Daniel Parte I
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hola, soy un chico que vive en el hermoso país de México, por cuestiones de seguridad y todo eso no pondré de que localidad soy, me llamo Carlos y actualmente tengo 20 años.
Soy un chico gordito, lo he sido desde que soy niño, actualmente ya me cuido en lo que como y todo eso, pero bueno ese no es el punto, soy medio alto, no mucho, tengo los ojos cafés (lo único que me gusta de mi), soy de piel morena (como típico mexicano), según yo no tengo ningún atractivo, y al ser gordito desde niño pues digamos que mi trasero es grande al igual que mis piernas. Desde niño he noté que no era un niño como los demás, me fijaba inconscientemente más en los niños que en las niñas, pero no se me hacía raro, como que lo veía normal. En esos tiempos y hasta la fecha mi papá tiene un trabajo que tiene que irse súper temprano de la casa y regresa en la noche, muy noche, y pues la mayoría del tiempo me la pasaba con mi mamá y mis dos hermanas, así que gracias a esto adopté gestos femeninos, así como que mi tono de voz en si no es muy masculino que digamos, aparte siempre me ha gustado juntarme con niñas, me llevaba mejor con ellas que con los niños (hasta la fecha es igual).
Bueno ya estamos entrando en mucho rollo sobre mi. Toda esta historia comenzó desde que salí de la primaria y pasé a la secundaria, como todo chico de esa edad uno ya no se sentía un niño, uno se sentía grande, pues ya eras de secundaria, a mis 12 años, era igual gordito, pero eso si lo que tenía de gordo lo tenía de alegre, bromista (sin caer en ser pesado), buena onda y todo eso. No tenía así muchos amigos, pero con los que tenía me la pasaba de maravilla, 3 eran niñas y 2 niños. Bueno, llegó el tan esperado primer día de clases en secundaria, ese día como éramos muchos para primero tuvieron que dividir el grupo en A y B, a mi me tocó en el B junto con mis amigas y uno de mis amigos, este amigo se llama Abel.
Ese día iba muy emocionado y feliz, irradiando alegría, pero a veces el destino nos tiene preparadas otras cosas. Después de dividirnos en grupos en la formación, estaba platicando con mi amigo Abel, todo normal, pero entonces escuché unas risas medio burlonas, así que voltee a ver de donde provenían esas risas, y ahí estaban…
Un grupo de 5 chicos muy alto y la mayoría muy guapos, grandes (para su edad) y todos con una risa muy malévola en el rostro, pero uno de ellos sobresalía de entre los demás, era un muchacho moreno claro, con unos penetrantes y muy expresivos ojos, el era Daniel, era el que tenia la sonrisa mas marcada en su bello rostro.
Los vi e inmediatamente comprendí que se estaban burlando de mi, ya que uno de ellos me señalaba y todos reían, obviamente se reían por mi forma tan redonda. Los ignoré y seguí platicando con mi amigo, pero yo no sabia a que grupo los habían mandado, así que le rogué a Dios que todos se hubieran ido al otro grupo.
Una maestra nos dijo que pasáramos a nuestro salón, y pues yo avancé y al entrar al salón aparte mi lugar pegado a la pared a media fila. Y mi sorpresa fue que solo dos de los 5 tipos de hace rato les toco en mi grupo y uno de ellos era Daniel, trate de no hacerle caso pero como siempre el se sentó en la banca que estaba justamente atrás de mi.
¡Mierda!- Pensé.
Su amigo o achichincle, se puso atrás de el y empezaron a platicar y a reír.
¡¡AHÍ EMPEZÓ MI INFIERNO EN LA TIERRA!!
Desde ese día, Daniel me molestaba diario, me robaba mi mochila, me daba zapes, me jalaba el pelo, me pintaba mi camisa de la escuela y demás cosas.
No había día que no me molestara y me dijera alguna grosería como “Puto gordo, Putito, Pendejito, Carlitos el estupidito, etc.” podría sacar un libro con la lista de insultos que me llegó a decir.
Pero lo fui sobre llevando todo, me aguantaba, mi maldición siempre ha sido que soy muy pasivo, que me dejo que la gente me diga y me haga y no hago nada al respecto, aparte de mi bandera de “NO VIOLENCIA” pues resulté un blanco fácil para este malnacido chico.
En cierta forma me acostumbre a sus abusos, a sus golpes, y esas cosas. Yo con mi amigo Abel me sentía muy bien y pues él y otras cosas hacían mi vida en la secundaria más llevadera.
Pero nunca me imaginé la clase de cosas que pasaban por la mente del retorcido de Daniel, pensaba que solo era el típico niño problema que sus padres lo desatienden y que por eso es así.
Pero no, él iba más allá de ese típico niño problema, mucho más allá…
Había algo o mejor dicho alguien más que era motivo de yo siguiera yendo a la escuela, mi maestro de Historia, ooh ese hombre era hermoso!!!
Tenía en ese tiempo como unos 28 años, para mis gustos era el hombre perfecto, era alto, de un moreno hermoso, siempre con barba, lentes y su pelo despeinado, no era musculoso pero tampoco gordo, pero si tenía unos brazos que Ay Dios!! No sé, a mí me gustaba mucho ese maestro. Todas las demás maestras zorras estaban tras de él, ya que él no era casado y según no tenía novia.
En sus clases yo me perdía viéndolo, viendo su rostro, su cuerpo, su cabello…. Me perdía viéndolo.
Pero yo no tenía en cuenta que había alguien que se había puesto celoso…
Había días peores que otros, donde Daniel se ponía de genio y no me paraba de molestar, al principio lo acusaba con mis maestros y director pero como siempre nunca hicieron nada… y todo porque Daniel era hijo del comandante de policía de mi pueblo y tenía cierto “poder”.
Muchas veces llegue a mi casa tan afectado por los abusos de Daniel que ponía mi cara en mi almohada y lloraba, simplemente lloraba en el silencio de mi cuarto. Nunca le dije a mis padres porque en ese tiempo ellos estaban pasando por un momento muy duro y difícil, y no quería darles más problemas. Así que lo oculté.
Sobrelleve el primer año de secundaria… cuando por fin termino ese año escolar, fui el ser más feliz del mundo, ya no tenía que ver a Daniel, y aparte ingenuamente pensé que este ya no iba a regresar al año siguiente porque sabía que había reprobado la mayoría de las materias. Y creí que lo iban a cambiar de escuela… que idiota fui.
Pasando la diversión de mis vacaciones y librándome de Daniel, regresé a la escuela, en el primer día llegue a mi nuevo salón y me senté y todo paso de lo más normal.
Fui muy FELIZ ya que ese día no llego Daniel y tontamente creí que ya no iba a regresar ¡JA!
Todo cambio al siguiente día, llegue muy contento y jovial a mi salón, cuando atrás de mi banca estaba el… estaba ese niño problema, ese que fue mi verdugo el año pasado… ahí estaba Daniel con una sonrisa macabra de oreja a oreja.
En ese momento mis ánimos y mis ganas de vivir se vinieron abajo, se derrumbaron, arrastré mis pies a mi banca y me senté, en ese instante Daniel puso su boca cerca de mi oído y me susurro
“¡TE EXTRAÑE CARLITOS! NO SABES CUANTO”…
Esas palabras retumbaron en mi cabeza como un panal de abejas enojadas, esa frase se me quedo grabada para siempre, hasta la fecha aún recuerdo muy bien esa frase, el tono de voz y todo.
Yo solo me inmuté a bajar la cabeza, quería llorar, quería irme corriendo y nunca regresar…
Ese era el comienzo de un verdadero infierno y el motivo de este relato.
Ese primer día de clases de 2do de secundaria fue el más horrible de mi vida, Daniel venia recargado y mucho más desgraciado que el año anterior. Sus bromas cambiaron, y yo siempre era el blanco de esas bromas. Me mojo mi mochila, me quemo un libro, me robaba mi dinero, me daba golpes muy fuertes y siempre secundado por su amiguito llamado Martin, (sus otros 3 amigos gracias a Dios los habían corrido a mediados del primer año por pelearse a golpes en las instalaciones de la escuela con unos de 3er año)
Pero yo aguantaba porque Abel estaba conmigo y porque veía a mi guapo maestro, pero la vida da muchas vueltas y a mí en ese tiempo siempre me tocaba estar abajo.
Cierto día estaba desayunando con Abel en las gradas de la escuela, platicando cosas de Naruto y esas cosas de niños de secundaria, cuando de repente apareció Daniel y Martin enfrente de nosotros, y empezaron a molestarme como siempre, con insultos, empujones y así, cuando Abel se levanta y les dice.
A ver cabrones, ya estuvo bueno, siempre molestan a mi amigo, ¿Que no tienen algo mejor que hacer?-
Ellos se quedaron callados y yo puse cara de susto, ya que nadie se atrevía a decirles nada a ellos porque siempre los que lo hacían quedaban mal.
Daniel contestó- ¿Qué dijiste pedazo de mierda?-
Que se vayan a chingar a su madre los dos- dijo Abel
Jajajajajajajaja ¿Estas defendiendo a tu noviecita?- Le contestó Daniel
Vamos a chingarnoslo, para que vea quien manda aquí- Dijo Martin.
Daniel asintió con la cabeza y agarraron a Abel, Martin lo sujeto y Daniel sin contemplación, le dio un golpe muy fuerte en el estómago, mi amigo solo se agacho del dolor y Daniel lo agarro del pelo, le levanto la cara y le dio una serie de puñetazos en la cara. Yo miraba asustado y perplejo, tarde en reaccionar, así que me levante y estaba dispuesto a abalanzarme a Daniel, él se dio cuenta, y soltó a mi amigo y me agarro a mí, puso su cara a unos centímetros de la mía y me dijo.
Ni se te ocurra putita- del miedo me paralice y Daniel siguió dándole de fuertes golpes a Abel, yo no podía seguir viendo eso así que en una distracción de Daniel me puse entre él y mi amigo y me dio un puñetazo en el ojo. En ese justo momento solo el timbre de que había acabado el recreo y ellos rápidamente nos dejaron y se fueron, no sin antes amenazarnos diciéndonos.
-Ni crean que se han salvado maricones- y se fueron.
Abel estaba todo lleno de sangre, su nariz chorreaba al igual que su boca, me dio miedo y me dio coraje conmigo mismo, ya que fui tan cobarde que no lo defendí. Fuimos al baño y lo ayude a limpiar con agua. Pero él no me dirigió la palabra en todo ese tiempo, solo veía el suelo y madamas.
Ese día fue un viernes, en todo el fin de semana me sentí terrible, había traicionado a mi amigo, cuando él había dado la cara por mí y por mi cobardía, le llame innumerables veces a su casa y nunca me contestó, fui a su casa y no me abrieron. Me sentía muy mal.
Cuando llego el lunes, Abel no estaba en el salón, ese día no fue a la escuela, estando comiendo con unas compañeras cerca del patio vi venir a Abel con sus padres, apresuradamente fui a su encuentro, sus padres me saludaron normal y le dije a Abel.
Perdóname Abel, perdóname por lo del viernes, por favor- El no contesto nada solo me veía con una mirada llena de tristeza.
¿Qué pasa?- Le dije nuevamente, pero no me contesto.
Abel, ¿Qué tienes?- Lo mire a los ojos, el me retiro la mirada
Nada Carlos, nada me ha pasado- Contestó al momento que unas lágrimas resbalaron por su rostro. Y siguió su camino, sin decir nada más.
De rato me entere que Abel y sus padres habían ido a la escuela a darlo de baja, ya que lo iban a cambiar de escuela. Eso me hizo sentir la peor persona del mundo, por mi culpa él se había ido, y me había dejado solo contra Daniel.
Al enterarse de esto, Daniel con una gran sonrisa llega a mi escritorio y me dice
Ahhh ¿Que tu novio ya se fue?- Con un tono de burla que me dolió mucho.
Como siempre, no le dije nada y baje mi cabeza. Se acercó a mi odio y me agregó
Qué bien, ahora serás solo para mí- Y se fue.
¿Había oído bien? ¿Solo para él? ¿A qué se refería?…
No entendí eso que me había dicho, pero no le pone mucha importancia, ya que mis pensamientos eran solo Abel.
Pasaron los días y me empecé a juntar de nuevo con una de mis amigas desde la primaria, su nombre era Bibiana, era la única amiga que me había sobrevivido desde el principio, ya que mis otras dos amigas se habían cambiado de escuela entrando a 2do de secundaria.
Bibi era una buena amiga, con ella tome fuerzas para seguir aguantando a Daniel, y con eso me empecé a juntar con sus amigas de Bibi, Mayra y Vania, eran buena onda y todo. Me juntaba con ellas diario.
Y ahora si después de todo este rollo larguísimo que los he hecho leer, ya viene la parte interesante, perdón si se les hizo tedioso, pero todo tiene que ver con lo que sigue…
Pasaron los días y como que Daniel se había tranquilizado un poco, pero un lunes que llegue de honores a la bandera me di cuenta que había una carta hecha con una hoja de libreta mal cortada que decía con letra muy fea.
“Desde hace mucho he notado que le haces ojitos al puto maestro de Historia, no me hagas enojar y deja de hacerlo putita pendeja”
De inmediato me di cuenta que era la letra de Daniel, solo voltee a verlo y me con su mirada me dijo todo, era esa típica mirada de celos, eso me confundió mucho, pero pensé que eran una de sus tontas bromas. Y la verdad no le hice caso a la nota, y pues seguía viendo a mi maestro como siempre…
Habían pasado unos días de cuando Daniel me mandó esa carta aciaga y extraña , eran las ultimas clases y como siempre siendo viernes y en las ultimas clases, uno ya no tiene fuerzas ni ganas de estudiar, así que ese día una maestra nos dio clases en las gradas para que no nos aburriéramos, paso rápido su clase y nos quedó de sobra unos 20 minutos para que empezara la última clase, así que nos quedamos ahí sentados descansando. Yo con mis amigas sentado risa y risa con cada cosa que decíamos.
Cuando sentí mucha sed, así que fui a la cafetería de la escuela por un agua, fui y no me di cuenta que atrás de mí iba Daniel solo. Llegue pedí mi agua, la pague y me regrese, cuando me lo encuentro de frente, me agarra del brazo mucuy fuerte, más que la otra vez y me lleva a un pequeño almacén que había en mi escuela. Me aventó adentro y él se metió, era algo espacioso el lugar, yo tenía miedo, mucho miedo, no sé, me había dolido mucho el apretón de brazo. Se puso frente a mí, y me grito:
"¡¿Que te dije con qué volvieras a mirar a ese pinche maestro puto!?”, me dio mucho coraje que le dijera así al maestro y le dije casi llorando "Que te importa, es mi vida, ya déjame".
Como que el hecho de que le haya contestado lo hizo enfurecer y me agarro del pelo y me dijo otra vez gritando "Detesto tu mirada cuando lo ves, a quien tienes que estar viendo así es a mi"….
Se hizo un silencio muy pesado en aquel almacén, ¿Queeee? No entendía lo que acababa de escuchar…
Solo de pude decir "¿Qué?"
Me soltó del cabello y solo atinó a decir "Pinche gorda puta" y se fue.
No podía creer lo que acababa de escuchar, me acomode el uniforme y me salí de ahí, ya que faltaba poco para que empezara la clase, llegue al salón de nuevo con los ojos rojos a punto de llorar y Daniel no me hizo caso en toda la clase y saliendo de la escuela me fui a mi casa, en todo el fin de semana no podía dejar de pensar en lo que me había dicho.
El lunes siguiente no fue Daniel a clases y me sentía raro, como tonto. Paso así el día, estaba tan distraído que no le hice mucho caso a mi maestro de historia. Pero lo que no sabía era lo que Daniel tenía planeado hacerme al siguiente día.
Era martes, así que tocaba día de deportes, llevaba mi uniforme, mis pants, mi playera favorita y chamarra. El pants me quedaba un poco ajustado por lo llenito, no mucho. Ese día, Daniel estaba de un humor muyyyyyyy pervertido por así decirlo, le hacía bromas sexuales a todo mundo, hasta a mis demás compañeros. Fuimos a deportes, con un solazo, hacía mucho calor y el maestro era muy manchado, nos ponía a hacer mucho ejercicio, y luego yo todo gordo pues era un esfuerzo doble.
Pasó la clase, que era la penúltima del día y nos habían dicho que el maestro de la última clase no iba a venir, pero no nos podían dejar salir temprano. Así que mis amigas y yo nos quedamos en las canchas a seguir jugando básquet, cuando ellas por mi desgracia se van al baño en grupito, me quede solo, ya mis otros compañeros se habían ido al otro patio y me quede cuidando las mochilas de mis amigas, cuando llega Daniel y su amigo, solo pude pensar, ya valió, pero no le hice caso, seguí jugando con la pelota haciendo tiros cuando repentinamente corre y me agarra del cuello con un brazo y con el otro me golpeo en el estómago para doblarme. Y le dice al otro "Cuida que no venga nadie" y me lleva caminando empinado dando traspiés a la mera orilla de la cancha. Como había dos gradas en cada lado de la cancha, no se veía mucho lo que se hacía al fondo y ahí me llevo para estar escondidos y que no lo vieran. Me acorralo y puso sus morenos brazos como en especie de prisión rodeándome.
Su actitud sobre todo me hizo temblar de pies a cabeza. La mirada con la que me veía era de odio y de rencor así que yo solo le dije con una voz suplicante "Déjame ir… por favor… Daniel"
El solo me contesto: "De hoy en adelante para ti no soy Daniel, para ti soy tu macho. Tu dueño perra".
No dije nada, solo forceje tratando de escapar inútilmente. Se pegó a mí y sentí algo muy raro! En mi panza por la diferencia de estaturas se sentía algo duro, baje la mirada y era su verga!! Era una carpa de circo, no sé si era grande, no lo medí, solo era duro y se sentía caliente.
Con una malvada risa me dijo "Mira, aquí te tengo tu postre pinche gorda tragona" mientras se sobaba su paquete.
Continuará…
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