Cristian: mi segunda vez
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Después de haber deslechado a mi mejor amigo me fuí a mi casa, ya era tarde, así que solo me bañé y me fuí a dormir.
En mi mente solo estaba esa escena, Cristian y yo, desnudos, besándonos y luego yo mamando su pene de como unos 16 cm. Trataba de calmar mi evidente excitación, pero no podía. En verdad me gustó lo que pasó, y con quien me pasó. No me dí cuenta cuando me quedé dormido. Lo que si recuerdo, es mi sueño, reviví ese mágico momento. Volví a sentir todo lo que había sentido en aquel encuentro, pero ésta vez fué más allá, me dejé llevar por la pasión y el deseo. Sentí de pronto, un hormigueo en mi columna y debilidad en mis piernas, desperté rápidamente, sólo para ver como mi pants se humedecía, bueno no, se mojaba. Mi primer orgasmo, era un famoso "sueño húmedo" de los que habíamos hablado. El primero, dedicado a él, no había duda, me gustaba, me gustaba él y lo que le había hecho era la prueba.
Al siguiente día de clases lo volví a ver, pero, no era el mismo gran amigo que fuí a ver a su casa. Era un chavo guapisimo, de sonrisa encantadora y mirada seductora, no podía creer de lo que me estaba perdiendo, quería saber que opinaba de lo que había pasado entre los dos, pero no quería verme muy desesperado. Después de las clases lo acompañé a su casa, sin tocar el tema para nada, al llegar me invitó a pasar a hacerle compañía, pues convenientemente, no estaban sus papás de nuevo. Entré y nos encerramos en su habitación, apenas bajamos las mochilas, él se abalanza sobre mí y me tira sobre la cama.
-Gracias por venir a hacerme compañía amor- me susurra al oido.
-Pero Cristian, somos hombres, ¿no te molesta decirme amor?, tu eres muy popular y apuesto (lo admito, quería decirle estás guapísimo), porqué cambiar a cualquier chica que quieras por mí?- en ese momento me sonaba razonable, pero después me dije callate estupido.
-¿No te das cuenta, tonto?, me gustas bebé, me gustas desde que te volví a ver, te amo, me trataste mejor que nadie, para cuando me dí cuenta me estaba masturbando pensando en tí!!!!!!!!!!!!
Eres el amor de mi vida, quiero darte la virginidad de mi culito. Además, te debo algo todavía.
De nuevo no me dejó decir nada, cuando ya me estaba besando, pero ésta vez no me paralizé, no tenía dudas, él sentía lo mismo que yo, no perdí tiempo y correspondí su beso. Estaba pasando de nuevo, la misma escena, ambos desnudos en su cama, bajó sus labios hasta donde se había quedado la última vez y con una voz jadeante me dice:
-La última vez te quedaste con las ganas, ésta vez sabrás lo que me hiciste sentir, amor.
Ya no podía más, estaba por reventar, cuando mete mi pene de 16 cm también, en su boca y comienza a succionar. No me aguanté, la verdad, estaba muy excitado, así que comencé a gemir de placer, me retorcía y repetía su nombre. Su lengua recorria desde mis testículos hasta la cabeza de mi pene. Me estaba haciendo suyo, así como ya lo había hecho mío a él.
No pude resistir mucho, eyaculé a los pocos minutos, nada que ver con mi emisión nocturna, ésta era causada por el Cristian real, millones de veces más placentera, grité debido al enorme orgasmo que tuve y sentí la misma sensación de debilidad que en la noche, no pude ver cuanto semen expulsé debido a que Cristian se lo había tragado todo, solo ví un poco que salía de los lados de su boca.
-Que rica leche papi- me dijo él, aún excitado
-La tuya también sabía bien rica- le contesté
Se acercó a mí y me comenzó a besar, ahora sin dudas yo le correspondía el beso, aún sabía su boca a semen, así que fué increíble. Sentía de nuevo todo su cuerpo sobre mí, pero de nuevo nos interrumpió mi suegra, perdón, su mamá.
Nos volvímos a vestir y me quedé todavía un rato con él, aprovechamos el tiempo para hablar de nosotros y dejar en claro para ambos lo que pasaba. Éramos novios oficialmente, en secreto, pero era oficial para ambos. Nos gustabamos y sentíamos un cariño especial el uno por el otro. Todo era perfecto y siguió siendo perfecto, pero aún falta algo que debíamos estrenar entre los dos.
La tercera vez nos dejaríamos de juegos y haríamos aquello para lo que fuimos hechos.
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