De viaje por el mundo I
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Todavía me acuerdo de mi profesor de matemáticas en el instituto…
Sin embargo hay otro lado de la profesión que es gratamente aprovechable como veréis a continuación, pero antes de nada me gustaría presentarme. Mi nombre es Brad, más bien diría mi sobrenombre, puesto que desde que iba a la escuela me han llamado así.
Tengo 25 años, recién cumplidos –nuca me ha gustado cumplir años-, y me considero chileno, puesto que allí nací. Sin embargo, he vivido casi toda mi vida en España, donde mi padre tuvo que venirse por cuestiones de trabajo. Mi otra patria es Irlanda, de donde procede mi madre y país del que me he enamorado después de varias visitas y aventuras que os iré contando, si queréis, pero cada cosa a su debido tiempo.
Después de acabar la carrera me llevé una gran decepción, puesto que no encontraba trabajo, así que decidí seguir estudiando, a lo que mis padres, sin mucho apuro económico, no se negaron y me metí en un doctorado, esta vez en Granada, sin saber a ciencia cierta que ahora sí había acertado, o por lo menos eso parece. Siempre he sido un chico tímido y aunque mis facciones no son a lo Brad Pitt, puedo sentirme orgulloso de mi cuerpo (tengo que admitir que gano notablemente en pelotas), al que cuido con mucho esmero practicando tenis los fines de semana y madrugando muchos días para ir al gimnasio o salir a correr, y de los dones que la naturaleza me ha entregado.
Otro día seguiremos con la presentación, pasemos ahora a la acción. Mi relato se sitúa precisamente en Chile, en Santiago, para ser más exactos. Había estado allí en un curso y visitando a un compañero que a pesar de estar como un tren estaba muy bien casado y por sus comentarios deduje que no tenía nada que hacer, aunque no sería el primero al que hacía cambiar de opinión con mi tranca. Después de quince días a pan y agua, o mejor dicho, a mano e Internet, necesitaba un poquito de acción, así que me moría de ganas de volver a Madrid para frecuentar mis locales preferidos.
Mi amigo Damián me acompañó al aeropuerto y disculpándose por una visita que tenía pendiente desde hace tiempo me dejó en la cola de facturación. Llovía a raudales, por lo que me dijo que si había algún problema con el avión lo llamara y así se lo prometí. Pasé a la sala de embarque esperando a que nos llamaran y mientras tanto aproveché la conexión inalámbrica del aeropuerto para ver si podía quedar con alguno de mis contactos para lanzarme a comer algo sabroso en cuanto pisara tierra.
Estaba tan concentrado en una ardiente conversación virtual que no me había fijado en la gente que estaba a mi alrededor hasta que mi amigo electrónico tuvo que irse. Me había puesto tan caliente que mi verga estaba a punto de explotar en los pantalones e intenté disimular un poco con el abrigo. Entonces levanté la vista y allí estaban, los conocidos como “asistentes de vuelo”. Había unas cuatro chicas y dos chicos, los cuales valían su precio en oro. No sé cómo hace LAN sus entrevistas para los azafatos, pero desde luego que en este caso había acertado.
Dos tíos altos, más o menos de la misma estatura, con su traje bien puesto y hablando un poco alejados del resto de su equipo. Cual sería mi sorpresa cuando adiviné, por un gesto que se hicieron entre ellos, que estaban hablando de mí. Ambos empezaron a mirarme fijamente. Yo estaba tan caliente que, a pesar de que en otra situación me hubiera muerto de vergüenza, me quité el abrigo de mis piernas y me toqué el paquete fuertemente, a lo que ambos respondieron con una tierna sonrisa. Siempre había soñado con un folleteo en un avión, así que me moría de ganas de subir a bordo para saber que pasaría a continuación. Cual sería mi decepción al escuchar por megafonía que el vuelo con destino a Madrid había sido cancelado hasta el día siguiente por inclemencias del tiempo. ¡Tendría que esperar un día más para disfrutar de mi fantasía! Si es que al día siguiente seguían siendo los mismos tíos buenos. No podía más, me fui al baño a pajearme brutalmente para descargar aquella presión que tenía en los huevos.
Cuando salí me llevé una gran decepción al comprobar que el personal ya se había ido. Había una chica, se la veía realmente inexperta, intentando calmar a los pasajeros que trataban de escuchar a su alrededor, algo difícil si tenemos en cuenta que la chiquilla no levantaba la voz lo más mínimo. Ya me veía teniendo que llamar a Damián para que regresara a buscarme cuando nos dijeron que podríamos pasar la noche en un hotel al lado del aeropuerto, puesto que en cuanto despejara nos avisarían para poder regresar.
Con la maleta a cuestas llegué al hotel, tan desesperado por que alguien me la metiera, que intenté buscar a algún tipo desapercibido entre el servicio. Nada, todas tías o abuelotes. No es que no esté dispuesto a montármelo que una, no sería la primera vez (de hecho tengo novia), pero mi culo necesitaba otra cosa, así que con resignación me subí a la habitación deseando que hubiera conexión a Internet para seguir mis aventuras.
Estaba dándome una ducha para refrescar mis ánimos cuando alguien llamó a mi puerta. Era otra chica más del servicio, que con una voz estridente me preguntaba “-¿Va a bajar a cenar o prefiere que le suban algo a su habitación?” Opté por lo segundo tratando de que se fuera de mi puerta lo antes posible y al rato regresó con una bandeja cuyo contenido era bastante peor de lo que te suelen poner en los aviones.
Estaba tratando de comer algo cuando de repente oí a dos tíos que estaban hablando en la terraza. Me acerqué y cuál sería mi enorme sorpresa al ver a los dos azafatos en la terraza de la habitación de al lado. La medianía era transparente, así que se veía perfectamente. Uno de ellos estaba de codos sobre la barandilla enfocando hacia mi habitación con aquel pedazo de trasero, tan bueno que creo que se me empezó a caer la baba ¡¡¡Dios!!! Esta tenía que ser mi oportunidad, así que sin ningún tipo de preámbulo y con sólo el albornoz puesto abrí las cortinas y la puerta de cristal y salí al exterior estirándome como si acabara de despertarme de una pequeña siesta y mirando hacia el lado opuesto.
– ¡Hombre! ¡Hola! – oí detrás de mí.
¡Me habían reconocido!, mi mente empezó a trabajar a mil pero seguí sin darme la vuelta tratando de hacerme el interesante, aunque no era lo que más me apetecía en ese momento.
– ¡HOLA! – repitió alzando la voz y dando unos golpes al cristal que separaba ambas terrazas.
– ¿Sí? ¡Ah! ¡Hola! – dije dándome la vuelta y dando paso a unos instantes de intensas miradas en las que pude comprobar que seguían vestidos con sus uniformes, por lo que añadí, tratando de hacer conversación –Ya veo que habéis seguido trabajando.
– Reunión con los jefes, para ver cómo hacíamos con el vuelo.
A estas alturas lo que dijeran me daba lo mismo, tenía que hacer algo para poder pasar a su habitación y saltar por la terraza no era una opción muy aconsejable desde un quinto piso. Desde luego la sonrisa que me habían dado en el aeropuerto no dejaba lugar a dudas de lo que ellos querían. Así que si más presentaciones me lancé:
– ¿Me invitáis a una cerveza?
– Sólo si vienes tal cual, en albornoz –contestó el que había estado en silencio hasta entonces.
– Vuestros deseos son órdenes. Ahora mismo voy.
No sabía cómo esconder la erección que en ese momento ya empezaba a dejarse notar hasta fuera de la bata, así que no me quedó otra opción que ponerme uno de mis slip antes de pasar a vivir una gran noche.
Salí de mi habitación tratando de no hacer ruido. La puerta de su cuarto estaba entreabierta, así que no tuve que esperar a que me abrieran. Su cuarto era más amplio, con una cama de matrimonio y un sofá-cama supletorio que supuse era la excusa para que les dieran la misma habitación. Seguían en la terraza, así que no me lo pensé dos veces, necesitaba una polla en mi ojete y si al mismo tiempo tenía otra en la boca mejor que mejor. Los muy cabrones no me habían esperado, ya se estaban comiendo la boca. El chico más joven, rubio, era un poco feillo, pero tenía buen cuerpo, estaba de espaldas, mientras que el que yo deduje que era piloto estaba mirando hacia mí. Este sí que estaba bueno. Rondaría por los 40, pero se mantenía en forma y llevaba con elegancia las canas que empezaban a aparecer en su cabello oscuro. Tenía unas facciones realmente marcadas que te quitaban el sentido.
– ¿Qué hay con esa cerveza? – me hice notar.
– ¿Prefieres una o te gustan de dos en dos? – me soltó el piloto agarrándose su nabo con la mano y dejando entrever que poseía una porción de carne considerable.
No necesité más presentaciones para ponerme de rodillas y empezar una de mis fantasías más eróticas. Los tíos con uniforme me ponen a mil. No era mi primera vez con alguien así, pero desde luego que nunca lo había hecho con dos al mismo tiempo. Me acerqué primero al piloto para tratar de morder su rabo por encima del pantalón, mientras que con la mano derecha pajeaba a su compañero al mismo tiempo que ellos seguían fundidos en un morreo interminable. Poco a poco ambas vergas fueron aumentando su tamaño. Soy muy malo para calcular medidas a simple vista, pero desde luego que ninguna de las dos era pequeña, eso sí la del chaval rubio se veía bastante más gruesa. No podía esperar a tener aquel pedazo de carne ensartado en mi culito.
Empecé a bajar la cremallera del azafato para liberar a su pájaro, que se veía aprisionado en una jaula tan pequeña y cambiar así a mamársela mientras hacía lo propio con el piloto. Ellos se habían dejado de morrear para empezar a tocarme el pelo. Suelo llevar media melena y me encanta que me toquen la cabeza, especialmente cuando estoy comiendo una polla. Poco a poco fui metiéndome la primera en la boca y aunque tuve que hacer un esfuerzo considerable para que entrara entera, hasta ahora no ha habido polla que se me resista. Cuando ya había acabado de liberar la verga del piloto le dediqué una gran mamada empezando desde la base de su falo para ir lentamente subiendo hasta aquel glande que parecía un dulce esperando a ser devorado, lo que no dudé en hacer a continuación.
– Pasemos dentro – dijo el rubito cuando el agua, que parecía haber empezado a dejar de caer, empezó a cambiar de dirección y a meterse hacia la terraza.
Una desilusión para mí, puesto que esperaba que dos tíos se corrieran sobre mí al mismo tiempo. Antes de que hubieran cerrado la puerta el piloto me agarró por la espalda y me dio la vuelta y un empujón haciéndome caer de espaldas sobre la cama y sin tener tiempo para quejarme de la brusquedad –la verdad es que me gusta que un tío se comporte como tal de vez en cuando, sin pasarse-, ya se había agachado para empezar a separar el albornoz y lamerme mi verga por encima del slip, mientras el rubio se desnudaba.
– Manejas una buena tranca – dijo medio sorprendido. –No creí que hoy íbamos a cenar tan bien.
Mientras, su compañero ya había subido a la cama y tumbándose sobre mí me dejó su culo en pompa encima de mi cara mientras se peleaba con el piloto para sacarme los calzoncillos. Empecé a trabajarle el culo lentamente. Al igual que en su parte delantera, no había presencia de ningún tipo de cabello por allí, lo cual facilita considerablemente el trabajo. Empezó a hacer fuerza con las piernas y creía que se iba a correr de un momento a otro pero me di cuenta de únicamente lo hacía de placer.
Ambos se habían enzarzado en una pelea por comerme el nabo de la que el rubito salió victorioso. La verdad es que tampoco tenía tan buen cuerpo como parecía con la ropa puesta, pero a atractivo no había quien pudiera con él. El piloto aprovechó para deshacerse de su ropa y mostrar su cuerpo de adonis, con una tabla de abdominales que a pesar de que no tiene mucho que envidiar a la mía, nunca dejaré de admirar en cualquier tipo y tras quedarse totalmente en pelotas se volvió a arrodillar para dedicarse en cuerpo y alma a mi ojete. Lo que me empezó a hacer con su lengua nunca lo había hecho otro tipo, creí tocar las estrellas del placer que estaba sintiendo, a lo que se unía la magnífica comida de polla que me estaba practicando su compañero. Tuve que dejar de trabajar con mi boca para poder volver a concentrarme. Como era de esperar mi culo no tardó en relajarse y abrirse de par en par para aquel cuerpazo.
El rubito se giró sobre su polla para encajármela bien adentro y dejarme que levantara las piernas por encima de los hombros del piloto y me embistiera como si le fuera la vida en ello. Poco a poco su trozo de carne se fue haciendo hueco y empezó lentamente a jugar con su cadera haciéndome olvidar todos los días que había tenido que estar pajeándome, mientras yo me esmeraba en la mamada que le estaba propinando al rubito y que no tardaría en correrse, por lo que se levantó y se puso detrás del piloto para trabajarle el ojete a lo que éste contestó con una serie de gemidos que se debieron oír en todo el edificio y que acabaron con un chorro de leche inundándome las entrañas y sin dar tiempo para que se le bajara fue sustituido por el rubito y su pedazo de nabo que siguió la acometida del piloto hasta dejarme sin aliento.
Pensando que eso duraría toda la noche, me levante, cogí al piloto y le puse en la misma posición en la que yo estaba y mandé al rubito que se subiera en la cama, así mientras yo enculaba a aquel pedazo de cuerpo se la comía a él. Con las brutales embestidas no tardé en bombear todo mi líquido dentro del piloto y el rubito me deleitó con su dulce leche que me tragué sin dejar una gota. Acabamos los tres tumbados en la cama mirando hacia el techo.
Lo que yo pensaba que acababa de empezar acabó cuando sonó el teléfono para avisarnos que todo estaba listo y que el avión saldría en tres horas, así que tuvimos que despedirnos antes de lo debido. No obstante nos volveríamos a ver en a bordo.
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