CUANDO EL AMOR LLEGA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Un saludo cordial y afectuoso a quien se ha detenido a leer estas líneas… Pues bien… Me llamó León y soy mexicano. Tengo actualmente 47 años y quiero compartir con ustedes algo de mi vida…
Desde pequeño fui un niño promedio, gordito, simpático, juguetón y a veces travieso como cualquier niño. A los 9 años, descubrí que tocando mis genitales experimentaba una sensación muy placentera, por lo cual, al ir a dormir, me encantaba tocarme y sentir mi pequeño pene erecto. Me gustaba acariciarlo hasta que me quedaba dormido, muchas veces con la pijama y la trusa bajadas, lo cual me causo problema con mi madre. Mi padre, por su parte, al ser un hombre proveedor de la casa que trabajaba arduamente, era poco el contacto verbal que pudiera tener conmigo como hombre, por lo cual crecí desconociendo muchas cosas de lo que nos ocurre a los hombres en la adolescencia, lo que sentimos, lo que experimentamos, lo que deseamos, en fin, crecí sin saber que me esperaba física y psicológicamente, pues todo lo fui descubriendo por cuenta propia.
Así, a los 10 años descubrí que si agitaba mi pene experimentaba un placer diferente, mucho más agradable que con tan solo acariciarlo. Pasado el tiempo, ya cerca de los 11 años, al estar sacudiendo mi pene, sentí de pronto unas contracciones que jamás me habían ocurrido. Sentí deseos de gritar, sentía que mi pene estaba a punto de reventar, sentía algo diferente, algo raro, pero en extremo agradable, único, algo placentero que me hacia agitar vigorosamente mi pene sin deseos de frenar, recuerdo que esa ves, me revolvía en la cama y gemía mientras agitaba mi pene. Sentía arder mi cuerpo y deseaba como nada quitarme la pijama, sentía deseos de estar desnudo, mas de pronto, grite de placer al sentir que algo caliente salía por mi pene y al mismo tiempo hacia movimientos con mi pelvis frotando mi pene contra las sabanas. Sentí en mi mano un líquido caliente y baboso como saliva, al principio me espante al sentir ese líquido raro en mi mano, pero de pronto, sentí un estado de ánimo muy diferente, algo que jamás había vivido. Me quede muy tranquilo y feliz, por lo que había sentido, no sabía a ciencia cierta que me había pasado, pero lo que si estaba seguro, era que había sentido algo maravilloso, algo rico, algo sabroso, algo que me encanto y que aun a la fecha me sigue gustado como nada en el mundo.
Estaba yo en esa ensoñación, cuando de pronto escuche que abrían la puerta de mi habitación, rápidamente me cubrí y me hice el dormido, quería esconderme para que no me regañaran por lo que había hecho, pero tanto fue mi miedo, que me descubrieron. Mi madre advirtió mi pijama y mi trusa a un lado de la cama y me dijo que era un sucio y que me vistiera. Salió de mi habitación y mi miedo se acrecentó pensando que se lo contaría a mi padre y este vendría a regañarme y quizás hasta golpearme. Pero no pasó nada, pasó el tiempo y mi padre no venia, más de pronto, estando aun desnudo bajo las sabanas, mi pene nuevamente se volvió a erectar y rápidamente volví a tomarlo con mi mano y lo sentí húmedo y pegastioso y mi mano también estaba pegastiosa, no me importo y nuevamente volví a manipular mi pene de la misma manera, con el deseo de volver a experimentar la misma sensación, y para mi fortuna, nuevamente sentí lo mismo, nuevamente sentí que todo mi ser explotaba, y nuevamente sentí salir ese líquido caliente y espeso como saliva, al mismo tiempo que contenía el deseo de gritar y frotaba mi pene fuertemente sobre las sabanas. ¡Guauuuuu! Aun lo recuerdo, esa segunda experiencia fue más intensa y por consiguiente más placentera. Quede tan extasiado que quería volverlo a repetir, pero en eso me llamó la atención ese líquido caliente que parecía saliva, prendí mi lámpara del buro para poder verlo y vi que efectivamente parecía saliva y era pegastioso. No se aun que emociones y sentires pasaron por mi mente, que me lleve ese líquido pegastioso a la boca. Su sabor esa raro pero agradable así que lamí mi mano hasta que no quedo rastro de ese delicioso líquido. De pronto, advertí que mi pene estaba embarrado de ese mismo líquido, así que intente lamerlo. Me era muy agradable el sabor de ese líquido y quería probar más de él, así que hice el intento de lamerlo, pero como estaba algo gordito, la pancita me estorbaba para alcanzar mi pene con la lengua y lamer ese rico y extraño líquido. Así que lo estaba intentando, pero no alcanzaba, hasta que de pronto mi pene se puso nuevamente erecto y con ello mi lengua pudo alcanzar ese sabrosísimo líquido, y por obvias razones, chupe la cabecita de mi pene y me gusto mucho hacerlo y sobre todo, lo que sentía en la cabecita de mi pene. Así que a partir de esa noche me volví un fanático de ese líquido espeso y delicioso, pero sobre todo, de lo rico que sentía mi cuerpo antes y durante la salida de ese maravilloso líquido, al cual le llamé “miel”.
Años más tarde, ya en la secundaria y con 14 años encima, descubrí que el jalarme el pene para sentir rico, se le llamaba masturbación y que era algo normal entre todos los hombres. Así mismo descubrí que esa rica miel, se llamaba semen y que estaba constituida de fructosa, enzimas y proteínas, el cual servía para transportar los espermatozoides y así fecundar a la mujer para procrear hijos. Así que me dije para mí mismo, “órale, soy un caníbal, me como a mis hijos, pero que rica sabe esa miel”.
Una tarde ya con 15 años a cuestas, llegó a mis manos una revista porno en el taller de carpintería en la secundaria y me puse super excitado al verla, pero no por las mujeres denudas o los hombres desnudos, si no por ver grandes cantidades de rica miel. Ver las bocas de las mujeres llenas de miel, me éxito mucho, tanto que sentía ganas de probar mi rica miel. Salí al baño, me masturbe y presuroso devoré la miel. Con el paso del tiempo sentí deseos de introducir mi pene, o sea, sentí ganas de coger, como decían mis amigos de la secundaria. Algunos ya habían tenido relaciones desde los 12 años y otros a los 14 años, y yo, con 15 años y próximo a salir de la secundaria, no había tenido sexo, por lo que llegaron a pensar que tal vez yo fuera maricón y de hecho, mi mejor amigo, una tarde, después del taller de carpintería, me lo insinuó. Para lo cual me sentí ofendido y lastimado, pero a la vez temeroso de que fuera verdad. Así que no se lo negué, ni se lo afirmé y quedo en duda.
Para cuando cumplí 16 años, mi padre me quiso llevar con una prostituta, así como así. Si en años jamás se había detenido a hablar conmigo de padre a hijo y mucho menos de hombre a hombre, porque ahora me salía con esto, llevarme con una puta, ¿por qué? En fin nos hicimos de palabras y me dijo que no quería putos en la casa. Salí de su presencia pensando si era puto o no, pues no sabía que era, si hombre o puto. Pues el término heterosexual y homosexual a esa edad no los conocía. Así que tuve muchas dudas. A los 18 años tuve mi primera relación con una chica de 19 años la cual era mi novia. Fue excitante, hubo faje y sexo. Eyacule dentro de ella, pero al final, me sentí vacio, no sentí ni la decima parte de lo que sentía cuando me masturbaba. Me sentí raro, de hecho molesto, lo cual la chica lo noto y me pregunto si algo estaba mal. Yo respondí que no y me salí dejándola en el cuarto de hotel. Tiempo después terminamos como novios y anduve con una chica también mayor que yo, de 22 años, a la cual le encantaba el sexo y lo sabía hacer de muchas formas. Y de igual manera experimente todo lo que me enseño, pero siempre salí insatisfecho, vacio, raro. Sentía que algo faltaba, sentía que alcanzaba el orgasmo pero no el placer. Así que me volví un hombre “cojelón” como decían mis amigos, todo un semental, pues con cuanta mujer iniciaba una relación, era cama segura, de hecho, no tenía que esforzarme mucho, pues en varias ocasiones de ellas salía la insinuación.
Pero con el paso de los años mi soledad y mi vacío se acrecentaban, a tal grado que empecé a buscar mujeres con más experiencia. Un amigo me recomendó, una casa de citas en Polanco, donde había mujeres muy pero muy caras, pero todas unas damas con experiencia en casos difíciles como el mío. Así que fui, me bote un buen de dinero y tuve sexo con la experta en casos como el mío, y para mi desgracia, salí igual que en las veces anteriores. Solo obtenía placer pleno y extenso cuando me masturbaba, pero con una mujer quedaba vacio, frustrado, insatisfecho, aun y cuando llegue a tener hasta 10 penetraciones en una tarde con una chica, lo cual resultaba satisfactorio para las damas y de hecho me buscaban para tener sexo, pero lo que no sabían, era que con cada penetración, quedaba insatisfecho y la misma insatisfacción, me hacia querer penetrar una y otra y otra y otra vez, hasta alcanzar el placer. Pero resultaba desesperante el penetrar, eyacular, sentir el orgasmo y no experimentar el placer, lo cual me hacia penetrar cada vez con más fuerza y vigor, lo cual excitaba a las mujeres haciéndolas bramar de placer y yo, insatisfecho cada vez. Así que acudí a un médico y le explique mi caso y después de varios análisis y pruebas psicológicas, me dijeron que funcionalmente estaba perfecto y psicológicamente también, lo cual fue frustrante para mí. Pero que emocionalmente, no me había enamorado de ninguna de las mujeres con las que he tenido relaciones y que ello, pudiera ser el factor que me impide llegar al placer aun y cuando se experimente el orgasmo.
Para lo cual le dije, que entonces por qué al masturbarme experimentaba la plenitud y el placer sublime y me sentía de maravilla. Entonces el médico me dijo que al incursionar en la masturbación, cree un lazo afectivo con algo. Me preguntó que qué hacia cuando me masturbaba. Para lo cual le respondí, que siempre, desde mi primera vez, cuando niño, abrazaba fuertemente mi almohada durante la masturbación y que al eyacular besaba y restregaba mi almohada en mi cuerpo y que después del orgasmo y el placer, me gustaba estar abrazado a mi almohada y sentir el calor suave de mi cuerpo que se trasmitía en ella. Y que a la fecha, tenía el mismo comportamiento al masturbarme. Para lo cual me dijo el psicólogo que ahí estaba el punto clave del problema. Desde niño cree un lazo afectivo y amoroso con la almohada al masturbarme. Me dijo que de niño volqué todo mi amor, mi sentir, mi deseo y mi pasión en ella al momento de experimentar la masturbación y que para poder subsanar el problema después de tener sexo con las mujeres, debería enamorarme para poder transmitir todo mi sentir, mi deseo y mi placer en esa mujer y poder quedar pleno después del sexo.
Así que con el problema al descubierto, trate de relacionarme sentimentalmente con las mujeres antes de tener sexo, pero en 10 años de intento jamás lo pude lograr. Hubo quien me dijo que a lo mejor era homosexual y que debería experimentar con un hombre para saber si después del sexo con él, experimentaba la plenitud y el placer que no alcanzaba con una mujer. Lo cual jamás intente, pues para nada me atraían los hombres. Guáchala, pensar en tocar y besar un hombre la verdad me daba nauseas. Pasó el tiempo y más o menos sentía algo de afecto por una chica, 3 años menor que yo, nos tratamos, y con el tiempo nos hicimos novios, llegamos a tener relaciones y para mi mal, volvió a pasar lo mismo que con las mujeres anteriores. Así que seguimos la relación, pero evitaba en lo máximo posible llegar a la cama con ella, ya que en una ocasión, me sentí tan mal, después del sexo, que sentí deseos de salir corriendo y perderme en el mundo. Así que terminamos la relación y me concrete únicamente a darme placer mediante la masturbación.
Así paso el tiempo y un día en el trabajo, me ocurrió algo extraño. Mi jefe inmediato me comisionó para que instruyera a un nuevo miembro de trabajo, en el manejo de las maquinarias que se utilizaban. Era un chavo como de 29 años, moreno, regordete, con una enorme sonrisa en el rostro y dispuesto a aprender el manejo de las maquinarias. Así que lo instruí en cómo debería operar las maquinarias y los equipos, así como los cuidados que debería tener con ellas. Con el paso de los días nos hicimos buenos amigos, platicábamos de muchos temas mientras trabajábamos, salíamos a comer juntos y poco a poco le tome un gran aprecio, sentía que había encontrado un buen amigo, lo cual así fue. Pero una tarde en que a él le toco trabajar bajo el ardiente sol de una tarde calurosa de verano, al regresar y entregarme los informes de trabajo, al acercarse a mí, percibí el olor de su piel sudada y al instante tuve una fuerte erección, la cual quise disimular sentándome detrás del escritorio. Me ruborice como un colegial cuando tiene una erección espontanea y no sabe qué hacer. Ya cuando él se retiró, me sentía aturdido, pensaba en por qué me había pasado eso, para lo cual inferí que tal vez había sido el estrés del día, pues en otras ocasiones bajo estrés laboral, había tenido erecciones espontaneas, y de hecho, había tenido que masturbarme para liberar un poco la tensión, a lo cual no le di más importancia de la necesaria.
Pasado el tiempo, tuvimos que quedarnos a trabajar en el turno de la noche para sacar a tiempo la producción. Así que trabajando juntos, esa noche se descompuso uno de los inyectores de la maquinaria y fue necesario repararla inmediatamente para evitar un retraso. Durante la reparación, fue necesario que él me pasara una llave española de 1/16 de pulgada para ajustar la calibración, pero como me encontraba por debajo de la maquinaria, fue necesario que él también se pusiera por debajo de la máquina para hacerme llegar la herramienta. Y así lo hiso, pero el espacio tan reducido propicio que nuestros rostros quedaran a escasos centímetros uno al lado del otro, y cuando me estaba pasando la herramienta que le había solicitado, percibí nuevamente el olor de su piel sudada y la proximidad del calor de su rostro, propicio en mi una fuerte erección y al mismo tiempo sentí el deseo de besar su mejilla. No sé cómo pude contenerme, pero lo logre. Al darme la herramienta y retirarse, lo seguí con la mirada y por primera vez en mi vida sentí algo que jamás había experimentado, sin más, al verlo alejarse, comencé a llorar, era un llanto con un sentimiento muy profundo. No sabía que me pasaba, estaba absorto en su figura, mirando como a cada paso se alejaba y se hacía más y más pequeña, hasta perderse tras una puerta. Y yo ahí, con una maquina descompuesta la cual requería de una rápida, pronta y certera reparación, una fuerte erección, un deseo por besarlo y un llanto que no sabía cómo explicar. Más un chorro de aceite sobre el rostro me volvió a la realidad del momento y rápido y certero repare el inyector de la maquinaria para continuar con la producción. Una vez resuelto el problema, salí de debajo de la maquina y me dirigí a la regaderas a darme un baño para desaturdir mi cerebro y limpiar mi sucio cuerpo.
En las regaderas lo volví a ver, él salía presuroso, pues me había comentado, tenía un compromiso familiar al cual no podía faltar. Nos despedimos como siempre con un apretón de manos, y al hacerlo, aspiré profundamente tratando de percibir el olor de su piel sudada, pero no fue posible, ya que iba perfectamente bañado y perfumado. Cansado, triste y sin comprender que me pasaba, me duche por más de media hora, como si quisiera que el agua lavara mis pensamientos y sentimientos encontrados. Termine la ducha, y mientras me vestía observe a mi alrededor y pude ver los cuerpos desnudos de mis otros amigos y compañeros, de hecho, de dos amigos que estaban desnudándose para ducharse, percibí el olor de sus cuerpos sudados y no me paso nada, de hecho me dio algo de repugnancia su olor. Salí de las regaderas pensando que me había pasado al estar junto a mi buen amigo. La primera vez lo atribuí al estrés, lo cual ya me había pasado. Pero en esta ocasión, además de la fuerte erección y sentir el calor de su rostro junto al mío, sentí deseos de besar su mejilla y sobre todo, porque ese llanto. Me preguntaba camino a casa, ¿qué me está pasando? Esa noche no dormí pensando que a lo mejor era homosexual y me gustaban los hombres, así que decidí acercarme a otros hombres para ver si sentía lo mismo que con mi buen amigo. A la mañana siguiente, programe todos los chequeos de los sistemas de refrigeración por la parte externa de la planta de producción y en esta ocasión en lugar de esperar los reportes tras un escritorio, decidí supervisar personalmente las obras. Así que cuando el sol estaba en todo su apogeo, procedí a realizar las supervisiones, pues para ese tiempo ya todos deberían estar con los cuerpos sudados. Salí presuroso y me tope con todo tipo de olores y con ninguno me paso absolutamente nada, eran hombres sudados comunes y corrientes, los cuales olían a hombre como cualquiera. Ya más tranquilo y de regreso a la oficina, vi a lo lejos a mi gran amigo el cual llegaba con una turbina de la planta de Xalostoc Edo. de México, la cual había que dar de baja y enviarles lo más pronto posible el repuesto correspondiente.
Presuroso, se acerco a mí para notificarme de los hechos y como siempre, nos saludamos con un fuerte apretón de manos, pero enseguida, el me dio un fuerte abrazo, y al oler su piel sudada, como en las dos ocasiones anteriores, mi pene se erecto fuertemente y al sentir entre mis brazos su cuerpo caliente y húmedo por el sudor, volví a sentir un fuerte deseo por besarlo, por apretarlo a mi cuerpo e impregnarme de su olor, de su sudor. Esta vez, me fue imposible contenerme, lo apreté fuertemente a mi cuerpo y lo bese apasionadamente en la boca, al mismo tiempo que restregaba mi pene erecto sobre una de sus piernas. Todo fue tan rápido, que como un chispazo, lo aleje de mi cuerpo, lo tome de los hombros y le pedí perdón mirándolo a los ojos. Yo esperaba un golpe de su parte o un insulto o un reproche, cualquier manifestación de rechazo, pero no fue así. Por respuesta me sonrió, tomo mi mano y me dijo fuertemente “yo también te quiero como tú me quieres”, al escuchar esas palabras de sus labios, sentí en mi corazón lo más hermoso del mundo, lo estreche contra mi pecho y lo bese en los labios como jamás había besado, lo que sentía no era pasión y mucho menos deseo, era otro sentimiento, un sentimiento que en esos momentos no podía definir. Fue algo tan hermoso sentir sus labios, su calor, su sudor y su cuerpo tan cerca al mío, que eyacule, y fue lo más maravilloso del universo.
Aun recuerdo ese momento tan especial en mi vida, fue un placer que jamás experimente con ninguna mujer, fue un placer cientos de veces más gratificante y placentero que la misma masturbación y por fin, en un instante que duro unos cuantos segundos, había podido experimentar el placer que da el orgasmo, por fin me sentía vivo. En esos instantes no nos importo que los demás amigos y compañeros de trabajo nos hubieran visto, solo nos importaba lo que estábamos viviendo y sintiendo el uno por el otro en esos momentos. Al volver a la realidad, y tomados de la mano, nos dimos cuenta que nos estaban viendo. Algunos se rieron y se dieron media vuelta, otros asistieron con el pulgar en señal de victoria y también se retiraron y otros más solo se retiraron. Nos quedamos solos en el patio de descarga de la planta, tomados de la mano y sin saber que decir. Nos mirábamos a los ojos como queriendo que ese momento jamás se terminara. Pero el silbato de la industria vecina que indica el término de la jornada laboral, nos saco de ese hermoso trance y nos dirigimos hacia la salida, no checamos, no nos cambiamos de ropa y mucho menos nos aseamos. Solo nos dirigimos hacia mi auto, abordamos en él y nos dirigimos a mi casa. Nadie articulaba una sola palabra, tan solo nos concretábamos a sonreír, intercambiar miradas y a tomarnos de la mano. Al llegar a mi casa, aun sin hablar una sola palabra, lo conduje a mi cama, lo bese, nos desnudamos e hicimos el amor, no de una manera apasionada, no de una manera desenfrenada y mucho menos tratando de satisfacernos sexualmente de una manera rápida. Si no que nos amamos de una manera, suave, delicada, llena de ternura, de amor, de cariño, algo que jamás había experimentado y algo que jamás había hecho con una mujer, esa fue la noche de amor más hermosa de mi vida. A la mañana siguiente no fuimos a trabajar, el llamo a la casa de sus padres para avisarles que estaba en la casa de un amigo y que iría el fin de semana.
Ese día nos la pasamos desnudos, acariciándonos, besándonos, mirándonos a los ojos y disfrutando de cada caricia. Recuerdo que bese sus labios y al sentir su pene erecto en mi pierna, mis labios buscaron tan hermoso ejemplar. Era la segunda vez que chupaba un pene. La ves anterior, cuando niño, me había alcanzado a chupar, con mucho trabajo, la cabecita de mi pene y ahora, tenía a mi alcance y a mi entera disposición el pene completito del hombre que me había hecho sentir vivo. Se lo chupe hasta que eyaculo y el sabor de su miel era tan delicioso que lo compartí con él en un rico y tierno beso. Eyacule en su boca y también compartió la miel de mi pene en un rico beso. Era tanta la pasión y el deseo, que al estar haciendo un 69, llego a mí, el olor de su ano sudado, fue un olor tan rico, que ávidamente mi nariz y mi lengua fueron en su busca y al verlo todo morenito, peludito y tan ricamente oloroso, lo único que hice fue devorarlo ávidamente. Jamás había hecho un beso negro, algunas mujeres me lo pidieron, pero el olor de su trasero me repugnaba y jamás lo hice. Pero en esta ocasión todo era diferente, ahora era el olor el que me había incitado a realizar un beso negro y el ver su ano, oscuro, lleno de bello y con un olor único, no podía resistirme ante esa belleza. Nos amamos y nos penetramos mutuamente muchas veces en ese día. Y no me explicaba porque si siempre penetré, ahora me dejaba penetrar. Y la verdad, el sentir su cuerpo, su olor, su calor, sus besos, el amor, la pasión y el deseo que sentía por él en cada beso y en cada caricia, fueron creando en mí, el deseo de sentirlo dentro de mí. Ese deseo fue tan intenso, que yo mismo le pedí, que me hiciera suyo, que me penetrara y eyaculara dentro de mí, y así fue, cuantas veces, no lo sé, pero lo que sí sé, es que con cada vez que me penetraba, yo sentía el deseo de penetrarlo y eyacular en él. Días después se fue a vivir a mi casa y por ocho años vivimos el amor más hermoso y bello que dos hombres enamorados pueden darse mutuamente. Hasta que un día un accidente fatal en la industria donde laborábamos, termino con su vida y la de otros compañeros.
Ese fue el día más triste de mi vida, ni aun cuando murió mi padre, sentí tanto dolor y tanto vacio como cuando murió mi esposo amado y digo mi esposo, porque un año antes de su partida nos casamos y estábamos por adoptar a un pequeño jovencito de 8 años de edad como nuestro hijo. Lo cual no se llevó a término, ya que con la muerte de mi gordito, se disolvió automáticamente el contrato de convivencia civil que nos unía legalmente como pareja y por tal motivo no se me dio la adopción del pequeño que sería nuestro hijo. Los abogados de la empresa donde trabajo me apoyaron para pelear la adopción, pero no fue posible, lo único que conseguí es el permiso para ver al niño y apoyarlo en sus estudios, hasta que alguien lo adopte. Lo cual no ha ocurrido y estoy en pugna por conseguir su adopción ahora que es ya un jovencito muy guapo y muy estudioso de 14 años, al cual sostengo y al cual quiero como si fuera mi verdadero hijo. Y lo más hermoso es que él también me quiere como el padre que nunca conoció. Nos queremos como padre e hijo, pero no podemos vivir juntos y ser una familia. Espero que este año pueda ganar el pleito y esta navidad viva junto con mi hijo al que tanto ama mi corazón.
Con la perdida de mi gordito lindo, se fue mi vida. Tengo el amor de mi familia, de mis amigos, de mis compañeros, del hijo que amo, de mi Dios amado al que le doy las gracias por permitirme conocer el amor. No importa que haya sido en un hombre, por que el amor no tiene edad ni tiene sexo, por que cuando se ama de verdad no importa nada más que estar junto al ser amado, sin importar si es del sexo opuesto o del mismo sexo, si es mayor o menor en edad, eso no importa, cuando existe un amor verdadero.
El perderlo ha hecho que una parte de mi este triste y sola. Cinco años después de su partida, lo sigo amando como el primer día y me es difícil estar sin su presencia. Mi madre y hermanos, mis amigos y compañeros, mis jefes, mis suegros y aun mi amado hijo de 14 años, me piden que ya no este triste, que rehaga mi vida y que busque nuevamente el amor, pero me piden un imposible, como amar a otra persona cuando mi corazón está ocupado, como rehacer mi vida cuando se que los hombres y las mujeres no me gustan, no me hacen sentir vivo. Pero por qué, él sí me hiso sentir y vibrar en sus brazos, por qué si es un hombre y no una mujer. No lo sé, será acaso porque de él me enamore y sigo enamorado. Mujeres y hombres se me han acercado en plan de entablar una relación, pero mi corazón, mis pensamientos y todo mi ser aun le pertenecen y le pertenecerán por toda la eternidad, pues yo creo en la vida después de la vida y un amor tan grande como el nuestro no puede terminarse con la muerte de él. La muerte no tiene el poder suficiente para arrebatar de mi corazón el amor que Dios puso en él. Y por ello viviré el tiempo que me este destinado en este mundo hasta que llegue el día en que Dios me permita estar otra vez a su lado, hasta el día en que pueda volver a olerlo, mirarlo, sentirlo, besarlo y amarlo por toda la eternidad.
Sé que soy un hombre muy sexual, pues desde niño me encanto la masturbación, pero si otro hombre no me interesa y una mujer no me hace sentir vivo, el masturbarme abrazando mi almohada imaginando que esa almohada es él y que puedo besarlo y acariciarlo, en mi ser, siento el amor y el placer más hermoso del mundo y así esperare hasta encontrarme nuevamente con él.
Gracias Dios por este hermoso amor que depositaste en mi corazón…
Sé que muchos se reirán y se burlaran de lo que han leído y harán comentarios despectivos, burlones y sarcásticos de ello, pero no importa, pues esas personas son almas vacías que jamás han conocido el amor y su opinión no tiene ningún valor cuando se desprecia y se humilla el sentir del ser humano.
Y aquellos que están en busca del amor, solo les digo, que no lo busquen más, confíen en Dios y verán que a su vida llegará de la manera más insospechada posible.
Y para aquellos que tienen el amor, cuídenlo y vívanlo intensamente cada día y cada instante de sus vidas, porque no sabrán cuando habrá de partir.
Los ama y respeta… León
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