Dando tutorías de natación a un chico de 18 (parte 1)
«Ambos nos quedamos quietos por un momento, yo sintiendo su respiración caliente sobre mi empapada y empalmada polla, y él probablemente sintiendo el olor de todo el líquido preseminal que estaba soltando yo en ese momento».
Me llamo Mateo, tengo 21, y está es la historia de cómo conocí al chico que creí tener en la palma de mi mano.
Todo comenzó en mis clases de natación. Sí, hago natación desde muy pequeño, así que tengo un cuerpo bien fibrado, musculoso para mi edad, mido 1,84 y tengo una piel bronceada, pelo rubio castaño y ojos verdes, y eso sin mencionar el tamaño de mi enorme polla de 23 centímetros. Si bien voy a nadar desde que tengo memoria, estaba por empezar en un nuevo club, algo sin profesores, más libre.
Mi único asuntillo con este nuevo club, era que tenía duchas compartidas.
Siempre odié estos ambientes. Ver a los otros tipos de la piscina completamente desnudos me la dejaba dra como piedra, solo para que luego todos me miran raro.
Sin embargo, era lo mejor que podía pagar mientras terminaba mi carrera de medicina. Las piscinas tampoco eran muy grandes, y tampoco había tanta gente, pero es lo que hay.
Pero no quiero aburrirlos con detalles. Vamos a lo interesante.
En este club casi todos eran adolescentes como yo: de al rededor de 20 años que buscaban un buen lugar para nadar sin ser demasiado caro. Pero de entre todos, uno me llamaba la atención.
Tomás era un chico de 18, que medía unos 1,60 (muy bajo para su edad) de piel más bien oscura, ojos marrones y cabello negro, despeinado de una manera muy sensual. Tenía unos pequeños abdominales, propios de un aprendiz en natación, así que, al segundo día de verlo, me atreví a hablarle.
– Hey, eres Tomás, ¿no?
– Sí – noté como se ruborizó. Estábamos al borde de la piscina, así que ambos teníamos el pecho al descubierto, y me pareció notar como recorría mis abdominales con su mirada, algo más de lo debido.
– Oí que eres nuevo en esto de la natación. Llevo años de práctica. ¿Te gustaría que sea algo así como tú profesor, o mentor?
Dudó.
– No lo sé. No tengo más dinero que el que gasto en casa, comida, y el propio club.
– ¡No te preocupes por eso! Ya encontraremos la manera de pagarme, pero por ahora no te hagas problema.
Aceptó el trato y me agradeció con una sonrisa inocente en el rostro. No sé hacía una idea de lo que yo tenía planeado. O al menos eso creía yo…
Durante su primera clase, el miércoles siguiente a nuestro acuerdo, le ayudé a perfeccionar su brazada, a lo que le dije que su técnica de brazos estaba mal, que un ejercicio útil era practicar el movimiento fuera del agua.
Nos sentamos en el borde de la piscina, y le pedí que iniciara el movimiento. Le dije, mintiendo, que estaba mal, así que me levanté y me paré detrás de él, con mi polla a dos centímetros de su cabeza. Para ese momento yo ya estaba bastante excitado, pero logré acomodar mi polla para que no se me notara tanto la erección.
Lo tomé de sus fuertes antebrazos y le mostré el movimiento correcto, aunque, claro, él ya lo estaba haciendo. En esto, aproveché la excusa de que necesitaba estirarse más para acercar mi polla a su nuca, dejando mi mástil, ya notoriamente erecto, sobre su cabeza. Él no pareció notarlo.
En eso, se gira para mirarme y mi polla le da un golpe en la cara, justo debajo de la nariz. Como no llevaba boxers debajo de los shorts, tenía como una carpa. Ambos nos quedamos quietos por un momento, yo sintiendo su respiración caliente sobre mi empapada y empalmada polla, y él probablemente sintiendo el olor de todo el líquido preseminal que estaba soltando yo en ese momento.
Al cabo de unos segundos, me miró a los ojos y me dijo que se le hacía tarde, que debía de irse. Yo me sentí algo decepcionado. Tenía miedo de haberlo asustado y que no volviera al club. Aún así, luego de que se fue sin ducharse, según él por su supuesto «apuro», me metí a uno de los cubículos del baño y me hice la paja de mi vida.
Mientras recorría con mi mano rápidamente toda mi polla mojada por el agua de la piscina y mi propio líquido preseminal, con la otra mano me tiraba de los huevos, imaginando que era Tomás el que me estaba masturbando de manera tan salvaje. Estuve así un buen rato, hasta que me imaginé corriéndome en la cara de Tomás, fantaseando con mi leche cayendo en su boca y su perfecto y afilado mentón, para luego escurrirse hasta sus pequeños y tiernos abdominales.
Acabé en unos 20 minuto, pero me quedé pensando allí mismo si volvería a ver a Tomás. Lo descubrí el miércoles próximo, en mi siguiente visita al club…
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Si bien esta parte no fue muy erótica, las siguientes partes del relatos serán más sexuales. Solo me pareció importante dar un contexto.
Como introducción, está GENIAL, casi me hiciste oler el cloro de las instalaciones… Jajajajajaja. Ya quiero ver cómo sigue…
Cuando pa 2da parte?