Dentro de mi
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Soy casado y secretamente bisexual. Siempre supe que era bisexual pero recién me animé a tener contacto con alguien de mi mismo sexo a los 34 años, hasta ese momento solo fantaseaba con tener contacto con un hombre y buscaba algún momento de soledad para poder masturbarme introduciéndome objetos en el ano.
Solía publicar avisos en páginas de bisexuales o gays pero nunca contestaba a las respuestas que recibía porque, generalmente, me respondían con mensajes groseros y chabacanos de supuestos super machos que ostentaban sobre sus dotes y de como me romperían el traste. Hasta que una vez recibí un mensaje bastante bien escrito, respetuoso con lo que yo pedía en el anuncio y me resultó inspirador.
Con lo cual le envié una respuesta en la que le decía que me había interesado su propuesta y que me gustaría iniciar una conversación vía mail para conocernos un poco antes de vernos en persona. Me respondió que le parecía buena idea y avanzamos en un cruce de correos donde hablabamos de nuestras experiencias y sobre la posibilidad de encontrarnos algún día. Finalmente, ya convencido de que me iba a encontrar con alguien que tenía las mismas inquietudes que yo le propuse conocernos. Coordinamos el día, la hora y el lugar y finalmente nos conocimos.
Gabriel era un tipo de contextura normal, masculino en su forma de hablar y actuar, y podría decir que me resultó físicamente agradable. Tomamos un café y charlamos un rato largo hasta que me preguntó si me parecía que podíamos avanzar, le respondí que sí y sin más nos fuimos del bar hasta su auto para ir a algún hotel discreto.
Debo reconocer que estaba bastante nervioso, aunque de algún modo sentía que lo conocía desde hacía mucho tiempo. Yo no era su primera experiencia y sí le dije que él me iba a hacer debutar con un hombre. Se mostró comprensivo y actuaba con naturalidad, de modo que yo me sintiera muy contenido.
Llegamos a la habitación, y se me acercó por detrás mientras yo dejaba mi saco en una silla, me tomó de la cintura y me acercó a su cuerpo, apoyando mis nalgas en su miembro. Fue una muy agradable sensación que de alguna me hizo estremecer. Pegué mi espalda a su pecho y lo dejé hacer. Me besó el cuello con ternura, y me abrazó pasándome sus manos por el pecho en una firme y deliciosa caricia, yo me iba entregando poco a poco, calmando mis nervios y ansiedades con cada beso y con el contacto de sus manos.
Me hizo girar sobre mis talones y quedé frente a él, me miraba dulcemente a lo ojos, acerqué mis labios hasta tocar los suyos, nos besamos lentamente, lo que me hizo sentir muy bien, sus brazos me rodeaban y me acaricaba las espalda y las nalgas, mi respiración se iba agitando y mis manos recorrían su cuerpo, sentía profundos deseos de que me hiciera gozar como si fuera una mujer. Sentía su miembro rígido contra mi vientre. Llevé una mano a su entrepierna y le acaricié su pene sobre el pantalón. Me gustaba sentir que estaba erecto por mi. Con seguridad en sus actos fue quitándome la ropa, deteniédose para besar mis tetillas, eso me ecxita terriblemente, sentía la lengua de Gabriel alrededor de mis pezones y me hacía gemir estremecido.
Cuando finalmente estuvimos los dos desnudos, me arrodillé para llevarme su miembro a la boca, sin ninguna destreza, más bien torpemente le chupé su glande y le rodeé el tronco con los labios introduciéndome todo su pene en la boca y subí y bajé por toda su extensión, saboreando mi primera experiencia, sintiendo que Gabriel disfrutaba con lo que yo hacía, mientras me hacía caricias en el pelo. Me pidió que fuéramos a la cama, me acarició todo el cuerpo, sentí su contacto en cada centímetro de mi piel, finalmente llevó sus dedos hasta mi orificio, intentó introducirme un dedo pero mi tensión era tal que no lo logró. Me puso boca abajo y me lamió el agujerito, logrando que yo gozara como nunca al sentir su lengua húmeda haciendo que mis deseos de ser penetrado me impulsaran a pedirle que por favor lo haga.
Quería sentir su cuerpo dentro mío, quería que me hiciera su mujer, no podía esperar más, estaba agitado, jadeando diciéndole por favor metémela, no me hagas desear más, quiero sentirte adentro, quiero ser tuyo. Mientras movía mis caderas, gozando de su lengua sentí como se acomodaba detrás mío y me apoyaba su glande en la entrada de mi cuerpo, su gran seguridad y su ternura mezcladas hicieron que la penetración fuera maravillosa, lentamente, con poco ardor, firmemente avanzaba hasta que todo su miembro entró en mi, dándome tiempo, haciendo que gozara con cada centímetro de su hombría. Despacito y con ritmo, comenzó a entrar y a salir de mi.
Estaba e el cielo. Me sentía totalmente satisfecho de haber esperado a hasta conocerlo, era la experiencia que siempre quise tener. Su miembro, llenaba todo mi conducto, lo sentía avanzar y retroceder, haciendo que todo mi cuerpo temblara de placer, totalmente transpirado y ardiendo por mi. Su ritmo se aceleró, cuando yo ya estaba acabando y sentí como él se vaciaba en un suspiro interminable, con sus manos aprisionando mis caderas, y cayendo sobre mi cuerpo permitiéndome sentir su agitado corazón sobre mi espalda.
Nos dimos un beso, lleno de ternura y de agradecimiento de mi parte por haberme hecho gozar como nunca lo había logrado.
A partir de ahí tuve varias experiencias más con él, y también conocí a otros, algunas buenas otras no tanto aunque confirmaron que soy definitivamente bisexual y disfruto de serlo.
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