De visita en el pueblo.
Relato anecdótico de una riquísima masturbación a raíz de lo que descubrí en el baño de la casa de mi prima, en un pueblo del Estado de Mexico..
Estábamos de visita en casa de mi prima Irene, en un pueblito del estado de México.
En esa época yo tenía 30 años, casado con una bella mujer, siempre he sido delgado, de piel apiñonada, creo que no feo, muy morboso.
Esa vez no me acompañó mi esposa por cuestiones de trabajo. Nos encontrábamos en la sala, el esposo de mi prima, otro primo de mi edad y un par de parientes más, platicando y bebiendo cerveza.
En aquella época, mi sobrino Javier, que tendría como 16 años, había estado acompañándonos un rato y luego se levantó y dijo que se iba a bañar.
El baño estaba construido junto a la cocina de la casa. Tenía puerta metálica tipo exterior. No estaba terminado. Era un solo cuarto en el que de un lado estaba el asiento y del otro estaba la regadera, pero no tenía azulejo. La paredes estaban aplanadas con cemento pulido, lo mismo que el piso. Del lado de la regadera, estaba colocada la jabonera de pared y en el piso se hallaba la coladera, alrededor de la cual, por la falta de loseta y por el uso constante, el agua había desgastado el cemento y se le habían hecho algunas cuarteadoras y pequeñas hendiduras, como si fueran agujeros para jugar canicas.
Al poco tiempo que Javier se retiró, yo me lo imaginaba bañándose, desde luego encuerado, quizá gozándose, acariciándose el cuerpo y dándose placer en la verga.
Cómo me hubiera gustado contemplarlo así. Su cuerpo adolescente firme, delgado, luciendo la peluca de su pitote, y éste levantado, bien tieso apuntando hacia arriba, con huevos apretados y llenos de leche.
Pero claro, poderlo ver era imposible. Seguí platicando y bebiendo un poco.
Al rato Javier regresó ya bañadito, cambiado, oliendo a limpio y se despidió porque iría a una fiesta con sus amigos.
Yo sentí ganas de ir al baño a orinar.
Entré al baño y cerré la puerta. Oriné en la taza y una vez que terminé, mi pensamiento regresó a Javier. El cuarto estaba mojado aún por el baño reciente. Me acerqué curioso al lado de la regadera y me puse en cuclillas junto a la coladera. En las hendiduras había aún agua blancuzca de jabón, pero en los agujeros para las canicas, descubrí algo más.
Había una especie de hebras blanquecinas atoradas que, por lo espeso, no se habían ido a la coladera.
No podía estar equivocado, tenía la experiencia suficiente para saber que aquello era semen.
Me excité de inmediato. Sentí cómo el carajo se me empezaba a parar. De modo que mis pensamientos no habían estado equivocados.
Claro. ¿Qué cabroncito de 16 años pierde la oportunidad de atenderse la verga estando encuerado?
Javier sí se había ordeñado mientras se bañaba. Había arrojado los mecos al piso y lo que estaba viendo era lo que había quedado sin irse a la coladera.
Tomé con mis dedos un poco de aquellas hebras espesas y pegajosas que se me quedaron en la punta de los dedos y olí.
Sí, aunque el jabón había adelgazado el joven semen, podía percibir el olor inequívoco y además conservaba algo de su textura y apariencia. Era la leche de Javier.
Me dieron ganas de comérmela, pero no lo hice porque estaba mezclada con el agua del baño y alojada en la hendidura del piso.
Pero me hice el propósito de dedicarle mi chaqueta de esa noche.
Durante el resto de la tarde continuamente mis pensamientos regresaban a Javier y en la entrepierna sentía cómo mi pito respondía.
Finalmente por la noche, llegó la hora de irse a dormir. Mi prima me dijo que me quedara en la recámara de sus hijos, no estaba ninguno de los 3, todos andaban en casa de sus parientes. Había dos literas y en una de ellas me asignó la cama de arriba.
-Es la de Javier.
Me dijo, y yo me alegré para mis adentros. Un rato después las luces de la casa estaban apagadas y todos durmiendo, menos yo.
Me había metido a la cama con playera y calzón. Bajo las cobijas empecé a manosearme, bajé un poco el resorte del calzón y me saqué la verga dura.
Estaba en la cama de mi sobrino, donde seguramente con mucha frecuencia, si no es que a diario, se ordeñaba antes de dormir.
Empecé a moverme el cuero de la verga, hacia arriba y hacia abajo, lentamente, imaginando las riquísimas chaquetas que Javier se hacía en esa misma cama. Pensando en cómo sería su verga, de pellejo moreno, cabeza violácea, huevos redondos. ¿De qué tamaño sería? ¿Sería derecha o curva? Tal vez estaba muy vergón, con una polla grande, oscura y curva como plátano.
Quizá se acariciaba los pezones pequeños y oscuros, lampiños, y también los muslos con algo de vello que se unía con el de su entrepierna. Sin duda se toqueteaba los huevos, que tendrían algunos pelitos y estarían bien llenos de leche.
¿En qué pensaría al estarse masturbando? Tal vez en alguna encuincla de su escuela. Quizá la pensaba encuerada, enseñando la pucha de labios morenos. ¿Sería que alguna vez espiara a alguna de sus compañeras en el baño escolar cuando entraba a orinar? ¿Habría tenido la fortuna de ver a una de ellas con el calzón abajo y hasta haciéndose una paja, frotando su pucha?
No creo que ya hubiera tenido la oportunidad de coger, pero seguro deseaba hacerlo cuanto antes con alguna de sus compañeras de clase. Si ya tenía novia tal vez pensaba en ella bien encuerada, dejándose hacerle lo que quisiera, poniéndola a mamar, cogiéndose su panocha adolescente, o mezclaba en su mente la imagen de ella con la de otras chamacas de la escuela también poseyéndolas con lujuria.
O qué tal si pensaba en sus papás cogiendo en la recámara de al lado. La casa no era demasiado grande y es muy probable que cuando mi prima cogía, el ruido se escuchara bien claro en el silencio de la noche. A lo mejor fue escuchando el rechinido del colchón de sus papás y los gemidos de su mamá como empezó a morbosear al aprender a masturbarse. Tal vez en su mente imaginaba a su mamá ensartada por su papá, disfrutando cada metida de verga. Los dos abrazados en la posición de misionero; mi prima con las piernas abiertas y su esposo Manuel moviendo las nalgas en medio de ella, haciéndola su puta hasta chorrearse dentro de ella.
O igual podía ser que pensara en su hermano David, un año menor, que dormía en la cama de abajo. Era posible que lo hubiera escuchado haciéndose su propia chaqueta algunas veces, y hasta pudo haber sentido el movimiento en la litera con los jalones de David. De ser así, no sería remoto que él mismo se hiciera la suya para acompañar en silencio a su hermano imaginándoselo cómo se la estaría haciendo.
¿Y cómo dormiría? ¿Se encueraba bien, o se metía a la cama en camiseta y calzón como estaba yo en ese momento?
Como sea, seguro que se daba gusto en la verga diariamente.
Con todos estos pensamientos yo disfrutaba cada jalada que me estaba dando. Me la estaba haciendo con la mano izquierda, llevaba un ritmo muy lento, pero firme, constante, rico. Ya llevaba un buen rato con todas esas ensoñaciones y no tardaba en terminar mi rica paja.
Sentí cómo empezaba a alcanzar la gloria, sin soltarme el pitote, bajo las cobijas levanté con la otra mano la playera y la acomodé como si fuera casa de campaña.
El orgasmo llegó. De los labios de mi verga brotaron los mocos en medio de exquisitos escalofríos. Como la chaqueta fue lenta, aventé como 6 u 8 escupidas abundantes. Los disparos calientes quedaron dentro de la casa de campaña formada con mi playera y así no mojaron las sábanas.
Lentamente fui deteniendo los jalones hasta parar. Con la mano me embarré en la cabeza los últimos mocos que le salieron y así me quedé un rato, gozando.
Luego me bajé bien la playera, me subí el calzón y me acomodé para dormir, sin dejar de pensar en mi sobrino.
como sigue?
Hola. Esa anécdota ahí termina. Tengo otras más duraderas que iré subiendo aquí. Gracias por comentar.
Buen relato… Como sigue?
Muy buen relato… me has excitación muchísimo.
Relata demasiado suposición