Culito güerito 2
Lo volví a ver cuando ya tenía 12 años.
Después de aquella primera ocasión en que el niño de 11 años me pidió ayuda con su supositorio yo ya no pude encontrar alguna excusa para ayudarle nuevamente. Sin embargo, la ley de atracción siempre me ha funcionado y como dicen: pide y se te dará. Y así fue 😀!
Un día lo volví a encontrar por casualidad en el parque. No había visto a Bryan, el hijo de mi amiga Nahami, en más de un año, así que me llevé una grata sorpresa cuando me lo encontré en el parque; ya tenía 12 años y medía 1.62m de estatura. Habíamos sido amigos cercanos durante meses, pero la vida nos había llevado por caminos diferentes durante unos meses. Por supuesto, nos mantuvimos en contacto a través de las redes sociales, intercambiando ocasionalmente un me gusta y comentarios, pero nada se comparaba con una reunión en persona. Mientras caminábamos por el parque, sentí que esa conexión familiar se reavivó entre nosotros. Charlamos sobre viejos recuerdos, nuestras familias y nuestros trabajos, riéndonos como si no hubiera pasado el tiempo.
Nuestra conversación parecía fluir sin esfuerzo, cada historia que compartimos revelaba otra capa de nuestra amistad. El sol comenzó a esconderse en el horizonte, arrojando un cálido resplandor sobre todo. Fue entonces cuando Bryan sugirió casualmente que tomáramos un jugo en su casa para continuar nuestra charla. No dudé en aceptar; la idea de pasar más tiempo con él me parecía correcta, casi como una progresión natural de nuestro día. Nos dirigimos a su apartamento, la emoción burbujeando bajo mi piel, desplegándose como los pétalos de una flor en flor.
Mientras caminábamos uno al lado del otro, no podía quitarme de encima la sensación de nostalgia mezclada con algo innegablemente nuevo: un cálido aleteo en el pecho. Ver a Bryan de nuevo me recordó cuánto lo había extrañado, pero también me llamó la atención lo innegablemente atractivo que era. No lo había notado antes, pero ahora, cada risa que compartimos solo aumentaba mi conciencia de él. Me sorprendió un poco darme cuenta; siempre había admirado a Bryan como el hijo de mi amiga, pero ahora, algo más lujurioso comenzaba a agitarse dentro de mí. Mi corazón se aceleró mientras lo miraba de reojo, tratando de descifrar lo que significaban estos sentimientos.
Una vez que nos instalamos en su acogedor apartamento, no pude evitar mirar a Bryan más de cerca. La luz cálida y acogedora arrojaba un suave resplandor sobre sus rasgos, lo que lo hacía parecer aún más rudo y atractivo de lo que recordaba. Sus penetrantes ojos miel parecían brillar y me atraían como un imán, mientras que el desarrollo de su cuerpo fuerte añadía un toque lascivo a su atractivo. Su cabello castaño claro, perfectamente alborotado, enmarcaba su rostro y hacía que resaltara sus rasgos femeninos, debido a su tratamiento con hormonas. El poder observar la forma en que sus nalgas llenaban el pantalón, me hizo muy consciente de su presencia, y sentí un escalofrío recorrer mi columna vertebral al enfrentarme al hecho innegable de que mis pensamientos lujuriosos por él habían evolucionando hacia algo que nunca había previsto.
Comenzamos a recordar la ocasión en la que le ayudé con su medicamento. El fue al grano y me preguntó si alguna vez había masturbado a alguien más como lo había masturbado aquella vez y le dije que no. Él se sonrió y me dijo que él tampoco y se sonrió mientras miraba hacia abajo. Me contó que él tampoco había masturbado a nadie antes pero quería volver a hacerlo y me volvió a sonreír. Después de beber un poco del jugo que me había invitado, le pregunté: “¿Conmigo? Ahora? En este momento?” Y mientras él seguía bebiendo asintió con su cabeza que sí.
Yo no sabía qué pensar porque quería volver a sentir aquella sensación tan prohibida pues yo no sentía atracción hacia los hombres pero esa experiencia había sido algo que me había gustado y mi cuerpo no se había resistido. La situación me provocó adrenalina y sólo me pregunté a mí mismo: “¿Lo tomas o lo dejas?” Enseguida le pregunté: “¿A qué hora regresa tu mamá?” Y él me sonrió diciendo: “Mañana como a esta hora. Llevó a mis hermanos a casa de su abuela pero yo decidí quedarme porque ella no es mi abuela y no les gusta que yo ande por toda su casa jugando con los juguetes de sus otros nietos o con sus mascotas.”
En ese momento pensé que me había sacado la lotería porque, según las clases de psicología de la prepa, la ausencia de la figura masculina en la vida de un niño lo llevaría a ser homosexual en gran medida. Es decir, a falta de su padre, quien nunca lo reconoció, Bryan estaba a mi disposición total puesto que necesitaba aprobación de una figura “paterna.” Y yo quería volver a sentir esa experiencia libidinosa.
Debido a que su mamá le daba tratamiento de lavativas rectales él ya estaba familiarizado con la higiene rectal y lubricantes y demás. Por tal motivo él sabía cómo asearse y me dijo: “Me voy a bañar. Si quieres mira algo en la tele. O si quieres conectarte al internet, el módem está a un lado de la tele. No me tardo.”
Vi que se fue a su cuarto por ropa y una toalla. Yo prendí la tele y puse un video de una dj en traje de baño enseñando sus tetas saltarinas entre otras chicas en traje de baño también y me puse a ver chaturbate y de repente leía narraciones cachondas de sexo sin tabúes. Me fui poniendo cachondo y de repente salió y me dijo: “Ya salí. ¿Te quieres bañar? Te dejé una toalla en el baño y te dejé un par de sandalias extra y una bata.”
Yo fui a bañarme rápido para bajarme un poco la calentura que ya se me estaba desbordando. Él me dijo que me tomara mi tiempo y que lo alcanzara en su cuarto.
Después de salir del baño, no me puse mi ropa y me salí solamente en bata de baño. Me dirigí a su cuarto. Su cuarto era acogedor y percibí un aroma floral al entrar; eso me hizo pensar en el perfume de su mamá. En efecto, Bryan había rociado el perfume de su mamá en su habitación y tenía algunas de sus prendas en su cama. Había tangas de encaje de colores y sostenes y miré toda esa variedad y me dijo: “Son de mi mamá. Me gusta masturbarme con su ropa cuando ella no está.” Yo comencé a tocar las prendas y eran texturas muy suaves y delicadas. Era delicioso y exquisito tocar sus prendas íntimas; era casi como poder tocarla a ella.
“¿Te gustan?” me preguntó. “Elige una para masturbarte.” Inmediatamente elegí una de encaje rojo que era muy suave como una bolita de algodón. Él tomó una de color piel y se abrió la bata de baño y comenzó a masturbarse con la tanga de su mamá. Poco a poco su pene le fue creciendo y yo hacía lo mismo pero no podía dejar de ver su pene. Me excitó recordar aquel momento en que lo masturbé en el baño.
“¿Recuerdas cómo me masturbaste en el baño?” preguntó.
Asentí con la cabeza y él miró su pene como indicándome que lo hiciera de nuevo. Me acerqué y lo comencé a tocar poco a poco, conociéndolo, entrando en confianza como si fuese una mascota que apenas ves por primera vez. Era suave y lampiño. No había vellos aún en su cuerpo. Muy erótico. Era esa idea de lo prohibido la que me había llevado a ese lugar en ese momento. No estaba pensando en el pasado ni en el futuro, solo me perdí en el presente… sintiendo, disfrutando, deseando.
Mi mano derecha sujetaba la tanga de Nahami alrededor de la verga de su hijo calenturiento mientras yo masajeaba mi verga con mi mano izquierda teniendo como rehén la otra tanga de su madre. Era tan erótico pensar en esa escena desde afuera en mi mente. La única ropa íntima con la que había jugado así era con la ropa sucia de una amiga hija de una vecina.
Yo seguí en lo mío y él me estiró su mano para alcanzar mi pene y comenzó a jalarme la verga y yo solo quité mi mano. Eso se sentía rico. Lo guié para la cama y lo recosté de manera que yo quedara a su costado derecho y le seguí jalando la verga mientras él me la jalaba a mí. Así estuvimos un rato y después por instinto me agaché cuando vi la primera gota de lubricante que salía de su pene. La atrapé con la punta de mi lengua y la saboreé; pude sentir su sabor dulce igual que mi propio lubricante. Volví a jalársela más rápidamente y mantuve su cuerito estirado hacia abajo para estirar bien el pene. Volvió a salir lubricante y está vez fue mayor la cantidad. Yo ya estaba super caliente y comencé a chupar su cabecita. Saboreando su dulce lubricante.
Él seguía masturbándome y ya comenzaba a salirme lubricante que él también aprovechó. Tomó el lubricante con su dedo y lo llevó a su lengua. En eso gimió de placer y volvió a apretar mi verga para exprimir más y se lo volvió a saborear.
Eso me calentó y yo le comencé a chupar su verga más rápido mientras lo masturbaba. Él me jaló y me subió encima de él para hacer un 69 y fue glorioso. Yo estaba duro como fierro y él también. En ese momento el instinto del placer era lo único que importaba. Nos perdimos en ese placer y aunque yo no me bajaba para metérsela en la boca, él subía su cara para poder alcanzar mi verga y después de unos minutos de tanta calentura le dije: “¡Ya casi termino!” Él comenzó a jalármela más rápido y yo se la comencé a chupar más rápido y un minuto después ambos estábamos disparando chorros de semen en la boca del otro.
Nunca había probado otro semen aparte del mío y su semen sabía similar al mío. Tenía un olor a jugo de caña o elote crudo. Y olía a cloro y también sabía entre salado y azucarado. Él se había tragado todo mi semen al parecer y al parecer estaba satisfecho de haberlo hecho porque se quedó recostado con los ojos cerrados y sonriendo en silencio. Yo me bajé de encima de él y me tiré a un lado mientras aún le acariciaba la verga y sentía cómo se volvía flácida en mi mano poco a poco.
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Espero que le haya gustado y espero que le den 5 estrellas y pongan comentarios 👍😀
Felices pajas!!! 😛
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