De la fantasía a la realidad
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Mi nombre es Marcos, vivía en un departamento con mi amigo Carlos en la ciudad de México Distrito Federal. Vivía con él porque hasta entonces era mi único conocido en esta ciudad y por lo tanto la única persona en la que podría depositar mi entera confianza, como ya habrán notado yo no soy originario de aquí, yo soy de una ciudad portuaria llamada Coatzacoalcos en el bello y majestuoso estado de Veracruz, perteneciente a México pero esa es otra historia.
Soy moreno claro con bronceado acanelado, algo típico de un chico de provincia costera como yo, también soy de cuerpo normal no muy atlético que digamos, piernudo, nalgón, 1.78 Mts. de altura, ojos cafés oscuro almendrados y brillantes, cabello negro entre lacio y ondulado, y suelo ser muy amable y atento o eso dice la gente.
Como era nuevo en esta ciudad tenía muy pocos conocidos, algunos de los cuales eran únicamente compañeros míos en la universidad, pero nuestro trato es únicamente de compañeros de clases y nada más; ni siquiera a amistad llega mi trato con mis compañeros de grupo.
Por otra parte, mi amigo Carlos a quien conocí allá en Veracruz cuando estudiamos la secundaria, estaba rodeado de sus amigos de toda la vida que estudiaban junto con nosotros, alguna carrera en la misma universidad en que nosotros estudiamos, estos jóvenes se reunían en las tardes para descansar y pasar un buen rato de ocio después de la larga jornada de clases, reuniones a las que frecuentemente era invitado por Carlos, pero como me costaba mucho adaptarme a esta nueva ciudad, rechazaba sus invitaciones a las a dichas reuniones; si no podía con el hecho de vivir en una nueva ciudad mucho menos socializar con un grupo de amigos que se conocían de años y siendo yo el único intruso.
De tantas insistencias de mi amigo a que asistiera a las reuniones para conocer a sus amigos, terminé aceptando asistir a una de ellas; la cual se realizó saliendo de la universidad a las 3 de la tarde en los jardines del campus, el cual era el punto de reunión donde sus amigos y él se reunirían para partir hacia otro sitio en donde se llevaría a cabo el convivio y como era de esperarse Carlos y yo llegamos juntos al sitio acordado; solo se hallaba en el lugar un amigo de Carlos y de inmediato me lo presento.
– ¡Que hay Bruno!
– ¡Qué onda Carlos!
– Pos nada wey aquí andamos, listos para echar un rato de desmadre con la banda.
– Eso está perfecto carnalito, a por cierto Bruno, te presento a un amigo mío
– A pos que a todo dar, ¿Qué tal? Soy Bruno
– Hola Bruno, ¿Qué tal? Soy Marcos
– ¿Es cierto que no eres de aquí verdad?, me dijo Carlos que estaba viviendo con un jarocho (gentilicio con el que se le conoce popularmente a las personas nacidas en Veracruz) en su departamento, pero hasta el sol de hoy tengo el gusto de conocerte.
– Pues gracias Bruno, y si efectivamente yo soy de Veracruz
– Bueno Marcos bienvenido al grupo, ya verás que te la pasas en grande compadre.
Yo solo sonreí y asentí con mi rostro en un movimiento de aceptación.
No podía creerlo, ese chico que acaba de conocer era un sueño hecho realidad, su físico era impresionante: Moreno claro, pero muy claro, casi blanco, pero su insinuación morena no dejaba de ser notoria, mide alrededor de 1,80 Mts de alto, de ojos cafés claro, una insinuación de barba recién rasurada y tupida (abundante), brazos marcados evidentemente musculosos, pectorales bien definidos y marcados, con un estomago de lavadero de en sueño, era prefecto, un sueño de hombre hecho realidad, sin duda él era un gran ejemplar de hombre digno represéntate de su área geográfica, un “chilango buenísimo” como mi mente tuvo a bien acentuar y justo se encontraba frente a mí. En cuanto pude salir de mi shock dije casi apenado:
– “OK ya veremos”, aunque yo mismo no pude dejar de notar el tono vacilante de mi voz, al contestar su oración de bienvenida.
Por cierto “Chilango”: Es el gentilicio popular por el cual se les conoce a las personas nacidas en México Distrito Federal o el Estado de México.
Por supuesto que mi mente no hizo nada más que mostrarme imágenes tentativas de lo hermoso que se vería su cuerpo desnudo, durante todo el trayecto hacia el sitio del convivio se me hizo agua la boca de solo imaginármelo dispuesto a tener un encuentro intimo conmigo, mi lujuria hizo acopio de mi atención y de mis sentidos solo para enfocarlos en nítidas y muy realistas fantasías de mi sosteniendo actos de carnalidad con Bruno, un deseo bochornoso comenzó a aumentar cada vez más tan solo por verlo sonreír o mover sus espectaculares músculos que obedecían mansos la trayectoria de sus movimientos, mi excitación era demasiada como para controlarla, temía que las reacciones de mi cuerpo me delatasen en la reunión y que Carlos o que alguno de sus otros amigos o incluso el mismísimo Bruno, notaran el bochorno que ese hombre me causaba con solo mirarle ese bello y trabajado cuerpo de dios griego que poseía, decir que me lo comí con los ojos es poco, no entendía como había logrado perturbarme de tal manera, en muy poco tiempo quede tan embelesado con su cuerpo que fue lo suficiente como para desearlo de una manera tan insana que me asustaba.
Solo pasaron 15 minutos para que sus demás amigos comenzaran a llegar al sitio de la reunión, pero en todo el tiempo que estuvimos conviviendo esa tarde mi vista no se apartaba de ese espectacular ejemplar de macho mexicano que tenía a pocos metros de distancia de mí.
El tiempo transcurrió, la reunión se tornó un tanto aburrida y fuimos a la casa de otro de los amigos de Carlos a pasar la tarde, Bruno también nos acompañó a la casa de ese otro chavo al que evidentemente no le preste la más mínima atención, solo la educadamente necesaria, hasta que llegó el momento de que Carlos y yo nos retiráramos a nuestro departamento. Al llegar al departamento, Carlos se metió a duchar, y yo le dije que estaba algo cansado y que me retiraría a dormir temprano porque me esperaba un día tremendo en la universidad al día siguiente; él asintió y se dirigió a la ducha, mientras yo me fui a mi habitación. No se apuren amigos con Carlos no pasó nada, aunque él también es un sueño de hombre y es muy guapo y de complexión atlética también, solo lo quiero como a un hermano, somos grandes amigos desde la infancia, además que mi lujuria y mi mente solo se enfocaron en recordar a Bruno e imaginármelo desnudo en mi cama.
No pude evitar masturbarme esa noche de solo pensar en Bruno, en mi mente no transitaba nada que no fuera su sonrisa, su espectacular cuerpo y su nombre. Me tenía hecho un mar de sensaciones que repetí la masturbación una y otra vez hasta quedarme profundamente dormido.
Las reuniones con los amigos de Carlos cada vez se hacían más frecuentes y convivía con ellos más a menudo, no faltaba a ninguna solo para ver a Bruno, con el que comenzaba a entablar una amistad simple, de la que en un futuro y con mucho esfuerzo y paciencia, planeaba sacarle algún provecho sexual, pero con su cercanía solo conseguía alimentar más y más mi lujuria.
No podía evitar verlo, era hermoso, era todo lo que deseaba en un hombre y eso quería… ¡Que Bruno fuera mi hombre!
Un día en el que no me esperaba que se apareciera en el departamento, llamó a la puerta y lo recibí, abrí esperando que fuera Carlos quien no se encontraba en casa, y ahí estaba Bruno frente a mí, vestía un pants negros con 3 rayas azules deslizándose desde su cadera hasta sus tobillos en los lados laterales, una playera deportiva en tono gris oscuro, una sudadera negra también de poliéster y unos tenis negros con detalles rojos algo sucios, se notaba que había estado haciendo ejercicio justo antes de llamar a mi puerta, pues estaba algo sudado y despedía un olorcito a “Stefano Black” ligeramente combinado con sudor, que en mi opinión era bastante sexy y rico al olfato y no es que sea olfactofilico, ya que el sudor de otra persona, hombre o mujer y hasta el mío propio me repugna, pero esa esencia me excitó demasiado al percibirla, su olor era penetrante y estaba consiguiendo ponerme muy cachondo; ese macho me encantaba.
– Hola Marcos
– Hola Bruno
– ¿Se encuentra Carlos aquí?
– No, pensé que estaba contigo o al menos eso me dijo él a mí, (cosa que era mentira por que Carlos no me había dicho nada cuando salió del departamento).
-¡Rayos!, ¿Te molesta si lo espero aquí? , Tengo unas cosas que hablar con él y me es difícil ir a mi casa y tener que regresar.
-No, para nada, adelante pasa pero trata de localizarlo, háblale a su celular y dile que estas aquí esperándolo para que no se demore.
-¿Por qué Marcos, es que acaso te molesta mi presencia aquí?
-No es por eso Bruno, solo lo decía como una sugerencia, una mera atención a tu tiempo, ya que sabes cómo es Carlos, le gusta tomarse su tiempo para las cosas y a veces hay que presionarlo un poco.
-Está bien Marcos te creo, por un momento pensé que no me querías aquí y es una lástima porque yo me siento muy a gusto contigo. (Esa última frase hizo que por mi cuerpo pasara una corriente eléctrica de arriba abajo en menos de un segundo).
Entró al departamento siguiéndome los pasos muy de cerca, se aproximó al sofá más grande de la sala y yo al verlo sudado le ofrecí un vaso de agua de naranja natural bien frio que acepto de inmediato. Como el tenerlo ahí conmigo a solas en el departamento me ponía sumamente nervioso y caliente, camine hacia el cuarto de estudios para dejarlo solo en la sala y tratar de disimular mi atracción hacia él, porque a pesar de ser el hombre de mis fantasías dudaba que fuera gay y que yo tuviera alguna oportunidad de estar íntimamente con él, aunque por dentro yo lo deseaba con tanta lujuria, decidí ser muy precavido y abandonar al menos por el momento la idea de insinuármele.
– ¿A dónde vas marquitos? (Pregunto al verme alejarme de la sala al cuarto de estudios).
– Al cuarto de estudios. (Conteste mientras caminaba dándole la espalda)
– ¿Qué vas a hacer ahí? (aunque muy tonta la pregunta)
– Pues a terminar mi tarea. (Conteste nervioso sin voltear a verlo a la cara)
– ¿Te molesta si te acompaño?
– No para nada pero espero que no te aburras.
– Cómo podría aburrirme estando en tu compañía.
Aquella última frase emanada de su boca me dejó frío e inmóvil, en unos segundos no supe que contestar, no supe que hacer o que responder; tenía que aceptarlo, ese chico había provocado en mí una sensación de deseo y excitación muy aparte de lo que ya lo deseaba. La temperatura de mi cuerpo aumentó en cuestión de segundos y mi pene comenzaba a cobrar vida, por un tiro de suerte logré reaccionar antes de que se diera cuenta de lo que estaba pasando y me di la vuelta y seguí mi camino hacia el cuarto de estudios, él se levantó del sofá y me siguió.
Al llegar a aquella habitación me apresuré a sentarme de inmediato en el escritorio para ocultar o disimular un poco mi excitación y rápidamente cogí un libro y busqué la tarea a realizar y comencé a hacerla; en unos instantes más tarde, él llegó a la habitación también cerró la puerta y se sentó en un sofá bastante amplio que le sirve de cama a Carlos cuando se queda hasta altas horas de la madrugada estudiando.
– ¿Qué tarea haces? (Preguntó llevándose el vaso de jugo a la boca)
– Solo una de anatomía, una pequeña investigación. (estudió la carrera de medicina)
– A qué bien, mi materia favorita más en la práctica que en la teoría (dijo de una manera muy sensual, pero como era de esperarse me vi forzado a ignorar el comentario)
– ¿Y es muy importante que la termines ahora Marquitos? (Dijo para romper el silencio que yo había creado)
– Pues no precisamente pero no me gusta dejar trabajo rezagado Bruno, uno nunca sabe cuándo pueda suscitarse un imprevisto y es mejor estar preparado.
– No podría estar más de acuerdo contigo marquitos (Dijo quitándose la sudadera que traía puesta inundando aún más la habitación su viril aroma)
– ¿Por qué la pregunta? (Dije tratando de desviar mis lujuriosos pensamientos que ya comenzaban a arremolinarse en mi mente).
– Por nada, solo quiero charlar contigo un rato en lo que Carlos regresa, dices que demorara un poco y deseaba hacer más divertida la espera al menos por un rato, claro si no te interrumpo en tu trabajo (dijo frotándose la barbilla con la mano derecha)
– Está bien, creo que esto puede esperar. (Dije sin demora)
– ¿Pero por qué no te sientas aquí conmigo? – Dijo en un tono muy provocador – (era eso o yo ya estaba bastante excitado que ya hasta alucinaba)
– Seguro, ¿por qué no?
Para mi suerte mi erección había disminuido un poco, lo que me preocupaba era que yo estaba en paños menores, solo vestía una bermuda a cuadros en tonos azul y verde, una playera manga corta roja de algodón y mi ropa interior. Pero con solo estar cerca de semejante macho me excitaba en una manera exagerada, me preocupaba que se diera cuenta de las reacciones de mi cuerpo al estar cerca del suyo.
Me senté a su lado en el sofá sin más remedio, cuando de repente y tomándome totalmente desprevenido pasó su brazo sobre mi hombro y en un semi abrazo acercó sus labios a mi oído, erizando cada poro de mi piel en el acto y sin rodeo alguno me susurró:
– He notado la forma como me has mirado todo este tiempo marquitos y quiero decirte que eso me calienta como no tienes idea, me vuelve loco la forma en que tu mirada me desnuda, lo pendiente que estas de mis acciones, Marcos ya sé que me deseas y yo también te deseo a ti, quiero hacerte el amor, quiero hacerte mío. (Dijo mientras empezaba a recolectar el aroma de mis cabellos y de la piel de mi cuello).
Esas palabras que susurró a mi oído detuvieron mi corazón de una manera que casi pudo haberme provocado un paro cardiaco real, mi pene comenzaba a erguirse una vez más entre mis piernas causándome molestias y ligero dolor al encontrarse encerrado entre mis boxers de algodón, mi razón, precipitándose a responder a ese sensual estimulo, me dictaba que no podía acceder tan fácilmente a mis bajas pasiones, argumentaba a gritos que no hiciera obvio lo que más deseaba en ese momento, así que en un arrebato de desesperación no pude más que apartarlo lejos de mí con un empujón, aunque en realidad dentro de mí, solo deseaba aferrarme a ese varonil ejemplar de macho que tantas noches seguidas fue protagonista de mis fantasías nocturnas, quería entregarme a él, complacerlo de todas las maneras posibles, cumplir todas sus fantasías, sus caprichos, sus más bajos deseos hasta someterme totalmente a su merced, quería ser suyo con todo lo que esa palabra puede llegar a significar.
– Bruno que tonteras dices. ¡Quítate, aléjate de mí en este instante! (Ordene exaltado y excitado al mismo tiempo).
– Vamos Marquitos sé que me deseas tanto como yo te deseo a ti, ven y solo entrégate a mí, ya verás que te llevaré al cielo, conocerás el paraíso del placer y te traeré de vuelta una y mil veces, sé que lo disfrutaras como yo. (Dijo tan seductoramente mientras se masajeaba su pene justo por encima de su ropa de una manera un tanto lasciva y hasta podría decirse que obscena, pero tan sexy y provocadora a la vez).
– Bruno estas equivocado, yo no quiero nada de eso contigo. (Dije impulsivamente para tratar de no hacer obvios mis deseos carnales con él).
– Tus ojos me dicen otra cosa Marquitos, arden de deseo y pasión, ven a mí, te prometo que no te arrepentirás. (Dijo quitándose la playera polo gris con notorias manchas de sudor, que en ese instante reveló un torso casi blanco con una modesta capa de bellos en el pecho que añadían un encanto varonil a ese hombre de cuerpo tan perfectamente trabajado que resultaba tan deseable a la vista de cualquiera).
En eso ese instante se levantó del sofá y se puso de pie acercándose rápidamente a mí, sin ningún reparo en la brusquedad de sus actos me envolvió entre sus poderosos y musculados brazos morenos igualmente decorados con esa pizca de bellos tan varoniles en el dorso superior, su olor penetrante era el cielo para mí, inundar mi olfato con el me garantizaba llegar al éxtasis si yo cometía la osadía de sobre dosificarme con él.
Estuvimos forcejeando unos minutos, el intentando aprisionarme entre sus brazos y su pecho y yo intentado huir de tan pecaminoso contacto, algo tan bellamente prohibido y loco, que era tan doloroso pretender escapar de él.
– Vamos Marquitos sé que me deseas, sé que me quieres tomándote para mí, déjate llevar, deja de pensar y empieza a sentir todo el placer que necesito darte. (Susurró a mi oído nuevamente, esta vez mordiendo ligeramente el pabellón de mi oreja causándome una breve punzada de dolor y posteriormente una descarga de sensaciones placenteras por todo mi cuerpo, después su rostro descendió y comenzó a besar mi cuello, repartió suaves y delicados besos provocándome tensiones musculares y una fuerte erección de tal naturaleza que solo podía conseguir tocándome a mí mismo).
– Bruno, suéltame por favor. (Dije en tono de casi suplica mientras empezaba a jadear por la excitación).
– ¡No marquitos! Esta noche por fin te hare mío, únicamente mío. (Dijo imperativamente sin dejar de lado su magistral tarea mientras exploraba diversas zonas de mi pecho).
De un solo movimiento brusco, aunque sin llegar a ser violento depositó mi sonrojado y tembloroso cuerpo sobre el sofá; inmediatamente después buscó acomodo sobre mi cuerpo aprisionándome con su peso, justo debajo de él. Cuando logró estar totalmente sobre mí frente a frente y habiendo eliminado todo rastro de resistencia de mi parte, me plantó un beso lleno de pasión que me excito aún más, no tenía escapatoria y lo mejor era que yo no tenía ningún deseo de escapar. Me entregué al sabor de sus sofocantes besos como si ellos fueran la ambrosia que me había sido negada por tantos años antes de conocerle, me concentre en tratar de memorizar fielmente la textura de sus labios gruesos y cálidos, a implorarle secretamente al tiempo que se detuviera mil años para poder disfrutar de ese momento tanto como me fuera posible en ese periodo, el poder sentir los nacimientos del bello de su barba restregando la piel de mis pómulos me resulto de lo más estimulante y erótico, sentir como ese apasionado beso me robaba el oxígeno y parte de mi vida fue un sueño hecho realidad.
Con sus manos juguetonas buscaba los pliegues inferiores de mi playera para despojarme de ella con desesperación, mientras yo acariciaba lascivamente la longitud de su escultural espalda atrayéndolo a mi tanto como las leyes de la física me lo permitiesen.
Cuando por fin logró deshacerse de mi playera, rodeé una vez más su hermoso torso colocando mis manos en su espalda musculosa y bien definida acariciándola frenéticamente mientras me besaba con una pasión incontenible. Cuando su calor me consumía en las llamas de ese prohibido placer, su aroma natural me hacía alucinar, bajé a tientas mis torpes manos buscando apoderarme de los pliegues superiores de su pants que cubría sus velludas, musculosas y bien formadas piernas, cuando al fin lo conseguí su beso se volvió torturador; una clara señal de que su grado de excitación con el mío comenzaban a emparejarse.
Por fin logré deshacerme de aquella inoportuna prenda dejándolo vestido solamente con su bikini de un aspecto sumamente sexy y provocador de un color rojo encendido, que se le ceñía perfectamente a los contornos más recónditos de su intimidad.
Verlo usar ese provocador bikini me encendió aún más, aquella peculiar prenda era lo único que me impedía tener contacto directo piel con piel con su hombría, que había sido objeto de mis fantasías y de mis placeres nocturnos imaginarios. Volví a lanzar mis manos por su espalda, encomendándoles esta vez que bajasen cada vez más y más al sur, hasta llegar a la estorbosa prenda y comencé a despojarlo de ella quitándosela lentamente.
– ¡Carajo Marcos! Quítamela de una vez, no me hagas esperar más que ya quiero hacerte metértela de una buena vez. (Dijo mirándome a los ojos con un tono suplicante y extasiado)
Al escuchar la súbita demanda, cumplí la orden retirándola de inmediato, y por arte de magia, su hombría no tardó en darse a notar saltando vigorosamente de entre su prisión de algodón carmesí, ostentaba su máximo potencial, y ya se encontraba temblorosa, babeante, emanando de su interior las bellas perlas cristalinas que precedían el néctar de la vida que yo moría de ansias por probar.
Sus 18 centímetros de masculinidad se erguían orgullosos dejando notar, una necesidad apremiante de atenciones que me exigía brindarle de la manera más rápida posible, sus venas hinchadas añadían un toque sensual extra a la ocasión y el brillo rosa reluciente del glande de su pene la hacía apetecible y me despertaba la necesidad de engullirla sin la más mínima de las contemplaciones, con la única misión de satisfacer la necesidad de descargar la tensión que dentro de ella aguardaba.
Después de este acto, Bruno se levantó de encima de mí y se sentó en el sofá, con las piernas extendidas a cada lado y cogiendo un cojín que se llevó a la espalda para ponerse más cómodo, tomo su virilidad con la mano derecha ofreciéndomela con movimientos provocadores que me causaron vergüenza y bochorno.
– Anda marquitos, ven aquí y mámamela como si tu vida dependiera de ello. (Dijo con respiración claramente entre cortada).
Me levanté del sofá y me incliné hacia su entrepierna, su falo olía fuertemente a sexo, el poderoso aroma que emanaba de él me ordenaba llevármela a la boca. No tardé en saciar mí deseo, comencé a engullirla poco a poco desenfundándosela cuidadosamente con mis dientes liberándola de la piel de su prepucio que se negaba todavía a abandonar el rojo capullo que formaba la cabeza de su pene, una vez conseguido esto, limpie con la punta de mi lengua las pequeñas gotas del cristalino liquido pre seminal que comenzaba a escurrírsele, luego fui depositando pequeños y cariñosos besos desde la cabeza hasta la base de su suculento pene, para después detenerme un instante en la mata de vello puvico del que aspire profundamente el aroma de su intimidad, Bruno no pudo soportar mi curiosa exploración y se aseguró de devolverme inmediatamente a la tarea principal, al comprender lo urgente de su necesidad, fui mamando su pene primero despacio y luego más rápido, pero era tan grande que no podía tragarla toda sin sentir que me ahogaba, solo conseguía mamarla hasta poco más de la mitad, sin sentirme asfixiado de albergar en mi boca su majestuosa hombría.
– ¡Ahhhh que rico!
– ¡Así mi amor así!
– ¡Ayyyyy que rico!
– ¡La mamas riquísimo marquitos!
– ¡Trágatela toda amorcito, trágatela!
– ¡Ahhh a si a si ahhhhh!
Bruno gemía con suma satisfacción, mientras yo le mamaba desde la punta hasta la mitad y se la lamía de arriba hacia abajo sin olvidarme de esos preciosos y peludos huevos sudados que despedían ese aroma tan propio y privado que es difícil de ignorar, era ese el más íntimo toque personal que nunca se olvida y que se lleva en la memoria por siempre
Después de ejecutar esta rutina por unos 15 minutos me dijo agitado:
– ¡Me corro amor! ¡Me corro!
– ¡Si, papito córrete! ¡Vamos dame toda tu lechita!
– ¡Ahí viene marquitos, ahí viene, trágatela que es toda para ti!
En cuestión de instantes se corrió dentro de mi boca, el sabor de su semen era único, era lo más delicioso que jamás había probado, salado pero al mismo tiempo me resulto dulce también.
Y al sentir su calor inundarme la garganta, sin más remedio, yo también me corrí, no pude evitarlo pero fue el orgasmo más sabroso que jamás haya experimentado sin tocarme. Después de limpiar con mi lengua todos los restos de semen que aún se hallaban impregnados en toda la extensión de su macizo pene, él lo sacó de mi boca y se acostó sobre el sofá a ponerse un condón que no supe ni de donde lo había obtenido.
Al ver a semejante macho recostado sobre su espalda, ofreciéndome tan indecente pero sensual escena, no pude resistirme y me abalance sobre él como león hambriento de carne, justo después de acomodarme en cuclillas entre sus piernas, le besé todo su hermoso pecho al mismo tiempo que con mi lengua delineaba los suaves contornos de sus músculos prestando especial atención a los pectorales, fui mordisqueando cuidadosamente sus tetillas que le provocaban unas leves contracciones de placer que se traducían en melodiosos suspiros, al poco tiempo me encontré lamiendo su abundante sudor que ya comenzaba a perlar su piel morena enrojecida, disfrutando de su salino sabor, mi legua recorría desde su pecho hasta su estómago una y otra vez al tiempo que mi tacto se encargaba de memorizar la textura de su piel y mi olfato su aroma, ese cuerpo musculoso era explorado por mis sentidos a mi entera voluntad, era tan morboso el hecho de saber que a él le gustaba que yo lo tocase y lo recorriese a mi libre conveniencia pero eso era el regalo más lindo que alguien me había podido dar, aunque no fuese mi cumpleaños (risa macabra).
Cuando logre distraer mi atención un poco de mi anterior tarea, alcé mi vista buscando su rostro pero fue mayúscula mi sorpresa cuando me encontré con si mirada atenta y su boca jadeante por la excitación, Bruno se encontraba mirándome fascinado y atento mientras yo desempeñaba la lasciva labor de estimular su cuerpo, sus ojos fascinados e inyectados en deseo hicieron contacto con los míos y una sonrisa nació de sus labios de inmediato, el sonrojo que yo pudiese tener en eso momento debió haberse acentuado aún más.
Me pregunte a mí mismo si aquello se debía a que el trabajo de estimulación que estaba realizando era realmente bueno, o si por otro lado eso se debía al morbo que el mismo se haya podido proporcionar al sentirse tan deseado por mí, no llegaría a saberlo sino hasta más tarde, pero en ese preciso momento me complacía el hecho de verlo disfrutar de nuestra intimidad.
Mi cuerpo se estremeció al verlo guiñarme el ojo derecho y reírse un poco, no es vergüenza para mí decirles que aquella fugaz acción avivó en mi nuevamente el hambre de probar su boca.
-¿Bruno?
-¿Sí?, ¿Qué pasa marquitos?(Dijo bruno llevándose la mano derecha para masturbar un poco su pene y evitar que perdiera la erección)
-¿Me das un beso? (Pedí de manera suplicante y con el ferviente deseo de que mi petición no fuera rechazada)
Aun sentado en el sofá, se reincorporo rápidamente y me tomo de los hombros para levantarme solo lo suficiente para estar frente a frente de nuevo.
-Uno y todos los que quieras de aquí en adelante marquitos (Dijo mirándome fijamente a los ojos)
Su beso fue tan pasional y lleno de necesidad que casi me hacía llorar de felicidad, pero como todo buen macho no tardó en retomar el control de la situación en el que aquel apasionado beso tuvo lugar, me hacía sentir dominado, que yo era totalmente de su propiedad, que solo debía mi existencia a estar con él para complacerlo, para entregarle todo de mi hasta la vida misma si fuese necesario y es así como yo quería que me hiciera sentir desde el día en que lo conocí. Disfrute cada instante la danza que nuestras lenguas iniciaron dentro de nuestras bocas, el roce de sus labios con los míos enviaba leves sensaciones electrificantes por toda la extensión de mi columna vertebral, ame el sabor sus besos tanto como lo amaba a él.
– ¿Ya estás listo para lo que sigue marquitos?, es que ya quiero que me sientas dentro de ti, quiero dejarte mi marca personal, ya quiero hacerte mío. (Dijo Bruno repartiendo leves besos entre mis labios, mis pómulos y mi cuello para no deshacer bruscamente el anterior beso.)
– ¡No Bruno!, yo todavía soy virgen, me lastimaras mucho. (Dije alarmado ya que efectivamente yo si era virgen).
– No te lo puedo creer marcos, ¿tú ser virgen? (Dijo Bruno en tono burlón)
Lo separe el instante de mí y lo mire con reprobación y cierto acuse de dolor, su burla me resultó tan hiriente y ofensiva que hice un esfuerzo sobre humano para levantarme e irme del lugar, por supuesto que Bruno entendió que la había regado y al ver mi determinación de irme rápidamente me tomo del brazo lo suficientemente fuerte como para detenerme y atraerme de nuevo hacia él.
-Discúlpame marquitos, no quise ofenderte, es solo que no me cabe en la cabeza como un chico tan lindo y sexy como tú no ha sido tocado por ningún otro hombre, es increíble el grado de imbecilidad de los chicos de tu ciudad, pero eso se termina hoy, claro si aún quieres concederme el honor de ser el primer hombre en tu vida, yo quiero ser tu primer hombre. (Dijo bruno abrazándome contra él).
-No dudes de mi Bruno, yo jamás te he mentido ni el pasado ni ahora, es más desearía tanto poder enojarme contigo tanto para mandarte al demonio en este mismo momento. (Dije por mero impulso)
-¿Pero? (Cuestiono Bruno.)
-Hace tanto tiempo que comencé a enamorarme de ti como un estúpido, a desearte tanto que ya me resulta difícil la idea de no verte un solo día, estoy hecho un desastre y aunque no es tu culpa, me lastima tanto que no me tomes enserio. (Dije un tanto dolido)
-Pero mi amor, mi niño, mi pequeño marquitos, ¿Crees que esto solo se trata de simple y llano sexo?, ¡No es así!, yo también te he deseado tanto desde el momento en que note que no te soy indiferente, en un principio pensé que solo eras un capricho, pero cuando del deseo pasaste a ser lo primero en mis pensamientos, caí en la cuenta de que yo también me he enamorado de ti, no arruinemos más el momento y déjame demostrártelo con hechos, haciéndote el amor ahora.
-Pero estas demasiado bien dotado, sin duda vas a lastimarme. (Dije tomando con mi mano derecha su aun erecto miembro que colgaba palpitante entre nosotros dos).
-No te preocupes amor, prometo no lastimarte más de lo necesario, dolerá un poco al principio pero luego verás que te gustará y cada vez me pedirás más y más y por supuesto que tus deseos serán órdenes para mí. (Dijo Bruno conduciéndome nuevamente al sofá – cama)
– Está bien pero si me duele más de la cuenta me la sacas de inmediato. (Me apresure a amenazar)
– Esta bien amor, lo prometo pero trata de relajarte y empieza a gozar en grande. (Dijo Bruno en tono picaron)
Aun de pie se posicionó detrás de mí y me despojo de lo que me queda de ropa encima, comenzó a besarme la nuca y la espalda y para cuando tuve un momento de lucidez ya me encontraba acostado de forma paralela con Bruno a mis espaldas mientras restregaba su erecto miembro entre mis nalgas sin penetrarme aún pero al mismo tiempo él me besaba.
No podía creerlo, estaba a punto de ser desvirgado por el hombre de mis sueños, aquel que había sido mi fantasía desde mucho tiempo atrás, pude sentir claramente y con lujo de detalle cómo fue que de repente sentí un calor que recorría mi virginal culito, no era su verga erecta lo que efectuaba tan indecente labor, era su lengua jugueteando hábilmente en la entrada de mi culito, la excitación que alcancé fue magnifica, estuve a punto de correrme una vez más cuando lo escuche decir:
– Bueno marquitos tienes el culo más rico que he probado y se nota que eres virgencito, pero eso cambiara esta noche, hoy te tomare para mí y conocerás un placer tan delicioso que de ahora en adelante trataras de inducir una y otra vez.
– Bruno, ¡ya no hables por favor y cógeme! (Aullé envuelto en una pasión desbordante)
-Música para mis oídos (Dijo Bruno dándose prisa para posicionarse entre mi retaguardia)
Sentí su rica cabecita entrando en mi culito y seguida de ella el resto de esa gran verga que durante su trayecto a mis entrañas iba desgarrándome por dentro, era el mayor dolor que había sentido en mi vida, pero sentir el calor de su piel viva al contacto con mis paredes aliviaba un poco esa sensación tan incómoda, las fuerzas en mis brazos me fallaban y me costaba trabajo sostenerme con ellos, su invasión me provocaba cortes abruptos en mi respiración por lo que no podía dejar de hiperventilar.
Bruno se aseguraba entre ratos de no lastimarme más de lo necesario, de rato en rato hacía paradas leves cuando le pedía que se detuviera cuando el dolor era insoportable, pero no abandonaba mi interior ni un solo centímetro, su bien dotada verga continuaba abriéndose paso por todo lo profundo de mi culito, cuando el dolor desaparecía un poco, el continuaba sus leves embestidas, hasta que por fin mi culito albergó ese gran pedazote de verga totalmente dentro de mí y al fin pude sentir sus ricos huevitos en contacto con mis nalgas y aquellos mata de pelos rebeldes que enmarcaban su dotado falo restregándose en ellas, poco a poco bruno comenzó un mete y saca tan placentero que yo sentía que moría de placer, me estremecía tanto cuando sacaba lentamente su verga y mi esfínter trataba inútilmente de impedirle el paso hacia mi interior de nuevo, al poco rato ya me embestía como todo un toro brioso, era un completo macho y me estaba dando la follada de mi vida.
En los pocos minutos de lucidez que pude saborear mientras me hacía todo esto, alcancé a notar la increíble fuerza que Bruno tiene en las piernas y lo pude comprobar porque sin ningún problema cada estocada que me daba con su verga, alcanzaba a tocar el fondo de mí, mi punto G era estimulando más y más, además del exquisito sonido que se producía cuando su piel arremetía con la piel de mi culito, su verga restregándose en las paredes de mi ano me dejaba sin aire pero no podía evitar gritar de placer y consumir en esos gritos y gemidos las pocas reservas de oxigeno que me quedaban en los pulmones.
– ¡Más bruno más! ¡Párteme el culo! (Suplicaba como poseído)
– Si mi marquitos te daré más y más, tanto como tú me lo pidas, gózala marquitos gózala que es toda tuya. (Dijo al instante)
Estuvimos en la posición de “perrito” por muchísimo tiempo, solo eso puedo decir porque en realidad no sé exactamente cuánto duró, después de esa gran follada que me pegó, caímos rendidos victimas del cansancio. Cuando desperté estaba envuelto en sus grandes y poderosos brazos, con mi cabeza apoyada sobre su pecho, justo sobre el pectoral izquierdo para ser preciso. Me levante de inmediato creyendo que era un sueño, una de mis locas fantasías que juraba que no había podido ser cierta, pero grande fue mi sorpresa cuando al sentirse abandonado él se movió en el sofá buscando acomodo nuevamente y recuperar de nuevo aquello que acaba de escaparse de sus brazos, por supuesto, me buscaba a mí. Mire el reloj de pared del cuarto de estudio, eran las 4: 38 de la mañana, Bruno abrió los ojos con un rastro de sueño y molestia al sentir la luz golpearlos tan de golpe y al verme de pie completamente desnudo junto a él dijo:
-¿Por qué no regresas a la cama marquitos?, vamos a dormir otro ratito (Dijo tallándose los ojos con los dedos índices de sus manos)
-¿Estás seguro de lo que hiciste Bruno?, ¿Sabes quién soy yo? (Dije esperando encontrar una fatídica respuesta que diera por terminada mi fantasía y me devolviese a la realidad)
-Lo sé, eres Marcos, el mejor amigo de mi mejor amigo Carlos, el chico virgen con el que hice el amor ayer, el chico que de ahora en adelante me pertenece a mí y solamente a mí, ya eres mi todo marquitos, mi amante, mi niño, mi universo y si tú quieres, mi novio… (Dijo bostezando como aquel que no quiere dar tantas explicaciones)
-Yo… (Dije estupefacto al no saber qué contestar)
-¿Oh no quieres Marcos? (Preguntó Bruno queriendo incorporarse para levantarse)
-Si es lo que más deseo en la vida Bruno, yo te amo.
Estiro su brazo y me atrajo hacia el de una manera brusca pero eso no importo, de un instante a otro me beso apasionadamente, yo no sabía si Carlos había llegado esa noche al departamento y escucho todo lo que paso con Bruno pero no quería arruinar ese momento que estaba teniendo, así que volví a cerrar mis ojos y abrazar a ese gran hombre que me había hecho suyo , que como prometió me llevó al cielo y me trajo de vuelta.
-Y yo a ti marquitos, desde hace mucho tiempo.
Lo había conseguido ese hombre se había vuelto mío, totalmente mi macho, mío y de nadie más lo último que recuerdo que me dijo esa noche antes de volver a dormir nuevamente fue:
– Marquitos, mi amor, de aquí en adelante me perteneces, eres totalmente mío y yo soy tuyo, tu hombre, tu macho, solo yo puedo hacerte el amor y brindarte todo este placer y te haré el novio más feliz del mundo, eres solo mío y más vale que complazcas a tu hombre en todo lo que te pida.
Me estrecho entre sus brazos acercándome a su pecho y yo estaba feliz de sentirme poseído, me hizo sentir que todo aquello que alguna vez soñé había valido la pena y aunque realmente nunca hice nada por volverlo realidad, tenía junto a mí a un verdadero macho, todas mis fantasías habían sido hechas realidad con ese hombre que de ahora en adelante era solo mío.
Después de esa gran noche nos hicimos pareja oficialmente aunque nuestra relación es secreta puesto que solo él y yo los sabemos, nos divertimos mucho cada vez que podemos y estamos por cumplir el primer aniversario de ese primer encuentro en el que unimos nuestros cuerpos de una manera única y donde nuestra relación nació, y no es presunción pero sin duda espero la noche de nuestro aniversario se igual o mejor que la primera vez.
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