Cuando mi amigo vio, cómo me comía su verga con los ojos, me preguntó ¿Quieres comértela?.
Un par de amigos salen de camping, y uno de ellos no deja de verle la verga al otro, por lo que este le pregunta si quiere comérsele, y casi de inmediato se pone a mamar y dejar que le den por el culo. .
Cuando mi amigo vio, cómo me comía su verga con los ojos, me preguntó ¿Quieres comértela?.
Mi amigo, me invitó a que hiciéramos una excursión por el bosque, aunque al principio le dije que no, pero fue tanto lo que él insistió, que finalmente acepté.
Yo en eso de los camping, soy un cero a la izquierda, pero por aquello de no hacer sentir mal a mi amigo, finalmente acepté.
Ya llevábamos unas cuantas horas caminando, cuando de momento a él, se le ocurrió que aquel lugar era un buen sitio para acampar.
Lo cierto es que, en todo el trayecto, no vimos ni un alma. Yo me sentía algo aburrido, cuando mi amigo de momento le dio por orinar.
Quizás de manera inconsciente, me le quedé viendo su instrumento, pero al darme cuenta de que él me observaba, cambié la vista.
Luego él armó la tienda, y prendió la fogata, y que después de tomarse un poco de agua, que vuelven a darle ganas de orinar nuevamente.
Y nuevamente, quizás por no tener nada que hacer, también me le quedé viendo discretamente su cosa, aunque procuré que él no se diera cuenta.
Comenzamos a charlar, y tras volver a tomar agua, que a mi amigo le dan nuevamente ganas de orinar, y yo no sé porque razón, también me le volví a quedar viendo su miembro.
Había algo, que muy a pesar mío, me llamaba la atención, ya en otras ocasiones cuando he estado bebiendo con otros amigos mío, algo así me ha sucedido, y en una de esas salidas, después de que me emborraché, entre varios conocidos mios, me han comido el culo, sin que yo pudiera ofrecerles resistencia.
En eso casualmente estaba pensando, mientras miraba el cielo, me decía mentalmente, a mí mismo, que yo no era maricón, pero a pesar de ello, todos ellos me dieron por el culo, y bien duro.
Ya por cuarta vez vi que nuevamente que él se puso a orinar casi frente a mí, pero a diferencia de las otras ocasiones, mientras que yo no dejaba de ver su verga, sin dejar de orinar se dirigió a mí diciendo. “¿Quieres comértela?”
Yo me quedé sin saber que decirle, además estaba seguro de que lo que me había sucedido hacía unas semanas en la playa, él no se había enterado, aparte de que además los que me comieron el culo, mi amigo no los conoce.
Yo estaba como paralizado, cuando nuevamente dirigiéndose a mí me volvió a preguntar, que si yo le quería comer la verga.
De momento se me ocurrió pensar en preguntarle, a que venía esa pregunta, pero antes de que yo dijera algo, sacudiéndose el orine me dijo. “Te lo pregunto, porqué se ve que te llama, y mucho la atención.”
Yo ni tan siquiera pensé en negarlo, él se tendió a mi lado diciéndome. “Anda no seas malito, y dale, aunque sea un chupito.”
No sé, si fue lo que dijo, o como lo dijo, lo que, si se es que apenas él se recostó a mi lado, con su parada verga entre sus dedos, yo como hipnotizado, acerqué mi boca a su verga, y como si lo hubiera hecho un sin número de veces, me dediqué a mamársela.
Pero a medida que se la fui mamando, mi amigo continuó hablando, diciéndome. “Ya sabía yo que esto te iba a gustar, lo supe desde el primer momento en que te vi cómo te comías con los ojos mi verga.”
Yo a todas estas sin saber por qué precisamente, no dejaba de mamar aquel buen pedazo de carne, que entraba, y salía de mi boca, y llegaba a lo más profundo de mi garganta.
Al poco rato mi amigo me dijo. “Espera no quiero que me hagas venir muy rápido, quítate toda la ropa y ponte en cuatro para que yo te dé por el culo.”
Esas palabras sonaron en mi cabeza, una y otra vez, mientras que yo sumisamente obedecía a mi amigo, desvistiéndome completamente y poniéndome en cuatro patas.
De inmediato sentí sus fuertes manos agarrando mis pálidas nalgas, y a los pocos segundos sus dedos rozando mi esfínter.
La verdad es que de momento me dieron ganas de salir corriendo, pero no lo hice, ya que ni idea tenía a dónde dirigirme.
Yo continué como congelado, sin mover ni un musculo, cuando comencé a sentir sus ensalivados dedos, acariciando mi esfínter, e introduciéndolos poco a poco, lentamente al tiempo que los enterraba y sacaba, abriendo con sus dedos el hueco de mi culo.
Pero a medida que él me iba haciendo eso, una especie de sabrosa corriente eléctrica me fue recorriendo todo mi cuerpo.
Fue cuando me dijo. “Vamos mueve esas nalgas, deja de aguantarte, que por la manera en que me veías la verga, se ve que te gusta y mucho.”
Tras decir eso retiró sus dedos de entre mis nalgas, y dándome una ardiente nalgada, me dijo. “Prepárate que te lo voy a meter.”
Yo me quedé tal y como me encontraba, cuando comencé a sentir, la cabeza su verga presionando mi esfínter.
Quizás por la mucha saliva, o por como sus dedos fueron abriéndome el culo, cuando comenzó a enterrarme su pedazo de carne, no me dolió tanto como yo esperaba, digo si me dolió, pero se trataba de un distinto y sabroso dolor.
Sus brazos me sujetaron con fuerza, y yo me sentí de lo más feliz, y sin que él me dijera nada nuevamente, yo comencé a mover mis nalgas al ritmo que él metía, y sacaba todo su miembro de mi cuerpo.
Tal fue el placer que sentí que, a los pocos segundos, era yo quien le pedía, con aflautada voz. “Papasito dame más duro, entiérramelo todo”.
Desde que regresamos del camping, al igual que el resto del tiempo que pasamos en el bosque, cuando él no me está dando divinamente por el culo, yo me la paso mamando su sabrosa y caliente verga….
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