cuando nadie nos ve… (Un final sorpresivo)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Una semana después de esa noche de revelación, estaba sentado en una piedra enorme mirado hacia el terreno barrancoso en caída. Pensé en la malicia que tuve de querer chantajear a Matías, pero me contuve al pensar que en realidad lo que podía era meterlo en problema; ya le había visto la cara después de eso y muy normal le he tratado, como si yo no supiese nada, y bueno eso él ni siquiera se lo imagina, que yo sé su secreto, un secreto igual al mío; lo que hacemos cuando nadie nos ve.
La voluta de polvo disipándose en el aire hace llamar mi atención, volteo a mirar y veo que es Carlos montado en su bicicleta, detrás de él va montado Jonathan sujetándose a los hombros, me quedo viendo cómo van bajando y pienso que han de ir al rio, lo más seguro es que sea así. Me bajo de la piedra y bajo por el barranco cuidadosamente, ya abajo camino entre los árboles y veo de nuevo a los muchachos que se han detenido; miro a Carlos ocultar su bicicleta en el monte, y junto con Jonathan se meten entre la maleza y los árboles, desaparecen ante mi mirada yo curiosamente me pregunto ¿hacia dónde ira?
Como si me hubiesen llamado salgo corriendo para alcanzarlos, cuando ya estoy cerca por la entrada donde se metieron veo la bicicleta acostada en la tierra; mi curiosidad aumento más y veo el camino que están cubierto por grandes árboles, es un poco sombrío el sitio, la piel se me pone de gallina, pero igual me adentro. Los sonidos de los pájaros y las ramas al moverse por el viento me hace querer regresar pero igual sigo adelante, llego donde hay piedras llenas musgo, la tierra está parcialmente llena de montecitos y maticas pequeñas, los zancudos picaban mis piernas y tropezando llego a una gran piedra erguida delante de mí, también esta parcialmente llena de musgo, el sitio me parece bonito pero tenebroso a la vez por la soledad, camino sin hacer ruido y veo que alrededor de la piedra hay guafas muy altas, estoy caminando al lateral de la piedra y cuando oigo el sonido que emite uno al estar chupando algo, hace que me pare y me pegue a las guafas, en mi mente ya sé de qué se trata todo; — Ahhs, uff, huy si dale así, sigue así, ahh— mis ojos se abren y mi verga brinca dentro de mi calzoncillo, la cara se me tensa y con una sonrisa voy volteando para ver entre las guafas; << el lugar donde estaban Jonathan y Carlos era cubierto por grandes matas de mangos y guafas alrededor, con una enredadera de ramas colgantes sobre las matas >> Recordé que ya había estado aquí, y me acorde de Carlos cuando lo vi aquella vez que estaba metiendo su verga en la boca de otro que no logre ver bien quien era.
Carlos le agarraba de la cabeza y se la enterraba en la profundidad de la garganta, Jonathan golosamente se engullía el trozo de carne, Carlos agarraba su pedazo grande de verga y la pegaba duro en la cara, el sonido al golpearle era fuerte, Jonathan abría su boca buscando metérsela de nuevo y con hincapié se atraganta hasta no poder, a Carlos se le cayó la bermuda hasta los pies y vi su piernas peludas, con las manos en las nalgas lo atajaba Jonatán y engullía hasta el fondo de la garganta, Carlos lo voltea y lo pone en cuatro patas, se arrodilla y hace el intento de penetrarlo pero Jonathan se retuerce y se levanta poniendo las manos en su culo, se irgue y chilla de dolor, saltando en la tierra para tratar de calmar la punzada que casi lo atraviesa, le ha dolido mucho; — ¡Ya el dolor te pasa gafo! deja que te la meta igual que a Matías, — ¡no me duele mucho! — Gafo como Matías si aguanta, — claro porque él es un maricón— termina de decir Jonathan a Carlos; —ven y mámamela pues — Jonathan se arrodilla de nuevo y se traga la verga de Carlos, él lo agarra por la cabeza y empieza a mover su cintura rápidamente sin darle oportunidad a Jonathan de soportar las arcadas, Carlos gime con fuerza en cada embestida, sus nalgas se contraen y quedando pegado a la boca de Jonathan se la deja correr ahogándolo, se la saca tosiendo y llorando; —tú también eres un marica pendejo — escupiendo al suelo Carlos se sube su bermuda de nuevo.
El resto del mediodía trate de hacerme la paja pensando en Carlos y Jonathan, pero el que hacer del día no me dio tiempo. La tarde de ese lunes era aburrido y solitaria, salí en busca de los muchachos pero a ningunos los vi por ahí, camine solo un rato de aquí para allá, me metí al bosque, pero salí inmediatamente porque ya estaba oscureciendo. Decepcionado por no conseguir a nadie voy de regreso a casa chupando un helado, me detengo en la casa de Javier y hablo un rato con él, al darme cuenta ya eran las 7:30 de la noche, me despido de Javier y me voy caminando a la casa, voy por la carretera y veo el desvío hacia la tierra baldía donde se encuentra la habitación de gas abandonada, la excitación se prende dentro de mí y me pregunto si ese hombre desconoció estará hoy ahí escondido de nuevo, sin dar tanto rodeo salgo de la carretera y corro rápidamente hasta llegar al cuartico abandonado; entro y recuerdo el olor a viejo y sucio que hay en el cuartico, ajusto la puerta de hierro, y espero que me toquen, mi desilusión me desanima pero me carcajeo por mi estupidez de creer que lo iba conseguir, pensé; << aquella dos veces fue mera casualidad >> dentro del cuartico aún tengo la erección en mi bermuda, me la toco y pienso que al menos debo hacerme la paja ahora mismo. Cuando estoy bajando el cierre para sacármela, oigo pasos pisando hojas secas fuera del cuarto, me asusto e inmediatamente me guardo la verga parada y me escondo sentándome muy pegado a una tuberías de hierro grueso, quedando de espalda hacia la puerta del cuartico, oigo chillar la bisagras de la puerta, y la luz de los poste cercanos se meten por ella, cierro los ojos esperando ser descubierto, pero oigo cerrar la puerta de nuevo y quedo en total oscuridad, me pongo una mano en la boca para que no oiga mi respirar y en tensión espero que el desconocido se acerque hacia a mí, creyendo yo que a lo mejor me vio entrar y por eso ha venido; juraba que iba a llamarme, pero no, no fue así, el silencio que se sintió fue desesperante, solo los grillitos era lo que interrumpían al silencio del cuarto pequeño, ya creía yo que él, a lo mejor entro y salió de nuevo. Cuando estoy por levantarme y caminar para salir del cuarto creyendo que estoy solo, oigo de nuevo chillar la bisagras, me siento de golpe doliéndome las nalgas y con las manos tapo mi boca para no chillar, cierran la puerta y oigo;
El cierre se oyó bajar, las piedras pisada por zapatos chillaron, y el atraganto de una boca empezó oírse pausadamente… Oía como estaban tragando una verga, el olor llego a mis narices y el recuerdo me dijo saber que ya lo conocía, ese olor de verga se había quedado por siempre en mi mente, un olor fuerte a macho en celos, la otra persona que se atragantaba lo disfrutaba, emitían ambos sonidos de placer, oía como la hebilla del pantalón tintinaba en cada movimiento que hacían, mi verga se prenso dentro de mis pantalones hasta dolerme, cómodamente la saque para libérala, el que estaba recibiendo la manda se quejaba y volvía a callar, la chupadas sonaban exagerada; << pensé que ese el que estaba mamando debe ser más experimentado que yo >> el olor de su verga me atraía y por un momento pensé en levantarme y unirme a ellos, pero sentía el morbo a mil al estar oyendo y no viendo, por eso preferí solo oír y no participar, no quería estropear nada. Se detienen y no oigo más el sonido de la mamada, solo la hebilla era lo que sonaba, oigo que un trapo cae al suelo, y el quejido de unos de ellos, me dice que está siendo penetrado; —ay, ay, ay ya va, ay, Ahhs… huy si ya entro dale — la embestidas se oía con la respiración tensa del otro que estaba penetrando y yo sorprendido en la oscuridad se dibujó una sonrisa en mis labios al reconocer que era a Matías al que estaban cogiendo, me dije en mi mente; << a Matías le gusta bastante una verga, y concluí que el muchacho debió creer que yo era Matías las dos vece que entre >>. Seguí oyendo y Matías no paraba de pujar, el otro aún se mantenía callado solo su respirar era lo que oía; —ay dame duro papi, huy si acaba dentro de mi dale ahh— oír a Matías me provocaba ser yo el que lo estaba cogiendo, seguí oyendo hasta que el otro con un quejido fuerte y varonil anunciaba estar corriéndose dentro del culo de Matías;
— ¡Ahhs uff! ¡WOU! tienes ese culito aguado ¿quién te está dando por el culo? ¡La última vez estaba apretadito eh! —
—Eso fue hace mucho tiempo —
—más a mi favor ¿qué otro de por aquí te está cogiendo también? — La voz del muchacho termino de preguntar;
— ¿Por qué la última vez que te cogí te fuiste corriendo? —
— ¿cómo? ¿Cuándo? aquella vez que me dijiste que viniera no pude salir de la casa y la últimas vez que lo hicimos no salí corriendo—
—Jajajaja vale olvídalo, estoy equivocado a lo mejor o si no me cogí a otro culito jajajaja— termino por decir.
Las lágrimas corrían por mis mejillas, la voz de aquel joven era tan conocida. Recordé; << — Te acuesta a dormir, que ya llego tu hermano… >>.
— ¡No! no puede ser, ¡el no! — exclame a mis adentros.
El cuartico de gas quedo en silencio, y el estómago revuelto me empezó a dar nauseas. Las ganas de vomitar me gano, estando ahí sentado, me levante y caí en cuatro, y el vómito salió como ácido quemando mi garganta.
Mi cuerpo entero temblaba, y en cada pensamiento lo veía, el sexo me causaba repulsión, sentí la asquerosidad como si estuviese tirado en un montón de basura, revolcándome con las cucarachas. El horror adormeció mis músculos, quería salir corriendo y como atrapado en una pesadilla, con el grito mudo en la boca, me puse de pie y salí corriendo.
Escapaba de mi propio ser, no quería llegar a casa, corrí más lejos y pase de largo de mi hogar. El asco, el miedo y todo lo que sentía, me atormentaba, el dolor de cabeza se acentuó en una vena, y exploté en un llanto sosegado.
Después de dar la vuelta a la manzana, llegue de nuevo a la casa. La noche oscura compartía mi ánimo y mi temor; entre a la casa y llegue a mi habitación. Por mucho que lo intente, el baño que me di esa noche, no limpio el asco que sentía por mi propio yo.
El tiempo paso… y, a la academia militar, el llego.
Nota de autor:
Queridos amigos, en especial a los que siguieron este relato, agradezco por los comentarios y las puntuaciones que dieron en cada parte publicada.
Este final, imagino no lo esperaban. Referente al tema; no es mi intención de “criticar a la práctica del incesto” solo quise, poner desde otra perspectiva, la situación que puede meritar, de una manera más real, y como afecta al individuo.
Gracias por todo, espero y sigas leyéndome. Seguiré escribiendo para ustedes.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!