Cuando la aventura te lleva al arrepentimiento… Y a la sala del doctor. [Real]
Me ganó la curiosidad, em morbo y el deseo; todo ello me terminó jugando en contra y terminé teniendo una experiencia inolvidable por no las mejores razones..
Esta experiencia es de esas que no olvidaré posiblemente.
Recuerdo la hora y el lugar y muy vagamente la cara del sujeto que fue partícipe de esta experiencia.
Había cruzado una línea delgada, ya no era solamente desde la privacidad de mi casa en la que intercambiaba mensajes. Rodrigo, así se hacía llamar el hombre maduro de alrededor de 52 años, me escribía calmado a mis miedos e inseguridades.
Nos habíamos conocido de manera muy casual en cierta red social, ambos con cuentas y nombres falsos, obviamente. Había tardes en las que hablábamos por horas, yo en la soledad de mi hogar y él desde su trabajo del cual salía alrededor de las 6 de la tarde y perdíamos comunicación hasta el siguiente día de horario laboral.
Yo, un universitario solitaria, tenía, o tuve, ustedes juzguen, una adicción a la pornografía de ya años, adicción que me había llevado a quebrarme de maneras algo muy morbosas y compartir conversaciones, entre otras cosas, de carácter altamente sexual con todo tipo de personas, en especial hombres. Ya a mis 22 años continuaba con esta pésima acción mía, indagar en demasiada pornografía, no poder controlarme y terminar hablando con hombres sobre lo que veía o comenzaba a querer; A querer más… Porque me volvía insaciable.
Demasiado tímido en persona, queriendo mantener mi sentido anónimo, nunca di la cara, pero si otras muchas otras, me guardaba atrás de un nombre ficticio y llegaba a rozar la locura de hablar con personas de mi mismo país poniendo en riesgo mi privacidad, ustedes ya saben de qué va eso.
Rodrigo, maduro con el que ya había hablado semanas, quería tener algo conmigo; le gustaba leerme hablar de cómo mi intenso libido me había empujado a querer experimentar con hombres. Yo, todo solitario, me comenzaba a caer en sus palabras que generaban aparente confianza. Siempre me consideré heterosexual, pero tal vez por problemas que hasta ahora no resuelvo, desarrollé hiper sexualidad que me terminaba jugando en contra, una tras otra, tras otra vez.
Rodrigo me ofrecía seguridad, que él tampoco quería que se conozca sus deseos, sus intenciones, que él haría todo a oscuras. Accedí a encontrarnos un día después de su trabajo ya cayendo la noche.
Cuando llegué al punto de encuentro, él estaba dentro de un auto gris, no muy grande, pero tampoco diminuto. Yo parado en una esquina esperando nervioso a que aparezca, con el corazón latiendo a más no poder, mis nervios no podían más. Una ligera palmada en la espalda y al darme la vuelta me encontré con un señor casi calvo y con lentes, no mentía sobre su edad, o tal vez sí, pero no por mucho. Errores como subir a su auto de inmediato fueron de los primeros que cometí.
No, aquí no sucedió todavía nada, conversamos un poco, yo sin el atrevimiento de decir nada, absolutamente nada de lo que habíamos conversado por mensaje. Le había enseñado mi culo más de una vez, mi torso y él había respondido de manera excesivamente morbosa, me creó inmenso deseo, y aún así ahí sentado en su auto, no me atrevía ni decir palabras corrientes.
Me preguntó si me sentía cómodo, que qué podía hacer él para mejorar la situación y puso su mano en mi muslo de manera muy delicada. Me repitió una y otra vez que ya nos vimos y no tenía que pasar nada.
«Eres muy lindo, un chico muy guapo, si hoy no estás listo está bien» – Rodrigo
Asentí con la cabeza y le agradecía, le dije que seguiríamos en contacto, él me pidió un beso de despedida, al cual no accedí.
Pasaron semanas, seguíamos hablando con mayor irregularidad. En las mañanas, algunas en las que mi cabeza de abajo era la que más pensaba, ingresaba a mi cuenta falsa e intercambiaba mensajes con él desde un trabajo a tiempo parcial.
Un día le hice una jugarreta, le dije que ya había tenido mi primera vez y me fue muy mal, que apenas podía sentarme en el trabajo a, bueno, trabajar, y que me dolía mucho. Inmediatamente él se ofreció a llevarme al doctor o al menos comprarme alguna medicina. Rodrigo jugaba muy bien su papel, y aunque yo también, era más fácil verlo tan dedicado y yo creyendo que tal vez sería la vez que perdería mi virginidad anal con un hombre.
«Te mentí, no tuve nada con nadie, no tuve mi primera vez, sigo nuevo» – Yo
Rodrigo se sintió aliviado, él quería la oportunidad de tomar mi virginidad anal.
Un par de días más y no aguanté… Rodrigo no estaba, no contestaba, así que terminé «solucionandolo a mano propia».
Mi libido ya no podía más, mi locura desbordaba y fantaseaba lo que este señor maduro podría hacerme. Al día siguiente retomamos la conversación. No le comenté que mi deseo desbordaba… Hablé de manera muy indistinta cómo me sentiría cómodo en un encuentro.
La verdad era que parte de todo esto era salir de mí mismo, y al sentirme así, yo varón, no sabía si lograría ser el encuentro picante que Rodrigo deseaba. Le mencioné que si le gustaría que me pusiera ropas femeninas para el encuentro, que eso me haría sentir «fuera de mi» y lo más seguro que podría soltarme con él. Se negó, él quería hombres, varones…
DEsilucionado, trataba de mantener la calma y no aceptar sumisamente la situación, pero después de un par de días hablando, parece que Rodrigo también necesitaba el encuentro.
«Está bien, ponte lo que gustes, iremos a pasarla bien. Donde la otra vez, apenas salga del trabajo ¿Si?» – Rodrigo
Mi pene me picaba, sentía el deseo, los nervios, la excitación de lo sucio que podría llegar a suceder. Tome´una fugaz ducha, rasuré parte de mi cuerpo dejándome bastante lampiño, el culo era lo más importante. Empaqué las ropas femeninas que tenía ocultas y para no perder los ánimos, puse un video porno en mi celular, uno de mis favoritos, y lo veía en el camino a encontrarme con Rodrigo. En mi caminata no había mucha gente alrededor, iba con medias y tanga dentro de mi pantalón y en mano un sucio video porno. Ya me acercaba, pude ver su auto, el que recordaba.
Rodrigo abrió la puerta al reconocerme, me saludó y me notó nervioso, me dijo algunas palabras para calmarme y luego encendió el auto para dirigirnos a un motel.
Pasadas unas cuantas cuadras notó que mis nervios eran demasiado y dejó de decir algunas frases para calmarme, solo continuó con «ya casi… Ya nos divertiremos».
Un susto enorme cuando pasó de largo el motel al cual habíamos acordado ir, aceleró por la avenida la cual era más extensa y cuando logré disipar algo de mis nervios le dije «¿No íbamos al motel?»
«Ese es muy concurrido, muy poco discreto… Iremos a otro» – Rodrigo
Me comencé a poner nervioso por todas las razones incorrectas, pero Rodrigo cumplió, entró a un motel algo más alejado y oculto que se veía incluso mejor que el que yo tenía en mente. Me pidió que bajara la cabeza al ingresar para que no vean a dos varones en el coche. Parqueó el auto y me dijo «sube tú primero y revisa que todo esté cómodo, cerraré el auto».
Ingresé a la habitación, mediana de cama grande, colores crema en las paredes y sábanas, una televisión colgada de la pared con un anuncio al costado de que había acceso a un canal porno. Rodrigo entró después y comenzó a hablar de que todo se veía en orden.
«Puedes cambiarte, yo me pondré cómodo» Rodrigo
Ingresé al baño, uno en realidad bastante pequeño y mientras mi pantalla de celular mostraba a la hermosa mujer siendo muy sexi, me puse lo que faltaba, un brasier, un enterizo y un top, una falda que combinara.
Respiré profundamente y salí del baño, Rodrigo estaba solamente en pantalones de terno, me miró y se sorprendío
«Estás muy linda» me dijo.
Se acercó y me comenzó a tocar la cadera, mis nervios me ganaban, sentía que no podía moverme.
«Podemos poner el canal porno ¿Por favor?» le perdí, accedió de manera animada, se acercó a buscar el mando y comenzó a intentar cambiar de canal. Tal vez era su edad o tal vez también estaba nervioso, pero no pudo cambiar de canal, su actitud y sequedad se comenzaban a hacer notar.Me acerqué y en dos presiones de botón rápidamente encontré el canal porno.
Ya podía ver a otra hermosa mujer siendo servil a un hombre, me sentí algo más cómodo.
Rodrigo se acercó de nuevo y me volvió a agarrar por la cadera, me tocaba y al principio me gustaba.
Intentó besarme, tal vez de una manera muy brusca que apenas sentí su barba a medio crecer me comenzó a dar algunas arcadas y no pude continuar besándolo, él sí, bajó por mi cuello, por mis pezones y me dirigió a la cama.
Yo con la espalda clavada en la cama, Rodrigo se quitaba los pantalones y los boxer, todo fue rápido, muy poco climático.
Se acercó tocándose el miembro, masturbándose y diciéndome que lo chupe mientras se acercaba de manera cada vez más brusca a mi rostro.
Me sentí muy incómodo, no podía y le rechazaba con mis gestos de disgusto. Me tocaba más, pasaba sus manos masculinas por mis ropas femeninas quitándolas sin cuidado. Solamente quedé en tanga, medias y el enterizo a medio quitar en mi parte superior.
Escupió sus dedos y comenzó a tocarme el culo, quería encontrar mi ano, lo logró, pero sus toqueteos eran tan poco cálidos que tocaba alrededor sin un objetivo aparente. Continúaba masturbándose con la otra mano, otra vez con una voz tosca y autoritaria pero a la vez muy jadeante me decía «CHUPALO, CHUPALO».
No podía, no sentía ese cuidado que Rodrigo había mostrado en nuestras conversaciones, me sentía incómodo, con disgusto.
«Te lo voy a meter» – Dijo Rodrigo de manera muy firme, no podía ver condones por ningún lugar, comencé a poner mis piernas de manera que no se acercara. Se enfadó al ver que no se lo chuparía ni dejaría que me lo introduzca, tal vez podría haber aceptado si veía algo de excitación, de caricias y cuaqluier cosa que me ponga de humor correcto para que me tomara, pero no, ni siquiera había un condón a la vistacon el que podría ingresar a mi.
Con una expresión enojada se abrió paso hasta mi pene y masturbó el suyo de manera muy busca y eyaculó sin ningún aviso previo en mi pene, testículos. Algo escurrió por debajo de mis huevos, pero me di la vuelta poniéndome de cuatro mientras él se daba la vuelta y se limpiaba el pene.
Cuando se dio cuenta que estaba en esa posición, jadeó algo enojado y comenzó a dar pasos lentos a mi. Yo con su semen en mi cuerpo, mem masturbé viendo la pantalla del televisor. Sentí su dedo seco, brusco y enojado penetrar mi ano, me hizo perder total excitación y ya no sentía que podría eyacular, cuando me vio bajar el ritmo, simplemente sacó su dedo y se fue al baño, apenas sacó su dedo yo me sentí seguro de nuevo y eyaculé en un par de segundos.
Salió del baño sin decirme nada y empezó a vestirse. Hice igual después de guardar todas mis prendas femeninas e ingresar al baño.
Bajamos al auto en silencio, sin intercambiar palabras subí adelante y salimos sin que me pidiera de nueva que me ocultara.
Todo el camino en silencio, o al menos así lo recuerdo, que no quería dirigirle la palabra, llegamos al punto donde nos encontramos, paró el auto y yo bajé sin despedirme.
Me sentía asqueado, incómodo y sucio pero no de la manera que había fantaseado.
Llegué a casa y me volví a masturbar pensando en lo asqueroso que me comporté.
No quería volver a escribirme con Rodrigo, él tampoco me volvió a escribir.
Dos semanas después comencé a notar un par de ronchas saliendo alrededor de mi miembro, justo donde Rodrigo había eyaculado. No lo pensé dos veces y fui al doctor quién me terminó diciendo que era una infección, una reacción desaforable de mi cuerpo a «algo». No era nada mortal, pero sí muy incómodo.
Después de semanas con medicamentos, desapareció cualquier otro rastro de esas ronchas.
Pasó el tiempo y noté que la cuenta de Rodrigo ya no existía.
Todavía pienso en él, así como pueden leer, algunas veces cuando pienso en mis experiencias con hombres, otras veces fantaseando de manera muy sucia pensando en todo lo que podría haber salido bien… Pensando como podría haberme hecho su amigo y chuparle el pene en el auto, como el podría haber adoptado esa manera busca de tratar cuando finalmente yo me sienta cómodo con él y me manosee a su gusto, cómo podría estar teniendo sexo con un maduro como él regularmente.
Más de una vez eyaculé fantaseando en lo que podría haber sido…
Más de una vez eyaculé fantaseando en ese hombre.
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