De Campamento II (la sorpresa)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Fenix070.
Cap.
II
Siendo ya las 2 de la mañana y estando yo en mi cama, intentaba conciliar el sueño, pero se me hacía imposible, pues en mi mente retumbaban las imágenes una y otra vez de lo que hacía horas he había hecho estremecer.
Mis recuerdos eran muy claros y muy precisos, ahí lo veía ante mí, todo un irresistible seductor, luego de estar ahí bajo el gran árbol, un rato después de regalarme él los orgasmos de mi vida, se empieza a vestir y luego me ayuda y, una vez estamos listos me acompaña a mi cabaña donde increíblemente al parecer todos dormían.
sin más, sin mediar palabra alguna, empieza luego a alejarse de mí, desapareciendo en las penumbras de la noche, dejándome solo con un beso en la frente y un particular guiñe de ojo, el cual no sé si en verdad odio más de lo que gusto de él.
A esas horas de la madrugada la lluvia persistía lo que supone que debía estar dormido tomando en cuenta lo relajante que es para mí el sonido de la lluvia en una noche fría, pero no, algo parecía ser más fuerte que mi necesidad fisiológica de dormir.
Ya luego de un largo rato pensándolo, logro quedarme dormido, el problema es que lo logre muy tarde, pues pasadas unas pocas horas fue imposible seguir dormido ya que el ruido se volvió insoportable.
Mis compañeros de habitación mas que gente parecían caballos al prepararse esa mañana en la cual la lluvia muy temprano se despidió y el sol daba paso a un nuevo día.
Con las pocas horas que dormí, es obvio que el sueño era inmenso, ni me quería salir de la cama, pero fue solo pensar en él y mi sueño desapareció.
Una vez despierto por completo me dispongo a ducharme, vestirme y ponerme guapo, para salir a desayunar…
“Si claro, solo a desayunar”.
Pero vamos a ver, que tampoco es que me volví una loca, yo seguía siendo el mismo, varonil, discreto, reservado y en actitud un poco recio.
Solo que esta vez con unas ganas increíbles de que él me tome otra vez, tanto así es, que me era casi imposible por momentos el mantenerme serio y contener la risa, por lo que me propuse que debía ir evitando lo más que pudiera el contacto visual con los demás.
Pero al llegar al comedor de inmediato me percaté de que algo no estaba bien, si es cierto que seguía como siempre el murmullo de fondo, pero esta vez no había tantas risas, algo faltaba, pero yo solo me preguntaba en donde él estaba.
– Si, tuvo que irse hoy muy temprano, al parecer pasó algo con su padre.
– Aaay que mal! debe estar muy preocupado, y además será la primera vez que no participe en el juego final del campamento.
– Sí, no será lo mismo sin él, ojalá y su equipo no lo defraude.
Escucho decir a dos chicas mientras me desplazo muy de espacio a través de la fila.
Oír eso sin dudas me dejo pasmado, si bien era súper aburrido para mí ya el hecho de estar ahí, ahora lo sería más ahora que él no estaba.
De inmediato mi cara vuelve a ser la misma, ese pequeño brillo que había adquirido se fue de mí y a partir de ahí fueron los 5 días más aburridos que pude haber tenido en ese campamento, y me atrevería a decir que también en el resto del verano.
Estando ya en casa muy aburrido, por cierto, pensando en él como era de esperarse, recibo una llamada.
Al contestar resultaba ser mi madre quien desde el trabajo me indicaba que le tocaría guardia nocturna ese día en el trabajo, pues era enfermera, de hecho, es una de las razones por las que escogió ese sitio en específico para mudarnos, pues por su destacada labor donde antes trabajó, le habían hecho una buena propuesta como jefa de enfermería en ese reconocido hospital y como le tocaba amanecer me pedía que fuera por mi hermanita.
Eso por un lado me gustaba pues me fascinaba estar en ese ambiente de hospital ya que desde más pequeño siempre me hizo ilusión estudiar medicina y estar en ese lugar de alguna manera me quitaba el aburrimiento.
El centro de salud estaba bien cerca de casa así que no tarde en llegar y mi mama en sus intentos por que dejara de estar enojado con ella, me dice:
– Si quieres puedes quedarte un rato y conocer el lugar, sé que te gustara, es más moderno que donde trabajaba antes.
Cuando ya hayas conocido el lugar y te quieras ir pasa por tu hermana a la estación de enfermería del segundo piso.
Sin responder a mi mama, me dispongo a recorrer el lugar lo más minuciosamente posible y en una de esas siento que alguien está detrás de mí, por alguna razón la sensación de ser seguido nunca ha sido de mi agrado, saber que alguien estaba detrás de mí y tan cerca me hacía sentir incomodo e irritado, pero para mi sorpresa, mi corazón da un salto cuando me doy vuelta y veo a Áaron parado.
Este luego de verme un rato le oigo decir:
– Vaya pequeño no sabes cuánto extrañe tu olor.
Espero por tu bien que nadie más haya tocado mi juguete, pues me daría cuenta y eso me enfadaría mucho.
Yo me paralicé, me puse pálido, mi respiración se agito y de momento me quede mudo.
Él no había saludado, ni siquiera había preguntado cómo estaba.
Yo por un lado estaba enfadado, de alguna manera me había herido el ego el hecho de que se fuera sin avisarme, pero por otro lado escuchar de nuevo como me hablaba con tal sentido de pertenencia me volvía loco.
– Pequeño lo lamento, me tuve que ir de emergencia, me llamaron por un asunto de mi papá, él está interno aquí y requería que verme, no tuve tiempo de avisarte.
Yo sigo sin la facultad de hablar y el con cara de mando y ordeno luego me indica:
– Ahora acércate más para que pueda disfrutar del olor de mi pequeño.
Yo como si fuera bobo y no tuviera libre albedrío me acerco muy tímido y claro con miedo a que alguien nos vea, pues no tenía ningún interés de que me tachen con cierto calificativo, pero para suerte de él, y a quien quiero engañar… también para suerte mía, no había gente en ese lado del hospital en el que estábamos, parecía ser un día tranquilo.
Cosa que el aprovecho lo más que pudo.
Cuando me acerque, él me arropo con su cuerpo en una extraña forma de abrazo a la que la posesividad le sobraba y mi respiración se cortó cuando vi que en un momento mete un dedo en su boca, lo chupa y muuuy lentamente lo dirige a mi entrada.
Una vez logra escurrirse por entre mis nalgas y las telas de mis boxers y pantalón, logra llegar al centro y al encontrarlo juega con él y ese masaje me hace sudar.
– Nos van a ver (dije lleno de miedo)
– Shhhhhhhhh! Caya pequeño
La seguridad con que lo hacía me daba a entender de que alguna manera el conocía bien ese sitio y estaba seguro de que no nos verían, o al menos esa impresión me dio.
Luego de masajear circularmente mi entrada como si literalmente le perteneciera, introduce su dedo en mi y lo que siento me hace cerrar los ojos y jadear, pero no, no podía, pues no quería ser encontrado en medio del acto y el al darse cuenta de que me aguantaba los gemidos, me dice con voz de mando y ordeno:
– Grita pequeño, no lo contengas, grita para mí.
Cada gemido, que salga de ti me pertenece así que te ordeno que me los des y no los retengas.
Yo sin tener ninguna otra opción me dejo llevar un poco y dejo escuchar mis gemidos y es solo para recibir mi siguiente orden:
– No, no quiero tus ojos cerrados, ábrelos para que veas como te poseo.
Cuando lo dice y abro los ojos, siento que me quema su mirada, esa mirada tan profunda y penetrante que me enloqueció.
De momento se escuchan unos pasos acercarse y el con toda velocidad se retira de mí y se sienta y yo quedo como un idiota a mitad de gemido y medio tembloroso por la intensa sensación.
Cuando vuelvo a abrir los ojos él está muy normal como si no ha pasado nada mientras que a mí me cuesta hasta el mantener la respiración por la excitación y el susto que siento cuando escucho una voz tan familiar como la de mi mama llamar:
– Señor Aaron ya termino el procedimiento con su padre, puede entrar a … David?, ¡Creí que te habías ido, pero va! Veo que ya tienes un nuevo amigo.
– Si mama es Aaron lo conocí en el campamento ese al que me mandaste.
– Si, se perfectamente su nombre, es el hijo de uno de mis pacientes de cuidados intensivos.
Cuando llegó hace 6 días parecía haber venido de algún lugar de camping, pero no se me ocurrió que se tratara del mismo lugar en el que estabas.
– Es excelente su hijo jugando bajo la lluvia señora (dice Aaron haciéndome tensar aún más mientras dibuja en su cara una sonrisa a la que solo yo le veo lo morboso y mi mama responde ilusionada).
– ¡¿Que?! ¿Te animaste a jugar David? (pregunta mi mama emocionada y yo me quedo pasmado).
– Si, le estuve enseñando unos cuantos de mis trucos señora y es muy bueno siguiendo instrucciones.
(continua Aaron).
Mientras continuó la conversación fue un reto para mí no dejar en evidencia lo que pasaba con mi cuerpo cada que el hacía mención de cosas como por ejemplo “sus trucos” y él como ya lo intuía se mantenía sonriendo lo que mi mamá identificaba como una sonrisa inocente, ay si supiera la pobrecita.
Luego de un rato de charla en la que ellos intercambiaban sonrisas y cordialidades y yo me debatía entre la excitación, el miedo y un IAM, mi mama se despide indicando que me quedara lo que quisiera, pero no fuera tarde a casa y que tenía que retirarse pues tiene trabajo que hacer y demostrar que, si daba la talla para el puesto de jefa de área, se va, no sin antes decirle al maldito Aaron que podía ir a visitarme cuando él quisiera.
En cuanto se retira mi mamá le reclamo con la mirada a lo que él responde con una mirada lujuriosa:
– ya vez pequeño tengo abiertas las puertas de tu casa, y así abiertas es como quiero tus piernas cuando vaya, abiertas solo para mí.
Y es decir eso y mi entrada se contrae.
Por momento me veía en la necesidad de sacar a flote mi temperamento crudo, pero a él mis intentos de sublevación solo le daban risa, y al final siempre quedaba haciendo lo que me indicaba, así paso cuando me pidió mi número esa misma noche antes de irse sin siquiera despedirse más que con un guiñe de ojo y un beso al aire.
Toda la noche me quede esperando su llamada y así fue la mañana siguiente, la tarde y a ver… el resto del día.
Y no fue sino hasta dos días más tarde cuando recibo una llamada de él, mi hermanita andaba con mi mama en el dentista y luego irían de compras lo que me regalaba toda la tarde y hasta la noche solo en casa.
Cuando tomo al fin la llamada, un poco nervioso no lo voy a negar, se me acelera el corazón cuando él me dice:
– Ven a abrirme pequeño, te espero en la puerta.
No recuerdo sinceramente cuando diablos le di mi dirección, tampoco recuerdo cuantas veces maldije en ese momento al colgar, solo sé que sentía que me iba a dar un paro cardiorrespiratorio.
Cuando al fin reúno fuerzas para abrir la puerta el me mira con cara seria y reclama que por que me había tardado tanto a lo que no le doy respuesta.
Como de costumbre se acerca y sin mediar palabras me huele y me recuerda como le gusta mi olor natural.
Me pide llevarlo a mi habitación y cuando llegamos me pide que me relaje porque si no lo hacía luego no podría tener mi juguete dentro de mí.
– Pequeño ya no es la primera vez, así que debes dejar los nervios, estas más nervioso que la primera vez, y si sigues así de tenso tu juguete no entrara en ti como lo anhelas.
Intento mantener la calma dentro de lo que me es posible hacerlo y de nuevo me percato de su lado humano cuando noto que me pone conversación hasta que me relaje.
Una vez eso sucede o pareciera haber sido así, él se pone de pie frente a mi cama y justo frente a él hay un gran espejo que recubre la puerta del closet en el cual comienza a verse mientras se desnuda como si fuera algún tipo de película porno, lo hacía muy erótico y como si yo no estuviera presente pues ni se volteaba a verme y una vez se desnuda me toma de la mano, y sin mediar palabra mientras veía nuestros reflejos me empieza a desnudar, dejando un beso donde reconocía algún punto erógeno.
Cuando finaliza se sienta en la cama quedando de frente al gran espejo y me dice:
– Estoy muy morboso hoy pequeño, muy morboso y quiero escucharte gemir, quiero que hoy te toques para mí.
Dicho esto, se empieza a formar otra vez en su cara esa sonrisita de chico malo, y sentado sobre mi cama y desnudo se echa un poquito hacia atrás, sosteniendo su cuerpo con ambos brazos, los cuales reposaban sobre el colchón y estando así me dice lleno de morbo:
– Acércate a mi pequeño.
Se escupe una mano y se lubrica ese grueso, grande y apetecible pedazo de carne, para luego hacer lo mismo con mi entrada, y cuando ya me deja bien lubricado dice:
– Ahora, quiero que te sientes sobre mi pequeño, debes hacerlo de espacio, no quiero que te hagas daño con tu juguete.
Ahora hazlo lento.
Yo trago en seco y mis latidos se aumentan en velocidad e intensidad, me dispongo a hacer lo que me pidió y cuando me acerco con unos nervios más que evidentes, pongo en contacto su capullo y mi entrada, siento como un escalofrió me arropa el cuerpo cuando siento sus labios en mi hombro izquierdo, me está besando para relajarme y la sensación placentera que eso me provoca, hace que se haga un poco más fácil mi tarea, sus manos no me tocan, y lo deseo, solo siento sus labios, y el contacto entre mi entrada y su capullo.
Empiezo a dejarlo entrar en mí, mientras sostengo con una mano mis testículos y con la otra me equilibro sosteniéndome de mi rodilla y sus besos dejan de serlo para convertirse en algo que luego tendría que explicar a mi mama, pues me estaba haciendo, nada más y nada menos que chupones en el cuello.
Me lame, me chupa y a veces hasta me muerde.
Y cuando ya está dentro de mí, toda la cabeza de su gran herramienta yo grito y él también lo hace al sentir mi apretón.
Yo respiro profundo y trato de relajarme y sigo dejándole entrar muy de espacio a pesar de la sensación de dolor que al principio me provoca con cada cm que se introduce de el en mí.
– Así pequeño, así, de espacio y gime para mí.
– Vas bien, así pequeño, así.
De momento unas gotas de lágrimas recorren mis mejillas conmemorando el rico coctel de suave dolor e intenso placer, que él me regala y cuando ya me he quedado penetrado del todo por el cómo me había indicado, cosa que por absurdo que parezca me llevo al menos unos 3 mints, el me hace tomar una posición en la que estoy literalmente sentado sobre él, con mi espalda recta y sintiendo como su grosor presionaba mi glándula prostática robándome jadeos debido a las sensaciones que me proporcionaba.
Estando así luego de un momento, cuando considera que ya me he adaptado, me dice con exigencia y morbo total:
– Ahora estas donde te quería pequeño, ahora quiero que te toques para mí.
– Sii, vamos, que esperas? Tócate para mí pequeño.
Al ver mi indecisión con su mirada calcinante toma una de mis manos y la lleva a mi verga y me indica que juegue con ella, mientras la otra me la toma y la lleva a mi pecho, y de ahí empieza a moverla suavemente por mi cuello, pecho y abdomen, indicándome luego que lo haga por mí mismo, y que lo haga sexy y provocativo para él.
El de alguna manera recibió mucho placer con lo que yo hacía, lo digo tan seguro pues su cara lo delataba y sus gestos y gemidos todo me lo confirmaban.
Luego de un rato de estar así y al ver que no había por qué estar preocupado me empiezo a concentrar y me olvido de todo, en ese momento me dispongo a buscar mi propio placer.
Cierro mis ojos y comienzo a acariciar con delicadeza toda mi piel, en especial esos lugares donde se concentraban focos erógenos, como mi cuello, detrás de mis orejas, una que otra zona de mi cabeza, mi pecho en la región circundante a mis tetillas, las zonas colindantes a las axilas, mi abdomen bajo y mis zonas pélvica y púbica cerrando la lista con la cara anterior de mis muslos, mientras mi otra mano se encargaba de una tarea que requería más movimiento, un tradicional sube y baja que me estaba volviendo loco.
La presión que ejercía su verga sobre mi próstata convertía a esta en la mejor paja que me hubiera hecho en la vida y de todo eso que hacía ni un detalle pasaba desapercibido ante el escaneado de su celosa mirada.
– Uhmmmmmmmmm! Ahhhhhhhhhhhhhhhh! Uhm uhm uhm Ahh!
(se escuchaban mis gemidos en competencia con mis jadeos)
– Sii, asi, asi, hazlo así para mí, tócate, gime, disfruta, sii, así.
Yo la verdad ya empezaba a disfrutar de cumplir sus exigencias, pero para ser más sincero en ese punto lo que dijera o no, si acaso lo escuchaba, ya era menos relevante para mí, pues mi placer era tal que me sentía desconectado del planeta.
Y ahí estaba el, a la espera de algo y muy atento, y cuando vio señales de que mi orgasmo se acercaba se incorporó un poco como preparándose para algo que tenía planeado.
Llega el momento, y de mí ya no salen gemidos sino gritos, eso lo excita más pues dentro de mi le sentía palpitar, y cuando al fin se consuma mi clímax y siento como oleadas de placer me toman y azotan mi cuerpo, él me toma de las caderas y dice con una sonrisa casi de porte malicioso:
– Eso estaba esperando, ahora me toca a mí, ahora sentirás mi furor pequeño.
(para mí era curiosa la forma en la que él se expresaba cuando me follaba, pues su forma de hablar en realidad era algo rara cuando estábamos solos él y yo, pero por más rara que me parecía no dejaba de gustarme y excitarme).
– Siii, así, para mí, grita para mí! ¡Esos gemidos son míos, al igual que cada sensación de placer que tengas, todas son mías, así que grita para mí pequeño, hazlo!
A la vez que me indico “ahora me toca a mí” y me tomo de las caderas, en ese momento sentí que el placer me dejaba sin respiración cuando empezó a bombear dentro de mi como si no hubiera un mañana, de espacio al principio, pero luego… eso es cuestión de otra historia, pues ya luego parecía más bien una máquina de coser debajo de mí y sentir como bombeaba dentro de mí con tal firmeza y no habiendo acabado bien mi orgasmo primero eso solo lo potencio haciéndolo no solo más largo, sino también más intenso.
Los chorros de semen salían de mi disparados con una fuerza que hasta a mí me sorprendió.
No sé si es que sea más sensible de lo normal, o si tuvo que ver con la situación, o el tamaño de su verga, o si más bien era una combinación de todo lo mencionado, no, no lo sé, solo sé que sentía que iba a colapsar y cuando el identificaba eso en mi cara en vez de parar aumentaba el ritmo.
– Siii así, córrete para mí, recordando que ahora eres mi juguete, que ahora eres mío.
Con el ritmo que tomo dentro de mí, no pasaron ni 5 mints antes de que me volviera a correr.
Y mis gritos, gemidos y jadeos inundaban toda la habitación, cuando escucho que dice:
– Pequeño ya te has corrido dos veces, pero yo ninguna así que a la tercera nos corremos juntos.
Yo me pregunte por un momento como haría el eso posible, como podría a conciencia sincronizar nuestros orgasmos… y para mi sorpresa luego de aproximadamente 17 minutos de estar así el empieza a bombear más intenso y veo como su gesto se descompone formando la imagen misma del placer y cuando esta ya a punto me empieza a hacer presión a la próstata moviéndose unos grados para lograrlo al modificar la posición y cuando hace esto y a la vez me empieza a masturbar lo logra.
Logra que nos corramos a la vez, y yo quedo agotado.
Me quedo sin fuerzas, pues todas se las llevaron el y mis orgasmos.
– AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!
– AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAUM!
(se escuchan nuestros gritos secos en toda la casa, si nos escucharon los vecinos o no, no lo sé, solo sé que nunca reportaron nada.
)
Él se deja caer hacia atrás y su respiración es agitada, aunque el aire esta encendido ambos estamos sudados, mientras nuestras respiraciones se iban acompasando sentía sus chorros dentro de mi impregnando mi interior, como macho alfa marcando su territorio.
Me siento sin fuerzas al punto que me dejo caer hacia atrás también y mi cuerpo queda sobre el de él y el me empieza a lamer la oreja y me rodea con sus brazos, arropándome con su cuerpo y luego nos pone de lado mientras para tranquilizarme me dice:
– Shhhhhhhhhhh! Tranquilo pequeño, yo te protejo, estuviste fenomenal.
– Shhhhhhhhhhh! Yah yah! Tranquilo, no lo retengas, déjalo salir todo.
– Así, así déjalo salir, no lo contengas, disfruta de él.
Todo esto sin salir de mí, lo que me provoca un morbo increíble cada que lo recuerdo.
Después que ambos estamos calmados, el sin decir nada, me toma como la primera vez, me lleva al baño de mi habitación y me pone en la bañera recostándome sobre él, saca su pene de mí y se empieza a masturbar teniendo mi cuerpo sobre el de él y mientras lo hace, con su mano libre me acariciaba el cuerpo y su lengua me recorría la oreja y alrededor de ella, cuando acaba con unos gemidos que me ponen a mil y su respiración un poco agitada la cual recibía yo en mi hombro, me empieza a limpiar y a limpiarse el.
Esta vez fue más corto nuestro encuentro que en el campamento, pero sin dudas, lo que me hizo sentir lo supero por mucho a nuestro primer encuentro.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!