De esos amores que casi matan. Part 2 "Amigos"
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Martin007.
— ¿Quién sabe algo acerca del funcionalismo y el estructuralismo?— La profesora Fernanda era la encargada de explicar las corrientes filosóficas y era en parte lo que más disfrutaba de la universidad— Sin una no pude existir la otra pues siempre debes saber la estructura de la función— Martin era muy inteligente y era capaz de hacer parecer verdad la más grande mentira. Yo admiraba eso de él.
— Pero necesito otra definición, eso suena como si me dijeras “Falso porque no es verdadero”— Todos rieron ante el comentario de la profesora y Ramiro no dejaba de lanzarme pelotitas de papel con chistes escritos, estaba a unos cuantos lugares de mí y entre nosotros estaban Jessica y Ryan.
—Ya sé que se aman pero traten de no demostrarlo y menos en una clase tan aburrida— Dijo Jessica furiosa mientras Ryan atrapaba las pelotitas y nos las devolvía a Ramiro y a mí con enojo.
— Cris… Podrías darme una definición sobre ambas corrientes por favor— La profesora me fulminó con la mirada y pude ver la decepción en sus ojos, en un momento miré a Ramiro para que supiera que estaba en problemas por su culpa— Es simple, ciertamente como dijo Martin, una depende de la otra, pero yo difiero en su importancia, bien puedes saber cómo funciona algo sin conocer su estructura, al menos todos nosotros tenemos celulares y solo nos enfocamos en la utilidad pero no en sus partes internas ni en su anatomía, pero considero que son importante en cuanto al campo de la investigación.
Supuse que mi respuesta había cumplido sus expectativas porque me dejó en paz y pidió guardar silencio, pero para ese entonces Ramiro dijo “Ay sí, ay sí, todavía no me gradúo y ya puedo filosofar con la profesora”
Ramiro aquel día llevaba una camisa negra que se le ajustaba en su figura, su cabello recién cortado y unos brazaletes con picos de metal que lo hacían parecer un chico malo, sus pantalones entallados eran típicos de él y esa sonrisa de dientes aperlados que yo odiaba tanto no podía faltar.
Ramiro junto con otros chicos y yo nos sentamos en la jardinera que estaba fuera del salón y comenzamos a hablar sobre nuestros planes a futuro, para cuando nos graduáramos.
— Pues yo solo estoy esperando a alguien con quien casarme y que me lleve a recorrer el mundo, alguien guapo, inteligente, amable, sensible y muy apasionado— Dijo Samanta, Sam para los amigos— Pues creo que debes aceptar que ese hombre seguramente quiere a otro hombre en su vida— Dijo Ryan entre risas y todos rieron, menos Ramiro y yo.
— Yo solo sé que quiero vivir una gran aventura, recorrer las carreteras estatales de los ángeles con un auto clásico, mi radio y una chica que se caiga de buena— Los sueños de Ryan me parecían tan tontos e infantiles y no desperdicié la oportunidad para hacérselo notar. Entonces, ante la petición de todos yo dije cómo veía mi futuro.
— Bueno yo… Solo sé que quiero ser libre, quiero tomar mi maleta e irme lejos, no sé a dónde y no sé por cuanto tiempo, quiero despertar en la mañana con el sol en el rostro que se cuele por la ventana, quiero poder sentir que no tengo que demostrarle nada a nadie y encontrar a alguien que pueda amarme y que me enseñe cómo es querer de verdad, qué se siente ser querido al punto que casi haga llorar, sí quiero tener una familia y por supuesto casarme pero antes quiero disfrutar mi juventud cometiendo errores de los cuales después pueda reírme y decir que valieron la pena— Pensándolo bien, mis sueños no tenían gran diferencia con los de Ryan y eso me revolvió el estómago a tal punto de sentirme mal.
Para ese entonces ya íbamos a terminar nuestro primer semestre de la carrera, todos nos llevábamos bien pero en especial había días en los que Ramiro era como mi mejor amigo, mi aliado y confidente, pero en otros era como un extraño y éramos tan lejanos, en el fondo lo amaba, estaba flechado por él, sufría el enamoramiento de un adolescente de secundaria y solo buscaba un momento para cruzar palabra con él o que un momento surgiera en los que pudiéramos estar solos para hablar sin máscaras y sin apariencias, al menos de esa manera podría hacerle sentir cuanto lo quería sin decírselo.
— Acéptalo Cris, jamás podrías tener oportunidad con un chico así— Me dije a mí mismo viendo como Ramiro subía las escaleras abotonándose la camisa pues la había limpiado de algunas manchas de comida, su cuerpo cada día evolucionaba tanto en el cuerpo de un gladiador que yo tenía que cuidar de no empezar a babear frente a él.
— ¡Oye Cris, espera!— Ramiro me había abordado camino a casa, recuerdo que aquel día los mechones en mi cabello no se quedaban quietos por el viento y tenía que peinarlos para verme mejor, mi suéter de rayas era mi mejor compañía y con las mangas hasta medía mano caminaba a casa mientras aquel viento casi invernal me demostraba cuan nostálgico era capaz de estar¬. Cuando vi a Ramiro aproximarse a mí pensé que estaba soñando otra vez, pero no, iba corriendo muy feliz.
— Cris ¿Te vas a inscribir en la competencia?— Preguntó Ramiro emocionado mientras sacaba un cartel de su mochila— ¡Sí, una competencia de artes marciales! Será el próximo mes en el auditorio de la universidad, podemos entrar y ganar— ¿Sería esa la oportunidad que tanto buscaba para acercarme a aquel tipo que me arrancaba los suspiros?— No lo sé, hace un tiempo que no entreno, no estoy seguro de estar listo en un mes— Como dije, a veces alejaba a Ramiro inconscientemente, quizá por temor a echar las cosas a perder o a equivocarme con él— ¡Vamos Cris! ¡Debes confiar en ti mismo! Entrenaremos juntos, ya verás, nos irá muy bien— Ramiro puso su brazo para rodear mi hombro y abrazarme mientras sonreía y miraba el cartel. Finalmente acepté no por el deporte ni por ganarme créditos para la titulación, sino porque ahora iba a pasar más tiempo con ese chico de sonrisa irresistible.
Recuerdo que aquel noviembre fue inolvidable para mí, Ramiro y yo íbamos al gimnasio de la escuela a practicar hasta tarde, algunos chicos también inscritos nos hacían segunda pero Ramiro y yo nos quedábamos hasta la noche practicando pues queríamos ganar, pronto descubrí que mi talento para las artes marciales estaba intacto pues a pesar del tiempo podía lograr las mismas patadas y golpes certeros que Ramiro y eso lo impresionó tanto que su interés por mí creció.
Ramiro gustaba de entrenar sin camisa, solo usando su pantalón color blanco y su cinta amarrada a la cintura, yo tenía que luchar contra mis instintos para no tener una erección ante su presencia, el sudor que emanaba de su pecho y se perdía en su abdomen hacía su torso brillar y el tamaño de sus brazos cuando se ponía en guardia era tan atractivo que juro que no vi el golpe que me metió en la quijada y que me hizo caer al suelo dejándome noqueado por un momento.
Cuando desperté estaba tirado en el suelo en los brazos de Ramiro— ¡Despierta Cris, despierta! ¡Solo a ti se te ocurre quedarte allí parado, se supone que debías esquivarlo!— Mi labio estaba un poco lastimado y tenía rastros de sangre, Me dolía la cara pero a pesar de eso el estar tan cerca de Ramiro me hacía caer en un abismo de éxtasis y agonía que jamás podré comparar con otra cosa.
— Lo siento, soy un tanto¬— Dije casi susurrando, en ese momento nuestros ojos se encontraron mientras él tenía su mano sobre mi quijada la cual palpitaba a causa del dolor, fui cerrando mis ojos lentamente como si esperara otra cosa pero no, nada iba a pasar porque entonces me puse de pie apurado despidiéndome¬— ¡Lo siento, ya debo irme!— Me fui de allí aterrado y confundido y con la duda de qué hubiera pasado de permanecer unos segundos más ante él ¿Nos habríamos besado? ¿Me habría correspondido? O se habría acabado la amistad que tanto anhelaba fuera para siempre, no lo sé, solo recuerdo que me fui a casa a desahogar mis ganas con Arturo quien era un huésped recurrente en la ciudad y en mi casa a causa de su trabajo.
Casi puedo sentir el peso de Arturo sobre mí, sus labios en mi cuello y como pegaba más mi pelvis a la suya, como se deshacía de toda mi ropa en segundos marcando con sus dientes lo que él consideraba “Su territorio” Tuve que ser muy cuidadoso para no cambiarle el nombre otra vez pues ya no me iba a crecer que había sido por el estrés de la universidad y porque tenía un profesor que se llamaba Ramiro, al cual no me podía sacar de la cabeza por lo terrible que era, creo que en el fondo Arturo siempre supo que yo jamás sería solo de él ni de nadie y era eso lo que más le molestaba, saber que estando con él pensaba en otros.
Las manos de Arturo eran grandes y rasposas, sabían exactamente dónde tocar para hacerme arrancar gritos y gemidos contenidos para no llamar la atención, estimulaba mi próstata y mi punto G con sus dedos dentro de mi orificio, siempre tratando de convencer que lo dejara introducir su pene en mí pero nunca acepté y solo tenía que conformarse con el sexo oral que ocasionalmente le daba y con las caricias a media noche junto con nuestros besos debajo de mis sabanas, si mamá y papá nos hubiesen visto habrían pensado que éramos muy hábiles, porque siempre Arturo y yo quedábamos con ganas de un poco más, aun cuando el cansancio nos exigiera ir a dormir.
— Vamos Cris, dime que lo quieres, dime que quieres que te pegue un poco más fuerte— Arturo gustaba de las nalgadas y de golpearme en la cara con su miembro— Sabes que es lo que más me gusta— Nuestra relación era especial y nunca voy a olvidarla.
Recuerdo haber puesto aquella tarde mi boca sobre su piel y poco a poco llegué hasta su miembro para devorarlo como nunca antes lo había hecho, con los días fui adquiriendo experiencia y él solo disfrutaba del sexo oral y me elogiaba por lo hábil que era— Si lo tuvieras adentro sentirías muy rico Cris, déjame meterte mi vergota para que no vuelvas a necesitar otra más que la mía— Arturo introducía dos dedos dentro de mí y me hacía pedir clemencia, me masturbaba con rapidez y pellizcaba mis zonas sensibles para que yo lo dejara entrar, pero no, no era suficiente.
.
— Sabes que no puedo, no estoy listo y tengo algo de miedo¬— Sobre mi espalda y pecho emanaban pequeñas gotas de sudor que denotaban lo elevada que estaba mi temperatura— Solo siéntela….— Arturo puso su pene en la entrada de mi orificio y la fue introduciendo, no voy a negarlo, aquello se sintió delicioso, como involuntariamente mi cuerpo se contraía y sentía el pene de Arturo crecer más dentro de mí, yo no dije nada, solo pensé que tal vez ya era tiempo de decirle que sí pero… Algo en mí me hizo recordar que mi primera vez debía ser con alguien en quien yo confiara y dejarme coger por Arturo sería como convertirme en su puta personal para cuando él tuviera ganas.
Me aparté para que él se saliera de mí pero Arturo lejos de rendirse insistía más y yo para callarlo me metía su sable en la boca hasta llegar a mi garganta.
— ¡Aquí tienes tu pan de cada día!— Arturo se masturbaba frente al espejo de mi habitación antes de venirse porque el explotar en mi boca era algo que rara vez le permitía, sin embargo aquella tarde ambos pudimos ver nuestro reflejo y ver lo incestuosos que podíamos llegar a ser, su semen fue a dar a mi cara y vi como Arturo sacudía su miembro viscoso y con las venas marcadas mientras me golpeaba en la cara, yo acabé en su pecho mientras él introducía sus enormes dedos en mí y me hacía temblar de la sensación tan extraordinaria que causaba en mí, pero, siempre que terminábamos nuestro acto yo pensaba “No importa que tan bien lo hagas, jamás serás como él.”
Como es de esperarse, Ramiro yo ganamos la competencia de artes marciales, el momento más dramático fue cuando tuve que pelear contra él para llevarme el primer lugar, pero ese día no me temblaron las piernas ni bajé mi guardia, aquella mañana frente aquella multitud derroté a Ramiro pues sentí que pelee contra las circunstancias, contra el destino y contra los instintos no confesados, ese día pelee contra la imposibilidad de estar un día con él.
Y en menos de cinco minutos yo era el triunfador y estrujando la mano de mi compañero y ayudándolo a levantarse cerraba nuestra amistad y mi victoria. Ramiro y yo éramos los ganadores y amigos a partir de ese momento, en las gradas Jessica gritaba de la emoción junto con Martin mientras Ryan se cruzaba de brazos y suspiraba con aburrimiento.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!