De la fantasía a la realidad 2: "El aniversario"
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Ambros85.
Unos tenues rayos de sol que anunciaban la llegada de un nuevo día; se filtraban por la ventana de nuestra cálida habitación, mi desnudo y agotado cuerpo apenas cubierto por una delgada sabana en tono carmín, yacía en reposo, tranquilo, con la respiración armonizada a la del hombre que me tenía envuelto entre unos grandes y trabajados brazos semi velludos que me protegían de la distancia que amenazaba con separarnos, esos brazos protectores que eran pertenecientes al hombre que me había tomado la noche anterior; me aprisionaban celosos de cualquier espacio que pudiese abrirse entre nuestros cuerpos, el hombre que había amado durante todo un largo año, el hombre que había estado conmigo 12 largos meses, compartiendo momentos de felicidad, momentos de penas y disgustos, él yacía a mi lado completamente dormido, con una calidez en su rostro que me hacía adorarlo aún más, su tibieza era muy semejante a la de un pequeño niño que duerme inocente y ajeno de los problemas del mundo de los adultos, me resultaba sumamente adorable, pues no hacía nada más que enmarcar su belleza varonil en una extraña burla que su madurez sexual le hacía a ese bello rostro disfrazado de inocencia.
– ya despertaste amor – dije al notar que sus ojos comenzaban a abrirse poco a poco tratando de enfocar el entorno en el que se encontraba.
– buenos días – dijo Bruno sonriendo mientras me tomaba del rostro y me plantaba un cariñoso beso en los labios – ¿Cómo amaneciste? – Preguntó presuroso.
– Como nunca antes había amanecido en mi vida… ¡feliz!, con el hombre que amo a mi lado – dije sonriente y feliz – ¿y tú como amaneciste amor? – Pregunté besando su pectoral izquierdo.
– Igualmente feliz, porque también he despertado con el hombre de mi vida entre mis brazos – dijo tiernamente.
Una sonrisa se dibujó en mi rostro al oír eso, me abrasé fuertemente a su cálido cuerpo y el también correspondió mi abrazo estrechándome entre sus brazos aún más fuerte.
– Un año Bruno, ¡hemos festejado un año de estar juntos! – Dije sonriente deleitándome con el aroma de su piel que tenía cerca de mi olfato, que era precisamente la de su pectoral izquierdo.
– Un hermoso año que he disfrutado de tu compañía, siendo dichoso de tenerte, siendo dichoso de amarte y de hacerte el amor desde aquella primera vez, que aunque no tan mágica, si significo mucho para nosotros ¿no? – dijo Bruno levantando mi rostro para verme a los ojos.
– Si así es, y sabes… no me arrepiento de que hayas sido tú el hombre que me haya desvirgado, nuestra primera vez no fue como en los cuentos de hadas, considerando que casi me comporte como una ramera (prostituta), y que tú casi me violas, pero para mí fue importante. – dije mirándolo fijamente a los ojos con un semblante de picardía e ironía, pero riendo alegremente recordando lo sucedido un año atrás.
– Me alegra que te haya gustado tanto como a mi marquitos, amo estar contigo, pero bueno, dime ¿Qué te ha parecido nuestra noche de aniversario? ¿Te ha gustado lo que prepare para ti? – dijo mientras me daba pequeños besos en los pómulos y buscaba reacomodarse sobre su dorso izquierdo para que aun recostados sobre la alfombra, pudiéramos mirarnos frente a frente.
– ¡me ha encantado! Ha sido la noche más mágica de mi vida, aunque esto suene cursi es lo que pienso amor – dije sonrojándome y abrazándome otra vez a él.
– La primera de mucha más marquitos – dijo buscando mis labios para besarlos nuevamente tal y como solo él sabe hacerlo.
¿Qué paso en esa noche? Eso precisamente es lo que estoy a punto de contarles amigos míos, la mañana del 5 de marzo del 2013 había despertado como en cualquier otro día normal de escuela, me bañe como de costumbre, desayune rápidamente y me apresure a salir del departamento sigilosamente para no despertar a mi novio quien aún se encontraba dormido en nuestro lecho, mi amado Bruno, con quien por cierto había decidido irme a vivir justo en la plenitud del octavo mes de nuestro noviazgo, dejando a mi amigo Carlos solo en su departamento como originalmente tenía que haber sido, yo sabía que ese día era especial para Bruno y para mí, ese día cumplíamos un año de habernos hecho novios y de haber hecho el amor por primera vez en el cuarto de estudios del departamento de mi mejor amigo Carlos.
Ese día tenía pensado ir a la universidad y tan pronto como saliera de ella, llamar a Bruno y pedirle que nos reuniéramos en uno de nuestros restaurantes favoritos haciéndole creer que había olvidado que era nuestro aniversario y sorprenderlo con un detallito que le compre días antes (el detallito consistía en unos boxers de la prestigiada marca del conejito “Play Boy” y una colonia de Armani que siempre le había gustado mucho pero que nunca quiso comprarse, no sabía por qué, ya que el factor económico no es un problema para el) pero desafortunadamente las cosas no salieron como yo esperaba, faltando una hora para salir de la universidad, sonó mi celular, era el diciéndome que se había presentado una emergencia, que tenía que presentarme en el departamento apenas y terminaran las clases.
Salí velozmente del campus cuando las clases habían acabado, durante todo el camino al departamento la preocupación me embargo el pensamiento, precisamente en ese día tan especial para mí y para mi novio ocurría algo que me echaría a perder el aniversario, eran las 7 de la noche cuando por fin llegue, no pude más y me apresure a entrar al departamento buscando la llave a tropezones entre mis cosas, mi preocupación desapareció en fracción de segundos al ver frente a mí un camino de pétalos de rosas rojas acompañados con velas igualmente rojas y un dulce y seductor aroma que me conducían desde la puerta de entrada hacia la sala del departamento, incrédulo por lo que estaba viviendo camine temeroso hacia la estancia y ahí estaba él, de pie en medio del fin del camino de rosas y velas aromáticas, esperando a que yo entrara a la sala, estaba vestido con un smoking negro, una camisa en tono vino tinto con una corbata de moño negra, estaba descalzo, algo que de primera impresión me pareció extraño, aunque la débil luz que nos proporcionaban las velas hacían de aquella atmosfera un sueño erótico que se estaba realizando.
– ¿Por qué no entras y te pones más cómodo? Sabes que yo no muerdo a menos que tú quieras o que yo ya no pueda resistirme – dijo Bruno seductoramente invitándome a pasar a la sala con una botella de champaña en las manos esperando a ser destapada.
– Bruno… esto es… es tan… – dije balbuceando tratando de encontrar las palabras para explicar la incredulidad que sentía en ese momento.
– Lo hice para nosotros, espero que te guste, es para festejar nuestro primer aniversario ¿creías que lo había olvidado? – dijo tomando la botella y descorchándola con mucha facilidad, al mismo tiempo que sonreía orgulloso de haberme causado la impresión que seguramente esperaba obtener de mi al apreciar su detallado trabajo – La verdad creí que si lo habías olvidado amor, aunque también me arruinaste lo que tenía preparado para ti – dije rememorando mi patético intento de sorpresa – aunque no era tan bueno como lo que has preparado tú – comente bajando la cabeza recordando que tendría que poner más atención a los detalles de ahora en adelante.
– Pues no todos los hombres olvidamos los aniversarios, y no digas que lo que tú tenías preparado no era tan bueno como esto, apuesto que era mejor, siempre que lo hayas planeado solo para ti y para mí, disculpa si arruine tus planes pero quería hacer de esta noche un aniversario inolvidable para ambos. – dijo acercándose a mí para tomarme de la mano.
– No te preocupes, aunque si me diste un buen susto con esa llamada de urgencia que me hiciste – dije viéndolo un tanto represivo mientras me deja llevar por él.
– Era la verdad, si había una emergencia, la emergencia era de que estuvieras aquí conmigo – dijo tomándome del rostro y posando sobre mi boca un tierno y apasionado beso.
Tomamos asiento sobre los cojines de los muebles que en ese momento no estaban en la sala, a nuestro alrededor solo había sabanas rojas, velas aromáticas, cojines de los muebles y justo en el centro de la sala se hallaba la pequeña mesa de café hecha de cristal repleta de fresas y cerezas esperando ser aderezadas con el chocolate derretido que yacía a un costado de ellas, también habían dos grandes bandejas cubiertas que contenían unos filetes de cerdo envinado con su respectiva crema de elote o maíz y todo aquello que pudiera ofrecerse en una cena romántica.
Los momentos que recordamos mientras cenábamos nos causaban risa, ternura y melancolía, aunque esto nunca impidió disfrutar la cena más romántica de mi vida con el hombre que amo.
– Ha sido la cena más fantástica que he tenido, gracias amor por este detalle tan lindo que has creado para ambos esta noche de nuestro aniversario – dije sonriendo tiernamente.
– ¿Quién dice que ya todo ha terminado? Debemos festejar nuestra aniversario de la misma manera en que nuestra relación comenzó a desarrollarse tan plena como lo es ahora – dijo acercándose a mi seductoramente intentando besarme una vez más.
– ¿quieres decir que…?
– Shhh!, no digas nada solo déjame a mí – dijo Bruno callándome con su dedo índice de la mano derecha y después lo retiro para darme un apasionado beso.
Lentamente fue abrazándome mientras poco a poco iba aproximándose cada vez más a mí, conforme nuestro beso se hacía más apasionado y más duradero, el abrigo que llevaba puesto fue removido casi inmediatamente, yo sabía lo que vendría a continuación, él y yo celebrando nuestro primer aniversario de novios expresando nuestro amor no solo física sino que también emocionalmente.
Sus manos comenzaban a intentar desprenderme de mi playera, yo a la vez retiraba el saco de su smoking y comenzaba a desatar la corbata de moño, tan pronto como termino de despojarme de mi playera, yo había conseguido empezar a desabotonar su camisa, la temperatura de nuestros cuerpos aumentaba en fracción de segundos, sin darme cuenta, ya tenía a mi novio totalmente encendido sobre mí, besándome como loco, degustando el olor de la piel de mi cuello al mismo tiempo que la mordía y la besaba desesperadamente, causándome dolor por algunos momentos, pero después aliviándolo con una serie de besos y lengüetazos en las zonas que antes había mordido, sus manos recorrían mi anatomía desesperadamente hasta que dejaron de tocarme durante mas o menos dos minutos, en los cuales aproveche para aflojar la hebilla de su cinturón negro y posteriormente continúe bajando el cierre de su pantalón quedándose tan solo con unos boxers rojos que claramente dibujaban cada uno de los contornos de sus zonas intimas que era justo y como me gustaba verlo, después de deshacerse de su pantalón y sin bajarse de encima de mi sus manos se apresuraron a despojarme del pantalón de mezclilla que llevaba puesto, dejándome solo en boxers blancos que eran mis favoritos y que a él le encendía mucho vérmelos puestos.
Sentía la erección de su pene sobre el mío que igualmente comenzaba a responder ante las fricciones de su miembro contra el mío, sentía el calor de su pene quemarme la piel de mi entrepierna aunque no lo tocaba directamente ya que su bóxer y el mío nos lo impedían, su respiración y la mía comenzaba a acelerarse, mi corazón latía como loco y lo besaba con desesperación, mis manos acariciaban frenéticamente su bien formada espalda hasta que poco a poco fueron abriéndose camino hasta sus glúteos redondos y blancos que estaban bien duros como rocas pero muy suaves al tacto de mis manos, el con sus manos pellizcaba de vez en cuando mis tetillas provocándome dolor y placer a la vez, no pude más y en un arranque de fuerza logre quitármelo de encima, darme vuelta y dejarlo debajo de mí, comencé a darle besos intermitentes en sus labios, tomaba uno y le daba un pequeño mordisco y después tomaba el otro para repetir la operación, poco a poco fui bajando mientras repartía mis besos por su cuerpo ardiente, le bese el cuello y también se lo mordí, con mi lengua delinee poco a poco los músculos de su pecho y estómago, más tarde aprisione sus tetillas con mi boca y las acariciaba con mi lengua y en ocasiones las mordía, sus gemidos de placer comenzaba a tornarse más fuertes señal de que se estaba llegando la hora del clímax, continúe bajando por su cuerpo hasta que llegue a su entrepierna que estaba a reventar, su bóxer rojo amenazaba con ceder y liberar a la vez a una potente verga que estaba ansiosa de atenciones, comencé a darle pequeños besos desde la punta hasta el bulto que marcaban sus testículos justo por encima del bóxer sin liberarla de su prisión de algodón todavía, con mi aliento caliente la incitaba a endurecerse a su máxima capacidad, yo degustaba el aroma de la intimidad de Bruno, olía a limpio, olía a sexo, olía a mi hombre, con mis labios seguía estimulando la verga de Bruno sin liberarla todavía de la tela su bóxer que separaba mi boca de la piel de su pene
Decidí no hacerlo esperar más, sus gemidos se volvían suplicantes, claramente pedían que liberara su erecto miembro de su encierro y lo engullera unas vez más, no tarde en hacerlo, le retire el bóxer y su pene salto de inmediato, comencé a masturbarlo un poco con los dedos y seguidamente le deposite un beso en la punta de su verga, abrí mi boca y cuidadosamente con los dientes comencé a desenfundar su erecto pene sin circuncidar, un apasionado grito salió de sus labios, me correspondía complacer a mi hombre así que aplique todos los conocimientos acerca de la felación que había obtenido con él en todas las veces que le practique sexo oral, comencé a recorrer con mi lengua desde su glande hasta sus testículos, después me entretenía sobando su glande con mi lengua, pasando más allá cerraba mi boca y posicionaba la punta de su pene entre mis labios abriéndose paso a mi garganta con un poco de dificultad, técnica que le gustaba mucho y lo notaba por las contracciones de los músculos de sus piernas cada vez que lo hacía, más tarde engullía lo más que podía de su verga para después sacarla de mi boca con dificultad, igualmente le gustó.
Quería seguir complaciéndolo con mis técnicas de sexo oral aprendidas con él pero no me dejo seguir.
– ¡Espera, marquitos! Dame un momento amor o harás que me corra y aun no quiero acabar – dijo jadeante mientas me tomaba de la cabeza para que me detuviera.
– ¿Qué tal si pasamos al plato fuerte? – dijo sonriendo y guiñándome un ojo.
Asentí con la cabeza, no hacía falta que yo hablara, entendí lo que quería, quería penetrarme y mansamente permití que lo hiciera, me tomó entre sus brazos y me acomodo boca abajo entre los cojines que yacían en el suelo, acomodo uno de ellos bajo mi estómago levantando mi trasero y dejándoselo totalmente expuesto a su entera y total merced.
– Relájate, ya sabes lo que hare, así que déjame hacerte disfrutar como tú me has hecho disfrutar a mí.
Relaje mi cuerpo y pronto sentí que me estaba despojando de mi bóxer, dio unos cuantos besos en mis glúteos, seguidas de unas estremecedoras mordidas y claramente sentí el calor de su lengua haciendo contacto con el orificio de mi ano, sentía como se movía por todo su contorno intentando abrirse paso hasta mis entrañas, las sensaciones que sentí fueron de total placer, sentir como su lengua trataba de dilatar mi esfínter preparándome para lo que seguramente después llegaría, hacía que me retorciera de placer, constantes escalofríos recorrieron mi espalda, la sensación de saberme disfrutado me envolvía en el paraíso del placer, pasado un tiempo el calor de lengua abandono mi agujero por unos instantes, pero pronto fue sustituido por un intruso más áspero, eran sus dedos que comenzaban su labor de dilatación en mi ano, sentía como se abrían paso hacia mis entrañas, aunque eran un poco más ásperos que su lengua igualmente me volvían loco de placer, primero fue uno, minutos después fueron dos, minutos después fueron tres, estaba en el cielo, mis gemidos pudieron haberlos escuchado los vecinos pero nadie se atrevió a interrumpir nuestro intimo momento.
– Estas listo amor esta noche es inolvidable para ti y para mí – dijo Bruno afirmando.
Bruno comenzó a rosar la punta de su todavía erecta verga por la entrada de mi ano, me retorcía de placer y de desesperación al no sentirme lleno de él y tan pronto como empezó a introducirse dentro de mí, sin condón claro, di un pequeño empujón en retroceso para poder introducirme toda su verga en un instante, ambos gritamos de placer y dolor a la vez.
– ¿Qué has hecho?, pude haberte lastimado, por favor amor no vuelvas a hacer eso – dijo Bruno todavía recuperándose de mi atrevida acción.
– Tú… Tú nunca me lastimarías Bruno, tú lo único que haces es hacerme feliz, por favor sigue y no te detengas – dije recuperando el aliento, mientras jadeaba un poco.
Sus embestidas comenzaron primero lentamente y conforme mi esfínter se acostumbraba a su tamaño, sus arremetidas fueron ganando más fuerza, yo gemía como loco y él también lo hacía, me bombeo de esa manera por varios minutos aunque a mí se me hizo muy poco tiempo, cambiamos a la posición del misionero una de sus favoritas y arremetía contra mí con gran entusiasmo y excitación, lograba ver las veces que su rostro se deformaba de placer, bombeo y bombeo hasta que quedo totalmente exhausto, sus orgasmos los experimento en mi interior un par de veces, yo sentía su semilla quemarme como fuego ardiendo en mi interior, estaba feliz, sin duda una noche inolvidable nos tocó vivir en nuestro primer aniversario, expresamos nuestro querer de la manera más bella que puede expresarse; haciendo el amor y no teniendo simple sexo, eso para ambos fue hacer el amor.
Tan pronto como terminamos, nos quedamos acostados entre los cojines de los sillones, recuperándonos de la muestra de amor que nos habíamos otorgado horas atrás, los besos, las caricias y las palabras de amor no se hicieron esperar en nuestra recuperación, tan pronto y como tuvimos fuerzas nuevamente fuimos al baño y nos bañamos el uno al otro, enjabonándonos, besándonos y recordándonos lo mucho que nos amamos.
Sentir la cercanía de su cuerpo es algo que siempre me ha gustado experimentar, no concibo una sola noche de mi vida en la que no le implore un poco de su calor y de esa esencia natural de su piel que me encanta olfatear, Bruno me hace sentir que le pertenezco irremediablemente, que fuimos hechos el uno para el otro, que nuestro destino es estar juntos, nos complementamos de manera casi perfecta y aunque ambos tenemos nuestros errores, hemos podido superarlos muy bien juntos, más allá del sexo excelente que solemos tener, hay algo más que me atrae y que me mantiene ligado a él, es la forma en la que me mira cada mañana al despertar, la forma en que me toma entre sus brazos y me roba los más ricos besos que alguien haya podido experimentar, el amor desbordante que veo en sus ojos cada vez que me ve sufrir, la preocupación que le embarga cada vez que me enfermo, son esas cosas y otras muchas más, las que me esfuerzo día a día y con todo mi amor, el podérselas agradecer de la misma manera en que él lo hace.
– ¿te importa si te pido que podamos dormir juntos y completamente desnudos amor? – dijo Bruno tomándome de la cintura mientras secaba mi cabello después de la ducha, posicionando su flácida verga entre mis pompis.
Un suspiro escapo de mis labios.
– ¿Es que acaso habrá algo en lo que yo pueda decirte que no Bruno? – dije arrojando la toalla y elevando mis brazos para poder atrapar el cuello de Bruno y besarlo aun dándole la espalda sin interrumpir la atrevida acción de proximidad que había realizado conmigo.
– ¿Vamos a la cama o prefieres seguir festejando? – dijo susurrando a mi oído.
– Vamos a donde tú quieras Bruno, a la cama, a la sala, a la luna, al olimpo, a donde tú quieras – dije dándome la vuelta y quedando frente a frente con él, ambos totalmente desnudos.
– Entonces ven conmigo y vayamos juntos a la eternidad – dijo sellando sus palabras con otro beso mientras tomaba mis piernas y las levantaba para cargarme, acción a la que yo respondí entrelazando mis piernas alrededor de su cadera dejándome conducir por él.
Y es que la vida, no es más que el preludio de una feliz eternidad.
¡Gracias!
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