y mis boxers.
Se tumbó sobre mí y me comenzó a besar, me tenía fuertemente abrazado y con sus piernas, también muy peludas, enredaba a las mías.
Podía sentir nuestras erecciones acariciándose entre sí, no pensaba en nada, estaba ebrio de excitación.
Sentír todo el vello de su cuerpo haciéndome cosquillas me volvió loco.
Se recostó de nuevo en su almohada y proseguí a succionar.
Ésta vez con más energía, con más pasión.
Me acomodé entre sus piernas y seguí dándole placer, podía oler su esencia, sus pelos en mi boca, sus enormes gemidos de placer, lamía cada parte de él y eso lo volvía loco y la verdad, a mí también.
De pronto siento que se retuerce mucho, sus gemidos se vuelven gritos y su pene se ponía más duro.
-Me.
.
.
.
vengo.
.
!!!!!!!
Cuando terminó de decir eso sentí una explosión en mi boca, cinco disparos calientes me llenaron la boca de un liquido viscoso y agridulce, el cual no me impidió seguir mamando aquel monumento de carne, hasta que volvió a su tamaño normal.
Cristian no dejaba de gemir y suspirar, mientras se retorcía del placer.
Cuando se relajó me recostó sobre la cama y me besó, bajó por mi cuello y suguió por mi pecho, era mi turno, estaba decidido a hacérmelo él también, justo cuando llegó a mi estómago escuchamos a su mamá entrando a la casa.
Nos vestimos rápidamente e hicimos como que nada pasó frente a ella, ya me tenía que ir pero antes de irme, él se disculpó por no habérmelo hecho también.
Me besó y me fuí.
No quería pensar que teníamos una relación, – solo fué una vez, no volverá a pasar- pensaba.
Me quedé con las ganas de saber que se sentía y estaba algo confundido con lo que pasó.
Creí que no volvería a pasar y debía olvidarlo.
.
al menos.
.
eso creí yo.
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