De Campamento III (jugando conmigo)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Lo ocurrido hacia poco menos de una hora, fue sin dudas fenomenal.
Tan solo recordarlo y mi cuerpo se reaviva.
Yo estando aun sobre él, así bien parecido a nuestra primera vez, pero en este caso hundido yo en un letargo de éxtasis del que necesitaría ayuda para salir.
Llegado el momento, él me llama, diciendo mi nombre con delicadeza, cosa que me da a notar una vez más su lado más cálido y mientras lo hace, mientras susurra mi nombre en mi oído derecho, sus manos recorren mi cuerpo estando yo aún recostado sobre el suyo y mientras sus manos me acariciaban, sus labios me dejaban deliciosos besos repartidos por todo mi cuello.
Una vez ha captado del todo mi atención, me indica que es hora de retirarse, cosa que me asustó.
No, no me asusto el hecho de que él se iría y yo me quedaría solo en casa, pues, la soledad era algo que yo muy bien había aprendido a disfrutar, sino más bien, le temía al hecho de angustiarme por saber que él se iba, pues, de un momento a otro me doy cuenta que él me hace falta con solo despedirse y eso que aún no se había ido, y si, eso para mí es de temer.
Al darme cuenta de ello me pongo algo nervioso pues bajo ningún motivo me interesaba que él lo supiera, así que en mis intentos de ocultarle mi nuevo sentimiento, me levanto con cuidado de encima de él y me dispongo a salir de la bañera, cosa para la cual luego me doy cuenta necesitaría ayuda, pues fue tan intenso lo que me hizo sentir, que luego mis piernas tambaleaban un poco cuando intentaba caminar.
Él se da cuenta y rápidamente se levanta en mi socorro y luego de alcanzarme una toalla, me acerca a la cama y ahí me recuesta.
Yo logro acurrucarme y él me coloca una de las mantas y se empieza a vestir para retirarse.
Lo que más me impacto de la ya casi noche, es que mientras se vestía me contemplaba celosamente, posesivamente, como escaneándome, y en su mirada veía algo distinto, algo diferente a lo usual.
En ese momento no veía su típico porte de egocentrismo y de engreído, sino más bien, un rostro que reflejaba confusión y algo de tristeza.
Obviamente él que dejaba salir a flote esos sentimientos en su gesto, es porque no se percataba de que lo miraba desde mi lugar reflejándose en el espejo.
Y al darme cuenta de lo que estaba yo visualizando me creó aún más confusión.
¿será que él también sentía lo mismo?, ¿será que yo también le hacía falta?, ¿sentiría él por mi algo al menos parecido a lo que yo creía estar empezando a sentir por él?, estas eran las preguntas que me acosaban mientras contemplaba tímida y a la vez detalladamente su reflejo en el espejo, mientras él detrás de mí, sin imaginarse en qué centro yo mi atención, se dedicaba a vestirse cubriendo poco a poco ese cuerpo, el cual me ponía a mil con solo mirarlo.
Cuando está ya listo para irse, me deja en la frente, un beso tan cálido, tan intenso, que me nubla el pensamiento y con un hilo de voz me indica:
– Ya debo retirarme pequeño.
Ojalá pudiera quedarme más tiempo, pero es hora ya.
Además, seguro que ya vienen tu madre y tu hermana de camino, ya está anocheciendo.
(suspira tratando de que no me percate de eso y prosigue).
– Pequeño, te voy a echar de menos.
(dice dándose la vuelta con la mirada caída y se dedica a salir de mi habitación, y yo no le pierdo ni pie ni pisada mientras me permita el espejo hacerlo).
Mi corazón da un pequeño salto cuando veo que antes de irse definitivamente, con la cara untada de leve amargura, se da media vuelta y me contempla una última vez antes de desaparecer por el umbral de la puerta.
Pasados unos 23 minutos aproximadamente.
Escucho otra vez la puerta abrirse, la voz chillona de mi hermanita decir mil palabras por segundo y mi madre que extrañada por encontrar todo tan silencioso y tranquilo me llama.
Luego de un momento se para en el marco de la puerta y mirándome algo preocupada por no haberme encontrado con los auriculares y conectado al pc me dice:
– Hijo.
¿Estás bien? (con voz maternal y tierna a la vez que se acerca a tomarme la temperatura.
)
Yo, al saber lo que se aproxima, hago como que estoy dormido y recuerdo que aún tengo a la vista los chupones de Airan y en mi intento de ocultar mis marcas, le agradezco a la oscuridad de la habitación y a las sabanas, que me dan el apoyo final, pues bajo ninguna circunstancia debía permitirle ver esas marcas en mi cuello.
Ella por su parte, acercándose a mi como era de esperar, me pone la mano en la frente para tomarme la temperatura y yo me alivio que no haya llegado un poco antes, pues, si lo hubiera hecho, sin dudas hubiera encontrado en mi cuerpo una temperatura que el termómetro no hubiera podido explicar, pues así de intensas se ponen las cosas cuando me posee el efecto Airan.
En eso mi hermana va directo a saltar sobre mí y mi madre, pensando que en realidad duermo, la sostiene y se lo impide, explicándole que estoy cansado y dormido y que debía respetarme en eso también.
Aquello de alguna manera me agrada tanto que se dibuja en mi cara una sonrisa y no me doy ni cuenta en que momento me quedo realmente dormido.
Durante unos dos días no vuelvo a saber de Airan, eso me hace sentir tal angustia que mi madre hasta sospecha que estoy entrando en depre o algo parecido y hasta insinúa que me llevaría al psicólogo y esas cosas.
Yo por mi parte ni se lo confirmo ni se lo niego, cosa que la mortifica.
Pero por alguna razón poco a poco fui perdiendo el disfrute de verla mal por mí culpa, de espacio fui entendiendo la razón por la que había hecho todo aquello y cada vez me interesa menos verla triste por causa mía.
¿será que estoy madurando?, bueno, eso el tiempo se encargará de decirlo.
Yo comienzo por mi parte a dar señales de estrés y cada que sonaba el teléfono, mi corazón daba un salto.
Solo podía pensar en alguien.
Esta vez cuando tome la llamada, sonreí al escuchar del otro lado la voz de mi padre, quien a su vez hacia mil cien preguntas acerca de cómo estábamos mi hermana y yo, y claro, pidiendo que "quedara entre nosotros" me preguntaba también por mi madre.
Luego de un rato, mi sonrisa se borra al terminar mi conversación con él, y mi angustia por saber de Airan regresa.
En un momento vuelve a sonar el teléfono y lo tomo.
– Si papá sí, ya te dije que le diré a Samantha que la amas, solo, espera que vuelva del cole y se lo digo, sí.
– ¡¿papá?! ¡¿Samantha?! ¿De qué hablas pequeño?
(mi cuerpo se enfría por completo y en un instante se pone como un tempano, siento como ese escalofrío viene desde la cabeza y me recorre a la velocidad del sonido el resto del cuerpo).
– Eh es estaba hablando con mi padre.
(digo nervioso, sentir mis nervios por su causa le alimenta el ego, y eso me calienta la sangre más de lo debido.
Eso me obliga a sacar a flote mi condenada fiera interior, y confrontándolo le digo).
– Oye, pero ¿tú que te has creído? ¿crees que puedes desaparecer dos días y luego venir como si nada a ocurrido? Ni tomas en cuenta lo preocupado que pude estar.
tu te crees que.
– Ahh!, ¿con que si te preocupaste por mí? (dice emocionado, en un tono de creído que me encoleriza y a él le da disfrute).
– Yo yo yo… no… ahhh rayos!
– Si pequeño mío, sé que me extrañaste, lo sé.
– ¿Pero tu quien te crees?, ¿Te crees mi dueño o qué demonios?
– ¿Pequeño a quién demonios debo demostrarle ahora que TÚ me perteneces? Pues, a mí me pareció habértelo dejado muy claro desde la primera vez…
Ante eso no puedo evitar que instintivamente mi entrada se contraiga, lo que me roba un leve gemido que el luego logra apreciar y con un ego más que alimentado me dice.
– Justo lo que pensé.
Pequeño, no debes esforzarte en hacerte el fuerte conmigo, tu eres MÍO y eso no cambiara, y todo este cuerpazo que llevo conmigo, te pertenece a ti.
¿Lo sabes cierto?
– Pero que rayos!.
Grrrrrrrrrrrrr!
– Shhhhhhhhhh! Pequeño (me interrumpe) que ambos sabemos que te mueres por tenerme dentro.
Ambos sabemos, que, con solo escucharme, tu entrada se contrae para mí.
Yo en ese momento no me aguanto, mi cuerpo empieza a reaccionar a las palabras de su dueño y mi prominente erección no es lo único que lo atestigua.
Mis manos empiezan a sudar y temblar, de repente me cuesta hablar, mi entrada se contrae como celebrando que pueda yo escucharlo otra vez y la boca se me seca obligándome a tragar con dificultad.
– Tal y como lo imagine.
Te tengo loco por mí pequeño.
(eso me enfada por lo engreído que se pone en momentos, pero la verdad es que lo que más me enfada es que todo lo que dice es cierto y luego de una sonrisita maliciosa por intuir lo que está ocurriendo con mi cuerpo y pasa por mi cabeza, él dice).
– Pequeño, hoy te quiero sin ropa interior.
(dice y con una sonrisa un poco más picante que la anterior, sin despedirse cierra y me deja anonadado).
Ante eso, yo me quedo hecho literalmente un cóctel de emociones.
Felicidad de al fin saber de él otra vez, miedo de lo que estoy poco a poco empezando a sentir cada que él no está, enfado por lo creidito que se pone y el hecho de que solo hablemos y nos veamos cuando a él le place, curiosidad por saber a que se refiere con que esta noche me quiere sin interiores.
en fin, una por una todas las emociones debutan en la pasarela de ese día de mi vida, y la ansiedad hace la entrada triunfal cerrando el desfile al colgar él la llamada.
– ¡Buenos días hijo!
(dice mi mamá entrando por la puerta de la cocina con mi hermanita agarrada de manos.
Al mirarla noto en ella una sonrisita peculiar que hace estallar en mi mucha curiosidad).
– Mama… ¿te ocurre algo?
(pregunto con total curiosidad en mi tono impertinente).
– Nada, solo que hoy nos invitan a cenar.
(dice con sonrisa de oreja a oreja y yo poniéndome nervioso pregunto).
– ¿Quién se se supone que hizo tal cosa?
– ¿Recuerdas al padre de tu amigo del campamento?
(mi cuerpo se enfría en un instante y mi gesto se arruga y por lo próximo que dice, me da a entender que ella mal entiende las cosas).
– ¡Hijo! (me aborda con cara ya más seria) – ya es tiempo de madurar, recapacita!, ¡si ya no estoy con tu padre no es mi culpa, no puedes seguir culpándome por todo lo que ocurrió, y haciéndome pagar por ello, tampoco puedes pretender que siga sola cuando él se anda divirtiendo cada noche!, ¡grrrrrr, cuando entenderás!
Lo que dice ella me apena, pues, si bien es cierto que la real razón de que reaccione así, es saber que iré a casa de Airan y seré objeto de sus juegos retorcidos, también es cierto que es una total realidad todo lo que ella acaba de decir… me remuerde la conciencia y me doy cuenta del terrible hijo que he sido todo este rato desde antes de que nos mudáramos.
No me había detenido a ver la realidad pues solo me importaba egoístamente mis intereses personales.
En ese justo momento reacciono y me muevo a donde ella está, y para no tener que dar explicaciones de lo mío con Airan, uhmmmmm Airan, lo que hago es, dejarle creer que si había reaccionado así porque no quería que salga con otro hombre que no sea papá.
– Mamá, perdóname, he sido el peor de los hijos…
(digo arrepentido) perdóname por favor, y tienes toda la razón, eres libre de salir con quien quieras (a ella se le aguan los ojos) tú tienes derecho a ser feliz.
(pero recordando que no me conviene estar con ella y Airan en el mismo lugar o me da un infarto, le digo).
– Pero mama, también es cierto que es tu paciente.
No deberías…
– ¡Corrección! (dice ella) él era mi paciente, ya fue dado de alta antes de ayer.
Mientras estuvo bajo mi cuidado le dije que no, todas las veces que fueron necesarias, pero estando él de alta, no es ya mi responsabilidad, no veo el por qué no pueda ir a cenar con él.
Además, es una cena de agradecimiento de él hacia mí por mis cuidados, que tampoco es que tengamos nada.
La verdad es que no me sorprende que ande colado por mi madre el papá de Airan, pues a pesar del estrés del trabajo y el mal momento que está atravesando por su divorcio … se ve súper bien mi madre y no es porque lo sea.
– Vale mama, está bien, te acompañare a casa del padre de Airan.
(y bajando la cabeza) y de verdad espero que me perdones, no debí….
– Yah! Yahh hijo, todo paso, hagamos como que nunca ocurrió tal cosa y empecemos otra vez.
Luego de un rato de sentimientos encontrados y otras cursilerías y pendejádas que me reservaré, comemos juntos y tomamos todo el día para los tres, mi hermanita mi madre y yo.
Era día libre para mi mamá y eso nos regaló tiempo de calidad.
recordé darle los saludos de mi padre a mi hermana y ella se alegró, y luego de unas horas, llegadas las 7:00 pm, ya preparados los tres, vestidos de forma elegante y ellas perfumadas, pienso en ponerme algo de fragancia, pero me detengo cuando recuerdo que a él no le gusta que huela a otra cosa que no sea mi aroma natural, así que me quedo sin perfumar.
Una vez hemos llegado a su casa me quedo boquiabierto, es cierto que desde el primer día debí imaginar lo bien vivía Airan al ver el vehículo en el que llegó, pero no me imagine que tanto.
Cuando vi la casa no pude ni reaccionar, vaya que era lujosa, no tan grande como especularía si me dice que es rico, pero si lo bastante lujosa.
Cuando llegamos a la puerta, como si fuera de película, el mayordomo nos recibe indicándonos pasar al recibidor.
Un momento después sale el papá de Airan y me doy cuenta de que lo suyo es genético, pues se presenta muy galante e imponente y es la primera vez que lo veo luego de que fue dado de alta.
Samantha parece conocerle bien pues al verlo se lanza corriendo sobre él quien la recibe en sus brazos con agrado, lo que me sorprende.
Yo por mi parte empiezo a entrar en un estado en que la tensión y los nervios dejan de serlo para volverse lo siguiente a eso y mi mamá por suerte ni se percata, esta todo el rato pendiente de Samantha y de sonreírse con el anfitrión.
– Mira Andrés, este es mi hijo mayor, David.
David, él es Andrés el padre de Airan… creo que aún no los había presentado formalmente.
(dice mamá).
– Mucho justo joven David.
Ya he escuchado cosas interesantes de usted.
– Gracias señor, es un gusto conocerle formalmente al fin.
(digo aún más nervioso, tendiéndole la mano con respeto para saludarle).
El luego de estrechar mi mano, me pone la suya en mi hombro como para hacerme sentir en confianza y que pierda los nervios que para él eran ya evidentes.
Y cuando casi lo logra llega alguien a desbaratar toda la pequeña figura de tranquilidad que pudo haber construido su papá mientras me buscaba conversación para tranquilizarme.
Lo primero que hace el creído de Airan al presentarse todo él, bien imponente tanto o más que su padre, es acercarse a mi mamá y saludarla cordialmente con un beso en la mejilla, luego cargar a Samantha como si la conociera de años y luego se dirige a mi guiñándome el ojo, acarreando esto consigo consecuencias a mi aparato cardiovascular.
– Samantha, David, vamos … dejemos a los adultos charlar un poco.
(dice tomando a mi hermanita en brazos y tomándome a mí por la espalda).
– Bajaremos en un rato cuando este servida la cena.
(dice mirando a su papá)
Dejando a los adultos dialogar el me indica seguirlo por una elegante escalera adornada en mármol, cosa que yo hago en silencio, al llegar al segundo piso él llama a alguien de quien no recuerdo el nombre y como si todo estuviera planeado dice:
– Nana, lleva a la pequeña Samantha al lugar divertido que le prepare y hazle compañía, estaré en mi habitación, me llamas solo si es algo que de verdad lo requiera.
– Si señor Airan (responde ella cordialmente) como ordene usted.
Ella toma a Sami de la mano y la lleva a donde le han indicado, y luego poniendo sus manos en mis hombros desde atrás, él me indica a donde ir encaminándome a lo que presumo, será su habitación.
En ese momento deja de llamar mi atención lo lujoso de la casa y más bien mi mente empieza a analizar como parece estar todo perfectamente calculado.
De hecho, me pareció incluso ver complicidad de parte de la nana, pero bueno trato de calmarme.
Al entrar en la amplia habitación el sigue aún detrás de mí y desde su posición dice.
– Finalmente, solos pequeño… no sabes cuánto he soñado tenerte cerca otra vez estos días y no imaginas como extrañe tu olor.
Yo sin voltearme, intento hablar para reprocharle, el por que solo nos vemos y hablamos cuando a él bien le parece, pero él no me deja, me lo impide y continua.
Es preciso mencionar que para ese momento mi erección era más que firme, y aunque estaba enfadado con él, mi excitación le ganaba a todo eso con creces.
El como siempre percibe mis nervios y se alimenta de eso, su ego crece cuando me vuelve peón de sus juegos y yo nada puedo hacer ante eso.
Mis manos empiezan a temblar, y trato con esfuerzos de no doblegarme.
De alguna manera intuyo que detrás de mí, él sonríe disfrutando ver de cómo me pone.
Ya mis piernas empiezan a acompañar a mis manos en su baile y no sé qué más hacer para ocultarlo.
– Demonios pequeño, si supieras como me pones…
Dice el muy lujurioso, lleno de morbo y excitación, y de un momento a otro el educado y cordial muchacho que me acompañaba hace un momento desaparece y en su lugar un posesivo hambriento de placer me posee hasta con la mirada.
De un momento a otro de una forma muy feroz, pero sin maltratarme, me empuja hacia una pared y cuando yo estoy recargado ya en la pared afincando en ella mis antebrazos, él me hace separar las piernas, todo esto en un estilo explícitamente parecido a los policías cuando ejecutan una revisión, una vez me tiene las piernas bien separadas, lleva mis manos a mi nuca indicándome que si no quiero problemas ahí las deje.
Yo eso hago mientras siento como mi cuerpo es invadido por un intenso calor el cual el aire acondicionado no puede aplacar.
Una vez ha colocado mis manos en mi nuca desde ahí empieza su recorrido por mi cuerpo sin separar un instante sus manos de mí.
Desde mi nuca va en descenso, y recorre el inicio de mis hombros, continuando mi dorso, llegando luego a mi espalda baja y finalmente a mi trasero.
Activando a su paso de forma atroz, casa fibra nerviosa que encontró en su camino.
Yo estoy que no me aguanto de excitación, de hecho, creo que en ese momento ya estaba lubricando mi pene con abundante precúm.
Una vez posee mis nalgas en un posesivo apretón, acerca su cuerpo más al mío y llevando su lengua a una zona en mí tan erógena como mi oreja, al rodearla me dice en un todo más que erótico, pornográfico.
– ¿Alguna objeción pequeño?
– UHMMMMMMMMMMMMM!
(gimo yo, descomponiendo mi gesto en una cara de angustia producto de la tortura que desde hace un momento voy recibiendo, y luego el prosigue).
– Tal y como lo imagine, no tienes ninguna objeción, ¿sabes por qué?, porque te encanta como juego contigo, y te uso para satisfacer mi morbo, para sacar placer de ti para el disfrute de los dos, te excita mi posesión sobre ti, eso ya me lo has dejado en evidencia.
Yo en mi mente no hago más que maldecir la hora en que lo conocí, y lamentar que el muy maldito tuviera tanta razón en lo que decía.
– Ahora, que empiece el juego pequeño.
Suelta mis nalgas y suavemente sin separar sus manos de mi cuerpo las lleva a mi pubis y de ahí a mi prominente y húmeda erección.
Luego de hacerme que lo maldiga 3 veces más en mi cabeza por lo que me hacía sentir, baja más sus manos en dirección a mi entrepierna, y colocando una mano a cada lado de mi erección como si desde ahí quisiera llegar a mi entrada, aprovecha para intensificar mi tortura sexual cuando desde ahí empieza a masajear mi perineo mientras acerca su latente erección a mi desde atrás.
Yo estoy que apenas logro respirar.
Él lo percibe y eso lo llena, su ego con eso se alimenta.
En un momento empieza a rozar su gran herramienta entre mis nalgas quedando solo las telas de nuestros pantalones y bóxeres entre nosotros.
– Ahora veamos.
A ver si fue un niño bueno y sabio mi pequeño, o si fue malo y ganara castigo.
– Si recuerdas que te indique venir sin ropa interior, ¿cierto pequeño?
Eso dice el antes de morder mi oreja calentándome aún más, y yo vuelvo a maldecir en mis adentros, y lamentar no haber recordado eso antes de salir de casa.
Me saca las manos del entre piernas y me empieza a desabotonar el pantalón estando yo aun con las piernas separadas, frente a la pared, como sospechoso en revisión policíaca.
Cuando me desabrocha y deja caer mi pantalón, separa su cuerpo un poco del mío para visualizar que haya cumplido su requerimiento y cuando mira para confirmarlo dice:
– Tal y como lo sospeche pequeño.
Tal y como lo sospeche.
– Me imagine que no cumplirías, porque prefieres ser un pequeño travieso y hacer lo que mejor te parezca antes que cumplir mis órdenes… ¿cierto?
Yo voy a irrumpir en su monologo para explicarle que no es como el cree, pero él me lo impide y disfrutando al máximo de mi cara de preocupación por lo que me espera dice:
– No no no no no pequeño, nada de excusas, mis órdenes fueron claras y no las cumpliste, se me hace imposible enfadarme con alguien tan dulce, de eso no debes preocuparte, pero, aunque no esté enojado debo decirte que tu castigo lo tendrás por travieso.
– Pe pe pero….
– No no, sin peros pequeño, tuviste tu oportunidad de hacer las cosas bien.
(me interrumpe impidiéndome darle una explicación y disfrutando de la angustia reflejada ya en mi cara).
En ese momento posa sus manos en mis músculos oblicuos externos desde ahí los desliza lentamente hacia abajo para a su paso deshacerse de mis boxers.
Una vez logrado su cometido de tenerme desnudo de la cintura hacia abajo, baja y lleva su boca a mi entrada haciéndome recibir un inmenso placer con eso, luego de un momento, se separe un poco y dice:
– Si quieres puedes gritar y desahogar lo que sientes … solo que, si lo haces y te escuchan ahí afuera, correrá por ti.
Si, perfecto!, como si mi tortura no fuera ya suficiente, me sale con eso.
Era casi imposible no gritar ante lo que me hacía sentir, pero me las ingenie para contenerme dejando solo salir pequeños gemidos introvertidos que le hacían reír.
Luego de un momento de darme el mejor placer, con su boca en mi entrada, me deja muy lubricado, lo que me crea ansiedad, y veo que muy lejos de ponerme la ropa otra vez, lo que hace es dirigirse a una gaveta.
Giro tímidamente mi cara y abro los ojos en dirección a donde escucho el sonido y veo que saca algo de allí.
No, no, no, no por favor… era nada más y nada menos que un vibrador.
Yo pensaba que estaba sintiendo angustia y ansiedad hacía un momento, pero no, resulta que nada de eso se compara a lo que empecé a sentir en ese preciso momento.
– No te quejes pequeño, no te lamentes con tu caríta de gato con botas, tú mismo te lo buscaste.
a que sí.
Se mete el artefacto a la boca y lo moja con su saliva, luego lo pone en mi entrada, y pregunta:
– ¿Estas listo pequeño?
Antes de que pudiera decir algo, ya lo tenía dentro de mí, obligándome a morder algo para no dejar oír mi grito.
Yo no sabía que desear en ese momento, solo sabía que ese día de seguro me daba un ataque cardíaco.
Luego de dejarlo bien colocado dentro de mí me sube los boxers, y luego me abrocha el pantalón y como si nada, absolutamente nada ocurrió, como solo él podía hacer.
Me llama la atención que el vibrador lo introdujo y ahí lo dejo sin encenderlo y eso me tranquilizo un poco, pero mi tranquilidad se esfumo cuando él, del mismo cajón saca un pequeño mando a distancia y dice:
– Aquí esta pequeño… ¿de verdad creíste que te sería tan fácil?
– Este es un mando a distancia, lo usare para tenerte controlado pequeño, no te preocupes, no es nada, solo que con el controlo cuando vibra y cuando no, ese juguetito que tienes dentro, ahhh, también controlo la intensidad con que vibra.
Por como sonrió en ese momento, deduzco que mi cara en ese instante fue como si hubiera visto al fantasma de Tutankamon, pues, él disfrute que veía en su cara al verme asustar era indescriptible, su cara era literalmente un poema.
Sin más, demostrando lo malvado que puede legar a ser, una vez me deja vestido, llama a la nana y cuando esta se presenta él le indica que ya podían anunciar que la cena estaba lista.
Ante eso ella asiente y se retira, él sale de la habitación y al ver que aún no asimilo lo que ha hecho, mira a un David perplejo, hecho un saco de nervios y dice:
– ¿Piensas quedarte ahí parado, o prefieres seguirme para ir a cenar?
Yo sin querer reacciono y empiezo a seguirlo, cuando me dispongo a caminar, de momento siento un calambre de placer que me encoje la pierna al sentir como vibra el maldito consolador, y cuando me oye gemir, se voltea con una sonrisa malvada y dice:
– Lo siento pequeño, no te avise, pero es que debía probarlo antes de irnos.
Mi gesto de “esta me las pagas” lo hacen reír y se voltea nuevamente dirigiéndose a donde tenían a sami, la llama y tomándola en brazos nuevamente, le dice que iremos a cenar.
Ella le pregunta con curiosidad por ese “guguete” que lleva en las manos, a lo que él responde:
– Es un juguete nuevo que aún no puedo mostrarte sami.
Ella con una docilidad que no muestra ni con mi mama, asiente y le sonríe cuando este le guiña un ojo y luego de caminar un momento hemos llegado al comedor donde se encuentran ya sentados mi madre y el padre de Airan.
Cuando llegamos sami se baja de los brazos de Airan y se dirige a dónde está mi mama, y él colocando una mano en mi hombro, poniendo ante los demás, cara de inocente, me indica que nos sentemos.
Cuando al fin me logro sentar el escoge sentarse al lado de mí.
Aaaay si supieran que de inocente no tiene nada el maldito.
Yo intento disimular mi nerviosismo ante nuestros padres y en un momento llegan con la cena.
Comenzamos a cenar y mis nervios son más que evidentes para Airan quien disfruta plenamente de ello, y mi madre esta tan ilusionada con el padre de Airan que ni se da cuenta.
La cara le brilla a la pobre.
Yo empiezo a sentirme tranquilo pues ha pasado un rato y aún no he sentido vibrar aquello y además ver a mi mama tan feliz luego de tanto me ilumina el alma.
Mientras comemos todo marcha bien hasta que empieza Airan a usar sus conversaciones de doble sentido, cosa que solo yo me percato y quizá su padre, pues lo conoce como nadie.
Cuando eso ocurre ciertas cosas que él dice e insinúa, me hacen contraer la entrada, y eso es mucho decir, tomando en cuenta lo que me costó lograr sentarme con esa cosa dentro.
– Si papá, como le dije antes a Melanie, David su hijo y yo, nos conocimos en el campamento de verano, y la pasamos de lo mejor.
¿verdad David?
Yo ya hasta raro me sentía escuchando que él se dirigiera a mí por mi nombre y no como “pequeño” pero al escuchar sus insinuaciones de lo bien que la pasamos en el campamento me vuelvo a contraer intentando contener el gemido de placer que me produce, el contraerme con eso dentro de mí.
Hago todo lo que puedo para que no se note lo que me cuesta mantener la calma y como si eso fuera poco, cuando él se entera que voy a abrir la boca para insultarlo por lo que me está haciendo, mete la mano en su bolsillo amenazando con utilizar el mando a distancia, y yo bajo la guardia volviéndome sumiso otra vez y él sonríe y los demás ni entienden lo que ocurre.
– Sii, es cierto, lo pasamos de lo mejor!.
(digo yo para no hacerlo disgustar y no vaya a castigarme con usar el mando).
– Así es, jugamos por horas, y le enseñe varios de mis trucos papá.
(dice el sonriente, disfrutando de tenerme así de dócil para él).
Un momento después de la cena mientras conversamos conociéndonos más, en el espacio antes del postre, Airan hambriento de morbo, sin más, toma el mando y lo activa a la escala menor, yo sin esperarme eso me asusto, y me pongo pálido, él no hace más que reír haciéndoles entender que ríe por los comentarios que surgen en la conversación, pero yo más que nadie sé perfectamente porque ríe el maldito.
– ¿Te ocurre algo David, estas pálido?
– No mamá, todo está bien, es que creí haber sentido un espasmo abdominal.
(miento para despistar a mi madre).
Mientras eso pasa, dentro de mí, siento que el placer me va a hacer perder la facultad de participar en la conversación.
Él, estando a mi lado, por debajo de la mesa mientras pone al segundo nivel al vibrador, posa sus manos en mis piernas y comienza a acariciarlas, y yo empiezo a sudar aun con el aire encendido.
Y eso solo hace disfrutar más la ocasión a mi poseedor, yo me contengo, lo intento.
Mi mamá, ni corta ni perezosa sabe que algo ocurre al verme sudar y dice:
– Hijo, dime por favor si algo te ocurre.
– No, no mama, o es nada que no pueda resolver yo solo.
(digo forzando una sonrisa).
– ¿Seguro hijo?
– Si mamá, de hecho, debo ir al baño ahora.
(digo reuniendo fuerzas para ponerme de pie y caminar lo más disimulado posible).
Para mi suerte, en eso, sami hace un comentario que los hace reír, lo que me da tiempo a salir desapercibido, lo que hace enojar al parecer a Airan, quien toma el mando y mientras camino hacia el baño lo pone al máximo y por poco y caigo al suelo antes de llegar a la puerta del baño casi arrastrándome.
Una vez en el baño, me dejo caer al suelo y la excitación y el deseo pueden conmigo, pero en este punto nadie mira así que puedo desahogarme, Airan inteligiblemente se pone de pie y sube un poco el volumen de la música que había de fondo.
Esto a su vez me permite desahogarme un poco y gemir mientras siento que se apodera de mí el placer.
Estando tirado en el suelo, me contoneo, y me arqueo de placer hasta que luego de un rato él llega, no sé cómo hizo para deshacerse de los adultos, solo sé que al entrar dijo:
– Sami está en la sala de juegos y los adultos en lo suyo, así que… eres todo mío pequeño.
Mientras yo me deshacía en placer en el suelo, el me contemplaba y lo disfrutaba, luego sale, mira hacia afuera, no ve nadie en el pasillo, me toma y en sus brazos me lleva a su habitación, donde me deposita en su cama, al hacerlo se da vuelta y pone seguro en la puerta y luego se empieza a desnudar.
Verlo así desnudo ante mí una vez más, me crea unas ganas increíbles de tocarlo, de tenerlo cerca y sentirlo cobre mí, pero el mas bien hace todo lo contrario, sabiendo que no me puedo ni mover a voluntad, se pone cerca de mí a tocarse por la excitación que le produce mirarme en ese estado.
Se toca, me provoca, me hace desearlo aún más y finalmente lo pone al máximo, lo que me deja en posición fetal en la cama ante él, lo que lo hace sentir poderoso.
Cuando ya se ha tocado un rato disfrutando del espectáculo, más que si se tratase de una Película Porno Premium, se deja de tocar y me empieza a desnudar, y cuando ya me tiene desnudo por completo, con una mirada lujuriosa y cargada de deseo y morbo me lubrica la entrada con la boca, dándome sexo oral, hasta dejarme sin habla.
Cuando ya ha estado unos minutos en eso levanta la cara y se vuelve a sentar, me introduce dos dedos para dilatarme y mientras con una mano me folla, con otra se masturba y así se pasa un buen rato, al parecer eso le daba mucho morbo hacerlo.
– Diablos, pequeño, me vuelves loco, loco con esos apretones y esos gemidos.
– Todo tú me tienes loco, loco por poseerte, por eso te quiero solo para mí.
Aunque quiera no puedo articular palabras, y es entonces cuando lo veo levantarse, me toma de las caderas y me acomoda bien en la cama un poco cerca de la orilla, y sacando sus dedos de mí luego de hacer magia con ellos, me acerca la cabeza de su gran herramienta y la une a mi entrada la cual añora ser envestida por él.
– Te mueres porque te folle pequeño, lo sé, lo noto en tu mirar y eso me pone mogollón pequeño.
No bien termina de decir eso cuando me siembra de una, ese grande, grueso, exquisito y palpitante trozo de carne en mi interior, haciéndome gritar como si no tuviera estribos.
Grito, gimo, jadeo y me desespero, con tanto placer no puedo.
El bombea dentro de mí, una y otra vez sin parar, me lleva a la luna y me trae de vuelta.
Yo no me aguanto y me aprieto con fuerza a las sabanas de su cama, y sin esperarmelo me corro, sin haberme tocado, cosa que él se lleva como un trofeo, me mira y me calcina su mirada, y mientras me folla como nadie más lo hará, me exige morbosamente que no quite la mirada de sus ojos, que lo mire a él, fijamente a él.
Luego siento como de pronto, como un tsunami de placer me arropa por completo y ese placer no se va luego de un momento como los demás, pues mientras él me penetra y me bombea en mi centro de placer, ese orgasmo pareciera estar contenido y yo siento que muero.
Pasados unos aproximados 34 minutos después de mi primera corrida, él arruga el entrecejo y siento como aprisiona con sus brazos todo mi cuerpo, a la vez que percibo su herramienta aumentar en grosor y ahí ocurre.
– AHHHHHHHHHHHHHHHHH!
Entre intensos gruñidos de placer pleno, empieza a descargar dentro de mí, chorros y chorros de un espeso y caliente semen, haciéndome correr junto con él, siendo esta mi tercera corrida de la noche.
Él se deja caer luego de un rato sobre mí algo agotado y siento su sudor mojarme y su respiración bañarme.
Me sonríe con morbo luego de recuperar el control de su respiración y me dice.
– Rayos pequeño, parte de tu castigo por desobedecer era.
no tener tu juguete hoy, pero me tienes con tantas ganas de ti que no me aguante.
(cosa que no negare, me catapulto el autoestima y alimento mi ego).
Lo más delicioso de ese momento, además de que una vez más logró que nos corriéramos a la misma vez, fue poder disfrutar de ese posesivo abrazo, el cual me proporciono mientras aún no había salido de mí.
debo confesar que cuando hace eso me pone loco.
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