De viaje #3 Parte IV
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Hogan211.
No creí que fuera a continuar con este relato, pero después de mucho tiempo, aquí va.
Ese mañana decidimos no ir a desayunar.
Fue un golpe muy duro para Javi, saber que su mejor amigo, el que consideraba su hermano, quien había dormido tantas veces con él, había compartido momentos tristes y felices, estaba enamorado de él.
Yo no alcanzaba a percibir lo que eso representaba, no me daba cuenta de algo, que podría estropear las cosas.
Javier y Gustavo habían sido amigos duran casi toda su vida, se conocen de sobra, conocen sus cuerpos, sus mentes, sus gustos y sus sentimientos, hace muy poco Javier se dio cuenta que era gay (aunque no lo había admitido, lo era) y ahora Gustavo gay también.
Por un momento me puse a pensar lo que podía avecinarse.
Javier y Gustavo enamorándose y abandonándome.
¿Cómo yo podía reemplazar a su mejor amigo, sabiendo que lo ama?
Decidí pararme de la cama muy pensativo y me dirigí al baño a darme una ducha.
Javier solo me miraba, con esa cara hermosa, pero con esa mirada perdida que no me gustaba del todo.
La mañana pasó silenciosa, mientras me duchaba Javier entro al baño abrió la cortina y se sentó en el suelo solo a observarme mientras me bañaba, el con esa cara de inocencia, esa mirada de un niño y una sonrisa pequeña, pero sonrisa al fin.
Yo lo vi y no le dije nada, seguí con lo que estaba haciendo.
Terminé de ducharme, me sequé, me salí de la regadera y me puse unos bóxers ajustados y me lavé los dientes.
Javier seguía ahí solo mirando, perdido entre sus pensamientos.
Yo no sé describir que sentía en ese momento, pero probablemente tiene algo que ver con celos, imaginarme a Javier abandonándome y yendo a los brazos de Gustavo, era una idea que por supuesto NO ME GUSTABA.
Me salí del baño al terminar de peinarme y ponerme desodorante y loción.
Javier seguía ahí sentando en el suelo y antes de salir por la puerta del baño escuché su voz diciendo “que suerte tengo al tenerte”.
Yo solo le sonreí y salí para que el pudiera asearse.
Sin duda esas palabras me llenaron de alegría y algo de tranquilidad pero mis celos empezaban a recorrer mi mente, mientras más pensaba en la idea de Gustavo peleando por el amor de Javier.
Eran como las 9 am para cuando terminé de arreglarme y Javier también.
El silencioso predominaba en la habitación cuando yo decidí romperlo.
Yo: Javier me vas a decir que tanto pasa por tu cabeza? Puedes confiar en mí.
Javier se sonríe levemente: Que va a pasar? Me acabas de decir que mi mejor amigo, en quien yo confié tantas veces, ahora resulta que es marica y que está enamorado de mí.
No lo puedo creer aún, es muy difícil para mí.
Yo: Entiendo que es difícil, no uses la palabra marica.
Pero tienes que entender que tal vez está confundido, que siente que te quiere pero no.
Además tú estás conmigo, cierto?
Javier entendió a la perfección lo que quería decir y caminó rápido hasta el otro lado de la cama donde yo estaba sentado y se agachó y me besó en los labios.
(Qué bonito besa este cabrón)
Javier: Nunca dudes que te quiero, eres muy especial Carlitos, lo sabes.
No pienso dejarte.
Pero entiende cuán difícil es para mí esto.
Yo: yo lo entiendo.
Y pone su cabeza en mis piernas y se hinca en la alfombra.
Nos quedamos así como 10 minutos, yo sobando su cabeza y peinando su cabello, besando su mejilla y frente.
Mientras el cierra sus ojos y piensa en mil cosas a la vez.
Finalmente se levanta y decidimos salir directamente a la cabaña grande para recoger algunas cosas antes de salir a la cascada.
Al llegar a la habitación nos damos cuenta que solo estaba Ray terminando de arreglarse y nos pregunta.
Ray: Donde habían estado? Vino Juan a buscarte Javier.
Javier: salimos a fumar y a caminar por ahí conociendo el pueblo, que casi no lo hemos visto.
Ray: y que tal?
Yo: Nada que valga la pena.
Oye, donde está Gustavo?
Ray: No lo sé, yo pensé que estaba con ustedes.
No lo veo desde que desperté.
Yo: No, no fue con nosotros.
No sé dónde esté.
Ray: Ya desayunaron? Vamos por algo de fruta y jugo para el camino a la cascada, estoy super emocionado.
Ya llevo mi cámara para ….
Las palabras de Ray se quedaron en el aire mientras yo pensaba, donde podía estar Gustavo.
Era muy raro pero al final así se comportaba Gustavo siempre, de manera extraña.
Voltee a ver a Javier y lo noté preocupado y me miró y dijo: vamos al restaurante.
Yo: ok
Tomé mis cámaras para debajo del agua y la normal y nos fuimos al restaurant, mi iPod, celular y mochila donde llevo agua, medicinas (incluido condones y lubricantes), los aparatos y finalmente algo de ropa extra.
Fui el último en salir de la cabaña, Ray y Javier caminaban juntos hacia el restaurante mientras yo cerraba el cerrojo y en eso viene por detrás de mi Juan y me dice: Hola Carlos buenos días.
Yo: Que pasa Juan? Buenos días.
Ya listo para la salida?
Juan: eemmm mas o menos.
Necesito encontrar a Javier antes, quiero hablar con él.
Lo has visto?
Me pareció muy rara la insistencia pero contesté.
Yo: Claro, justo está yendo con Ray al restaurante por algo de comer.
Pero, pasa algo? Te puedo echar la mano?
Juan: La verdad quisiera hablar con él.
Yo: mmmm bueno está bien alcánzalo, pero si necesitas algo, puedes confiar en mí también.
Yo te ayudo.
(El Juanito era más bajito que todos pero estaba muy guapo, delgado, de ojos verdes, marcado por el ejercicio, blanco, de cabello rubio castaño).
Juan: Gracias de verdad, gracias.
Mira, necesito pedirle un favor a Javier.
Pero bueno, tu eres amigo de los dos también, así es que supongo que puedo confiar en ti.
Acompáñame y te cuento en la cabaña.
¿De los dos? No sabía de qué me hablaba, aunque lo sospeché, decidí no adelantarme y esperar al llegar a su cabaña.
Cuando entré vi a Gustavo profundamente dormido en una cama.
Voltee a ver a Juan.
Juan: Vino en la noche y me pidió dormir aquí, le dije que sí.
Se quedó en mi cama y hoy por la mañana no lo pude despertar, me dio un poco de pánico y no supe que hacer.
Por eso estaba buscando a Javier.
Por mi cabeza pasaron varias teorías, vi a Juan muy nervioso, yo creo que ellos tuvieron algo que ver, ambos estaban muy alcoholizados y bueno Gustavo estaba muy ardido.
Aunque no quise mencionar nada.
Yo: No te preocupes Juanito, ahorita arreglamos esto.
Me acerqué a la cama y le quite las sabanas con las que estaba tapado Gustavo, me di cuenta que solo estaba en bóxers, los tenía manchados y mal acomodados.
Teoría confirmada.
Y no hice ningún comentario para Juan no se sintiera incómodo.
Creo que muchos de esta facultad resultamos unos traviesos, creo que la falta de mujeres acá, afecta un poco.
Lo acomodé y le pedí a Juan que me ayudara a levantarlo.
Lo sujeté de un hombre y el del otro y le pedí que lo lleváramos al baño.
Lo sentamos en la taza.
Yo: Lo voy a bañar para que se le bajé la borrachera y pueda despertar, te encargo que vayas a la cabaña y traigas ropa limpia de su maleta.
Ahí están las llaves, por favor no le comentes nada a Javier ni a Ray para que nadie se entere de esto.
Mientras yo lo baño.
Juan dijo que sí con la cabeza y salió corriendo del baño, aunque era algo incómodo para mi decidí quitarme la ropa para no mojarla a excepción de mi bóxer.
Usé todas mis fuerzas para cargarlo hasta la regadera y no cayéramos los dos.
Ya dentro abrí la regadera y mezclé el agua para que no estuviera tan caliente, ni tan fría.
Yo sujetaba fuertemente a Gustavo del abdomen y lo pegaba a mi cuerpo para que no se resbalara mientras arreglaba lo del agua.
Debo admitir que tener tan cerquitas sus nalgas de mi pene, me pusieron a mil.
Pero traté de bajar mi calentura.
Ya con el agua regulada metí a Gustavo poco a poco al chorro de agua, mientras ambos nos mojábamos y yo le ponía shampoo en su cabeza, el poco a poco reaccionaba y se tapaba la cara para evitar el agua.
Yo: Tranquilo, estamos bañándote para que se te pase la borrachera amigo.
Tranquilo.
Gustavo: mmfdskk Javi kdlfks, Javier.
Al escuchar el nombre de MI hombre se me revolvió el estómago y me dieron ganas de aventarlo contra el suelo.
Pero no, me tranquilicé y decidí apurarme para que nada pasara.
Gustavo fue poco a poco teniendo más fuerza y no necesito que lo sujetara tan fuertemente.
En un movimiento que no esperé, el volteó y me besó directamente en los labios.
Debo admitir que jamás espere eso.
¡QUE BIEN BESABA EL PUTO ESTE TAMBIÉN! A pesar de estar borracho y adormilado.
Nos besamos como por 1 minuto cuando reaccioné y lo separé.
Yo: NO, está mal, Gustavo por favor termina de bañarte y salte.
Por fortuna nadie estaba cerca para haber visto eso.
Gustavo: Yo te quiero, porque no me dejas besarte.
Hablaba entrecortado con voz de borracho y dormido y con los ojos cerrados.
En eso me sujeta de mi pene e intenta besarme de nuevo, pero esta vez yo sabía cuáles eran sus intenciones.
Yo: Basta Gustavo por favor, nos pueden ver.
Aunque debo admitir que me excitó que me tomara el pito, mi cargo de conciencia era mayor.
Gustavo se volteó se terminó de quitar el jabón y yo salí por una toalla cuando vi que él ya había recuperado la estabilidad.
En eso veo a Juan entrar por la puerta con ropa en la mano y con cara de pánico al ver a Gustavo.
Dejó la ropa y se salió del baño.
Le pedí a Gustavo que saliera de la regadera, lo ayude a pisar y salir.
Él me tomó de las manos y brazos para salir y lo senté de nuevo en el escusado.
Sequé sus pies y piernas con la toalla.
Le pedí que se levantara y que se secara, así lo hizo.
Le di la ropa para que se cambiara y lo hizo todo en silencio.
Yo al ver que estaba mejor, me sequé, me quite mi bóxer mojado, me puse la ropa que me había quitado y salí del baño.
Afuera me topé con Juan que tenía los labios blancos, yo supuse el porqué de ese miedo.
Yo: No te preocupes Juan, Gustavo está bien.
Solo se le pasaron las copas de más y no podía despertarse pero ya todo bien.
Termino diciéndole.
“No te preocupes lo que pasa acá en el viaje, en el viaje se queda”.
Le pego en el hombre y salgo de la cabaña con rumbo a mi cabaña a ponerme un bóxer seco y dejar el otro.
Juan se quedó con la cara pálida.
En el camino me topé a Javier que venía a buscarme.
Javier: Esta todo bien mi Carlitos?
Yo: Todo bien.
Solo entro al baño rápido y te alcanzo en el restaurante.
Javier: Seguro que todo bien?
Yo: Enseguida te cuento allá.
Javier asiente con la cabeza y se regresa con dirección al restaurante.
Ya estaba yo poniéndome el bóxer cuando escucho la puerta, volteo y vi a Gustavo entrar por ahí con su ropa sucia.
Se dirige directamente a su maleta, pone la ropa sin hablar una sola palabra.
Hasta que rompe el silencio.
Gustavo: Espero que no estés molesto conmigo.
Yo: Molesto? No que va.
Gustavo: Te quiero pedir disculpas.
De verdad no sabía que estaba haciendo.
Yo: No te preocupes, yo no juzgo a las personas por ser quienes en verdad son cuando el alcohol está en sus venas.
Gustavo no pudo decir más nada.
Yo me levanté y me salí de la habitación y me dirigí directamente con mi hombre con la maleta en el hombro y listo para platicar con él y olvidarme de lo que pasó esa mañana nadando en la cascada.
Llegué hasta el restaurante y Ray estaba sentado con otras 5 personas platicando y riéndose a carcajadas mientras veo a mi hombre, sentando en nuestra mesa, con un plato de frutas servido, un jugo de naranja, café y un omelet.
¿Cómo no amar a ese hombre? Me acerco y le toco sutilmente el hombro y el rostro y me siento en la mesa junto con él.
Javier: Todo bien?
Yo: Pues más o menos Javi, pero no es lugar.
Al rato te cuento, NADA grave, yo estoy bien y tú también.
Eso es lo importante.
Javier no se queda tranquilo pero entiende que no puede hablar de eso frente a los demás corriendo el riesgo de que alguien los vea o escuche.
Se me queda viendo fijamente con esos ojos que me matan y me toca la rodilla por debajo de la mesa.
Le aviento una mirada de “tranquilo” y él se calma, empezamos a platicar de cosas irrelevantes de la cascada, del día que nos esperaba, de las cámaras, de cómo funcionaban hasta que nos llamaron que era tiempo de subir al autobús.
Subimos al camión y nos dimos cuenta que Gustavo estaba sentado solo en la cuarta fila.
Regularmente nos sentábamos todos los amigos en las últimas filas, pero él había decidido esa mañana marcar distancia con nosotros.
Javier me vio y le hice un gusto con los hombros de que respetáramos su distancia.
Caminamos hasta el final del pasillo, Gustavo ni siquiera nos volteó a ver.
Nos sentamos en los últimos asientos Javier y yo.
Tal vez en el camino podíamos hacer algunas cositas antes de llegar a la cascada.
Busqué a Juan con la mirada y vi que estaba con Ray sentado muy serio.
Yo creo que fue su primera experiencia sexual con Gustavo y estaba dispuesto a que me explicara qué había sucedido con lujo de detalles.
El solo pensar en la idea de que esos dos muchachos guapos estaban teniendo sexo apasionado por el alcohol en sus venas me causó una erección inmediata, el único beneficiado fue Javier que tenía su mano muy cerca de mi pene y que de inmediato sintió el crecimiento de mi bulto, volteó y me sonrió.
Arrancamos y empezamos a cruzar por unas montañas increíbles, el sol iluminaba todo el autobús, el camino era largo, ya no los habían advertido, pero que valdría la pena, todos aceptamos esa condición.
De hecho el camino era tan largo que nos sugirieron dormir en unas pequeñas cabañas que había ahí.
Todos íbamos preparados con ropa adicional, por eso llevaba mi mochila.
(Yo por supuesto llevaba mi reserva de condones, lubricantes y una botella de tequila que tenía guardada en mi maleta.
Nadie sabía que la llevaba, ni el mismo Javier).
Vi que la gente poco a poco se empezó a quedar dormida, Javier se durmió sobre mi hombro.
Que cosa tan más hermosa de hombre, DIOOOOOS!!!!! Cuando vi que la mayoría de las personas alrededor dormían.
Aproveche que traía una cobija pequeña y nos tapé a los dos.
Sujete a mi Javi de la mano y cruzamos los dedos.
El despertó y vio la cobija sobre nosotros.
Alzó la mirada y revisó que todos estuvieran dormidos.
Siento que me suelta la mano y en eso empieza a bajar poco a poco el pants que traía y empieza a tocarme mi ya erecto pene.
Yo lo voltee a ver con ojos de alerta y le dije que no.
Y solo sonrió.
Empezó a masturbarme, me estaba matando de placer en ese momento, se inclinó de lado y yo empecé a tocarle todas sus hermosas nalgas con una mano.
Todo debajo de la cobija para que no fuera nada sospechoso.
Así lo hicimos como por 10 minutos y yo ya no podía más, iba a reventar y Javier lo notó y metió la cabeza debajo de la cobija y se metió toda mi cabeza dentro de su boca.
Me hizo estallar dentro de él y se comió todo lo que de ahí salía.
Dejó mi cabeza limpia, intacta, temblando de placer.
Y yo con ojos blancos y mordiéndome los labios.
Traté lo más posible de no hacer ningún ruido, aunque casi fuera una tarea imposible.
Salió de debajo de la cobija limpiándose la saliva de la comisura de su boca, con una sonrisa.
¿En qué estaba convirtiendo a mi Javier, en una putita? Lo voltee a ver con ojos de asesino y el solo sonrió y me dio un beso directamente en los labios.
No le importa si nos estaban viendo o no (por fortuna nadie vio) un beso largo de 1 o dos minutos que parecía para mí 4 años.
Increíble.
Lo separé y le dije que durmiéramos un poco, que ya habría tiempo después.
Como la última fila tenía 3 asientos.
Él se sentó en la ventana y yo me recosté en los dos sillones, poniendo mi cabeza en sus piernas.
Lo miré fijamente mientras andábamos.
Él me puso su mano derecha en el pecho y con la izquierda me peinaba y movía mi cabello.
El miraba hacia afuera de la ventana, pensativo.
Yo lo miraba.
De vez en cuando el pasaba sus dedos por mis labios y mi cara, regresaba a mi pecho.
Tenía la sensación de que él seguía pensando en lo que había pasado con Gustavo, la distancia que él había impuesto entre nosotros y aún faltaba lo que había sucedido en la mañana.
Que no estaba seguro si iba a poder contárselo o no a Javier sin que el reaccionaria de manera extraña a la confesión.
Hubo un momento en que me quede dormido, no supe cuándo.
Siento un beso en mis labios y que me hablan al oído.
Por supuesto era mi Javier hermoso.
Abrí los ojos y se acercó a mí diciendo, ya casi llegamos.
Yo me levanté y vi que muchos seguían dormidos pero me asomé por la ventana y vi la cascada, era impresionante, muchísima agua y el clima allí era diferente mucho más cálido.
Se antojaba nadar en ella.
Javier me abrazó y me besó en la mejilla.
Yo por supuesto me dejé que me hiciera lo que él quisiera.
Era suyo y él era mío.
Guardamos la cobija en la maleta de Javier y preparamos todo para llegar.
Fuimos los últimos en bajar del autobús.
Cuando lo hicimos ya se encontraban todos reunidos debajo para escuchar las indicaciones.
Nos explicaron que la zona de la cascada era muy grande, que estaba cercado alrededor porque era una zona protegida, que no nos preocupáramos por nada, que era una zona segura, pero que de todas formas no nos alejáramos mucho.
Las cabañas eran para 4 personas igual, pero que eran más pequeñas.
Solo una cama King size por habitación.
Que tratáramos de acomodarnos como estábamos allá.
Que iba a haber una comida y una cena-lunada en la noche a la orilla de la cascada.
Que podíamos bañarnos en toda la laguna, que era profunda que tuviéramos cuidado, la zona más baja era la de la cascada y el riachulo que se formaba hacia atrás de las rocas también era profunda.
Era una zona muy grande y bonita.
La verdad es que era como un paraíso lleno de aves, vegetación, las cabañas estaban dispersas unas de otras, aisladas.
Eso me gustaba más privacidad, lo único malo es que teníamos que estar junto con Gustavo y esa era muy incómodo para los 3.
Tomamos nuestras cosas y nos dieron la llave de la cabaña y nos dijeron cuál era.
Nos citaron a las 3 en punto para comer y empezar a disfrutar del lugar.
Gustavo no estaba con nosotros, ni tampoco Ray, supusimos que se habían podido adelantar o estar con otros amigos.
Íbamos caminando Javier y yo platicando de lo bonito que era el lugar, cuando siento que alguien me alcanza y nos saluda.
Era Juan.
Lo saludamos y me pregunta que si podemos platicar cuando dejemos las cosas.
Javier me vio extraño pero le dije a juan: Si claro sin problemas, es más platiquemos ahorita, es por lo de tu hermana Carmen, tranquilo todo va a estar bien.
Traté de ser lo más casual que pude para que Javier no notara nada.
Juan entendió perfecto que yo estaba mintiendo y decidió seguir.
Juan: si amigo es sobre eso, necesito tu consejo.
Javier: Ok está bien, yo me adelanto, ustedes platiquen tranquilos.
Quieres que lleve tu mochila?
Yo: No amigo, no te preocupes yo la llevo.
Javier: OK.
(Su cara de molestia cuando le dije “amigo”).
Javier se adelantó y entonces nos apartamos y nos sentamos en unas rocas a platicar.
Juan: Gracias por eso.
Yo: No hay de qué, pero dime que quieres hablar?
Juan: lo que pasa es que emmmm, no sé cómo decirlo, estoy muy nervioso.
Sé que tú piensas que entre Gustavo y yo hubo algo, pero no, no pasó nada, yo no soy marica, ni nada.
Solo dormimos y ya.
Es un malentendido.
Créeme por favor.
Yo: Juan tranquilo brother.
Si no es verdad, no tienes que darme explicaciones, ni justificarte tanto.
Y si fuera verdad tampoco tendrías que hacerlo.
Eres libre de ser y sentir lo que sea.
No te sientas mal por lo que eres.
Juan empezó a llorar.
Juan: Pero yo no soy maricon, ¿por qué pasó eso? Maldito alcohol, te juro que yo no sabía que estaba haciendo.
Lo tomé de un hombro y le hablé despacio.
Yo: Amigo no tienes que sentirte mal.
Somos libres de hacer lo que nos plazca, si eso pasó y lo disfrutaste.
LISTO! Ya pasó, no te tortures de más.
Tal vez era el alcohol o tu subconsciente, pero lo que pasó, pasó.
Tranquilo.
No te sientas mal.
Conmigo tienes un amigo en quien confiar si quieres platicarme que fue lo que pasó.
Juan seguía llorando y para ese momento lo tenía muy cerca de mí abrazándolo.
Juan: Ese día fuimos a tomar y no se en que momento nos pusimos muy ebrios.
Tú estabas ahí.
Yo llegué a mi cabaña normal me cambié, platicamos un rato, nos reímos de chistes y después me acosté en mi cama que era la pequeña.
Estaba durmiéndome cuando suena mi teléfono que si podía dejarlo entrar, que no tenía donde dormir, que la habitación estaba ocupada.
Yo fui y le abrí.
Ya todos dormían en sus camas y el único lugar “libre” era junto conmigo.
Yo no tuve problemas, es mi amigo desde hace años.
Estaba ebrio aún, yo me sentía muy mareado.
Pasó venía solo en bóxer y camiseta, justo como lo viste.
Se acostó pegado a la pared y yo en la orilla, me empecé a quedar dormido y como una hora después… no sé cómo, ni porque, pero empezó a chupármela, yo desperté con un placer increíble, pero no había captado que era un hombre que me la chupaba y más mi amigo Gustavo de muchos años.
Sentía en la gloria, me quitó mi pants y mi bóxer y me masturbó, después subió y me besó la boca, mientras yo le tocaba sus nalgas.
Fue una sensación muy extraña.
Me gustaba.
Me besó hasta que nos cansamos y de pronto me volvió a mamar el pito, no pude evitarlo lo voltee y lo empecé a penetrar, así sin más, sin preparar nada.
No gritó, ni se quejó mucho.
Cogimos como por 15 minutos y pude venirme en él.
Fue increíble, de verdad.
Pero ahora me siento muy culpable, me siento muy mal, como sucio.
Nos quedamos dormidos hasta la mañana que me desperté y mis amigos no dijeron nada, creyeron todo normal.
Por suerte en un punto de la noche nos tapamos con la cobija y no se vio nada.
Yo dormí con mi pene dentro de él.
Desperté lo más pronto que pude.
Me fui a bañar y tratar de borrar rastros de esos.
Lo intenté despertar pero no pude y fue cuando entre en pánico y te encontré.
Lo demás ya lo sabes.
Juan contaba esto entre sollozos.
Era increíble que me hubiera contado la historia con detalles.
Claro que yo escribí esto de manera más clara y concisa, pero hablamos casi 1 hora entre llanto y que no quería aflojar detalles y yo lo empujaba a hacerlo.
Yo: Juan hermano, tranquilo.
Lo más importante es que lo disfrutaste y eso es lo mejor.
No temas a las habladurías.
Mientras tú estés bien, que el mundo gire.
Calmé poco a poco a Juan hasta que dejó de llorar.
Platicamos un rato más y al final me abrazo dándome las gracias.
Que gracias por escucharlo, que no éramos muy cercanos, pero me pidió muchísimo guardar el secreto.
Que ya se sentía mejor, como desahogado, que tenía que pensar en muchas cosas.
Yo: Juan si quieres venir a dormir a nuestra cabaña eres bienvenido, uno de nosotros se puede mover y tú estar con nosotros.
Juan: lo pensaré, porque no sé qué voy a hacer cuando lo tenga de frente, ni cómo va a reaccionar o si se acuerda de algo.
Yo: tú déjalo en mis manos.
Nos despedimos y entonces yo caminé hacia mi cabaña, pensando en todo lo que estaba pasando en este viaje.
Los viajes escolares son TOOOOOODO un caso.
Llegué a la cabaña y solo estaba Javier y Ray.
Ambos fumando afuera de la habitación, entré y dejé mi maleta junto con las cosas de Javier y salí a unírmeles.
Javier me dio un cigarro y me lo prendió y me miró fijamente.
Yo: Les voy a contar algo pero acá entre nos.
Juan tiene un problema en su casa y anda muy triste, yo le pedí que se viniera acá con nosotros a la cabaña, el único problema es que pues es de 4, yo creo que me voy a tener que ir yo a dormir con los otros para que él se venga acá y esté más cómodo, les molesta la idea?
Javier se quedó con ojos cuadrados.
Ray: No, no me molesta, pero si quieres Carlitos yo me voy a la otra cabaña, yo me llevo mejor con ellos que tú.
Yo no tengo problema.
Yo: cómo crees amigo, si el de la idea fui yo.
No me molesta ir para allá.
Ray: No te preocupes, me voy yo.
Además es solo una noche y aparte ni vamos a dormir, compramos botellas antes de venirnos y vamos a armar una peda.
Aparte hay chavas hospedadas en otras cabañas, creo que por fin va a haber algo de acción, tu tranquilo y sirve que sacamos al Juan de la zona de fiesta extrema y no se sienta mal.
Yo: bueno como tú quieras.
Gracias amigo.
Javier no sabía que estaba pasando, pero decidió no opinar.
Sabía que más tarde yo le iba a contar.
Lo que yo mismo no sabía es que estaba haciendo, o bueno si sabía, pero no sabía el alcance que podía tomar este asunto.
Gustavo, Juan, Javier y yo durmiendo en la misma cama.
Terminamos el cigarro y nos metimos, Ray tomó sus cosas y se fue a la cabaña, quedamos Javier y yo solos.
Javier: me vas a contar que está pasando?
Yo: si solo dame chanza de procesar todo muy bien para contarte.
Javier: tiene que ver con Gustavo?
Gustavo: que tiene que ver conmigo?
Justo Gustavo acababa de aparecer por la puerta.
Javier se puso como un tomate de rojo.
Yo solo voltee lo vi y caminé hacia él.
Lo jalé del brazo, lo metí y cerré la puerta con cerrojo.
Yo: Siéntate Gustavo, ya estuvo bueno de este juego.
Vamos a hablar.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!