De viaje #3 Parte V
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Hogan211.
Continuamos.
Gustavo entro a la cabaña a empujone y jalones por mi y se recargó en el buró del espejo.
Javier solo veía lo que estaba pasando con cara de sorprendido.
En cambio yo tenía una cara de molestia que no podía postergar más esta situación.
Yo: Gustavo ya llegó el momento en que platiquemos sobre lo que está pasando.
Gustavo: No sé de qué me hablas.
Yo: Tienes bastantes días separado de nosotros, sin dirigirnos la palabra y hoy pasó lo que pasó y resulta que no sabes de que hablo.
La cara de Javier representaba total confusión.
No tenía idea de lo que estaba pasando, ni a que me refería cuando hablaba lo de “la mañana” ni nada.
Pero aun así mi hombre dejó que yo resolviera todo.
No habló más que cuando se lo pedí.
Yo: Javier y yo hemos notado que estás separado de nosotros desde aquella vez que me comentaste sobre tus sentimientos hacia Javier.
Gustavo: Cállate!! Tú no sabes nada.
Yo: Claro que sé lo que tú me contaste…
Gustavo: No sabes nada, eres un pendejo.
¿Por qué haces esto? Desde que apareciste las cosas han cambiado completamente, Javier se ha alejado de nosotros, dedica todo su tiempo a ti, no para de hablar de ti, Carlos esto, Carlos aquello.
¡Ya basta! Estoy harto de esta situación tu viniste a descomponer nuestra amistad, y encima de todo lo hiciste maricón.
Eso me dolió mucho, quise correr a romperle la boca a puños, pero Javier me detuvo.
Gustavo tenía los ojos llenos de agua y ahora yo también de impotencia.
Intenté zafarme de los brazos de Javier, pero su fuerza y su amor me hicieron pararme.
Javier: En primera yo no soy “maricon”, en segunda nadie ha venido a descomponer nada, tu solo decidiste alejarte de mí.
Si es verdad lo que le dijiste a Carlos sobre mí, no tiene nada de malo.
Y eso no va a alejarme de ti.
Son tus decisiones las que nos están alejando y no tus sentimientos.
Eres mi mejor amigo y eso no lo cambiará nada, solo tú.
Si así lo decides.
Para eso yo estaba detrás de Javier y el hablando de frente con Gustavo.
Se aseguró de poner su hermoso cuerpo delante de mí para no poder hacer nada en contra de Gustavo.
Gustavo empezó a llorar muchísimo.
Javier se acercó y lo abrazó.
Gustavo: No entiendo que está pasando, ¿Por qué me pasa esto a mí? En qué momento me pasó esto? No sé porque siento esto por ti amigo, no lo sé.
Me siento asqueado, enfadado, furioso conmigo mismo.
Estoy harto de sentirme así.
No sé qué hacer.
Javier lo abrazó más fuerte y me acerqué entonces yo.
Javier volteó a ver qué es lo que yo quería hacer.
Si golpearlo o que.
Estaba dispuesto a interponerse en el medio de los dos.
Mi hombre era tan caballeroso, que no quería ver a su novio y a su mejor amigo pelear.
Esperen ¿era yo su novio? No tengo la más mínima idea.
Me acerqué a Gustavo y lo abracé.
Abracé a los dos.
A los dos hombres más sexies de todo el campus.
Los tenía pegados a mí y juntos.
Solo pude decir.
Yo: Gustavo eres una persona increíble.
Amable, gentil, alegre, sonriente, divertido, guapo, simpático, eres mucho, mucho más de lo que tú mismo crees que eres.
Nunca te avergüences de lo que sientes, de lo que eres.
Nada ni nadie puede decirte que vales menos de lo que vales.
Lo que sientes está mal en el momento en que tú crees que está mal.
Gustavo escuchaba lo que le decía mientras sollozaba aún.
Javier solo me miraba con esa mirada penetrante, el atento a lo que decía, con una media sonrisa y su cara perfecta.
Yo: los voy a dejar solos para que platiquen.
Salí de la cabaña sin muchas ganas de salir, pero era lo correcto.
Fui y me senté en un árbol lejano de la cabaña para no escuchar nada de lo que dijeran y tuvieran un momento de privacidad, aunque debo admitir que me mataba la curiosidad y un poco los celos.
Pasó como media hora y Javier no me llamaba ni los veía salir.
Mi mente giraba a mil por hora, que estaría pasando dentro.
Moría de celos y curiosidad.
De pronto mi teléfono sonó era un mensaje de Javier que me preguntaba dónde estaba.
Caminé hacia la cabaña en lugar de contestar.
Llegué y Gustavo se había recostado en la cama y al parecer estaba durmiendo.
Javier tenía medio cuerpo acostado en la cama y los pies en el suelo y escribía en su teléfono.
Al entrar volteó y me vio y arqueó las cejas.
Yo solo dije no con la cabeza entré tomé mi mochila, saqué una playera, entré al baño me la cambié me puse desodorante y perfume y salí a la banqueta de la puerta, esperé como 10 minutos que Javier saliera y me dijera algo, pero nada pasó, no salió.
Entre de nuevo tomé mi mochila y caminé hacia afuera.
Esperé otros diez minutos y no salió.
Algo no andaba bien.
Decidí no preguntar nada y caminé hacia el rumbo de la cascada.
En el camino me topé con Juan, Ray y el grupo de amigos de la cabaña de Juan, los saludé me acerqué y me senté con ellos a fumar un cigarro.
Me enrolé en la plática y se hablaron de miles de cosas todas banales, que no me importaban mucho.
Pero lo que noté fue la mirada profunda de Juan que me veía con cautela y poco de miedo.
Tal vez sentía incomodidad de que yo fuera a decir algo de lo sucedido.
Por supuesto que no, ese era algo que yo jamás le comentaría a nadie.
De pronto todos se alborotaron a ir a la cascada de una vez y decidí unirme me fui con ellos a la cascada.
Yo no sabía que pensar por lo que acababa de pasar, Javier estuvo muy raro.
Es extraño que no me dirigiera la palabra y que no me buscara para hablar ni nada.
Preferí no hacer historias en mi cabeza y fui a distraerme con los demás.
Caminé hasta atrás del grupo y Juan se retrasó para estar a mi nivel.
Juan: ¿Todo bien?
Yo: Todo bien amigo.
Juan: ¿Qué has sabido de él? Lo he visto muy raro.
Yo: Pues se quedó en la cabaña con Javier.
Estaba dormido, o eso parecía.
Yo me vine con ustedes.
Por cierto ya arreglé todo, te puedes quedar con nosotros esta noche.
Pero bueno como escucho los planes hoy no dormirán muchos, por la fiesta que se avecina.
La cara de Juan se iluminó un poco cuando le dije que ya estaba arreglado lo de la cabaña.
Yo creo que le gustó demasiado lo de la otra noche y tenía la esperanza de repetirse.
Pobre de Juan no creo que eso suceda, ese día porque el alcohol, el despecho y el culo de Gustavo lo traicionaron.
Juan: ¿Vas a meterte a la cascada?
Yo: Si, a eso vine.
Yo no pienso desaprovecharlo.
Juan empezó a comentarme sobre la cascada y sobre las fotos que podíamos hacer subacuáticas.
Juan era muy agradable en realidad.
Yo había hablado poco con él, pero era una buena persona y muy guapo por cierto.
Aunque más bajito que yo, eso no me importaba mucho.
Platicamos mientras caminábamos por la reserva hasta la zona de la cascada, nos reíamos y sorprendíamos del lugar.
En realidad era muy bonito y en verdad Juan era agradable y guapo.
No lo había notado.
Llegamos a la orilla de la laguna que se formaba con la cascada y yo todavía traía mi pantalón puesto.
Dejé la mochila en el piso los demás se empezaron a cambiar y yo no podía despegar la vista de la cascada, de verdad era impresionante.
Me quité la camisa que llevaba puesta y me quité el cinturón también.
Saqué el short que traía en mi mochila y me empecé a quitar el pantalón, noté sin querer que Juan se me quedaba viendo demasiado, pero no quise hacer evidente.
Me quité el pantalón y me quedé solo en bóxer, acomodé a propósito mi pene para que Juan lo viera y después me quite los calcetines aún seguía en bóxer.
Lancé mí mirada a Juan y el de inmediato se volteó como si nada hubiera pasado.
Yo me puse el short y le dije.
Yo: No te vas a cambiar?
Juan: aaah, si…
Juan empezó a desvestirse y me di cuenta que tenía un muy buen cuerpo.
Lo repito NINGUNO como mi Javier, ese era el hombre perfecto, pero Juan estaba muy, muy bien.
Tenía unas nalguitas paraditas cuando lo vi que se quitó su pantalón, me dio la espalda como para taparse un poco que yo lo estuviera viendo, y efectivamente lo hacía, pero disfrutaba ver esas nalgas ricas en un bóxer pegadito negro con elástico rojo, Juan comentó que el no traía short, que se iba a bañar solo en bóxer, le dije que para que no se sintiera solo yo también me iba a bañar solo en bóxer.
El solo sonrió y me miró quitarme el short.
Yo llevaba un bóxer blanco con elástico negro de la marca del conejito que hacía que resaltara todo de mí.
Saqué mi cámara GoPro y nos metimos a la cascada.
A pesar de que estaba haciendo mucho calor en el lugar, el agua se sentía fría.
Mis pezones reaccionaron al primer contacto con el agua y mi pene despertó también.
Juan no paraba de decirme como quería que le tomara unas fotos debajo del agua y en la cascada y en las rocas y bla bla bla.
Yo solo veía mover esas nalgas tan ricas en el agua que las mojaba.
Ya todos los demás estaban dentro del agua jugando con un balón de VoleyBall, estaba muy divertido ahí dentro.
Yo no me metí, ni Juan tampoco, solo los veíamos jugar.
Aunque debo admitir que muchos de ellos eran de muy buen ver, ya que la mayoría hace deporte.
Estaban en el equipo de futbol, béisbol y voley.
No tenía ningún interés particular en ninguno.
La verdad que Javier tenía ocupada mi atención, mis sentidos, mi excitación y recientemente hasta mi corazón.
Yo no venía a este viaje con la idea de enamorarme de nadie, menos de Javier.
Yo solo quería buen sexo y tal vez alguna relación casual que se formara para tener sexo ocasional ya que volviéramos a casa.
Pero las cosas no salieron como pensé.
Javier estaba sintiendo cosas por mi desde hace mucho, yo empezaba a sentirlas ya por él con todos los detalles que ha tenido hacia mí, Gustavo está enamorado de Javier desde hace mucho y también son mejores amigos, o lo eran, eso ya no lo sé.
Al mismo tiempo Gustavo se me insinuó muy cabronamente y Juan quien era amigo de ellos 3, tuvo sexo con Gustavo y ahora yo sentía que me estaba coqueteando un poco.
De verdad estaba yo en un proceso de confusión muy grande.
Por un momento deje de ver el juego y me perdí en esos pensamientos.
¿Qué estaba yo haciendo? Estaba sumido en eso con la mirada perdida y siento que me tocan la espalda.
Juan: ¿Todo bien?
Yo: Mande?
Juan: Te pregunto que si todo está bien.
Yo: Si amigo, todo bien.
Solo pensando en unas cuantas cosas.
Juan me sonrió y quito su mano de mi espalda que se sentía cálida a comparación del agua fría de la cascada.
Juan: Bien.
¿Por qué no vamos a nada un poco más lejos y vemos si podemos tomar fotos de aquel lado?
Yo sentía que Juan me coqueteaba.
Mi sentido me lo decía, pero decidí darle el beneficio de la duda.
Tal vez no estaba interesado en mí y era mi imaginación.
Yo: Esta bien vamos.
Caminó por enfrente de mí y rozó un poco mi pecho con su hombro.
Mmm.
Se echó al agua y empezó a nadar más a lo profundo donde había unas rocas, alejado del grupo de amigos que jugaban en el agua.
Me coloqué la cámara en la muñeca y lo seguí nadando también.
Llegamos a las rocas y vi que Juan se subió a una roca poniéndose acostado boca abajo, dejando al aire libre toda su retaguardia que eran unas nalgas paraditas resaltadas en ese bóxer negro que me ponía loco, eso me hizo tener una erección de inmediato.
Pero debía tranquilizarme, yo tenía a Javier Y para ser sincero yo sentía que teníamos una relación.
Aunque no lo hubiéramos dicho o el me lo hubiera pedido, yo sentía que lo éramos y debía respetar esa relación.
Así es que trate de tranquilizarme y también me subí a la roca acostado boca arriba con una erección media y me la acomodé de lado hacia Juan para que vea todo lo que no podrá tener.
Aunque no sabía si a Juan le gustaba solo dar o también recibir.
Lo repito, tal vez era mi imaginación.
Juan: Ya me hacía falta algo de sol, estoy todo blanco y además el agua esta fría.
Quería calentarme un poquito.
Yo: Si yo también tenía frio ya.
Hay que calentarse poquito y hacemos lo de las fotos.
Juan: Creo que tú ya empezaste a calentarte desde antes de salir del agua.
Echó una mirada hacia mi pene y se rio.
Creo que ya no era producto solo de mi imaginación.
Más bien confirmé mis sospechas.
Decidí ignorarlo.
Yo: Es el frio del agua que hizo reacción, ya sabes.
Juan no me dijo más nada y se quedó acostado volteando hacia mí.
Yo mientras tanto decidí no voltear a verlo y solo miraba hacia el cielo con las manos cruzadas detrás de la cabeza.
Pero sentía de reojo la mirada de Juan.
Decidí romper el silencio.
Yo: ¿Entonces vas a dormir con nosotros?
Juan: ¡Claro que sí! Muchas gracias por convencer a Ray.
Yo: En realidad era yo el que me iba a cambiar de habitación, pero Ray se ofreció y me insistió mucho.
Juan se quedó en silencio.
Juan: Bueno si te molesta que yo vaya, puedo regresar a la habitación con los otros.
Yo: No seas tonto, no me molesta para nada.
Pero pues si yo fui el de la idea, tenía que ofrecerme de primera cuenta.
Ray es muy buen amigo y decidió mejor el cambiarse porque él se lleva mejor con ellos que yo.
Velo están allá divirtiéndose mucho.
Juan volvió a sonreír.
Juan: Gracias Carlitos.
Lo volteé a ver y miré su sonrisa y unos ojos de agradecimiento real.
Yo: De nada Juanito.
Pero vente vámonos ya que se va la luz en unas horas y no hemos tomado las fotos.
Juan casi brincó de inmediato de la roca y se echó al agua.
Yo también me bajé de la roca y esperé que nadara frente a mí y me colgué de su espalda.
Me pegué a él mucho, arrimándole por supuesto mi semi erección y el me volteo a ver con una sonrisa y echó a nadar.
Sentía sus ricas nalgas en mi pene que cada nadada despertaba más y más.
Puse una de mis manos en su cuello hombro y la otra por debajo de su brazo y la posicioné en su pecho.
No me dijo nada, solo nadó.
Yo seguía restregándole mi pito en sus nalgas y ya no podía ocultar toda mi erección.
Juan: ¿Aquí nos tomamos las fotos o seguimos nadando?
Yo: Como tú quieras.
Juan: Yo creo que seguimos nadando un rato.
A alguien le gusta sentirme cerquitas eh.
Yo estaba calando hasta donde llegaba Juanito y que es lo que buscaba de mí.
Llegamos a la cortina de agua de la cascada y nos metimos por un costado.
La cortina tapaba todo la visibilidad de lo que estaba frente a ella.
Quiere decir que estábamos en ese lugar aislados.
Estábamos recargados hacia las rocas, yo aún seguí abrazando a Juan, pero esta vez una mano por el pecho y la otra de su cintura y mi pene todavía en sus nalgas ricas.
Juan: Yo creo que aquí unas fotos no estarían mal.
¿O que piensas?
Yo: Yo también lo creo Juanito.
_Le hablé al oído.
Pude ver que todos los poros de Juan se pusieron de piel de gallina.
Entonces lo solté y le dije: Bueno vamos a tomarnos las fotos ya para irnos con los demás.
Juan se acercó a mi como intentando hacer algo pero yo rápido me sumergí como escapando sin dejar en evidencia que me había percatado de su movimiento y su intención.
Prendí la cámara y me auto tomé unas fotografías y saludaba a la cámara.
Veo a Juan que se sumerge y empieza a saludarme para la foto y le tomé unas cuantas.
El nadó un poco más profundo.
Yo salí, respiré de nuevo y volví a sumergirme para seguirlo y tomarle unas fotos.
Cuando me sumergí vi a Juan muy cerca de mí y no pude evitar sentir que su mano tocó mi pene.
Yo salí a la superficie para respirar que me quedé sin aire de repente y Juan salió junto conmigo.
Yo: ¿qué haces…?_ Juan me acababa de plantar un beso.
Que vaya que besaba bien el chaval.
Me tomó de la espalda y el me pasaba las manos por toda ella.
De nuevo me tomó del pene con una mano y yo sentí que estaba en el cielo.
Este sujeto sabía cómo hacer las cosas.
Logré separarlo un poco y fue cuando hablé.
Yo: Juan ¿Qué haces?
Juan: Tengo muchas ganas Carlitos.
Desde el momento en que hablé contigo supe que quería que se repitiera algo como lo que pasó con Gustavo, pero no creo que él quiera repetir algo conmigo y cuando me invitaste a la cabaña a dormir contigo creí que me estabas invitando a algo.
Eres el único que sabe lo que pasó y no me juzgaste, pensé, pensé que a lo mejor tú pensabas igual que yo.
Debo admitir que esas palabras me dieron un poco de ternura.
Por fin Juan se estaba abriendo a lo que sentía.
Juan: Además ahorita que nadábamos, yo sentí… sentí que realmente yo te gustaba.
Yo quiero sentir… lo que sintió Gustavo esa noche.
Es oficial, Juan me estaba ofreciendo su culo.
Ese culito paradito que me puso como loco desde hace una hora.
Juan agachó su mirada como de pena y se puso colorado.
Yo: Juan yo nunca, nunca te juzgué ni lo voy a hacer, eso te lo aseguro.
Eres tremendamente guapo y sobre tu duda si yo “pienso igual que tu”, si también siento “algo” por los hombres.
Tal vez por eso estoy dispuesto a apoyarte y a defenderte de quien sea.
Pero tengo que confesarte que yo tengo una “relación” con alguien y me sentiría muy mal si lo llegara a traicionar.
Por supuesto yo no iba a confesar que ese alguien era Javier.
Sería muy incómodo para todos y molesto para Javier.
Él no quería que nadie se enterara y yo no iba a ser el que difundiera nada sobre lo nuestro.
Juan empezó a llorar un poco y pidió 10 veces disculpas.
Yo: No tienes que pedir disculpas de nada.
Lo tomé de la mano y lo acerqué a mí y lo abracé y le besé la mejilla.
Duramos abrazados como 10 minutos.
Por supuesto que le sobé toda su espalda y puse mi mano sobre su nalga.
El solo se rio sobre mi hombre y en mi oído.
Él podía sentir mi pene sobre su pene.
Lo tomé de las dos nalgas y le besé en los labios suavemente y me separé después de 5 segundos.
Yo: Juan eres muy guapo, inteligente y divertido.
Tranquilo vas a encontrar a alguien que te quiera y con quien puedas experimentar cosas.
Yo no soy experto en nada.
No soy tu mejor ayuda.
Después de eso Juan me besó nuevamente tan desesperadamente que esta vez le permití que hiciera lo que quisiera.
Me metió la lengua hasta la laringe y yo también lo hacía.
Me tocaba dulcemente del cuello y de la cara mientras yo le agarraba sus nalgotas por fuera del bóxer.
Volvió a tomarme del pene pero esta vez lo sacó fuera de mi bóxer.
Yo estaba a tope.
Le decía que no entre beso y beso.
Pero la verdad es que no quería parar.
Me empezó a masturbar debajo del agua, no se imaginan que sensación.
Era increíblemente placentero.
Yo le bajé su bóxer y le toqué por primera vez esas nalgas directamente, se las masajeaba y pasaba mi dedo por su hoyo.
Creo que eso le gustaba muchísimo porque oía fuertemente sus suspiros entre beso y beso.
El decidió soltarme y se sumergió, de pronto se metió mi pene en su boca.
Fue la cosa más extraña que yo haya experimentado hasta ese momento, pero fue increíblemente placentero.
No pude durar más de unos segundos cuando me vine a chorros debajo del agua.
Juan salió del agua, ahogándose un poco, yo me reí y él se lanzó a besarme otra vez, lo tomé de las nalgas otra vez y seguimos besándonos por un rato tocando todo lo que podíamos.
Hasta que cayó en mí la serenidad.
Yo: Juanito es suficiente.
¿Qué está pasando?
Juan: Me prendes demasiado Carlos.
Quiero que me cojas.
Quiero sentir que se siente que te den por atrás.
Yo: No podemos, no puedo.
De verdad no puedo.
Juan: Por favor, por favor va a ser muy rápido.
Yo: Está bien, pero no aquí, ni ahora.
Alguien puede venir y vernos y entonces se armaría un escándalo.
Juan sonrió y se lanzó a besarme otra vez.
Nos besamos como por un minuto y nos separé.
Yo estaba pensando que hacer para librarme de semejante problema en que me había metido.
Le dije a Juan que era tiempo de regresar para no levantar sospechas.
Juan accedió y antes me volvió a besar, se volteó y me pego las nalgas en el pene.
Me arrinconó contra las rocas, se movió un poco, activando mi pene nuevamente y empezó a nadar.
Esta putita sabía cómo dejarme picado.
Cruzamos nadando la cascada por la orilla, ya que en el centro del chorro el golpe del agua era muy fuerte y podíamos lastimarnos.
Seguimos nadando hasta que el agua era ya menos profunda.
Había mucha más gente de la que había hace rato.
Seguían jugando voleyball.
Pero ahora los equipos eran más grandes y hasta el profesor Martínez, estaba jugando con los demás.
Nadie nos puso atención, ni siquiera notaron nuestra ausencia y ahora nuestra presencia.
A excepción de dos muchachos que estaban sentados en la orilla sin playera y con los pies dentro del agua.
Logré reconocerlos y al mismo tiempo ellos se miraron uno al otro cuando Juan y yo aparecimos juntos de detrás de la cascada.
Javier se levantó de la orilla, tomó su camisa y se fue casi corriendo del lugar.
Yo no sabía qué hacer, estaba en muchos aprietos.
Sin importarme Juan salí del agua casi corriendo tomé el short que había dejado hace rato, tomé mi mochila, puse dentro la cámara y caminé detrás de Javier.
Ni siquiera mi mirada se posicionó sobre Gustavo en ningún momento, la verdad él me tenía sin cuidado.
Quería aclararle todo a Javier y decirle que lo quería únicamente a él.
¿Realmente lo quería de verdad? Creo que sí.
Caminé lo más rápido posible pero me fue imposible alcanzarlo, Javier me llevaba mucha ventaja y con ese físico que se cargaba mi amorcito, podía caminar y correr lo que quisiera sin cansarse a diferencia de mí que tenía mucho rato nadando y de pilón deslechado.
Veía sus nalgas redondas preciosas alejarse cada vez más de mí.
Llegué hasta la cabaña y Javier se encontraba dentro, entré y no lo vi.
Supuse que estaba dentro del baño.
Lo vi entrar a la cabaña, ¿dónde más podría estar?
Yo: ¿Puedo pasar?
Javier: ¿Está ocupado que no ves?
Yo: ¿Puedo pasar?
Javier: Está O CU PA DO.
Abrí la puerta y estaba Javier sentado en la taza del baño cerrado.
Con su short puesto.
Javier: No entiendes que está ocupado.
Yo: ¿Qué pasa? ¿Ya me vas a decir que es toda esta rabieta?
Javier: ¿De qué me hablas? ¿Me puedes dejar en paz? Por favor.
Lo tomé de la cara y lo besé.
Lo besé tan fuerte que no le di tiempo ni de decir que no, ni de respirar, ni de pensar en nada más.
Javier no podía resistirse nunca a ningún beso mío.
Éramos tan parecidos que lo conocía muy bien.
Me tomó de la cara y me besó.
Nos hincamos los dos en el suelo y seguíamos besándonos.
Yo me senté en el suelo y él se sentó de lado sobre mí.
Sus nalgas en mi pito y lo abracé por la cintura y el me abrazó del cuello.
Seguí besándolo.
Yo: ¿Qué pasa mi Javi? ¿Qué tienes?
Javier: Carlos, Gustavo me platicó lo que pasó con Juan y además contigo en la regadera.
¿Por qué no me habías dicho nada? ¿Por qué estabas solo con Juan detrás de la cascada? ¿Crees que eso me pone muy feliz?
Lo besé nuevamente hasta el cansancio.
No me voy a cansar nunca de besar a este hombre.
Yo: Me conoces, sabes lo que soy y lo que tenemos.
Te lo he dejado en claro desde el primer día que pasó lo que pasó.
Todo este viaje ha estado cargado de cosas tan extrañas, tan increíbles, tan deliciosas, que no quería que se echaran a perder.
Tú eres lo mejor que me pasó en el viaje y no me cansaré de decírtelo.
Lo de Gustavo fue una tontería, un delirio del alcohol.
Yo lo separé de inmediato de mí.
No quería lastimarte y lo que hubo entre Juan y Gustavo, es asunto de ellos, no me correspondía decirlo a nadie.
Pero aun así yo te lo iba a contar llegado el momento indicado.
Creo que Gustavo se adelantó y que bueno que lo hizo, él tenía que contarte esa historia, él es el protagonista de ella y tú eres su amigo.
Y lo de Juan y yo en la cascada, solo estábamos nadando y tomando unas fotos subacuáticas.
Quería que tú y yo lo hiciéramos pero, te portaste tan extraño cuando vine a buscar mis cosas, que no quise comentarte nada.
Es más aquí están las fotos.
Le mostré las fotos mías y de Juan en la cascada.
Era la primera vez que le mentía a Javier, pero no quería perderlo.
De verdad no quería.
Javier apagó la cámara y me abrazó tan fuerte como nunca lo había hecho.
Me besó una y mil veces más en los labios, en las mejillas, en la nariz, en todos lados.
Me pedía disculpas por su comportamiento tan inmaduro, pero me dijo que tenía miedo de perderme.
Yo: Eso no va a pasar nunca Javier.
Yo te quiero a ti… por siempre a mi lado.
Javier me besó directamente en los labios tan dulcemente que me estremeció el cuerpo.
No pude evitar sentir un cosquilleo en la panza y al mismo tiempo un sentimiento de culpabilidad, le estaba mintiendo probablemente al mejor hombre con el que me había topado en mi vida.
No quería echarlo a perder, de verdad no.
Lo de Juan fue un error y debí haberlo frenado.
Pero no iba a pasar nada más.
Nada.
Tocaron a la puerta y era una voz familiar.
Gustavo: Todo está bien allá adentro.
Javier se levantó y me ayudó a ponerme de pie, me besó rápidamente antes de salir.
Abrió la puerta y le dijo al salir “todo bien”.
Gustavo solo nos vio salir y yo salí detrás de Javier sin siquiera voltear a ver a Gustavo.
No sabía que tantas cosas le habría dicho a Javier y cuál era su intención de hacerlo.
Me molestaba un poco su presencia.
Me gustaba cuando todo era secreto y nadie sabía que pasaba entre Javier y yo.
Extraño esos momentos de privacidad absoluta.
Pasé de largo hasta la puerta, mi intención era salir del cuarto a fumar un cigarrillo, cuando Gustavo me llamó y me dijo.
Gustavo: Carlos quiero pedirte que me disculpes por lo que pasó.
De verdad ese día yo estaba fuera de mí.
Había tomado demasiado y no me controlé.
Te pido disculpas, no era mi intención hacerte sentir incómodo.
Yo: Tranquilo, no me sentí incómodo, me sentí triste por lo que pasó.
Pero no pasa nada, Javier y yo estamos bien y ninguna cosa de esas o palabras pueden hacer que yo deje de quererlo poquito.
Así es que Gustavo no intentes nada, porque estoy dispuesto a pelear por él, cueste lo que cueste.
No lo voy a perder.
Los dos se quedaron con cara de sorpresa.
No quise ver más reacción y salí por la puerta a la roca que ya se había convertido en mi lugar especial para fumar.
Sentí que alguien venía detrás de mí.
No me di cuenta hasta que llegué a la roca.
Era Javier.
Me senté y él se sentó a lado mío.
Le di un cigarro y tomé uno yo también, el me lo encendió rápido y luego prendió el suyo.
No dijimos nada durante un rato.
Javier: Yo tampoco estoy dispuesto a perderte Carlitos, estos días han sido… maravillosos.
Le dediqué una sonrisa y no contesté nada.
Solo lo abracé por detrás y puse mi cabeza en su hombro.
Seguimos fumando por un rato más sin nada que hablar.
Yo no quise preguntarle que más le había comentado Gustavo, no quería saberlo.
Ya sabía yo lo que tenía que saber.
Seguimos callados mucho rato.
Ya la tarde empezaba a caer.
Eran como las 6 pm.
No supe en que momento nos llegó la noche.
Entramos a la cabaña y nos teníamos que preparar para ir a la lunada y a cenar.
Ya que yo no había comido nada por todo lo que pasó con Juan, Gustavo y Javier.
Gustavo había sido el primero en arreglarse, casi cuando yo entré a la cabaña él iba saliendo de ahí.
No nos dirigimos la palabra.
Pero fue inevitable verlo.
Iba muy guapo, Gustavo es muy guapo pero ahora no quería topármelo por ningún lugar.
Javier entró al baño.
Javier: ¿vienes conmigo?
Yo: No, puede venir Juan o Ray en cualquier momento.
Javier: NO me importa ninguno de ellos.
Yo: No, tengo que llamar a casa, báñate tú.
Fui y le besé la boca y entró a ducharse.
Intenté llamar a casa pero no contestaba nadie, decidí mandar un mensaje a mi familia para confirmar que todo iba bien.
Aproveché para revisar algunas cosas de la Universidad, tareas, pendientes, etc.
Por unos días me había olvidado que tenía una vida más allá de Javier.
Sentía que tenía una vida completa con Javier, Gustavo, Ray, Juan y los demás, pero no.
Tan solo eran unos cuantos días.
Javier salió del baño en bóxer, casi al mismo tiempo que entraba Ray a la cabaña junto con Pepe (compañero del campus, no es importante, no se aprendan este nombre jaja).
Ray: Todavía no están listos? La lunada empieza a las 8 y es la hora en que servirán la cena.
Apúrense.
Javier el Profe.
Martínez te está buscando, necesita que vayas urgente a hablar con él.
Javier: Todo bien?
Ray: Creo que es algo de la lunada, no sé.
Apúrate a ponerte esos pantalones guapa y vámonos.
Javier volteó a verme como pidiendo aprobación.
Yo: Apresúrate amigo, puede ser que te necesiten para algo importante, yo me baño en cosa de nada y estoy ahí con ustedes.
Javier puso la cara que pone cuando le digo “amigo”.
Yo sé que le molesta mucho, pero hay que disimular frente a la gente.
Javier se apuró a cambiarse y yo aproveché y me metí a bañar.
Yo alcanzaba a escuchar risas y plática entre todos y de momento ya no más ruido.
Supuse que se habían ido todos.
De pronto empiezo a escuchar ruido nuevamente, pero solo de cosas que mueven, pasos y como cerraron la puerta del pequeño closet que había ahí.
Supuse que Javier o Gustavo habían olvidado algo y habían vuelto por él.
Cuando de pronto escucho que la puerta del baño se empieza a abrir.
Yo: Está ocupado
Juan: ¿Puedo pasar?
Yo: No Juan, me estoy bañando no entres por favor.
Juan: Tengo que ducharme y que mejor que aquí contigo y terminamos lo de hace rato.
Yo: Juan recuerda que te conté que estoy saliendo con alguien.
Juan: Si, pero esa persona no está en este viaje, así es que si tu no dices nada, yo tampoco diré nada.
Yo: Juan, esa persona si está en este viaje.
Juan se detuvo de golpe.
La noticia le cayó como cubetazo de agua fría.
¿Quién podría ser? Si en el viaje solo Juan sabía de él mismo, de Gustavo y de mí.
Juan: Espera un momento, no me digas que tu pareja es…
Yo: No empieces a sacar deducciones equivocadas.
Te pido que salgas y platicamos al rato de todo esto por favor.
Juan no lo pensó dos veces y salió de inmediato del baño, yo me apresuré a ducharme y para cuando salí del baño, la cabaña estaba sola nuevamente, pero las cosas de Juan seguían ahí, supuse que se había arreglado y se había ido.
Yo me apuré mucho en arreglarme para ir a la lunada.
Yo llevaba entre mis cosas una camisa pegada blanca de manga corta que me compré para salir de fiesta pero que en la presa no había podido usar por el frio que hacía.
Así es que decidí llevármela a la cascada.
La verdad es que me veía muy bien, me peiné muy bien, me puse el pantalón de mezclilla pegado que traía ahí y me estrené una loción que me encanta que es la del agua de Giovanni jaja, pues esa misma.
Me sentía muy atractivo esa noche.
Yo no sé qué iba a pensar Javier cuando me viera, o Juan, o Gustavo.
Decidí verlo por mi propia cuenta y partí a la lunada.
Ya cuando salí de la cabaña la luna brillaba en el cielo en todo su esplendor, eran las 8 pm en punto.
Caminé unos 3 minutos hasta la pequeña luneta que habían arreglado con mesas y sillas para la cena al lado de la cascada, se escuchaba el ruido impresionante de la cascada cayendo sobre el lago que se formaba por el agua.
Llegué al lugar y solo estaba iluminado por una fogata inmensa en medio de la luneta y unas pequeñas lámparas que daban una sensación cálida y romántica en el lugar.
Es más si no hubiera tantas personas podría jurar que aquello era el escenario perfecto para una cita romántica entre dos personas.
Caminé directo hacia donde estaba sentado Javier, estaba en esa misma mesa Ray, Pepe, Gustavo y Tony.
En la mesa de enseguida estaba Juan con otras 6 personas.
Supuse que Juan y Gustavo no se iban a sentar donde mismo.
Al llegar fue inevitable observar que Javier me miraba fijamente con una sonrisa de oreja a oreja.
Era un hecho a Javier le encantaba como veía.
Pero también noté que Gustavo no me perdía de vista y Juan clavó su mirada en mí, de igual forma sonreía.
Eso más que emocionarme me tenía muy incómodo.
Llegué hasta la mesa, saludé a todos, lancé una mirada rápida hacia Javier y me senté junto con Tony.
Estuvimos platicando cosas muy breves cuando el maestro se puso de pie y empezó a hablar.
Agradeció a todos por nuestro comportamiento, nos felicitó, dijo que éramos muy buen grupo y que ese era ya casi el fin de nuestro viaje que debíamos ya de despedirnos de esta aventura y les pidió a todos un aplauso.
Después de eso el Maestro le dio la palabra a Javier.
El antes de pararse me dio una patadita por debajo de la mesa.
Supuse que para eso lo buscaba el maestro.
Javier: Gracias Maestro por esas palabras.
La verdad es que la pasamos muy bien.
Nos hemos divertido mucho y aprendido bastante.
Yo en especial estoy agradecido porque este viaje me ha cambiado la vida, no voy explicar cuanto, ni en qué sentido, pero lo ha hecho, he encontrado personas increíbles acá.
He reafirmado la amistad de muchos que ya tenía y he empezado una con otros donde no existía.
Estoy muy contento de haber venido y de lo que he vivido.
Gracias a Carlos por hacer este viaje tan especial.
*se me paró el corazón*.
A Gustavo, Ray, Juan, Pepe y a todos.
¡Vamos a divertirnos esta noche!
Todos aplaudieron y gritaron.
Creo que nadie notó esa mención especial hacia mí.
No pude evitar sonreír de oreja a oreja y ponerme colorado de la pena.
Solo agaché la mirada, viendo hacia el suelo, cuando Javier se sentó.
Vi como salían las chicas de la cocina con los platos de comida y todo el festín de esa noche.
Sentía la mirada fija de Javier, pero yo era incapaz de subir la cara hacia él.
Llegaron los platos a la mesa y empezamos a comer, fue entonces que volteé a ver a Javier y el solo me sonreía y me sobaba mi pierna con su pie.
Yo hice como si nada pasar y seguí comiendo.
En las mesas se oían risas, cantos, gritos, aplausos.
Mi mesa no era la excepción Ray era muy divertido y súper gritón.
Él tenía en sí mismo una fiesta.
Ni Javier, ni yo hablábamos, solo nos reíamos con lo que Ray y Pepe nos contaban.
Nos decían que habían invitado a un grupo de chicas y chicos de unas cabañas más alejadas a la fiesta que estaban por armar.
Nosotros solo reíamos.
Yo lo único que quería era trepar por la mesa, destrozar esa ropa de Javier y hacerlo mío para siempre.
No sé si esa noche iba a haber algo de acción, pero mi imaginación forma la escena en ella.
Terminamos de cenar se llevaron los platos y todo y nos pidieron que moviéramos las mesas a la orilla de la luneta y nos sentamos todos alrededor de la fogata que ya había apaciguado sus llamas un poco.
Era el escenario perfecto todos se reían, platicaban cosas, yo por supuesto me senté a un lado de Javier y del otro lado tenía a Ray, Gustavo enseguida de Ray y Juan me quedaba casi de frente al círculo detrás de las llamas.
La luna en todo su esplendor, el cielo bañado de estrellas y una sensación fría.
El clima todo el día había estado agradable pero por la noche se sentía frio.
Además de la brisa de agua que caía por la cascada.
Me daban ganas de arrojarme a los brazos de mi hombre y besarlo por toda la noche, así abrazaditos.
Pero eso era imposible o al menos delante de todos.
Salió la señora de la cocina con una guitarra y se la dio al Maestro, el toco dos o tres canciones y todos cantábamos junto a él, seguíamos riéndonos y divirtiéndonos un rato.
El Maestro decidió pasar la guitarra a alguien más y la verdad puedo presumir de tener una voz muy buena para cantar y de tocar la guitarra, un talento que nadie del campus sabía, menos Javier.
Era mi talento escondido.
Me la pasaron y Javier se quedó viendo con ojos de sorpresa.
Se hizo más hacia atrás para que no lo golpear con la guitarra y se recargó un poco a Pepe como para quedar casi de frente a mí.
Tomé la guitarra y todos los ojos de mis compañeros se posicionaron en mí.
Eso me hizo sentir un poco incómodo y más la mirada profunda de mi Javier y por supuesto de Juan que tenía sentado de frente y que me veía y sonreía casi como Javier.
Eso no me gustaba del todo, pero yo me había ganado eso por seguirle su juego.
No sabía que canción cantar, pensé rapidísimo una canción y solo se me ocurrió cantar una canción que significaba mucho para mí se llama “Lucky” de Jason Mraz, pero la canté en la versión en español.
Con una letra que dice “Suerte que despierto junto a ti, suerte que sentí lo que sentí, suerte que regresas para mí”.
De momentos veía a Javier directamente, otras veces a todos.
Trataba de ignorar a Juan y a Gustavo por supuesto.
Terminé de cantar y la verdad todos me aplaudieron mucho y me pidieron otra pero esa canción causó mucho impacto en Javier, supongo por la letra.
Terminé de cantar tres o cuatro canciones no recuerdo y pasé la guitarra de nuevo al Maestro y el a su vez a otro chico.
Javier se acerca y me dice al oído:
Javier: Carlitos no sabía que cantabas tan bien.
Gracias por esa canción.
Yo solo le sonreí que Juan y Gustavo no nos quitaban la mirada de encima.
La noche pasó y aparecieron las chicas de las cabañas y otros chicos, me pareció ver a un rubio chaparrito que andaba por ahí con unos pants que le resaltaban sus nalgas como un dios y tenía muy buen físico.
Se sentó con sus amigos por ahí.
Se empezaron a formar las bolitas de amigos y no duraron mucho más de media hora, algunos se iban ya a dormir, otros se iban a armar la fiesta en sus cabañas.
Yo le dije a Javier que también quería ir a la cabaña, que no tenía muchas ganas de fiesta, que si él quería se fuera con Ray y los demás.
Javier: yo solo quiero comerte a besos, no me importa nada más.
Yo: contrólate Javiercito que te pueden oír.
Javier: Nadie puede oírme están todos muy ocupados.
Vámonos a la cabaña, al final Gustavo sabe de nosotros.
Accedí gustoso de irme a la cabaña, casi nos fuimos corriendo.
Nos urgía estar solos.
Esta vez Javier no podía rentar una cabaña aparte.
El lugar estaba lleno y podíamos levantar sospechas.
Llegamos a la cabaña y Javier cerró la puerta con mi cuerpo.
Me estrelló contra ella y me besó con tanta pasión que sentí que me absorbía la vida.
Javier me besaba todo, me tocaba y yo no me quedaba atrás.
Quería arrancarle la ropa pero traté de contenerme.
Le sobaba las nalgas y las apretaba, que deliciosas nalgas tenía mi hombre.
El me besaba, me sujetaba de las nalgas, del pene, del pecho, de la cara, de todo.
Me empujó hasta la cama y me seguía besando.
Se acostó sobre mí y los besos no paraban.
Pensé que me quería sacar el alma a besos y yo era feliz en sus brazos.
De pronto se escucharon risas y tocaron a la puerta fuertemente.
Nos separamos de un brinco y cada quien se acomodó la ropa.
Javier corrió al baño y se metió y yo me paré y abrí la puerta.
Era Gustavo.
Por lo menos tuvo la decencia de tocar la puerta, yo no le dije nada más y me quité de la puerta para el que pasara detrás de él Ray y Pepe.
Ray: ¿y Javier dónde está?
Yo: En el baño.
¿Qué pasa?
Pepe: Venimos por ustedes para ir a la fiesta en le cabaña 24.
Es la más grande de todas y ya invitamos a la gente del otro campamento.
Yo: La verdad yo no tengo muchas ganas de ir, tengo algo de frio y ando cansado.
No se Javier, ya que salga pregúntenle.
Ray: Vamos mi Charly no te quedes acá solo, la fiesta se va a poner buena.
No quería verme demasiado evidente que no quería ir a la fiesta ya que seguramente Javier diría lo mismo y en ese momento levantaríamos sospechas.
Yo: Si Javier y Juan van yo voy.
Javier: ¿Vamos a dónde?
Javier iba saliendo del baño secándose las manos.
Espero haya escuchado todo y cancele la ida a la fiesta esa aburrida.
Ray: Mi hermano! Estamos organizando una fiesta en la cabaña 24 e invitamos a las chicas del otro campamento, tienes que ir, eres nuestro orgullo.
Javier: jajaja cual orgullo ni que nada.
La verdad es que no me siento bien yo me voy a quedar a dormir.
Ray: Uy no que aguados me salieron ustedes, no lo creo de ustedes.
Pero bueno, no vamos a rogarles mucho.
Vámonos Pepe!
Pepe: Vienes Gustavo?
Gustavo: Yo ahorita los alcanzo, voy a cambiarme de playera nada más.
Ray: Te esperamos allá.
Javier me volteó a ver y me señaló con la mirada.
Javier: Gustavo no nos incomoda que te quedes, si no quieres ir a la fiesta, puedes estar acá.
Gustavo: La verdad es que no me siento nada bien, ya sabes.
Quisiera quedarme a dormir mejor, espero no molestar demasiado.
Gustavo se estaba apartando de nuestra relación, la respetaba.
Yo creo que no iba a representar una amenaza para mí de ninguna manera.
Me conmovió un poco.
Yo: Javier puedes traer los vasos que están en el baño? Y tu Gustavo puedes venir a sentarte en la cama?
Ambos acataron mis órdenes.
Creo que yo me había apropiado del rol de líder a partir de este viaje.
Mientras aproveché y saqué de mi mochila la botella de tequila.
Javier: aaaaaaaaaaah pillo.
No sabía que tenías eso aquí.
Yo: Pues era una sorpresa, pensé que iba a regresarme con ella, pero que mejor que aprovecharla y limas asperezas totalmente.
Gustavo sonrió levemente.
Nos sentamos a platicar, nos servimos tequila y estuvimos riéndonos de anécdotas de la universidad, no mencionamos NADA de lo acontecido en el viaje.
Gustavo no hablaba mucho, pero se reía de las historias que contaba Javier.
Gustavo se me quedaba viendo mucho, como que sentía culpa contra mí, no sé.
Su mirada se quedaba más tiempo en el vaso, luego en mí y así toda la noche.
Había pasado como una hora, cuando tocan a la puerta y era Juan que llegaba a la cabaña.
Pregunto que si podía entrar y Javier contestó que sí.
Yo la verdad que para ese momento ya sentía un poco el efecto del alcohol, pero aun no me sentía borracho.
A quien si veía mucho más borracho era a Javier y Gustavo, yo creo igual que yo.
Juan entro y pidió quedarse a tomar un poco con nosotros, Javier le dijo que si, Gustavo no decía nada, ni volteaba a ver a Juan.
Había una tensión grande en la cabaña.
Yo decidí sacar temas que no tuvieran que ver con el viaje y nada que pusiera tenso esto.
Trataba de enrolar a Juan y Gustavo, para que no se sintieran incómodo.
Pero creo que al final el incómodo era yo, sentía la mirada de Gustavo, ahora la de Juan sobre mí, con una pequeña sonrisilla y por supuesto la mirada de mi hombre que me volvía loco.
Tenía intención de salirme a fumar algo para romper ese momento incómodo para mí.
Avisé que iba a salir a fumar y Gustavo me sugirió que no saliera, que fumara ahí en la cabaña que a nadie le molestaba.
Todos asintieron y me pidieron uno y tuve que quedarme a seguir en medio de todo esto.
Seguimos platicando como una hora más, la botella de tequila se estaba evaporando mágicamente y yo ya me sentía bastante mareado, Juan estaba ya muy alegre, Gustavo tenía otra cosa, ya con alcohol encima, tenía una sonrisa en su cara y platicaba ya libremente y mi hombre estaba muy alcoholizado con su cara de felicidad y me estaba tocando mi mano con sus dedos de manera disimulada para que no se diera cuenta nadie.
Cuando menos lo pensé estábamos los 4 sentados en la cama muy cerca uno de otros yo Javier a un lado, después Gustavo y finalmente Juan que estaba pegando conmigo del otro lado.
Voy a confesarlo, esto se me ocurrió desde antes de venir a la cascada, el solo hecho de que pudiéramos tener un trio con alguien más o dos parejas teniendo sexo o una orgía me llenaba la cabeza de morbo.
Yo no sabía cómo iba a pasar algo de esto, pero afortunadamente las circunstancias acomodaron todo.
Hoy estamos una pareja de “novios” y dos personas más que ya habían tenido sexo entre ellos.
Además con los dos yo había tenido por lo menos un roce sexual.
Estos 3 hombres ya habían sentido mi pene de una forma u otra.
Hasta ese momento no me había dado cuenta de lo afortunado que yo era.
Entonces empezó lo que suelo llamar “desvergue”.
Yo: Vamos a jugar a algo para no tomar alcohol solo por tomar.
Vamos a jugar “yo nunca, nunca”
Javier: Que es eso?
Yo: Se hace una sugerencia al aire, quien la tenga afirmativa le da un trago a su bebida, quien no, no.
Vi sus caras de no entender y les explique con ejemplo.
Yo: Por ejemplo: “yo nunca, nunca me he besado con alguien menor de edad”.
Si si lo has hecho le tomas a tu bebida, si no lo has hecho no le tomas.
Juan: Perfecto, ya entendí.
Me gusta, me gusta.
Yo: Ok bien, empiezo yo.
Yo nunca, nunca me he enamorado en un viaje.
Si yo lo sé, me fui duro y a la cabeza, pero ya quería presionar esto un poco.
Le tomamos Javier, Juan y yo.
Solo Gustavo no, supongo porque él se enamoró de Javier antes y no en un viaje como tal.
Yo: Sigues Juan.
Juan: Bien, yo nunca, nunca, emmmmm me he puesto borracho y he hecho cosas que me arrepiento.
Todos tomamos.
Gustavo: Voy yo.
Yo nunca, nunca me he enamorado de un amigo o amiga.
Todos tomamos.
Javier: Sigo yo cabrones.
Yo nunca, nunca me he besado con un hombre.
¡PUM! Javier la soltó.
Todos sabíamos que todos habíamos besado a un hombre, no podíamos ocultarlo.
Todos tomamos.
Yo: Me toca, yo nunca, nunca… me he enamorado de alguien… que esté en esta habitación.
¡Ahora si me volé la barda! Javier, Gustavo y yo tomamos.
Juan no lo hizo, supongo que no siente amor por ninguno, solo pasión.
Y Gustavo, pues yo sé que ama a Javier, ni hablar.
Siguió Juan.
Él se quedaba viendo raro con la confesión anterior a mí y a Javier.
Así es que aventó la bomba final.
Juan: Yo nunca, nunca me he enamorado de Javier.
Sentí que me bajaba la sangre a los pies, voltee hacia Javier.
Javier: Tómale Carlitos.
El mismo me empujó el vaso, no lo podía creer.
Javier ya no le importaba ocultarlo ante Juan.
Gustavo también tomó.
Juan solo se rio y aplaudió un poco porque había descubierto que Javier y yo éramos pareja y además que Gustavo era gay también y que además estaba enamorado de Javier.
Bastantes confesiones en esa noche.
El asunto se ponía tenso.
Gustavo: Bueno creo que nos estamos delatando todos aquí, sigo yo.
Yo nunca, nunca he tenido sexo con un hombre de esta habitación.
Eso era bien sabido, lo de Juan y Gustavo, mas ellos no sabían si Javier y yo ya habíamos tenido algo que ver.
Todos tomamos.
Javier: Se pone bueno esto.
Yo también tengo un juego.
Pero después de este nunca, nunca.
Mmmm, yo nunca, nunca tendría sexo con Carlos.
Todos tomaron excepto yo.
Eso me impactó, de Javier pues no me sorprendía, ya hemos tenido sexo muchas veces.
Juan, pues las insinuaciones eran visibles pero de Gustavo, no lo podía creer, creí que me odiaba o algo parecido.
Yo me reí un poco más apenado que cualquier cosa.
Javier: Bueno vamos a jugar otra cosa.
Verdad o reto.
Eso creo sabemos jugar todos.
Vamos a empezar.
A ver Juan, ¿verdad o reto?
Juan: Verdad.
Javier: ¿Con cuántos hombres has tenido relaciones?
Javier andaba con todo esa noche.
Creo que el exceso de alcohol hizo efecto muy rápido en él.
Juan: Solo 1.
Javier: Muy bien, vas tú.
Juan: Verdad o reto Javier.
Javier: Reto
Juan: Besa a Gustavo.
Javier: No, eso no.
__Javier me volteó a ver a mí como pidiendo mi aprobación.
Yo: Si bésalo, elegiste reto, te tienes que aguantar.
Juan: Pero tienen que durar 10 segundos, si no no cuenta.
Javier se acercó a Gustavo, él se oponía al principio, pero Gustavo estaba tan ilusionado que la idea lo convenció.
Javier lo tomó de la cara y lo comenzó a besar.
Esa escena aunque me mataba de celos, debo admitir que era muy sensual, viendo a esos dos pedazos de hombre besándose, era lo más sensual que yo había visto en todo el día.
Duraron diez segundo y me tocó ver el pene de Gustavo, aquello era un mástil a tope.
Me levanté y puse seguro a la puerta.
Cerré las cortinas de la cabaña.
Fui por una toalla y la puse en la parte de debajo de la puerta, donde quedaba separada del suelo.
Puse una silla atrancada a la puerta, para que cualquiera que por error llegara esa noche no se diera cuenta de nada y no pudiera pasar.
Sobre todo Ray.
Los otros solo me miraban.
Javier: Creo que voy yo de nueva cuenta.
Carlos, verdad o reto?
Yo: mmm, verdad.
Javier: ¿Estás enamorado de mí?
Esa pregunta me congeló el cerebro.
Fuera cual fuera la respuesta iba a tener una consecuencia alta.
Todos se sorprendieron de la pregunta y la respuesta evidentemente iba a ser igual de fuerte.
Yo: Si, la verdad es que sí.
Javier se emocionó y se abalanzó sobre mí y me besó directamente en los labios.
Yo me puse rojo de la pena, pero a él le valió que estuvieran ahí ellos.
Nos separamos.
Yo: Creo que voy yo.
Gustavo ¿verdad o reto?
Gustavo: Verdad, no mejor reto.
Ni creas que te voy a poner a besar a mi hombre perra.
Yo: Bueno, reto.
Tienes que besar a Juan por 15 segundos.
Gustavo: No eso no, mejor verdad.
Yo: Lo siento, todos hemos hecho lo que nos han dicho.
Tienes que hacerlo.
Gustavo se volteó a ver a Juan.
Ellos no se habían dedicado ni siquiera una mirada en toda la noche, menos habían platicado ni nada después de lo que pasó entre ellos.
Juan lo miró, lo sujetó de la cabeza y lo jaló hacia él, sin tiempo para pensar.
Se besaron.
Era un momento muy tierno, se besaban lentamente, sin presunciones, sin mucha lengua, ni exceso de pasión.
Juan lo tomó de la cintura y Gustavo lo sujetó de la nuca.
El beso se fue más de 15 segundos, yo creo que un minuto o algo así.
Mientras aproveché y yo besé a mi hombre.
Lo jalé del brazo hacia mí y le di un beso increíble.
Javier besaba de una manera majestuosa.
Sus labios eran tan suaves y su lengua tan fugaz que me robaba el aliento en cada beso.
Ese momento tan sensual entre los cuatro detonó la tremenda noche que nos esperaba.
Agárrense porque ahora si viene lo bueno del relato.
Estábamos cada quien con su cada cual besándonos sentados en la cama.
De pronto Javier se levanta y se sienta sobre mi pene quedando frente a frente y seguíamos besándonos.
Esa escena era tan sensual.
Yo nunca había hecho nada enfrente de nadie más y tener a otra pareja en la misma situación que tú, me ponía muchas más extasiado.
Yo veía de reojo a Juan y a Gustavo y ellos ya se metían mano por todos lados.
Gustavo se quitó la playera y se la quitó a Juan.
Esto iba mejor de lo que yo mismo planee.
Detuve tantito a Javier que me besaba como loco y le pedí que mirara a Juan y Gustavo, el solo sonrió y me dijo al oído.
Javier: Por fin nos van a dejar en paz.
Yo: Después de esta noche.
Nos seguimos besando sin parar Javier y yo.
Nos quitamos la playera.
Esa habitación parecía cuaderno de matemáticas lleno de cuadros por todos lados (abdominales), Javier, Gustavo, Juan.
Menos yo, que aún no tengo pero bueno.
Así me quieren verdad.
Javier aún sentado sobre mi le sujetaba de las nalgas, las manoseaba, amasaba, esos dos montes enormes fueron, eran y serán siempre míos.
Esos labios suaves, ese abdomen perfecto con esos pectorales firmes y la mirada sensual de Javier, todo era para mí.
Para nadie más.
Nos besamos como por 10 minutos y para cuando nos dimos cuenta, Juan y Gustavo estaban acostados uno arriba de otro besándose en la cama, tocándose todo lo que podían.
Javier estaba llevado por la pasión y por el alcohol que corría por nuestras venas.
Se levantó encima de mí.
Me empezó a quitar el pantalón que llevaba junto con mi bóxer dejando de fuera mi pene que ya se encontraba de pie para recibir a su dueño.
Javier se me dejó ir como un loco y empezó a mamar como un desquiciado, me hacía querer arrancarle el cabello a jalones.
Era una sensación increíble no solo por el hecho de que me estuviera haciendo el oral más espectacular del mundo sino porque Gustavo y Juan estaban viendo lo que estaba pasando.
Ellos dejaron de besarse un poco y empezaron a observar el espectáculo, eso me puso a full.
Javier era ya un máster en lo que hacía y Juan y Gustavo estaban siendo testigos de sus habilidades.
Gustavo siguió el ejemplo de Javier y decidió desprender de su pantalón a Juan, quien gustoso ayudó a quitárselo.
De pronto estábamos en la cama recostados los 4 y desnudos totalmente 3 de nosotros.
Solo Javier aún conservaba su pantalón.
Gustavo empezó a hacerle un oral a Juan quien se sujetaba fuertemente del colchón, supongo que lo estaba disfrutando enormemente.
Yo alcanzaba a ver las nalgas de Gustavo, que bonitas nalgas tenía, lo repito, JAMÁS como las de Javier, pero eran muy antojables.
Quería parar y cogérmelo a él también, pero yo tenía a mi Javier ahí que para mí era más que suficiente.
Estábamos Juan y yo recibiendo unas buenas mamadas cuando siento que me toman la mano.
Abro los ojos y veo a Juan que me está tomando de la mano y observándome de manera perversa.
Creo que Juan quería terminar lo que empezamos en la cascada.
No me importó la excitación y la situación me orillaron a hacerlo.
Jalé la cabeza de Juan hacia la dirección de mi pene donde se encontraba Javier engulléndolo.
Volteó a ver a Juan quien se acercaba y le abrió campo.
Mi hermoso Javier estaba permitiendo que alguien más tocara el pene de su hombre.
Ese Javier me enorgullecía, era compartido con los demás.
Yo creo que mucho fue el alcohol en sus venas.
(No por nada me llevé ese tequila al viaje amigos).
Juan empezó a chupar la cabeza de mi pene mientras Javier se dedicaba a la base y los testículos.
Yo iba a reventar del puro placer de estar viendo y sintiendo esto.
Jamás había yo estado en una situación igual.
Gustavo se dio cuenta y de manera imprevista dejó el pene de Juan y se dirigió al mío.
No podía ser esto posible.
Tres hombres y un pene.
Esto era demasiado para mí.
Huevos, base y cabeza.
Eran las 3 partes que se intercambiaban unos y otros.
A veces uno se dedicaba a los pezones y otro a la boca.
Así me tenían con los huevos adoloridos de tanto placer y yo no quería explotar.
No quería que la noche se acabara así, digo, me podía recuperar pero para cuando eso pasara no quería que el lívido del momento se fuera.
Juan me empezó a besar mientras yo le tocaba con la mano izquierda sus nalgas y jugaba con mi dedo en la entrada de su ano.
Que bonitas nalgas tenían los tres.
Con mi mano derecha sujetaba las nalgas de mi Javier precioso.
Pero yo quería tocar el culo de Gustavo, era el único que no había tenido entre mis manos como se debe.
Alguna vez lo toqué mientras el dormía.
Pero nada que ver como los dos culos de estos otros.
Le pedí a Juan que cambiara posiciones.
Yo estaba sentado-acostado en medio de la cama Javier acostado boca abajo hacia mi derecha, Juan estaba ahora en el centro, enfocado a mis testículos y Gustavo del lado izquierdo.
Me moría de ganas de tocarle esas nalgas a Gustavo y así lo hice, se las estruje, lo nalgueaba, le pasaba mi dedo por la entrada de su ano, se lo introduje un poco con saliva para ir abriendo camino para el rato que se viniera lo bueno.
Gustavo solo ponía los ojos en blanco y escucha quejidos leves provenientes de él.
Javier mientras tanto estaba enfocado en mis pezones y yo en su culo, mi dedo entraba y salía de su ano.
El camino lo conocía perfecto pero no me importaba, nunca me iba a enfadar de él.
Estaba extasiado de placer.
Era la cosa más perfecta que yo había vivido.
De un momento a otro yo ya tenía mis dos dedos metidos en los culos de los dos mientras ellos lamían cada uno de mis pezones y Juan se dedicaba completamente a mi pene.
Éramos como piezas de legos que encajaban perfecto.
Era momento de pasar a la siguiente etapa.
Pero mi dilema era ahora.
¿A quién me voy a coger? De pronto me vi abrumado entre tanto hombre guapo.
Era como un buffete de comida, que no sabes por dónde empezar porque todo te gusta.
Entonces tomé las riendas de la situación, los separé un poco de mí y le pedí a Javier que se recostara de frente en la misma posición donde estaba yo, pero acostado totalmente.
Le dije a Juan que se montara sobre el haciendo un 69, le pedí a Javier que fuera preparando el ano de Juan, pues él nunca había sido penetrado por nadie.
Juan se puso frente a Javier y mientras Javier le pasaba su lengua por todas esas ricas nalgas, Juan le hacía una mamada a Javier que yo no me había atrevido a hacer.
Mientras puse a Gustavo en cuatro mientras le besaba esas ricas nalgas.
Gustavo iba a ser mi primera víctima.
Yo le tenía muchas ganas desde hace mucho tiempo, por fin se podía dar esta situación.
Le pasaba mi lengua por todo su hoyito y Gustavo suspiraba de placer.
Le mordía levemente sus nalguitas y le masajeaba sus pezones, creo que Gustavo estaba extasiado igual que yo.
Mi pene no podía más, tenía que introducirlo.
Arquee un poco su espalda para que quedara más expuesto su culo y acomodé mi pene en ese hoyito que pedía ser invadido por mí.
Lo empecé a introducir y Gustavo se quejaba, pero no estoy seguro si de placer o de dolor, pero yo seguía y él no me pedía que parara.
Así es que continué.
Para cuando Gustavo tenía los ojos en blanco yo llevaba la mitad de mi pene dentro.
Lo trataba con delicadeza, lo metía poco a poco.
Trataba de acariciarle el pene mientras yo iba metiendo poco mis centímetros de carne.
Le jalaba la boca hacia mí y lo besaba.
Gustavo estaba disfrutando enormemente de la cogida que le estaba dando.
Ya tenía todo mi pene dentro y el disfrutaba enormemente, yo igual o más que él.
Mis huevos pegaban con sus nalgas, era un rebote perfecto.
El sonido que provocábamos era increíble.
El culo cerrado de Gustavo me oprimía el pene queriendo sacar todo lo que guardaban mis huevos, pero no podía venirme, aún tenía que cumplir con Javier y Juan.
Iba a ser una misión suicida esa.
Saqué poco a poco el pene de Gustavo mientras el pujaba de placer.
Habían pasado como 15 minutos de estarme cogiendo a Gustavo y decidí pasar al siguiente.
Le pedí a Juan que se recostara sobre la cama boca arriba, muy cerca de la orilla.
Le dije a Javier que aprovechara y descargara sus huevos con el culito de Gustavo.
Estaba dando permiso a mi hombre de que se cogiera a mi enemigo.
Pero no importaba, yo ya me lo había cogido también.
Javier se levantó de inmediato y empezó a introducir su pene en Gustavo, supongo que fue más fácil porque yo ya había dejado el camino recorrido, aun así vi que Gustavo disfrutaba enormemente.
Claro tenía a mi hombre entre sus nalgas y bueno admitamos que Javier tiene un pene bastante grande, incluso más que él mío.
Así es que, me daba gusto que Gustavo fuera quien lo recibiera.
Ahora yo me tenía que ocupar de Juan.
Era el que me preocupaba más, jamás había tenido sexo por el ano y temía lastimarlo.
Pero Javier había hecho un trabajo excelente, el ano de Juan estaba dilatado y perfecto para recibirme.
Lo acomodé en la orilla de la cama y empecé poco a poco a puntearlo con la cabeza del pene.
Escuché unos leves quejidos de Juan, pero no me importó y creo que a él tampoco, su cara era de emoción y excitación total.
El acostado me jalaba los pezones y yo le jalaba el pene para que fuera menos difícil el proceso de penetración.
Le intentaba meter la cabeza de mi pene y era muy difícil.
Me acerqué y le besé la boca, le lamía los pezones y le abría poco a poco sus nalgas con las manos mientras mi pene quería entrar, pude sentir como mi cabeza por fin fue entrando poco a poco, el culito de Juan estaba cediendo ante mi falo.
El empezó a quejarse un poco más fuerte.
Me puse lubricante que traía yo en la mochila, para que fuera más fácil.
Yo: Aguanta Juanito, tu querías que pasara esto, no? Ahora tienes que aguantarte como los hombrecitos.
Juan: Si Carlos, yo la aguanto toda o al menos lo voy a intentar, pero duele un chingo, no creía que tanto.
Yo: Tú relájate y disfrútalo.
El dolor también se disfruta.
Le hablaba yo al oído mientras estaba penetrándolo.
La cabeza por fin entró completa y escuché un “emmmmm” de Juan.
La parte más complicada ya había pasado.
Ahora era cuestión de disfrutar, empecé a empujar poco a poco mi pene y el gemía de gusto, me arañaba los brazos, por fin Juan lo estaba disfrutando en serio.
Yo era la persona que lo estaba desvirgando, que placer haber sido yo, y que placer estaba sintiendo en mi pene.
Sentía que me oprimía, que me succionaba hacia dentro de él.
Era increíble la sensación que yo tenía.
Podía sentir las par
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