Cuando fui albañilerito
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Llegabamos muy temprano y dejaba arrinconada mi bicicleta, me cambiaba de ropa ahí se encontraba Javier el hijo de mi maestro albañil por aquel entonces Javier ya era mayor de edad, usábamos las herramientas menores y colocábamos niveles siempre trabajamos con shores, nos quedabamos viendo las entrepiernas nos salía una risa pícara, allí juntos, me pasó la mano por la espalda recorriendo hasta llegar a mi culo, me gustaron sus intenciones pero me hice el que disimulaba delante de los demás sin que ellos nos vieran, al principio pensaba que todo era un juego pero cada vez se hacía más seguido.
Su papá se retiraba con los demás yo me quedaba con Javier arreglando las herramientas cuando de repente me dice que subamos al piso mayor que quería decirme algo al llegar me abrazó se bajó el short y me mostró la vergota que tenía, me dijo que si deseaba culiar, que me lo haría rico, al principio le dije que no pero de tanto abrazo logró hacerme acostar en el piso y me culió vestido después me bajó rápidamente el short me vi con la verga descubierta giré sobre el piso y ya tenía el cuerpo de Javier sobre mi espalda con su pene caliente que pasaba por todo mi culo me decía que me quedara quieto que tenía un rico culo fue rápido su culeo pues botó enseguida el semen al suelo. Bajamos las escaleras sin decirnos algo, de vez en cuando en la semana al quedarnos solos subíamos a culiar cada vez con nuevas poses como la de sentarme sobre su pene aplastándolo con mi culo moviendo la cadera a todos lados revolcándonos sobre el piso con alegría besándonos el cuerpo. Una vez estando solos agarró mi cabeza llevándola a donde estaba sentado con su verga bien larga pasándome el glande por mis labios, me hizo abrir la boca haciéndola entrar me decía que la chupe como golosina, tenía un sabor raro tenia un cebo blanco con olor a orina, se la tuve mamando por largo rato, se torcía del placer hasta que él botaba el semen.
Cierto domingo por la mañana fui a cobrar mi semana a la casa de Javier, me atendió su hermanito Paúl diciéndome que estaba solo, me decidí a esperar leyendo una revista, ya pasaba un rato cuando este chiquillo travieso se acerca se pega al espaldar de la silla haciendo sobar su pene vestido me decía palabras detrás de mi llegando ese aire a mi cuello que me hizo parar la verga, la voz de ese chiquillo me era agradable, me pidió que le bajara un juguete del aparador lo alcé en peso y al bajarlo lo tuve junto a mi frotando con ademanes de culiarlo, ambos teníamos confianza y ya más antes le había culiado pero vestido, Paúl aceptaba deliciosamente mis caricias, le dije que fueramos a la cama suya a culiar, ambos nos metimos las manos por dentro de la ropa urgando nuestras vergas para que se pusieran tiesas, nos quitamos la ropa de abajo, vimos nuestras vergas bien largas, Paúl se puso en cuatro a filo de cama apreciaba ese culito esperando que mi verga le pasara sutilemente en forma lenta al principio y después rápida hasta que se me vino el semen chisgueteándolo en el piso después me dejé que Paúl frote la verguita por mi culo, este chiquillo se movía a lo loco sobre mi espalda me apretaba sobre la cama sentía delicio su cuerpo hasta que de repente la voz de Javier se escucho acercarse alcanzamos solamente a ponernos los interiores, al vernos se rió, salí de su casa sin mirarlo a la cara lleno de vergüenza.
Pasaron varios días, Javier se había convertido en un bloque de hielo en nuestras conversaciones limitándonos al saludo, en uno de esos días me acuerdo que me ordenó la limpieza de una moladora y una cortadora de cerámica cuando ya me iba a casa me abrazó de la cintura yo le respondí de igual forma, le pedí discúlpas no me dejó que siguiera hablando subimos a nuestro lugar de encuentro sexual, donde nadie pudiera ver nuestra pasión desenfrenada, me dijo que le pertenecía que me iba a amar y recordar por siempre, Javier no se equivocó esa vez, nos quitamos la ropa besándonos por todo el cuerpo hasta caer en el piso revolcándonos sobre saquillos, llegó el momento de ponerme en cuatro para que mi culo sintiera frotar la verga de Javier pero esta vez fue especial pues me abrió las nalgas apenas para que sintiera entrar la cabeza de su verga por mi culo, apreté las manos y dientes saliéndome pujes y gemidos fuertes, sabía que me estaba rompiendo el culo, me negué a que continue haciéndolo, pero seguía metiéndome la verga, cada movimiento dentro de mi culo era un grito o gemido no lo hizo tan delicadamente pero sin embargo sentía que no podía soportar las embestidas y penetradas de su deliciosa verga, no soporté más y del dolor me salieron lágrimas, era una cosa terrible, quería que dejara en paz mi culo pero Javier seguía dándome verga por detrás, el dolor era cada vez más intenso, me asusté cuando dentro de mi sentí un liquido mojando mi culo, me dieron ganas de cagar y a la vez de orinar, me dolía el estómago, había sido sensacional para él haberme roto el culo y como prueba Javier se veía esa vergota mojada de semen algo rosado por la mezcla de mi sangre, cagué babas blancas sanguinolentas con orina amarilla, Javier me dejó solo con mi llanto.
Al día siguiente y lo que restaba del mes no vi a Javier en el trabajo, nos topamos en la calle, me dijo que había conseguido un trabajo de oficial de un bus intermunicipal, me confesó que le dio miedo que yo lo denunciara pero le dije que guardé en secreto a mi familia eso que me había pasado por vergüenza. Verdad es que le di mi culo por un par de ocasiones más haciéndome más homosexual, ahora después de casi diez años recuerdo esa primera vez con excitación y es inconfundible su verga con las que ahora pruebo con amigos de mi edad.
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