DEGENERE ROAD – Capítulo 2: Alejandro está enamorado.
Alejandro se pajea hablando con su amante mientras el padre discute con la hermana.
A varias calles de la casa de Iván, Alejandro estaba tirado en la cama, no podía dormir, no soportaba el calor. Su barriga era como un edredón en pleno verano y sus enormes pelotas colgaban por debajo de su polla ahora flácida. No se había limpiado la lefa de la última paja, “así estoy más fresquito” pensó.
Recordaba su encuentro con Izan. Le encantaba ese chico, un saquito de huesos coronados por un imponente cráneo afeitado con dos enormes ojos terriblemente tristes y profundos. Nada de pelo, nada de autoestima, solo vicio, vicio y un inútil pollón, desproporcionadamente grande, con fimosis si operar, que jamás usaba. Sólo quería que le dieran por culo, a pelo, decía que nunca una goma había visitado sus entrañas, pero que litros de lefa corrían por ella. Debía
estar contagiado de varias venéreas, pero nunca se hacía pruebas. Alejandro estaba preocupado por su amigo, no quería que le pasase nada malo, pero esa actitud de suicida vicioso era una de las cosas que más le atraían de Izan.
Cogió el móvil y le mandó un mensaje: ¿Estás despierto? Si quieres hablamos. Izan le respondió con el emoticono de un pulgar alzado. Alejandro instintivamente empezó a sobarse la polla.
Alejandro: Hola guapo, ¿estás solo?
Izan: Estoy en mi cuarto, acabo de llegar del parque.
Alejandro: Jeje no pierdes ocasión, te han preñado muchos.
Izan: Unos cuantos.
Alejandro: Me gustaría verte y descargarme yo también en tu culo.
Alejandro comenzó a restregarse el semen de su anterior paja robre la barriga y la polla que cada vez se hinchaba más.
Izan: Ya estoy en casa y mi padre está discutiendo con mi hermana.
Alejandro: ¿Otra vez?
Izan: Si, quiere presentarnos a ese novio casado que tiene, parece que le ha dejado la mujer, pero mi padre no quiere que sigan… ¡bah! Lo de siempre.
Alejandro: ¿Ha vuelto a pegarte?
Izan: Últimamente no, desde que no uso sus cuchillas pasa bastante de mí.
Alejandro: ¡Hombre! Por fin has dejado de usarlas, me alegro, podías contagiarle algo, igual ya lo has hecho.
Izan: La verdad es que las sigo usando, pero no se entera, paso de gastarme la poca pasta que tengo.
Alejandro: Jajaja qué hijo de puta eres.
Izan: Me da igual.
Cada frase de Izan hacía que la polla de Alejandro se pusiera cada vez más dura, ese pequeño kamikaze era capaz de volverle loco de placer sólo con su voz.
Alejandro: ¿Por qué no te vienes a vivir conmigo? Yo te dejo usar mis cuchillas jejeje.
Izan: Tu casa está muy lejos del parque.
Alejandro: Pero aquí no te pegaría nadie, ni tendrías que aguantar las voces de tu hermana, ¿Siguen discutiendo?
Izan: Mi padre no hace más que decir que ese hijo de puta no va a entrar en su casa y mi hermana le recrimina que discuta con ella sin pantalones.
Alejandro: ¿Tu padre está en pelotas?
Izan: En casa siempre va así, con calcetines y camiseta, nada más.
Alejandro: La verdad es que tu padre está bueno, os parecéis mucho.
Izan: Si en vez de pegarme me diera por culo igual se ganaba mi respeto.
La polla de Alejandro parecía que iba a reventar de un momento a otro. Tuvo que dejar de tocársela para centrarse en el asunto que tenía pendiente.
Alejandro: Oye he contactado con un par de chicos que pueden darnos un trabajo nuevo, parecen majos, y muy viciosos.
Izan: ¿Pero follan?
Alejandro: Jejeje solo piensas en pollas. La verdad es que el trabajo no es muy legal que digamos, pero es divertido. Viajan bastante. Tendríamos que dejarlo todo atrás.
Izan: Por mi encantado, todos me sudan la polla.
Alejandro quiso interpretar esa respuesta como si fuera un “contigo al fin del mundo”, sabía que no lo era, sabía que a Izan sólo le importaba follar, pero quería tenerle cerca.
Alejandro: Mañana te los llevo a casa.
Izan: Igual está mi padre.
Alejandro: Si está será más fácil que nos den el trabajo.
Izan: Vale, ya te diré.
Alejandro: Hablamos mañana pequeño, un bes…
Izan colgó antes de que Alejandro terminase la frase. Alejandro depositó lentamente el móvil sobre su pecho sudado, la polla aún no se le había bajado y sus enormes pelotas empezaban a dolerle. Un hilo de semen salía por el agujero de su rabo llegando hasta la barriga. Miró por la ventana, sus vecinos estaban despiertos también, sólo tenían que mirar hacia la casa de Alejandro e irremediablemente le verían ahí tirado, completamente desnudo y con la polla bien dura, cualquiera se hubiera levantado a cerrar las cortinas, pero Alejandro no lo hizo, no lo hacía nunca. Volvió a agarrarse la polla y sin soltársela se puso de pie, el móvil calló sobre la cama, se acercó a la ventana aún más, veía como sus vecinos pasaban de un lado al otro del salón. Alejandro aceleró el ritmo de sus manos, sudaba como un cerdo, empezó a gemir sin importarle una mierda que en el silencio de la noche cualquiera pudiese escucharle, cerró los ojos, si alguien miraba él no se daría cuenta, y por tanto no podría ocultarse rápidamente, pensó en Izan, en su culo preñado por cientos, miles de desconocidos, rebosando lefa, hasta que con un enorme gruñido final descargó todo su semen por la ventana abajo. Lentamente abrió los ojos, su vecino le estaba mirando desde la ventana de su casa, con los ojos exageradamente abiertos. Alejandro, sin ni siquiera inmutarse, se sacudió la polla y volvió a tirarse en la cama.
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