CULITOS CASI VIRGENES 2
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Hansolcer.
Uno frente al otro, desnudos completamente.
Julio a mi izquierda Iván a mi derecha, recostados sobre mi parte baja, mi verga parecía no ser suficiente para aquellos 2 chiquillos de tan sólo 10 y 12 años.
Al decir que quizá nos les fuera suficiente, era porque los dos querían tenerla al mismo tiempo.
Iván la sostenía por el tronco y jalándola hacía él se metía cuanto podía a su pequeña boca, la chupaba con tanta delicadeza, con maestría, su lengua caliente jugueteaba sobre el glande.
Podía sentir su ardiente cavidad bucal, escuchaba sus gemidos, evidentemente lo estaba disfrutando.
Julio, su hermano menor se había tenido que conformarse con chupar mis bolas, podía sentir su boquita pasar de un huevo a otro.
Con su mano levantaba mis bolsas de los huevos y se las metía hasta dejar adentro de su boca, apretaba un poco presionando hasta hacerme gemir por el placer que me daba.
De inocencia, estos chiquillos era seguro que reprobaban cuanto examen les hicieran.
Yo abría mis piernas lo más que podía, dejándoles al aire aquello que tanto parecía gustarles.
Podía sentir sus miembros rozándome la pierna, el pito de Julito aunque chico lo tenía parado, Iván igual, sus 12 centímetros incluso babeaban líquido preseminal.
El ya acababa, lo había visto descremarse ayer mismo cuando por casualidad habíamos iniciado nuestro juego sexual, cuando los descubrí follando en su propia casa.
Hoy estábamos en La mía, en mi cama, en mi cuarto.
Habían llegado supuestamente a recoger mangos del árbol que crece en el patio de la quinta donde vivo.
Yo sabía que era una excusa, habían llegado a coger conmigo.
Lo supe en el momento mismo que llegaron, sonreían.
Julio no disimulaba buscando con su mirada mi entrepierna, como estaba vestido nada con un short deportivo mi bulto se notaba sin mayor dificultad.
¿Te la quieres comer otra vez? Le había preguntado directamente, para que aquel chiquillo que apenas llegaba a los 10 moviera su cabecita de adelante hacia atrás como un si.
Una mirada alrededor en busca de curiosos y ahí íbamos los 3 para adentro.
Ni quien pudiera vernos, la propiedad donde yo vivía era el límite entre lo poblado y lo rural de aquella colonia sin nombre.
Bueno, la quinta donde vivía se llamaba Providencia, le hacía honor al hecho mismo de haber encontrado a estos chicos para desaguar mis ganas.
Como dije antes, hacía unos meses me había separado de mi mujer y cuando me mudé con mi madre creí que el sexo iba a escasear en mi vida, sin embargo conocí a Rosa la madre de Julito e Iván, casada pero con poco sexo en su hogar según sus propias palabras.
Por ella me había enterado del juego sexual de sus chicos hasta que yo mismo pude comprarlo.
Serían las 3 de la tarde, la brisa entre las ramas de los árboles era todo cuanto se escuchaba afuera, adentro aunque en apariencia no habría nadie en la casa, mi madre reposaba de su enfermedad en una habitación.
En la mía, con la puerta cerrada yo respirando hondo, mi mano acariciando aquellas dos cabecitas de Iván y Julito que diligentemente le daban placer a mi verga.
Podía escuchar el chapoteo de mi verga siendo engullida por Iván, Julio gimiendo chupándome los huevos, los dos respirando excitados.
Moviendo sus cuerpos de una lado a otro como culebras en nido sobre mi cama.
Vente para acá – le dije a Iván con vos entrecortada.
Necesitaba prepararle el culo, ensalivárselo, porque si al principio había sido a Julito a quien le había preguntado si quería volvérsela a comer, ver la diligencia con que Iván me la había mamado merecía su premio.
Que mejor premio que los 18 centímetros que ahora gozaba con la boca.
La chupaba con tal maestría que no tenía nada que envidiarle a su mamá cuando me la mamaba, rico, con lujuria quizá herencia de familia, porque Julio aunque tuviera 10 también la chupaba como todo un experto mamá pollas.
Iván se colocó de tal manera que su culo quedó al alcance de mi boca, agarrado al espaldar de mi cama.
Yo podía lamerle la raja y hasta los huevos si quisiera, su hermano ahora entre mis piernas podría engolosinarse con mi tranca, que por cierto resultaba imponente ante su rostro.
Por un segundo mi cerebro trato de entender como era posible que aquel mozalbete fuese capaz de albergar toda mi verga en su culito.
Porque se la había tragado hasta el cogote, es más recordaba que de una manera perversa me había jalado los huevos hacia atrás para dejar toda mi pija fuera de su funda y aún así la había aguantado.
Quizá también fuera herencia de familia, porque a su mamá le encantaba por el culo, cuando follabamos era cuando más parecía disfrutarlo.
Que la ensartara con mi verga mientras que ella se masturbaba el chocho era algo que la elevaba al clímax sexual.
Iván había empezado a dar muestras de que tenía los mismos genes, al contacto de mi lengua en su entrada del culo se había retorcido mientras lanzaba un largo mmmmm de gusto.
Pude ver que sus 12 centímetros de verga los tenía parados al límite, una idea perversa me vino a la mente, lo haría acabar sin que el tuviera que tocarse.
Lo masturbaría de ser necesario o incluso se la mamaria, pero le sacaría la leche por mi mismo.
Su culo sabía a niño, a niño que no se había bañado y talvez hasta había cagado horas antes.
Quizá no fuera el ano más aseado, pero eso en lugar de causarme alguna repugnancia me excitaba más.
Escucharlo gemir, retorcerse encima de mi boca era algo que mi ego de macho lo celebraba internamente.
Con mis manos lo movía de adelante hacia atrás, porque le chupaba la raja completa.
Mi lengua no dejaba centímetro sin ser acariciado.
Cuando llegaba a sus huevos me los metía en la boca y se los apretaba como había hecho Julio con los míos minutos antes, podía sentir como sus piernas se tensaban, todo el cuerpo parecía sufrir de calambres, la piel se le erizaba y gemía largamente.
Julio continuaba mamando pero cuando su hermano gemía se detenía, quizá su mente infantil le hiciera sentir envidia ya que tan solo ayer, él había sido quien gozara de mis caricias.
Pero talvez solo fueran conjeturas mías, porque agarrado a mi verga con una mano seguía chupando como todo un experto mamapollas.
Julito ven – le dije víctima de una idea para hacerlo sentir más involucrado.
Hazte para acá mijo.
Le indique que volteara su cuerpo hasta dejar su culto al alcance de mis manos, una especie de 69 aunque a quien yo le chupaba el culo sería a Iván.
Julio seguiría mamando pero con una de mis manos le perforaría el culo, le daría dedo.
En cuatro sobre mi aquel chiquillo definitivamente me agradecía el cambio de posición, mamaba mientras sus nalgas se movían dándome libertad de que mi dedo medio jugará en su interior, Iván seguía disfrutando mi lengua, ahora los 3 disfrutábamos en aquel cuarto iluminado tan solo por la luz del día que entraba por la ventana, afuera el viento continuaba jugando entre las ramas de los árboles, indiferente a todo cuanto sucedía adentro.
Los minutos pasaron, las caricias en nuestros cuerpos hicieron su efecto.
Julito parecía haberle encontrado gusto a mi dedo medio.
Sin dejar de mamar había comenzado a moverse como si estuviera siendo cogido.
Gemía, pujaba, resoplaba aire de más que dejaba escapar sobre mi verga.
Iván parecía haber perdido toda fuerza en sus piernas, su culo prácticamente lo habría dejado caer sobre mi boca si no lo estuviera deteniendo con la mano que me quedaba libre.
Mi verga no podía con tanta caricia, se había inflado, se había adormecido, se había puesto de un color morado, los huevos colgaban en su bolsa, una sensación como de corriente bajo mi parte baja me hizo saber que era el momento.
Uno o los dos culos de aquellos chicos debían acoger a mi polla.
Un segundo para pensar y decidí que Julio también merecía su dosis de reata.
Haber mijos – dije saliéndome de debajo de Iván.
Tu ponte así le dije a Julio ayudándole a quedar en 4.
Tu Iván ponte delante, así.
Que te la mame Julito.
Los puse a los 2, Iván acostado de espaldas en la cama, Julio entre sus piernas mamándole el pito, yo atrás parado en el piso con mi Vega en la mano.
Julio al borde esperando comerse una vez más 18 centímetros de polla.
No hubo necesidad de lubricarlo, se la trago a la primera, aquel culo me recibió completo hasta el tronco.
Estaba que hervía por dentro, un prolongado gemido me hizo saber que no me había equivocado en los tiempos.
Era momento exacto, incluso el tiempo parecía haber desparecido.
No había porque pensar en nada más que darle placer a aquellos chicos que parecían disfrutar al exceso.
Iván había tomado la cabeza de su hermano y jalaba contra si, contra su rabo.
Julio moviendo su infantil culo para recibir mi garrote mas grueso que siempre.
Pude adivinar que Iván estaba a punto de correrse, que importaba cuanto tiempo había pasado, otra vez recordé mi intención de hacer Lo acabar sin que tuviera que tocarse o que su hermano se la mamara.
Se la saque a Julio quien parecía haber sido víctima de un desmayo y casi colgaba con mi polla adentro.
Iván había abierto los ojos y me miraba quizá adivinando lo que iba a pasar.
Un brillo especial apareció en sus ojos.
Julito había dejado de mamársela, yacía a su lado con el culo tan abierto que parecía se había tragado un bote de desodorante, por un instante creí leer en su mirada un sentimiento de venganza, un algo así como desflórele el culo
a Iván también para que sepa lo que es bueno.
Quizá lo imagine, Pero no necesitaba pedírmelo.
Mi cuerpo y mente lo deseaba, Iván parecía desearlo igual.
Sentado sobre la cama me miraba parado frente a ellos con mi verga entre la mano derecha, subiendo y bajándome la capucha del glande.
Recuéstate aquí – le dije señalándole el borde de la cama.
Así lo hizo, sus piernas quedaron por un momento colgando, su verguita seguía parada.
Colocado en cuclillas puse sus pies sobre mis hombros y luego los empuje hacia él dejando su traserito a mi total disposición.
Me incorporé hasta quedar con mi polla a escasos centímetros de su entrada.
¿La quieres adentro mijo? – pregunte aunque su respuesta era obvia.
Julito nos miraba curioso.
Quise adivinar que pensaba, pero no supe descifrarlo.
Que importaba, ya después se lo preguntaría.
Lo cierto es que no quitó sus ojos de encima cuando la cabeza de mi verga jugaba con la entrada del culo de Iván.
Vio cuando empuje hasta que desapareció el anillo del glande, su hermano no pudo evitar un ahhh de placer.
Otra vez quise adivinar que pensaba Julio, pero igual que antes fracase.
Por un instante nuestras miradas se cruzaron, pero luego él otra vez se intereso en aquello que le estaba entrando a su hermano, eso hizo que se la empujara otro tanto y a fuerza la cueva de Iván recibió 5 centímetros más.
Su culo parecía que iba romperse por la estrechez de sus intestinos, pero igual me recibía.
Podía ver sus puños apretados, los ojos entrecerrados, una vez más tuve que preguntarle si de verdad la quería toda.
Si dijo mirándome retadoramente, empuje otro tanto sintiendo como aquellas paredes rosaban mi verga.
Me detuve, despacio se la saque hasta dejar nomas la cabeza adentro, luego baje hasta donde había llegado antes y otra vez paré, Julito está vez parecía decirme que ya le rompiera el culo a Iván.
Empuje fuerte pero despacio, centímetro a centímetro se de la fui dejando ir hasta que mi cuerpo choco con el suyo.
Ahí estaba Iván al borde de la cama, sus piernas totalmente levantadas sobre mis hombros, ahí estaba totalmente lleno por una verga hinchada, negra, dura y llena de venas.
Había girado su cabecita hacía un lado, los ojos totalmente cerrados, sus labios apretados contra si.
Julio lo miraba como si en silencio lo felicitaba por unirse a su club traga vergotas.
Pude sentir como su interior empezó a relajarse, abrió los ojos, me miro.
Una lágrima se le escapó por la mejilla
– ¿Mijo, Te hice daño? ¿Te la saco? – pregunte.
– No seas llorón Iván – dijo Julito.
Tu me dijiste que te la ibas a tragar toda sin chillar – increpó su hermanito.
– No – hablo Iván.
La aguanto toda.
Se la saque aunque la intención era cogerlo de una vez, creo que él lo supo.
Aflojo su cuerpo y me recibió en su culo una y otra vez, metida tras metida Iván fue otro.
Su rostro infantil empezó a reflejar lujuria, placer, gozo.
Sus pujidos ahora eran de gusto por estar siendo follado, su pene seguía erecto, tieso como palo.
Pude ver como sus manos ya no se apretaban contra si, ahora me buscaban como queriéndome abrazar, por dentro sentí como el culo de Iván tenía espasmos, sus gemidos hoy eran verdaderos bufidos y resoplidos.
La boca se le puso seca, volteó los ojos hacía arriba, supe que debía darle fuerte.
Levante mis caderas lo mas que pude y sin un ápice de lástima lo clavé tan duro como pude, una vez, dos veces, cinco veces, hasta que grito sin importarle talvez que mi madre lo pudiera escuchar en el cuarto donde estaba.
Se corrió sobre su pecho, varios chorros, leche blanca, de olor agradable.
Julito me miró como preguntando que hacer, no pude responderle.
Una descarga como de fuego se revolvía en mi zona baja, acelere mis movimientos, la intensidad.
Quizás bastó una decena de veces para sentir que mi semen subía por mi polla, se la saque dejándome ver que el culo le había quedado abierto como una figura de ok echa con mi mano.
Me masturbe sobre de él, sobre su pancita.
Julio se había acercado, ansioso de ver salir aquello que apenas ayer había probado.
Fueron 4 chorros grandes, uno incluso fue a caer sobre el rostro de Iván, los otros sobre su pecho, luego una serie de borbotones que dejaban escapar más y más semen.
Sólo porque mi mamá podía escucharme, me trague mi grito.
Que acabada había tenido con aquel par de chicos pervertidos que habían llegado supuestamente a buscar mangos, pero que yo supe desde el principio que lo querían eran polla, polla y de la grande.
Ellos mismo me habían confiado un día antes que esto no era nuevo, que cogían incluso con su padrastro y el hijo de este.
Un señor de unos 55 y Joaquín de 35 o más.
Uno a la par del otro descansábamos en la cama.
Yo en medio
– Su papá la tiene grande? – Pregunte.
– Si – dijo Julito levantando su cabeza como si quisiera comparar.
Iba a preguntar por Benjamín, el hijo.
– Es grande, pero no se le para tanto como a usted.
Es como hasta aquí – dijo Iván poniendo su dedo pulgar al pegue de mi verga y el dedo medio hasta donde comenzaba el anillo de mi glande.
– Benjamín la tiene gorda – dijo Julio.
– Por eso mi papá no quiere que se la meta a Dayana – dijo Iván.
Me habían ganado la delantera a mis preguntas.
Porque mi curiosidad me hacía sospechar que aquella familia tenía más secretos que dos niños a los que les gustaba jugar al sexo.
Dayana a sus 14 debía ser una tentación muy grande para aquellos adultos que por lo que contaban estos chicos, eran lujuriosos y perversos.
Una vez más iba a preguntarles algo, pero la voz de mamá llamándome lo impidió.
– Voy – dije.
Nos vestimos.
Para disimular el olor a sexo rocié un poco de aerosol para zancudos.
Julio e Iván salieron conmigo, mirando a todos lados se cercioraron que nadie pudiera verlos salir de mi cuarto.
Cruzaron el patio y tomaron las bolsas de mango que habían llenado previamente, me miraron y se fueron.
Al cruzar el portón de malla que daba acceso a mi casa supe que aquellos niños volverían a coger conmigo.
Algo vino a mi mente que me hizo sonreír, el agujero tan grande que les quedaba a Julio e Iván al momento que les sacaba la verga.
Con eso en mente entre donde reposaba mi madre:
– ¿Con quién hablabas? – pregunto.
– Nadie mamá.
Los vecinos, vinieron a pedir fruta.
– Ah.
Pensé que había venido tu mujer – dijo.
No es bueno que estés sólo hijo.
No te mereces este encierro.
– No se preocupe mamá – dije.
Lo hago con gusto.
Ya afuera, fumando en el patio pensaba.
Tengo que averiguar todo lo que sea de mis vecinos.
La sola idea de pensar en aquella nenita de 14, casi sin tetas, pero de culito parado me provocó una erección.
¿Porque Don Raúl no deja que su hijo se la meta a su hijastra? ¿La querrá sólo para él? Eran preguntas sin respuestas que estaba seguro me contestaría sin tiempo y las circunstancias.
Seguiré contando….
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