Cuentos de navidad: Las estrellas brillan
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por ElMarques.
UNO
Los tiempos cambian; dice el dicho. En épocas anteriores, desde el mes de octubre, entraba aquel no seque, que ya uno pensaba; diciembre se acerca.
El olor de la pintura se entrapaba en mi nariz. Era medio día y la casa estaba vacía, a las paredes se le estaba cambiando el color y en medio de todo aquello intentaba ayudar. Pero tal vez, no eran tan provechosos, en que pudiera ayudar.
Cuando llegaba la tarde, el sol caminaba tanto, que bastante sombra daba a la calle. Salía después de un baño y luego en bici me la pasaba. Al empezar oscurecer, al lado de la casa, la vecina tenía un nieto viviendo con ella; se llama junior, es alto y de piel morena.
Aun no me daba cuenta de mis gusto sexuales, pero al ver a junior sentado en la aceras, el corazón me latía y la cara me enrojecía.
Tal vez eran sus ojos achinados, o su labios, o quizás; porque siempre salía sin camisa y con un jean holgado. Era flaco, y en el abdomen su piel como caramelo de café; desde el ombligo le baja un camino de vellos finos. Y siempre andaba con los pensamientos, de que abra más allá abajo.
Terminaba muy duro allá bajo y pedaleaba rápido, a ver si bajaba. Cuando oscureció, no quise jugar con los muchachos. Me había subido al tejado; ahí me hice la paja, me corrí dejando todo, en el suelo de concreto rustico, y creo que, en parte se la he dedicado a junior.
El olor de la arepa asada, llegaba hacia mí. Sentado ahí en el tejado, ni en la casa me miraban. Solo estábamos el cielo, las estrellas y yo.
Cuando estaba acostado en la cama, al quedar todo en silencio, abrazaba una almohada; ella era junior, lo besaba y dormían en su regazo. Al despertar por la mañana y antes de levantarme, igual lo imaginaba y sin darme cuenta me enamoraba de él.
Recuerdo y fue un domingo, era pleno medio día. La vecina del al lado, no solo a junior tenia, también estaba Luis, era un año mayor que yo, y compañero de juego mío es.
La reja principal estaba abierta, entre como de costumbre y a pesar de tener pena con junior, pocas veces lo hallaba ahí en el día. Al cruzar la sala, ni cerca por ahí vi a la vecina, ni tampoco a Luis. Llegue al patio y el baño estaba ahí, con la puerta abierta y el sonido del agua caer, me llamo la atención.
Lo que más imagine en ese momento, era Luis que se bañaba, pero la sorpresa fue otra; Junior estaba desnudo, el agua le caía del cuerpo, las nalgas estaban prensadas y cuando dio el frente hacia mí, la descomunal verga llena de pelos me ha dejado atónito.
El tiempo pareció correr lento. Mi mirada estaba fija y el rubor en las mejillas estaba acentuado. El calor bajo desde mis orejas y al ver a sus ojos; Junior me ha visto de la forma que no esperaba, una sonrisa de lado y los ojos achinados, se cubrió la maseta de verga con la mano, y esbelto de lado ha quedado. Solo escuche de sus labios; – ¿no está Luis, allá afuera? –…
Cuando llegue al baño de la casa, ya era porque el short que traigo estaba abajo. Mi verga apuntando al espejo y en mis ojos recordado al de junior; lánguido hacia abajo, grueso y no parado. Con una montaña de pelos y una bolas colgando. Suspire y jale mi verga, el pensamiento que tuve, fue imaginar lo que pude haber hecho; mojarme junto con él, llegar de rodilla hasta sus pies, quedar viendo su verga desde abajo, ver como los pelos le cubren los huevos y abrir la boca, tanto posible y tragarla en mi garganta.
Aquella visión se completó, con el acabando, y yo terminando en mi mano. El olor de mi semen era el de junior, lo imaginaba y más me excitaba, me mire al espejo y el reflejo de mi cara, era roja y sudada.
DOS
Todo cambia, las luces de navidad son luciérnagas de todos colores en el barrio. Salía a la calle, era fin de semana y una canción sonaba, junto con una prima danzaba en círculos, tomados de las mano y riendo sin parar.
Todo va cambiando, en el tejado estoy recordando… Aquella noche había llegado, no lo esperaba pero había llegado.
En la casa estaban bebiendo en el patio, mis hermanos, primos y allegados. Después de estar un rato en el tejado, había abajado al cuarto, al entrar, en el piso estaba alguien acostado, encendí la luz y vi que era Gregorio acostado.
Gregory es un primo que no es primo, pero primo es, al fin y al cabo. Tan alto que, los pies le salen del colchón, un adolecente en etapa que no quiere hablar con nadie, ni siquiera lo había notado desde que había llegado y ahí en mi habitación estaba dormido.
Al acostarme, ni siquiera lo había pensado. La cama mia estaba al lado de la colchoneta, Gregory en el piso y mi cama arriba. Comenzó quizás todo, cuando he sentido que el monta una pierna en la cama, casi rozando mi pierna; me inmute y espere, pero más nada paso, hasta el momento.
Divagaba y a nada llegaba, Gregory ha rozado mi pie de nuevo y solo me he apartado. La bulla viene del patio, lejana sin molestar tanto. Me he movido a la horilla de la cama, estoy boca abajo y ahí veo hacia donde esta acostado Gregory; él es un chico, de piel amarilla, largo y flaco, el color de sus ojos son un verdoso claro, y se peina siempre con el cabello acostado hacia atrás.
El reflejo de la luces del pasillo, se filtraba por las ranuras de la puerta. Le vi, y estaba con un short bastante holgado de las piernas; era algodón y azul claro, y con tener el muslo descubierto por la pierna montada, juraba que podía ver el blanco de la ropa interior.
La verija estaba ahí, mis ojos comenzaba animar el fuego que sentía por dentro. Los nervios eran de suspenso y el atrevimiento que estaba pensado, me corría de la espalda y el estómago también. He rozado mi pie con el de él, lo hice dos veces más, y nada se ha movido.
La rodilla de Gregory esta también sobre mi cama, y por ella, mis dedos se han guiados y he bajado a la entrepierna de él; con la mano suspendida, temblando al poder tocar, y toque e inmediato he subido. Mi piel hierve, y los espasmos son incontrolables. Me acomodo más a la horilla y por dentro del short voy metiendo la mano, toco el slip y el abultado está en el medio; de lado y con las bolas abajo.
Deslice la mano, y arrope el montículo. Estaba caliente y algo húmedo con el calor. Gregory no se ha movido y estoy temblando de solo pensar en lo que hago. Deslizo los dedos por todo el contorno del miembro y, cuando no puedo más, suspendo la mano y lento la saco.
Pareciera que estaba embobado, con temor pero a la vez, corriendo el riesgo. Cierro los ojos y abro de nuevo, suspiro y bajo la mano; experto, no hubo necesidad de adivinar el camino. Rápido he llegado al paquete. Tanteo el grosor, desde la base del tronco hasta llegar al glande, y luego bajo a las bolas. Por uno de los lados del slip, los pelos le salen, y por ahí meto un dedo. Al tocarlo, piel a piel, el espasmo se contrae en mi abdomen. Estoy caliente y que osadía la mia, de estar tocando la verga de Gregorio.
Había sacado la mano y cuando he bajado de nuevo, he notado que está creciendo. Más abultado esta, pero aun así estoy dudando. Contorneo con mis dedos, la longitud de lado, bajo la tela del slip. Lo hago de nuevo y que sorpresa me llevo…
Aquel movimiento, ha sido una señal para toda la vida. Un movimiento que nunca he olvidado. Gregory a prensado la verga en mis dedos la sentí prensada y brinco siendo atajada por el slip apretado. Contraje los dedos y los ojos, muy abiertos los tengo, mi mano está suspendida sin poder soportar más.
El atrevimiento estaba latente o tal vez, no pensaba en aquello y deje caer la mano. Estaba duro, totalmente parado, esa verga era grande y gruesa, armando una carpa y brincado al sentir mi contacto. Gregory estaba despierto y sentía mis tocamientos.
Me entro un descontrol, y aquella palpitación era una invitación. Desenfrenado estaba sobando el bulto de Gregory; empalmado y caliente, se sale la cabeza por un lado del slip, y mi palma la siente humedad y pegajosa.
Gregorio ha bajado la pierna de la cama, luego subió más el short por el muslo. Saco por completo su miembro y tomo mi mano y la puso en el tronco. Bajaba y subía, una paja le estoy haciendo; gime y me agarra del brazo, jalándome hacia abajo. Caigo en el colchón, sobre él, a la altura de la cintura. Puedo sentir el olor de su verga, Gregory pone el glande en mis labios; el contacto es frio y el olor es fuerte.
Cierro los ojos y por mi lengua está pasando. Fue amargo en mi garganta, y luego se hizo suave. El sabor de su miembro viril, en mi boca se está quedando. Gregory empuja mi cabeza y me atora con la verga gruesa. Lamo como helado y de mi boca, la saco; el glande lo chupo, esta prensado y se tensa en mis labios.
La callosidad de las manos, me está acariciando el rostro; como si viera con los dedos, y averiguando mí persona. Gregory empina la cintura, hacia arriba y con la mano me sujeta y toda su verga en mi boca entra; el pubis está en mis labios, el olor embriaga y mis ojos lloran al estar estancada su verga en mi garganta.
Me sujetó con las piernas y, en un movimiento rápido, he quedado boca abajo. El sobre mí, su miembro viril dentro de mi boca y la cintura que comienza a mover, me coge la garganta, penetrando una y otra vez; con un mete y saca, lento, profundo e intenso. La punta del glande tocando mi campanilla y las arcadas que no aguanto, pero que he buscado.
Parecía que todo en él, ha cambiado. La calentura le gano y Gregory, busca meter su estaca en mi culo como a dé lugar.
Solo la franela me ha quedado en el cuerpo. Tenía el culo abierto, con ambas piernas estiradas, los pies tan lejos de sí, y el aire que enfriaba mis nalgas, contrarrestaba el calor de mis entrañas.
La sombra oscura era lo que veía de Gregory. Su rostro duro estaba enmarcado en mis pensamientos, y ver cómo ha escupido saliva en su dedos, al untarlo en mi raja; el deseo se hizo intenso y mi culo se ha abierto.
La introducción de dos dedos, dilato mi entrada. Apretaba y aquello me gustaba. Luego el glande; grueso, palpitante e húmedo, se resbalo entre mis nalgas. Hizo presión, aquel dolor bajo el sabor. La punzada abría el paso, rasgando la carne y entrando sin dar vuelta atrás. Mis quejidos los ahogue, tanto como pude, y creo que al pujar tanto; aquel trozo de carne gruesa me ha reventado el orto.
El trazado lo sentía en la entrada de mi culo, lleve mis manos y sentí lo abierto que estaba. Aquel grosor me tenía totalmente lleno. Apretaba y su verga brincaba.
La traspiración de ambos se hizo agua en nuestros cuerpos. El respirar de Gregory, susurraba mi mejilla y cuello también. Estaba tan caliente como yo mismo, me sujeto las piernas y se movió más hacia adentro. Con ambas manos sujeto mi cabeza y la estocada que ha dado en mi culo, la virilidad me ha apuñalado en lo más profundo de mí ser.
El movimiento de cintura, fue un compás lento, con ganas de ser rápido, pero profundo, hasta hacerme delirar, por cada centímetro que iba hacia adentro. Al apretar su miembro con mis anillos anales, todo el grosor lo sentía, y cuando pegaba el pubis a mis nalgas, aquella sensación me picaba y con mis piernas le sujetaba, pidiendo más verga dentro de mí.
Por un momento me detuve a pensar, si alguien venía a la habitación. El sonido de la penetración, era unas coplas seguidas, y con el ritmo se aceleraba, y el culo más me lo llenaba en cada ensartada.
Como dos parejas, en unión del cuerpo. Gregorio me estaba partiendo el culo, y sus bolas chocando en mis nalgas, el impulso de su cuerpo era cada vez más, fuerte, profundo y seguido. Se movía como un animal sobre mí. El pecho le sentía latir acelerado, y de sus labios, el gemido salía acompasado. Ha caído sobre mis labios, el beso quedo pausado, sin mover si quiera, solo ahí pegados. La situación me crispo la piel, y el calor de su lengua, abrió mi boca y se unido con la mia. El contacto me ha dejado con el pensamiento nublado, el culo lo he dejado aguado, a merced de las punzadas.
Gregory se ha movido, y ha sido tan brusco que no lo esperaba. Metió su verga en mi culo hasta al fondo, su gemir pasó directo a mi boca, a igual como chorro caliente que ha bañando mis entrañas. El pene le creció en mi ano, lo apreté y sentí la expulsadas; caliente y abundante.
Me he sentido como una chica, el pensamiento fue vago e imagine sentirme preñada.
Mi primo, mi amate y el hombre que el culo me ha estrenado, se vacío dentro de mí, dejando su semen en mi interior, rebosado de placer y palpitando por querer más, y mucho más de su manjar erecto, grueso y blanco…
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