Crónicas del Chevette Blanco 1 – La fogata
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por shotaboy.
Desde niño siempre tuve una conciencia muy activa, aún hoy recuerdo algunos momentos y lugares los cuales viví cuando era una criatura de dos años; es por eso que desde los 4 añitos me di cuenta rápidamente que era muy diferente al resto de los otros niños ya que experimentaba ligeros cosquilleos y vacíos en el estómago cuando veía a algún compañerito meando o simplemente desnudo; no obstante no puedo decir que fuese homosexual ya que dichas sensaciones eran muy diferentes a lo que podríamos definir como “deseo”.
Para hacer corta la introducción, cuando tenía 5 años vivíamos en un estado entre montañoso y llano, me inscribieron en 1º de primaria (ya que era muy inteligente, modestia aparte), en aquella zona vivían cerca nuestro unos amigos de la familia de mi papá, entre ellos dos personas (co-protagonistas de toda esta saga d relatos) a los que llamaba “Primos”.
*Paúl de 17, muy responsable, de piel muy clara, musculatura marcada, cuerpo medio grueso, cabello castaño puntiagudo, rostro de hombre y ojos verde olivo, era el encargado del negocio de su papá en una embotelladora de refrescos ya que era muy maduro para su edad.
*Gabriel de 15, igual de intachable, de cuerpo pre juvenil bien formado y muy tonificado, de tés blanca un poco quemada por el sol, un bello rostro de niña, ojos café oscuro, cabello negro corto y unos labios hermosamente rosados y carnosos, siempre sacaba notas perfectas.
Ellos solían ser muy buenos conmigo y ya que eran bastantes responsables me dejaban ir con ellos a pasear, comprar helado, etc. En fin ellos eran primos mayores como nunca había tenido; sin embargo he de resaltar que me acariciaban mucho, me daban besos tiernos, me revolvían el cabello, me decían cosas lindas y yo me sentía muy querido, en una de esas muestras de cariño tocaron mi pipi masturbándolo y aunque sentí mucho placer también me desencapucharon y hasta sangre boté, aunque nunca dije nada y nadie lo notó jamás.
Pasaron 3 años, para ese tiempo mi cuerpo había crecido y mis extremidades se habían alargado; me encontraba en 3º de primaria y mis sexualidad latente se inclinaba hacia los videojuegos (es decir, me valía verga el sexo); No obstante una sorpresa me aguardaba en casa, Un Chevette blanco yacía estacionado en la puerta de mi casa, al entrar estaban mis dos primos Paúl (20) y Gabriel (18) hablando con mis papás, mi abuela y primos contemporáneos; cabe decir que me alegré al verlos; estaban de vacaciones navideñas y se quedarían un mes en el pueblo en casa de mi abuela (casa para 6 personas con enorme patio). Un par de días después dijeron que iban a acampar en un rio a unos 15 kilómetros del pueblo, pedí a mis padres permiso para ir con ellos y me lo dieron (5 o 6 días de campamento).
Partimos esa tarde, no tardamos ni 15 minutos en llegar, era un claro justo frente al rio, armamos la tienda, se hicieron los preparativos y me lancé al agua sin siquiera ponerme traje de baño, mis primos se miraron e intercambiaron una mirada picara quitándose toda la ropa, jugamos a las luchas y pude sentir sus miembros peludos endurecerse, a veces me lo rosaban, otra me lo arrecostaban de formas cada vez más descardas y mi sexualidad latente inclinaba su balanza hacia esas sensaciones, mi corazón se aceleraba y disfrutábamos los tres aunque ninguno de ellos indicaba sus intenciones abiertamente, nos dio hambre y en medio de una noche estrellada pero muy ventosa encendimos una fogata.
Serían las 8 de la noche cuando así desnudos Gabriel y paúl comienzan a preguntarme acerca de si he tenido sexo, si me la he jalado y esas cosas a lo que respondo que no, sin embargo la conversación continuó así:
Paúl: William, entonces ¿nunca has tenido sexo?
Yo: no, nunca.
Gabriel: disculpa que me ría pero te dejaste ganar.
Yo: ¿de quién?
Paúl: De ellos – dijo mi primo mayor mientras volvía del carro con un montón de fotos
No podía creerlo, eran decenas de fotos en las que niños y adultos tenían sexo de distintas maneras, niños con niños, vergas descomunales y pequeños que se las tragaban enteras por uno u otro agujero, aquella cantidad de imágenes aún no las olvido, tampoco la extrema sensación que sacudió mi virginal cuerpecito como un shock eléctrico y se extendió rápidamente como un calor descomunal. En eso mi primo se sienta detrás de mí, podía sentir su pene crecer de a poco, caliente, palpitante como un corazón fuera del cuerpo; sus brazos me rodearon y su abdomen de piedra me encendió aún más, mi penecito estaba erecto ampliamente estimulado por la diestra de Gabriel que me toqueteaba lentamente diciéndome al oído que lo que esos niños hacían era demasiado rico y que muchos ellos prácticamente rogaban que los clavaran, y que si me gustaba como se sentía mi cuerpo en este momento mi imaginación no abarcaría lo que sentiría en hacerlo todo. Yo solo me limitaba a decir que me daba miedo
Paúl se limitaba a ver cómo me estimulaba su hermano y de vez en cuando decía cuanto disfrutó con tal y cual niño o niña mientras intercambiaba con su hermano una botella de algún licor; me hicieron probar unos tragos de él y bastaron 5 para disipar casi por completo el temor y a aumentar más el deseo.
Yo: Está bien pero suavecito – dije algo avergonzado
Paúl: Eso es primo, te prometo que si te duele y no quieres más solo tienes que decir “Rojo”
Y pararemos de inmediato.
Con esas palabras acepté y acostándonos en la grama fresca mis protectores uno a cada lado comenzaron a besarme en todo el cuerpo, sus labios recorrían cada centímetro de mi piel, sus manos acariciaban mi inocencia al tiempo que uno de ellos (Gabriel) me sujetó de los labios con sus dientes y me arrancó un beso de película, mi boca era invadida voluntariamente por una lengua que como serpiente hurgaba dentro de mi garganta cada rincón y como al ritmo de un Valls me hizo bailar a su “son”, mi cerebro se estaba comenzando a inundar de esa placentera experiencia y aún no terminaba de asimilarlo cuando una boca se traga mi infantil pene, húmeda y caliente la nueva cavidad con la que compartía una parte de mi cuerpo, Paúl succionaba con cierta fuerza impulsándome a suspirar dentro de la boca de Gabriel, mis ojos estaban cerrados en mi entrega carnal hacia mis primos.
Boca arriba como estaba, Gabriel a mi derecha no dejaba de besarme apasionadamente y con gran dulzura, siento luego una mano varonil (de Paúl) tomar mi manita y colocarla en un derecho mástil de 20×4 blanco lleno de venas y una cabeza rosada, sobre la cual y a través de mi mano comenzó a masturbarse lentamente; en mis momentos de placer con mi manito libre hice lo mismo con la de Gabriel la cual era de 18,5 x3,5 cm. Aún más pálida que la de su hermano mayor, menos pronunciada en sus venas y ligeramente inclinada hacia la derecha; no obstante después de 4 o 5 minutos cambiamos de juego.
Me colocaron en 4 patas y delicadamente Gabriel posó su lengua sobre mi hoyito con la misma técnica superior con la que lo hacía con mi boca, mi primer y más excitante beso negro; yo me encontraba completamente ensimismado, idiotizado con la erección de placeres y sensaciones que experimentaba mi cuerpo sin experiencia; Paúl se colocó frente a mi con su enorme pene apuntando a mi cara mientras que su hermano menor hurgaba y se apoderaba de mi voluntad con un lento pero constante menear de lengua que antes de darme cuenta ya me había introducido al menos la primera mitad dentro mío; no obstante no tuve tiempo para concentrarme en mi ano ya que una cabeza firme y al vez blanda me tocaba el rostro y se paseaba por mis mejillas, se recostaba en mis ojos, se enseñoreaba por mi nariz y bajando un par de centímetros hizo contacto con mis labios, no me atreví a abrir la boca, debido que a pesar de encontrarme casi en modo autómata me daba miedo lo que estábamos haciendo (tal vez por mi conciencia); al notar Gabriel mi resistencia hundió su lengua en mi ano haciéndola girar por las paredes de mi esfínter, al tiempo que con su nariz tocaba mi próstata.
Rafita: AAAAAAAHWW (suspiré)
Le bastó un segundo de mi suspiro en el que abrí la boca para que su cabeza y 4 cms de tronco invadieran mi cavidad bucal; Con sus manos sujetó mi cabeza para aferrarse a mí en esa posición y no pudiese yo escaparme, no obstante solo se mantuvo ahí moviéndose lentamente.
Paúl: Cálmate Wily, saboréalo como a un helado. Te va a gustar, créeme. – Me dijo con tono amable (tanto que le creí) – es más, te aseguro que luego vas a ser tú el que nos ruegue por mas verga.
Me convenció con su corto argumento y me esforcé por no solo por hacerle lo que momentos antes me había hecho él a mí, sino por tratar de agarrarle gusto a lo que hacía, pude sentir la alta temperatura a la que se encontraba ese pedazo de carne, la textura y los relieves que me ofrecían los vasos y venas alrededor del tallo y el sabor a sudor y precum que brotaban del glande rosado que se reposaba plácidamente sobre el colchón de mi lengua, podía percibir un palpitar dentro de mis fauces como si me hubiese metido un corazón vivo y con todos mis sentidos lo disfruté, el olor a hombre sudado y viril que sin que me diera cuenta me poseía un poco más a cada segundo; Fuera de mi boca tenía otro espectáculo, el cuerpo torneado de Paúl, de color claro, pero que en la oscuridad solo alumbrada por una fogata cobraba un color dorado, los huesos de su pelvis sobresaliendo, su ombligo perfecto y su abdomen esculpido, opacado solo por su pecho hinchado de tanto ejercicio, y su rostro de dios griego, de facciones marcadas pero a la vez suaves que me hacían depositar mi confianza en él a pesar de percibir una mirada absolutamente maliciosa.
Sus varoniles manos me sujetaban de la cabeza mientras que con sus dedos acariciaba mi cabello, Gabriel hacía un excelente trabajo haciéndome gemir y sumergiéndome en una espiral de placer anal me arrebataba cualquier vestigio de negativas por mi parte ante los deseos de Paúl; Un par de dedos su fueron abriendo paso por dentro de mi anito entrando y dilatando de a poco mis paredes anales, una pizca de dolor acompañada por un manantial de placer, cada centímetro que los dedos avanzaban me hacía abrir aún más la boca, momentos que Paúl aprovechaba para mover su pene dentro de mis fauces.
Para ese momento ya me había metido en la cabeza que mi cuerpo no pertenecía más a mí, sino que al menos por esa noche era totalmente propiedad de ellos, y debido a que un instinto de puto había brotado dentro de mí impulsándome a entregármeles totalmente, dejé de apoyar mis manos en el suelo y con ellas me sujeté a las caderas de mi primo mayor; y él al entender mi mensaje me comenzó lentamente a penetrar la boca, sacando y metiendo cada vez más adentro, todo esto mientras me explicaba cómo y cuándo tomar aire y por cuanto tiempo contenerlo, en un minuto había aprendido a hacerlo y Paúl me follaba la boca velozmente entrando un cm más de vez en cuando; No obstante apenas logré mantener en mi boca y parte de la garganta entre 12 y 13 cms del largo total de su pene.
Así habíamos estado por alrededor de 10 minutos pero, de un momento a otro Gabriel se me tira encima enderezándome e inmovilizándome desde atrás.
William: ¿Que pasa? – pregunté confundido
Paúl: No te preocupes Wily, que has gozado bastante pero ahora nos toca a nosotros, pero descuida, si lo sigues haciendo tan bien como hasta ahora no te pasará nada.
William: ¿Estás. . . Seguro? – pregunte algo asustado
Gabriel: claro, no vamos a violarte. Solo haremos cosas que tú también quieras. Cuando algo no te guste solo tienes que decir “Rojo” y pararemos.
William: . . . Dale! (esas palabras cambiarían totalmente mi vida)
Apenas había terminado de aceptar cuando la pelvis de Paúl estuvo totalmente pegada a mi cara, su vello púbico se pegó a mi cara y aún sin tener tiempo para reaccionar entendí que los 20 centímetros de pene con 4 cms de grueso se encontraban ahora dentro de mi garganta; sentí arcadas y quise safarme, pero Gabriel me lo impedía, Paúl solo se quedaba allí inmóvil, viendo como me asfixiaba con su pene, jamás había experimentado una desesperación tan grande en mi corta vida.
Paúl: Oyes eso Gabriel? – dijo sonriendo maliciosamente- creo que le gusta
Gabriel: debe gustarle, si no habría dicho rojo, o si?
Paúl: Te vas a alimentar con mi rica leche, – me dijo – no he eyaculado en una semana esperando este momento rafita.
Mis ojos lloraban y enrojecían, la baba escurría irremediablemente por toda mi nuca y pecho, y cuando comenzaba a perder el sentido, el enorme trozo de carne que me asfixiaba salió de mi a excepción del glande (“Si muerdes te mato” alcancé a escuchar), tomé varias bocanadas de aire y cuando me recuperé al intentar decir “rojo” su mástil volvió a hundirse en las profundidades de mi tráquea.
Paúl: Escúchame bien Wily, voy a meter y a sacar mi verga de tu boca muy rápido y muchas veces así que si no quieres morirte mamando guevo (pene) más vale que respires como te enseñé.
Sin terminar su frase, Paúl se aferró a mis cabellos con fuerza, Gabriel me apretó más y al instante Una verga venosa y derecha atravesaba mi nuca de arriba abajo rápidamente (“no respires” me decía), la cabeza se desplazaba a gran velocidad, siempre estaba adentro pero se movía zigzagueando sin detenerse, 30 segundos después comenzaba a quedarme sin aire, Paúl lo notó y sacó su verga hasta la mitad para permitirme inhalar volvió a meterla, esta vez completa pero a un ritmo mas lento, logré adaptarme al mismo y a pesar de estar asustado al menos esta vez no me asfixiaba, (posteriormente haría mío este método para mamar y lo perfeccionaría) La maceta de pene entraba y salía completamente, y Me gustaba no como se sentía sino como me hacía sentir que me lo estuviesen metiendo por la boca, tan adentro, veía de reojo la cara de mi primo y se relamía lo labio, se los mordía y siempre con sus manos firmemente aferradas a mi cabeza; me hacía sentir una puta y me gustaba, el ritmo aumentó su velocidad y con un poco de esfuerzo puede alternar mi respiración; las embestidas pasaron a ser mas fuerte y constantemente sentía pelos en mi boca, todo mi pecho y abdomen estaba lleno de mi propia baba, mi penecito estaba parado y entonces Paúl retiró la mayor parte de su pene excepto el glande.
Paúl: ahora si, tomate tu lechita, y mas vale que no dejes una gota.
No sabía a qué se refería; pero pronto lo averiguaría, tomó mi cabeza con su mano izquierda y con la derecha se masturbaba, su glande palpitaba podía sentirlo bajo mi paladar, se la jalaba frenéticamente sin dejar de ver mi rostro lloroso, tres minutos después las palpitaciones se hicieron mas fuertes y paúl comenzaba a hacer caras raras, mi cuerpo estaba muy caliente, pero su pene lo estaba más. *Palpitar *palpitar – hundió un par de centímetros su verga en mi boca y ZAZ! Soltó un enorme chorro de algo muy espeso de sabor muy dulce que en lugar de desagradarme me resultó un manjar como pocos, lo tragué pero no había terminado cuando un segundo chorro inundó mi baca, luego tres, Paúl soltó su pene y me lo hundió lo mas adentro que pudo soltando otros 4 o 5 chorros de semen que pasaron por mi garganta, esos no los pude saborear; embestía con cada chorro, con cada palpitación, con cada contracción y finalmente lo sacó.
Lo limpié como pude y pude ver el rostro de mi primo Paúl sudado y con ojos enrojecidos como si el orgasmo le hubiese arrancado lágrimas, me sentía exhausto y culpable, pero a la vez al ver todo el placer que le había proporcionado a mi Primo percibí un estado pleno de felicidad, me sentía bien, muy confundido claro pero igual bien. En esta etapa de mi vida no me pude dar cuenta de que ese acto lascivo cambiaría radicalmente mi manera de ver la vida, los hombres, la familia.
Lo único que pude concluir fue que esto seguiría para laaaaaaaaaargo rato, ya que después de probar ese caramelo jamás volvería a vivir sin él dentro mío, fuese de quien fuese. Gabriel esperó un rato antes de limpiarme a mí y a Paúl con su lengua, y aunque había estado excelente en mi debut oral, el plato fuerte apenas estaba por comenzar, el primero de numerosos penes que atravesaría sin piedad mi delicado anito comenzaba a erguirse de nuevo a contraluz de aquella fogata.
Continuará.
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