De esos amores que casi matan. Part 4 "Apenas el principio"
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Martin007.
— Chicos, quiero decirles algo— Ramiro hablaba, nos habíamos distanciado un poco después de la competencia de Taekwondo en la que resulté ganador, éramos del mismo equipo pero a pesar de todo lo que teníamos en común y de las veces en que estuvimos cerca por alguna razón nunca lograba terminar una conversación con él. Las ocasiones en que trabajábamos en equipo siempre nos interrumpían y cuando él se me acercaba amistosamente yo lo rechazaba sin tener idea de por qué, a más de un año de conocernos una cosa era segura, ya era tarde para ser amigos y eso me pesaba mucho.
— Debo comunicarles algo triste, por las circunstancias que atraviesa mi familia y la separación de mis padres, debo irme de la universidad— No sé cómo procesé esas palabras, no me tiré a llorar o a lamentarme, solo sentí la misma tristeza que sentía cuando uno de mis amores se iba o encontraba a la persona indicada, solo eso, decepción “Allí va otro” pensé y no pude evitar sentirme mal.
Ramiro se acercó a todos para despedirse en persona, yo me alejé quizá para que me dejara hasta el final y cuando llegó a mí… Bueno, quizá hubo mucho que decir y tan poco que dijimos.
— Cris… Espero que te vaya muy bien y que sigas igual de apasionado por las cosas que haces— Su gesto me estremeció, me hizo odiarlo aún más, desearme buenos momentos cuando yo lo odiaba y quería tanto— Gracias… Lo mismo para ti ¿Puedo preguntarte una cosa?— Dije tímido y cruzándome de brazos— Por supuesto, dime— Respondió él con interés— Sé que no fuimos los mejores amigos y que en algunas ocasiones te traté no muy bien, tal vez fueron las circunstancias o mis tonterías pero ¿Crees que pudimos haber sido buenos amigos?— Ramiro sonrió un momento y un color carmesí apareció en sus mejillas y en las mías, los músculos de sus brazos se tensaron y su pecho se contrajo.
— Lo nuestro nunca habría funcionado Cris— Me dijo y luego me dio un abrazo de amigos, yo me quedé helado, puede ser que ya lo sabía todo, que me gustaba, que pasaba mis noches fantaseando con él, que soñaba con besarlo, con que me dijera que me quería y que yo también le gustaba. Una cosa era segura, él no era 100% heterosexual y yo tardaría semanas en olvidar la sensación de sus brazos rodeándome.
— Tienes razón… Soy demasiado bueno para ti— Dije riendo y él me mostró una sonrisa melancólica, nos saludamos de mano y nos despedimos, por azares del destino lo he vuelto a ver en contadas ocasiones en las que fingimos que no nos conocemos pero que por dentro estoy seguro que sonreímos al recordar nuestro drama universitario que ni siquiera tuvo oportunidad de comenzar.
Ramiro se fue por la entrada principal diciéndole adiós a todos, el único que nos vio despedirnos fue e tonto de Ryan que era amigo de Ramiro, ambos se fueron hablando de gimnasios, proteínas y cosas que yo desconocía y yo me fui directo a casa a lamentar mi mala suerte.
Me fui al apartamento que llamaba casa y me encerré toda la tarde, no sabía cómo reaccionar, qué hacer o cómo afrontarlo, solo me recosté en la cama y suspirando dejé escapar unas cuantas lagrimas más de tristeza por mi suerte que por la partida de Ramiro, después de todo la gente va y viene pero uno se queda aquí afrontándolo todo.
A las nueve de la noche sonó el timbre de la puerta, me levanté a abrir seguro de que iba a ser el administrador que preguntaba por el tiempo que iba a estar fuera durante las vacaciones, para mí no tan sorpresa era Arturo, vestía una camisa manga corta de cuadros pegada, sus pantalones de mezclilla y su cinturón, lo vi, él me vio y no tarde mucho en dejarlo pasar y dejar que sus brazos me aprisionaran.
— Primo, tú no pierdes el tiempo— Decía mientras yo le rompía los botones de la camina y lo dejaba descubierto para mí, necesitaba sentir su espalda, recorrer su pecho con mis manos, morder su piel, saborear sus besos y sentir su lujuria queriendo liberarse conmigo, necesitaba sentirme con vida, que al menos había alguien que moría por mí, al menos mi primo estaba allí para mantener ese secreto desde hace algunos años.
Arturo me quitó mi ropa y me arrojó al mueble para lubricar mi orificio, dijo que esa vez no iba a escapar y yo estaba dispuesto a entregarme a mi primo pues yo ya estaba iniciado por Alberto. Las manos de Arturo eran tan lujuriosas, sus inmenso dedos entraban y salían con avidez de mi ano, lo acariciaba y tocaba en el lugar correcto para hacerme ver estrellas, yo me quedaba relajado disfrutando de las sensaciones que Arturo siempre quiso darme pero que yo tanto tiempo se lo impedí.
Una vez dilatado tomé a Arturo por sus inmensos hombros y lo lancé sobre la cama, necesitaba pasar mi lengua por su pecho, por su abdomen plano y algo marcado, por sus brazos, su cuellos, necesitaba escuchar cómo gemía y se desesperaba por el placer que mi lengua y manos le producía. Saboree sus pezones que eran una delicia para mí al provocar sus gruñidos mientras los mordía ligeramente y con mi mano estimulaba su paquete que rogaba por ser liberado.
Me fui directo a su pantalón y liberé esa verga que era deliciosa, inmensa, gruesa y la introduje en mi boca con desesperación dando a Arturo la mejor mamada de su vida. Una de las cosas que más disfruto es cuando dicen mi nombre y sé que me aman, que me desean, que me quieren y Arturo hacía todo eso, mi dulce primo me disfrutaba como nadie más lo hacía y por eso lo quiero tanto.
Arturo no quiso terminar en mi boca, dijo que su leche estaba reservada para mi ano, me puso de espalda y comenzó a introducir su pene viscoso e hinchado dentro de mí, yo me sujeté del espaldar de la cama y él de mis glúteos, hizo presión hasta que su pene entró empujando las paredes de mi orificio, Arturo se estremeció al sentirse dentro de mí y yo necesité tomar aire por lo exquisito que se sentía y la oleada de calor que abrazaba mi cuerpo al ser penetrado por Arturo.
Arturo me tomó del cabello jalándomelo con pasión, comenzó a envestirme con locura causando que yo me contrajera cada vez más— ¿Lo sientes Cris? ¿Te gusta? Ahora eres mío y mi verga es tuya— Decía en mi oído mientras se acercaba a mis pezones y los acariciaba mientras también mordía mis orejas y mis hombros— ¡Sí, me encanta! Soy todo tuyo— Yo suplicaba por compasión pero Arturo era despiadado, sin condón me penetró y su liquido pre seminal me lubricaba lo suficiente para que el dolor desapareciera— Soy el primer y el único hombre en tu vida Cris, déjame hacerte mío para siempre— Y era mentira, antes que Arturo existió Alberto, pero nunca se lo dije y si él está leyendo esto ahora debe enterarse pero no por eso dejaron de ser mágicas las noches que pasé con Arturo.
Luego de eso me sentó sobre su barra, me hizo cabalgarlo mientras él me sujetaba las manos como un guardia y me envestía juntando su pelvis con la mía. Sus penetraciones comenzaron a ser casi vibratorias y en un instante cuando ya no pude más, cuando mis ojos no pudieron ver más estrellas y sus brazos no pudieron estrujarme y entregarme todo ese placer, su semen inundó mis profundidades y mientras yo me venía y jalaba su cabello, me sentía el chico más feliz del mundo, finalmente dormí sobre su pecho y lo besé hasta que no pudimos más y no nos quedó más que solo dormir y abrazarnos en la oscuridad.
El día estaba gris y con ráfagas de viento, tal y como me gustaba, los mechones en mi frente se alborotaban y mi suéter de mangas me salvaba del frio, era el último día en que la universidad iba a estar abierta y los alumnos debíamos ir por nuestras calificaciones, yo era el último de mi clase en irme, tenía mi promedio en mis manos impreso en una hoja de papel, solo, serio y pensativo, imaginaba lo que me deparaba en los próximos tres años y si serían comparados con este que acababa de terminar, pensé todo eso hasta que él me interrumpió.
— Hey Cris ¿Qué tal te fue?— Dijo Ryan acercándose a mí, por primera vez en todo el año me hablaba y me costó creer que hablaba en serio— Pues más o menos— Mentí para no hacerlo sentir mal pues a él no le había ido muy bien, de pronto intercambiamos boletas y vimos nuestro desempeño.
Nos quedamos callados viendo hacia la nada mientras el viento nos golpeaba, era bastante incomodo, yo esperaba las ganas de irme a mi departamento, tomar mi equipaje e irme a pasar las vacaciones con mis padres y Ryan esperaba quizá a sus padres para que pasaran por él, estaba a punto de marcharme cuando Ryan aclaró la garganta y con un tono de voz condescendiente dijo.
— Est-ce que tu aimes le français? — No me quedó otra opción que sonreír mostrando mis dientes superiores y que tanto han enamorado para mirarlo con gracia y responder mientras en mi teléfono sonaba “Tears dry on their own” de Amy Winehouse — Oui… J’aime le français…
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!