Cuando nadie nos ve (Especial Navideño)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Eventualmente_Sexual.
Alec
Casi alrededor de las 6:00 de la tarde, ya casi todos los muchachos del barrio estaban vestidos con sus estrenos de Noche buena. Cada uno de nosotros nos lucíamos “las pintas que nos estrenábamos” y como toda costumbre, siempre había unos que otros, alardeando porque vestían mejor que otros. En mi caso estoy en el medio de toda esa fanfarronería, era 24 de diciembre, pero mis ganas de sexo estaban ardiente esa tarde.
Ya a las 7:00 de la noche estábamos era corriendo, como si esos juegos de esa noche fueran ¡súper especiales! La alegría se extendía en todo los barrios, nadie estaba pendiente de nosotros y por un momento mi calentura se disipó un poco. Carlos sigue siendo el que nos comanda, y claro era el mayor de todos nosotros, suponía en mi mente darle una mamada de verga esa noche, pero lo veía imposible, el muy pendejo ahora está de novio y su madures ya lo está alejando un poco de nosotros.
Al finalizar el juego del “fusilao” dentro de mí, eche un grito de alegría, porque ahora íbamos a jugar al escondite. Y todo de repente en mi cabeza, fue un flash de imágenes de recuerdos de hace un año. De aquello me arrepentía todavía, pero mi entrepierna y mi fuego interno, negaba todo aquello.
Sin que me vieran, acomode mi erección en el pantalón para que no se note tanto.
Salí corriendo directo al cuartito de gas, con la esperanza de que algo ahí iba a suceder. Y en el peor de los casos, quizás una paja ahí dentro recordando un pasado…
Matías
Minutos antes…
Como a las 4:00 de la tarde estaba en la casa, ya en mi habitación había acomodado la ropa que iba a estrenar esa tarde, ahora iba a bañarme. Salgo del cuarto, y noto una soledad rara en mi casa, tomando en cuenta que hoy están haciendo las hallacas, allá reunidos en el patio, debían tener mi familia un alboroto. Al asomarme, es que el equipo de sonido estaba en silencio, y era mi tío que unas Gaitas navideñas iban a poner en ese momento. Y al ratico se oye de nuevo todo ese alboroto.
Joan el primo de Alec, había llegado unos días antes, como otras veces, esta vez se queda en unas de las habitaciones de arriba, la cual mi mamá alquila. Desde su llegada yo le traía ganas, pero nada se podía dar, mucha gente en la casa, y demás notaba yo que él me evitaba.
Todo dentro de la casa, se sentía solo, y hacia al frente también. Con mi toalla sobre el hombro, iba al baño, pero me pico la curiosidad, y salgo hacia afuera. También en las calles se sentía una soledad << anticipo de un parrandón más tarde >> Yo estaba en el porche de la casa, a mi lado izquierdo estaba las escaleras que dan hacia las habitaciones, algo dentro de mí, me pedía que subiera. Así sea tan solo para revisar, y quizás hurtar una trusa de Joan para hacerme una paja en el baño. Tan solo eso…
La puerta estaba cerrada, pero sin pasador. Giro el pomo y abre sin ruido alguno, dentro estaba todo en silencio. Una estela de luz solar, muriendo esa tarde, se filtraba por el vidrio de la ventana, quedaba un poco iluminado en la oscuridad gris del cuarto. Todo estaba igual que antes, un colchón tirado al suelo, y un bolso verde con ropa regada en todo el suelo.
Al salir del baño, estaba desnudo ¡completamente desnudo! Fue una sorpresa que me dejo helado ahí cerca de la puerta de la habitación. No esperaba que estuviera ahí dentro, demás tampoco había oído algo, y ver su cara, Joan también se ha sorprendido al verme. Inmediato actúa normal, no hizo gesto de saludo, sino que sigue haciendo lo que estaba haciendo, como si yo no tuviera presente. Solo que su verga, guindaba, morena y gruesa, comenzó a ponerse erecta. Creciendo a pálpitos seguidos, culmina toda dura, como una espada, pero un poco curva en la cabeza; apenas mostrando un poquito el glande, necesita de mis labios, para terminar de echarle el prepucio hacia atrás.
No hubo palabras de por medio. Tampoco era necesario.
Cerré la puerta, pero bien cerrada, porque he pasado el seguro también. Deje caer mi toalla al suelo, al mismo tiempo iba dejando caer mi short, mientras iba camino hacia a él. Joan seguía como si nada, su verga dura, pero él seguía recogiendo ropa del suelo.
Al estar cerca, le toque por la cintura y fue cuando de nuevo me mira a los ojos. Se puso de frente y yo me fui arrodillando. Su verga estaba seca, y el olor era neutro. Primero fregué mi cara en sus pelos, aspire el olor de por los lados y comienzo a oír, como Joan empieza a respirar fuerte.
Lamí tan solo el glande, como había pensado antes, con mis labios le eche el prepucio hacia atrás. Al mismo tiempo engullí su trozo de carne caliente, el glande palpita en mi garganta. Saboreo todo ese miembro viril, sintiendo su textura, su calor y sus dimensiones, pegándome a todo su cuerpo sale comienzo a mamar ese güevo, como otras veces ya lo había hecho.
No es que estábamos apurados, pero tampoco perdíamos el tiempo. Joan me puso de cuatro sobre el colchón, abrí un poco mis piernas, mientras él con mucho morbo, manoseaba mis nalgas. Yo levanto un poco la cola, pidiendo a grito su fierro caliente dentro de mí. Él lo intuye, escupe en mi hoyito, desliza toda la saliva en mi rajita, luego se acomoda y apunta su glande. Lo mete con cuidado, eso no significa que no me dolía, pero como otras veces, ya sabía soportarlo. Al chocar su ingle peluda en mis nalgas, comienza el saca y mete, suave, luego yo pegándome más atrás, el empieza a bombearme rápido. Toda su dureza atraviesa mis anillos anales. Se hunde completo y un chorro espeso de semen, inunda mis entrañas. Jadeo y acabo en su colchón.
Jonathan
Días antes…
Si alguien había acostumbrado al sabor de verga a Jonathan, había sido Carlos. Quien este lo ponía a mamar en el río y así el muchacho le cogió el gusto.
Sucedió que una noche, de diciembre del año 97, un primo hermano de su madre estaba en casa. Pero la mamá de Jonathan trabajaba de noche; decía ella que trabajaba en un restaurant, y de hecho, en un principio así fue. Luego de un despido, consiguió trabajo casi ahí mismo, pero esta vez en un burdel.
Jonathan era el último hijo de Blanca, ya tenía a dos varones más, que eran los mayores; primero Guillermo y luego Álvaro. Esto dos ya comenzaban a vagar por las calles, hasta muy tarde por las noches, y no era cerca del por el barrio. Tomando en cuenta que esta familia compuesta por una madre soltera con tres hijos, era ellos unos de los vecinos más necesitados del barrio. Un humilde hogar, construido con bloques sin frisar y otra parte era aun de latas.
El tío —que así llamaba al primo hermano de su mamá— también trabajaba hasta tarde pero llegaba borracho (casi todo el tiempo). Jonathan acostumbraba a dormir con su madre. Era un viernes por la noche, y sus dos hermanos seguían en la calle. Carlos, su fiel amigo —por así decirlo— esta noche, estaba con la que empezaba ser su novia, el chico se sintió solo, no porque no tuviese alguien al lado, sino que sintió una soledad en su corazón.
Las lucecitas de verdes, amarillas y rojas había por doquier en las casas del barrio. La noche era azul oscuro, con un frío templado, Jonathan estaba afuera sentadito frente del rancho. Esperaba llegase sus hermanos, pero lo que no esperaba era que su “tío” era quien venía por la esquina un tanto tambaleándose.
Entro el hombre, corpulento, olía a cemento. Es un albañil, trabaja duro, es alto, guapo, pero su defecto es que es un borracho, tanto así que las mujeres que se ha metido a vivir con él, no lo terminan soportando y botan como a un perro de la casa.
En su mano traía una bolsa de pan campesino y también dos litros de jugos de peras, es lo primero que cogió Jonathan. Detrás venía su tío preguntando por los demás, él contestaba y el hombre balbuceaba. Se sentó en una silla y ahí se quedó dormido.
El chico le llamaba y nada que respondía, ni para abrir un poquito los ojos. Luego le susurra en el oído, aprecia el olor del hombre, Jonathan aspira el aroma de Darwin; se mezcla con el licor, y el tono del olor es rico, al menos para él, que se excita y vuelve a susurra cerca del oído. Huele por el cuello, y se atreve darle un beso en la mejilla, que está cubierta un poco de su barba masculina.
Los labios de Darwin están rojos, son pequeños y se pierden en esa barba negra. Jonathan da un beso en ellos, y sin percatarse del descuido, se está sentado sobre las piernas de su tío. Abrazando el grosor del hombre, se siente enamorado, pero luego se baja de sopetón. No quiere correr peligro.
Menos mal que lo hizo a tiempo, Darwin despertó de repente, Jonathan estaba sentado en el suelo comiéndose un pan con jugo. El hombre ve al muchacho y luego se pone de pie, camina lento bamboleado, pero así mismo llega a su habitación, donde duerme en un colchón.
Al no mucho rato llegó Guille y Álvaro. Algo habían hecho, estaban sudados y acelerados, con una adrenalina que los hacían reír nerviosos. Jonathan no entendía y tampoco se preocupaba en preguntar o presta atención. Comieron los muchachos y se acostaron a dormir.
Un sonido sordo de pobreza se sentía en el hogar, las luces amarillas se filtraba en las rendijas de la casa. Jonathan no conciliaba el sueño, pero no era porque estuviera excitado; tal vez porque era un 10 de Diciembre y aun los estrenos no le han comprado. Se levanta y sale hacia salita, ahí se queda viendo a los lado sin saber qué hacer, luego se asoma a la habitación de su tío, ya el aroma de licor supurando por los poros de Darwin se ha regado en todo el curto. Olerlo le excita. Se regresa de nuevo, y al instante sale su hermano mayor.
— ¿Qué te pasa? — le pregunta.
— Nada
— Ven y te acuestas conmigo— le dice Guille, pensado que su hermano menor, deba tener miedo esa noche.
Paso unas cuantas horas, creyó haberse dormido pero no fue así. Jonathan deja de esforzar en busca del sueño. De nuevo se pone a pensar, y ver en la oscuridad, a diferencia que no era en la cama de su madre, sino acostado en la cama litera donde duerme su hermano en la parte de abajo. Esta hacia la pared, y un reflector de afuera que se mete por la rendija de la puerta principal le pega directo hacia donde esta acostado él. Alumbra casi todo.
Jonathan mirando, se da cuenta que su hermano no trae pantalón puesto, se ha acostado en interior; un slip verde militar, se ve abultado, de lado, y estirando el elástico del dobladillo. Se excita de verlo de esa manera, y las manos le comienzan a picar. Deslizar siquiera un poco sus dedos en el tronco duro, acariciar las bolas, destaparlo un poco… << y luego mamarle la cabecita >> Al pensar en aquello, Jonathan se reprende hacia a sus adentros, negando que eso no lo puede ni pensar << ¡Es mi hermano no Carlos! >> Se repitió varias veces.
Con su hermano no, pero con Darwin sí. Se baja de la cama con cuidado, Jonathan seguía sin conciliar el sueño, pero esta vez ya era por la excitación que le produjo su hermano. Y quería matizarla con una masturbada tocando a su tío Darwin.
Después de llamarle al oído y como no despertaba, el chico empieza la fase dos; bajarle la cremallera del pantalón y sacarle el trozo de carne viril. Hacer aquello fue fácil. La verga de Darwin estaba flácida, y aun así se la llevo a la boca —y eso no estaba en el plan—. Apoyó si entrepierna contra el colchón, mientras daba chupada y chupadas, Jonathan se corrió en su interior. Sacio sus ganas —aunque mucho no haya hecho—. Salió de la habitación y se cambió de ropa. Luego se acostó en la cama de su mamá.
PARTE DOS
Matías
La hora del escondite…
Salgo corriendo como quien va hacia el camino del rio. Me doy un susto cuando Carlos está corriendo a mi lado << al parecer Carlos no está todavía preparado para las novias >> Como no estaba jugando con nosotros, verlo que ahora sí, fue por ello mi sorpresa.
Nos escondimos juntos, detrás de unas matas y más allá escondido en unos arbustos. Simulábamos que solo juagábamos, pero en realidad a quien simulábamos era nosotros dos nada más. Desde que vi que se iba a esconder conmigo, imagine que quería ponerme a mamar güevo. Cierto que temprano ya lo había hecho, de paso en mi culo había acabado. Tan puta fui, que ni el culo me lo lave bien, para dejarme todavía el resto de semen de mi macho. Y mi puta interna quería más güevo, ya imaginaba en mamarle el güevo a Carlos.
Me puse delante de él, casi cayendo al suelo en cuatro. Simulaba que estaba viendo hacia al barrio, para ver si venían a encontrarnos. Carlos no dijo nada, se queda detrás de mí, y se va pegado a mi trasero en pompa. Restriega su erección en mi cola, me afinca duro y me coge de la cintura. Me volteo y él se la está sacando, arrodillado ya, se la mamo. Engullía todita esa carne blanca, su ingle estaba rapada, y eso me gustaba. Le chupo las bolas y en eso, Carlos aprovecha y me golpea su garrote en mi cara, luego me la mete hasta al fondo, empuja su pelvis y me ataja la cabeza. Todo eso lo disfruto, comiéndome su trozo de carne, no pierdo el tiempo; una chupada en la cabeza y rápido me bajo el pantalón a las rodilla. Me doy vuelta y de cuclillas levanto el culo. Solito me escupo, riego mi propia saliva y preparo mi ano para Carlos. Él solo coloca su glande en mi entrada y yo solito me voy matando.
Golpeo su pelvis con fuerzas, metió todo su güevo dentro de mi culo. Tan solo jadee como mujer, al sentir que mi culito ha llenado de su semen.
Ese fue mejor que el regalo que recibí esa noche.
Jonathan
11:00 de la noche buena…
El chico siempre tuvo sus estrenos para el 24 de la noche. Quizás no era ropa cara, pero al menos estrenó y jugó un buen rato con los muchachos del barrio. Se vino antes, porque afirmaba que iba a cenar con su madre; cosa que era mentira, esa noche el burdel estaba lleno clientes. No estaba la madre presente, pero si sus dos hermanos, quienes habían comprado pollos asados, hallacas y panes de jamón; ellos sí tuvieron su cena de noche buena, con sentimientos de tristezas y alegrías también. Luego al rato ambos hermanos mayores se fueron y lo dejaron solo. Le dieron dinero ¡bastante dinero! Jonathan estaba contento, y su hermano mayor lo mando para donde Carlos, y se quedara allá, para que no tuviese solo, y así lo iba hacer el chico, vio irse a sus dos hermanos y el lavo los platos. Cuando estaba por terminar, iba a apagar todas las luces, y fue al cuarto donde duerme su tío.
Desde que había llegado de jugar con los muchachos del barrio, ni siquiera cuando estaba dándose el atracón de comida, Jonathan no había pensado en Darwin. Y vino a pensar en él al verlo acostado en el colchón.
Solo traía puesto una trusa blanca, roncaba y el olor del licor se juntaba con el aroma de colonia que se echaba en su cuerpo. Un hombretón acostado, y ellos dos solos en casa, sabiendo que nadie va a interrumpir, la cosa estaba buena.
Donde Carlos, iba a comer comida que jode, y tal vez Carlos lo llevara a su habitación y ahí lo cogía. Pero Jonathan conoce la verga de su amigo, sabe cuál es su olor, su sabor y también como coge. Carlos va rumbo a los 16, él tiene 13. Sabe muy bien que no es lo mismo con un hombre y esa quiere comprobarlo.
Se quedó en casa, cerró todas las puertas y luego de pensar un rato en su habitación, decide hacer lo que ha tramado.
Con las luces todas apagadas, Jonathan casi desnudo se va a la habitación de su tío. La idea era acostarse a su lado, esperaría unos minutos, luego, fingiendo que duerme, iba a abrazarlo; montar la pierna encima y tocar la entrepierna de Darwin con la rodilla.
Si su tío despertaba, él iba a fingir que estaba dormido, y si le despertaba y le preguntaba que hacia acostado a su lado, tenía la excusa que solo se encontraba, sin sus hermanos.
Al sobar la entrepierna de Darwin, no esperaba que tuviera erecto. El cálido manoseo palpo todo el contorno del tronco. Se atrevió apretar un poco, y sus ñemas de los dedos, como ojos en la oscuridad, dibujaban en su mente, la forma que debía tener el glande. Jonathan sintió deseo de tenerla en la boca, se pregunta si puede ser posible.
Hizo lo que había pensado en su habitación, abrazó a su tío. Tocando los vellos de su pecho y oliendo su aroma a macho, pierde el pudor y el temor. Más que un abrazo, Jonathan se monta encima de ese cuerpo ancho y duro. Su erección quedó encima del bulto de su tío. Se prensó y da un beso en los labios, se vuelve a prensar y cuando va a dar de nuevo un beso en los labios. La sorpresa es que Darwin lo aprieta contra su cuerpo, y en vez de un beso seco, le mete la lengua y se dan un beso apasionado.
El calor de ambos cuerpos estaban en llamas, solo el crujir de sus movimientos era lo que se oía en esa habitación. Jonathan pasa a estar debajo ahora. Abrió las piernas y Darwin se le encajó entre ellas, presiono su abultada erección en el culo del muchacho.
La ropa interior desapareció en ambos. Jonathan le dio una mamada de güevo a su tío, de rodilla y el hombre de pie, sobre el colchón. Tan solo puso su mano en la cabeza del muchacho, y le llevaba el ritmo, sin mucha presión, tan solo lo dejaba hacer a él. Después Jonathan se acostó boca abajo, medio abrió las piernas y sintió el peso de su tío encima. El contacto de los pelos del pecho sobre su espalda lampiña fue una sensación que estremeció a Jonathan. Darwin solo le puso el güevo en la raja del culo, y movía la pelvis con suavidad, simulando estarlo penetrando. Dejo de hacerlo y medio movía tan solo un poquito. Jonathan se percata que su tío esta aun medio adormecido. Haciendo presión levanta un poco la cola, luego mete la mano en la zona y coge el garrote de Darwin que aún sigue duro y palpitante. Con un poco de esfuerzo e incómodo, apunta el glande al orifico anal.
El peso hizo lo suyo, clavo solo la punta y eso le provoco dolor.
Pero ya con medio machete adentro, espero un tantito y Jonathan comienza a irse de retroceso. Clavándose más y más esa estaca de carne caliente y dura. Al lograr pegar sus nalgas con la pelvis de Darwin, el muchacho toma descanso; era como tener a un muerto encima, en todo el sentido de la frase.
De repente el tío vuelve activarse, y apretujando el cuerpo del muchacho, se la hunde completa y mueve la cadera. Lo embiste con profundas metidas, y así tan rápido se corre todo adentro del culo de Jonathan. Y de nuevo cae en el sueño.
Aprovecho el muchacho y se mató solito, y acabó en el colchón.
Después de habérsele quitado de encima, le puso el slip y lo cubrió con una sábana. Salió de ahí, se puso su ropa que había estrenado, y salió a la calle. Para regresase ahí mismo, porque vio todo solo y oscuro. Regresó de nuevo a la casa.
Alec
2:00 de la mañana del 25
Esconderme en el cuartico de gas, fue en vano, ni siquiera una paja me hice ahí adentro. Estaba frustrado, ni mi primo Joan estaba en casa, prefirió rentar una habitación en casa de mi amigo Matías; que de cierto modo le tenía rabia << seguro mi primo se lo habrá cogido >> y pensar en ello me daba envidia.
Mamá y papá estaban bebiendo allá, pero no me dejaron quedarme sino que me enviaron a casa. Y era tal mi rabia que no quería hacerme una paja ¡deseaba tener a mi lado a un macho!
Entre a la habitación, reconocí su perfume y mi corazón comenzó a latirme << ¡él nunca lo supo! ¿O sí lo supo? >>.
Al irlo tocando, supe que estaba solo en calzoncillo. Toque en su entrepierna, y estaba su verga como un palo. Reprimí mi mano y pensé en salir de ahí. Pero la tentación fue más fuerte, y esta vez lo agarre con fuerzas. En mi mano palpitó, como dando su aprobación. Termino de subir a su cama.
¡Ese olor! Y al lamer su glande de nuevo recordé el pasado. Y me deje llevar por el deseo y comienzo a mamar… y no hubo nada que me detuviera.
— Sentí cuando abrieron la puerta de mi habitación. Desde hace tiempo lo vengo sospechando pero nunca quise comprobarlo << ¿Qué hace aquí? >> fue lo que me pregunte. Cuando cerró la puerta todo quedo a oscura, y me dije a qué viene hacer Alec a mi habitación. Una parte de mí sabía a lo que venía, y esa parte era mi verga, que templada como un palo ya estaba.
Y comenzó a mamármelo… y no hubo nada que yo le detuviera.
*Nota
Los personajes pertenecen a un relato ya antes que he publicado, también bajo el título “Cuando nadie nos ve”
Los lectores que han leído y le gustó mucho este relato, siempre me pidieron que lo continuara. Creo que este el mejor regalo que les puedo hacer, y darle las gracias, por los comentarios, por los mensajes y por las visitas que llegan a mi Blog, que son muchas. Y agradezco mucho, tanto a Sexo Sin Tabúes, como a ustedes.
¡FELICES FIESTAS A TODOS!
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