DÁNDOLE AL RUBIO -PARTE II-
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por zoohot.
Después de la cojida grupal que le hicimos a Aldo, seguí compartiendo la compañía y amistad de los chicos de esa zona. Por los comentarios de los demás, supe que todos se desahogaban con Aldo, que desde antes de llegar a la adolescencia, busconeaba a los demás machitos para dejarse.
Así las cosas, pocos días antes de regresar de mis vacaciones allí, mis amigos me invitaron a jugar un partido de futbol. Para jugar, nos reunimos en un campito en un lugar apartado de la zona, rodeado de matorrales. Era verano, jugamos todos con el torso desnudo y shorcitos.
Cuando estaba por terminar el juego, observé que apareció Aldo en el lugar, como queriendo ver el partido. Algunos lo saludamos, pero todos intercambiaron miradas cómplices. Luego supe que Aldo, cuando se enteraba de algún partido, iba a verlo con la intención de dejarse cojer por los chicos, que ya sabían esa costumbre suya.
Eramos diez chicos jugando. Al terminar, dos se fueron a sus casas y ocho nos quedamos. Estabamos todos empapados de sudor luego del juego, nos refrescábamos con agua que habíamos llevado en bidones. Ahi fue que Mario, el líder, el más grande, lo tomó a Aldo del hombro y se lo llevó entre los matorrales. Minutos después, todos fuimos hacia allí a mirar: ya estaban los dos completamente desnudos, Mario de pié y Aldo arrodillado mamándole la verga y los huevos, mientras el otro le sostenía la cabeza y le acariciaba el pelo rubio.
Todos excitados y con nuestras erecciones asomando bajo los shorcitos, vimos como Mario acababa en la boca de Aldo, que -aunque intentó tragar la leche- era tanta que no la pudo conservar toda en la boca y se le salía por las comisuras de los labios.
Poco después, Mario hizo que el chico bajara su torso, le abrió las nalgas con las manos, y le chupó el ano, salivándoselo al mismo tiempo. Se salivó su verga enorme y lo penetró de un golpe. Bombeó, revolvió su pija en el culo del chico, hasta que con un quejido fuerte acabó dentro de él.
Ni bien se la sacó, enseguida otro de los chicos se apoderó de Aldo, le lamió el ano recién cojido, y también se lo clavó y le dió hasta acabar. Asi hicieron también todos los demás, uno tras otro. Como siempre, yo quedé para el final.
Todos los restantes machos brillaban de sudorosos y desnudos y con sus pénduos colgando, y hacían fila para lavarse los bultos con el agua que quedaba en los bidones.
Yo estaba muy caliente también y no quería desaprovechar esa oportunidad de sexo. Aldo, agotado, se había recostado desnudo sobre el césped, entre los matorrales. Me acerqué y le tendí la mano para levantarlo del suelo. El chico estaba empapado en sudor. Le acaricié el pelito rubio y le puse mi lengua en la boca, que sabía a semen. Lo hice arrodillar para que me la mamara, y lo hizo con ganas, pese a todo lo que le habían dado. Era hermoso como ese chico chupaba la verga y las bolas, mientras yo le acariciaba el pelito y le decía cosas calientes.
Cuando lo acomodé para que me diera el culo, también abrí sus nalgas con mis manos y ví que su ano estaba completamente abierto y que le salía líquido blanquecino. Yo tenía una erección tremenda, salivé mi pija y se la puse toda, entró fácilmente por esa abertura. Mi verga era gruesa, pero él estaba tan dilatado que no sentía presión, por eso le pedí que apoyara sus manos en un árbol y cerrara bien sus piernas, mientras yo lo envolvía con las mías para hacer que su cuerpo apretara mi chota. Salía tanto líquido de su ano que me mojaba las bolas. Comencé a bombear con fuerza y al mismo tiempo le amasaba las tetitas.
Le solté una eyaculación muy abundante, mientras le amasaba la pancita. Aldo gimió y movía su cadera en forma circular. Al sacarla, enseguida fui a lavarme el bulto con la poca agua que quedaba.
Antes de vestirnos, todos lo rodeamos a Aldo y lo fuimos apoyando, frotando y besándolo en la boca como despedida. Había sido cojido por ocho machitos, y se llevaba ocho eyaculaciones adentro de su culo, sin contar lo que recibió en su boca con tanto agrado.
Poco después terminaron mis vacaciones y nunca mas volví. Pero siempre recordé a ese chico rubio y gordito, que tanto hacía gozar a sus vecinos y -esa vez- también a mi. Muchas veces me masturbé pensando en él.
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