Damián – La llegada
Del como, a mis 6 años, me encuentro al hermano mayor de mi vecino desnudo.
El día comienza como cualquier otro, excepto que el día de hoy no será como los demás, me despierto super feliz pues hoy es mi último día en este pequeño apartamento, hoy es el gran día, la gran mudanza, como decía mi papá, pues gracias a él y a un nuevo empleo que tenía acabábamos de comprar nuestra primer casa, ya no viviríamos todos amontonados, cada quién tendría su propio espacio.
La casa nueva tampoco es que fuera muy grande, pero según él, contaba con tres habitaciones y un jardín, cosa que me tenía super feliz, ¡al fin podría tener un perrito!
Mientras pensaba en todo eso, una voz me sacó de mi cabeza.
-Damián, Damián-. decía mi madre. – niño, te estoy hablando, – ¿ya tienes tu maleta lista? Qué ya casi nos vamos a la nueva casa.
-si ma, ya casi la tengo -. contesté, mientras metía en una maleta unos pantalones y unas playeras que me faltaban.
-Cuando estés listo, te cambias y bajas a ayudar a tu prima a meter las cosas en el coche-. dijo mi mamá.
Terminé de guardar mis cosas y fui a ayudar a mi prima Aime, que, a pesar de tener 15 años, no ayudaba en casi nada, mientras que yo, a mis 6 años, metía todas las maletas en la cajuela del coche.
El trayecto del viejo departamento a la nueva casa pasó como si nada, de vivir en un departamento a las afueras de la ciudad, vivíamos ahora en una casa dentro de una zona familiar en el centro de la ciudad.
Llegando a casa y después de elegir cada quién su cuarto, yo terminé eligiendo el «más grande» ya que el tercer cuarto en realidad era una especie de sótano, lo cuál era mejor para mi, podría poner mi pista de carreras y mi nintendo64 sin que nadie los pisase, el fuerte, como así le decía, tenía una ventana que daba frente a la casa y otra en la parte de atrás, que daba a un saliente y miraba hacia el jardín.
Después de la mudanza todo siguió normal, inicié la escuela y aunque yo era muy tímido, sobre todo al haber crecido rodeado de mujeres, logré hacer uno que otro amigo, uno de ellos, llamado Oscar, vivía en la casa frente a la mía, por lo que a veces nos íbamos juntos a la escuela, a veces nos llevaba su mamá o a veces su hermano, un chico de unos 18 años que iba en la prepa de mi misma escuela.
Oscar, aunque era mayor que yo, ya que el tenía 10 años, era un buen amigo y siempre estábamos juntos, por lo que destacabamos mucho, yo siendo muy delgadito, de piel muy blanca, cabello lacio negro en forma de honguito y unos ojos rasgados color miel, mientras el era un poquito más llenito pero no llegando a gordo, el cuerpo normal de un niño de su edad, era moreno, el cabello lo llevaba super corto, tipo casquete corto y unos ojos negros que nunca mostraban como se sentía.
Mi amistad con él creció tanto que a veces, él se quedaba a dormir en la casa y yo a veces iba a jugar a la suya, nunca a dormir porque mis papás nunca me dejaban.
En su casa siempre estábamos solos, a excepción de su nana y su hijito Javier, un niñito de 3 años que siempre estaba pegado a su mamá.
Un día de esos, mientras jugabamos a las escondidas, me escondí en la primer habitación que había visto cuando voy escuchando unos pasos por lo que instintivamente me meto debajo de la cama, solo que no era Oscar, sino su hermano, Uriel, el muchacho que luego nos dejaba en la escuela.
Tenía miedo pues Oscar me había dicho una vez que su hermano le había pegado por entrar sin permiso a su cuarto, por lo que me hice chiquito y traté de no hacer ruido, pero al parecer Uriel no había notado mi presencia debajo de la cama.
Yo tenía el corazón latiendo a mil por hora, quería salir corriendo pero si salía Uriel podía pegarme, por lo que seguí ahí escondido, en eso, voy viendo como Uriel se empieza a quitar la ropa, traía un pants de esos holgados y una playera de basket, a diferencia de Oscar, Uriel era más claro de piel, no tan blanco como yo, pero si más que Oscar, era muy alto, media 1.87 aprox, mientras se desvestia, algo en mi se sintió raro, me gustaba verlo, pero no sabía porqué.
Uriel terminó de quitarse la ropa, ya desnudo su cuerpo se veía completamente diferente, tenía mucho vello en las piernas y en sus nalgas, pero la espalda sin un rastro de pelo, yo me quedé embobado viéndolo cuando de pronto él se voltea y logró ver por primera vez algo que hasta el día de hoy no he podido olvidar, una verga güera, bonita, rodeada de una mata de pelos negros semi largos, colgando a la par de unos huevos rositas, era el pene más grande que había visto, y eso me produjo curiosidad, por lo que, sin darme cuenta, hice un ruido que me dejó helado, pues en ese momento Uriel volteó hacia donde yo estaba escondido y tapándose me dijo – ¡¿Qué verga estás haciendo aquí Damián?!, ¡¿Cómo entraste y por qué me estabas espiando?!
Yo bien asustado le contesté – Na… Na… Nada Uriel, estaba jugando con Oscarito a las escondidas y me escondí aquí-
-¿Y por qué me estabas espiando? -. me contestó.
-N.. Noooo, cómo crees, yo no hacía eso, solo que pensé que eras Oscarito y pensaba espantarlo- le respondí de regreso pero con la mirada pegada a la toalla con la que se cubría, lo que creo hizo que él se diera cuenta que lo seguía viendo.
-¿qué andas viendo? ¿Te gusta? ¿Quieres verla de cerca?- me dijo, solo que esta vez me veía de diferente forma, sus ojos ya no mostraban enojo o molestia sino curiosidad.
Yo ya no podía hablar, tenía miedo, pero asentí mientras tragaba saliva, Uriel se quito la toalla y esta vez su pene no se veía como hace rato, se veía más grande, ya no estaba colgando, ahora se estaba levantando aunque aún le faltaba.
Sin palabras, se acercó a mi y me hizo una señal de sentarme en su cama, yo igual sin decir nada solo me senté y lo vi acercarse a mi, cualquiera que hubiese visto eso hubiese visto a un hombrezote musculoso de 1.87 acercarse desnudo a un niño de a lo mucho 1.15, flaquito.
Cuando lo tuve cerca, fue que sentí su olor por primera vez, un olor extraño, raro, como almizcle (olor que a la fecha cada que lo huelo me produce una erección de campeonato), el aroma me embriago, quería olerlo más de cerca por lo que me acerqué más a él y él a mi.
-¿quieres tocarla?-. Me dijo, mientras agarraba mi manita y la acercaba a su verga, yo solo me dejé hacer, cuando la tuve en mis manos, la sentía caliente y pulsante, como si estuviera viva y lo único que salió de mis labios fue:
-Está muy grande, ¿no te molesta para caminar?
El solo se rió y me dijo – JAJAJA, ¿crees que está grande? Síguela tocando y crecerá más y no enano, no me duele al caminar, pero pronto me dolerá si la sigues apretando así.
Su verga fue tomando tamaño, ya no era tan pequeña como cuando la agarré, había duplicado su tamaño, y para mi, un niño de solo 6 años, era inmensa, apenas mi manita podía cubrirla.
-¿quieres probar algo diferente? Me dijo Uriel, mientras me acariciaba la cara.
-S… Si tu quieres-. Le contesté…
Continuará…
Espero les haya gustado, es mi primer relato, aún faltan muchas cosas más para el pequeño Damian, veremos que le enseñará Uriel al pequeño y como éste termina metiéndose en un juego que no sabe como terminará.
Buen relato espero seguir leyendo la continuacion
No manches te pasas wey ya que siguele contando mas ok saludos amigo… 🙂 😉 🙂 😉 🙂 😉
A esa edad son lo mejor👍 continua, muy bueno!!!