Descubriendo la verga
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Ir creciendo y descubrir lo que te puede hacer sentir la polla es diferente para los hombres que para las mujeres.
Cuando eres pequeño la curiosidad no es que te hará sentir o cuanta leche tirara, sino que te da curiosidad ver si es más grande o más pequeña, mas venosa o sin tanta vena, que si tiene prepucio o no tiene.
Recuerdo estar en el baño del gimnasio y ver a los más grandes asearse, algunos se la acariciaban hasta hacerla crecer, retraer el prepucio y ver el glande reluciente, al principio solo era curiosidad de ver otras pollas, la diversidad del falo reproductor, como cuando vas conociendo los colores, ni me imaginaba pensar en las diferentes texturas, olores, sabores y colores, mucho menos en si sacaban mucha o poca leche.
La primera leche ajena que vi, fui la de un amigo mayor, que hablando de viejas y viendo pelis porno metió el tema de las pajas, sin decir mucho se la saco y se la jalo, no le preste mucha atención hasta que se derramo en las sabanas, dejándolas oliendo a semen y pegajosas, pero fui impresionante para un chico de 12 años ver a otro de 15 deslecharse sin miramientos, solo le pregunte como hacerle y no más dijo, jalatela hasta que sientas una contracción y termina, ese día me encerre en el baño y con calzón de mi prima mayor me hice una paja descomunal.
Durante ese tiempo descubrí, que ese mismo chico, al que llamaremos Juan, se la mamaba a un señor de unos 40 años, un día al salir de la casa de mi amigo vi movimientos raros dentro de una camioneta, me acerque sin hacer ruido y lo vi en el asiento de atrás como se comía una polla, no tan grande, blanca y lampiña, sentí una extraña sensación y mucha curiosidad sobre tener una verga ajena en la boca, no me quede mucho tiempo pero me imagino que le dio su buena dosis de leche.
No pasó nada interesante conmigo, hasta el último año de la preparatoria, cuando iba con un amigo a su casa, robábamos ropa interior de su hermana, veíamos porno y nos la jalábamos cada quien con los panties o el bra, los mequeabamos y comparábamos quien tiraba más leche, entre jalada y jalada le veía la polla, preguntándome que se sentiría ayudarlo y a que sabor tendría esa leche de macho.
Aunque había visto varias vergas ajenas en el gimnasio en los lavadores, solo había visto 2 o 3 de cerca, la de mi amigo, la del hermano y la del tipo al que se la mamaba Juan.
La primera verga que me toco conocer fue durante unas clases de manejo, yo tenía 17 años y el instructor tal vez unos 40, agarró confianza conmigo y me contaba de las tipas y tipos a los que le daba, entre curioso e intentando calentarlo le preguntaba sobre que era tener una verga ajena, al final un día en un lote baldío sin más se la saco mientras hablábamos, era de unos 16 cm, morena, velluda, venuda, con buen prepucio y muy morada, recuerdo que con una mano me la ofrecía y con la otra se bajaba el prepucio para que vea el glande, ya traía gotitas de líquido pre seminal, y con los dedos se lo untaba, me daba miedo meterla en la boca pero me convenció, se la mamé torpemente, pero creo que eso le excito, tener a un novato entre las piernas, su liquido era muy transparente, pero muy salado, sentía que me ahogaba, y que no daba toda, para maniobrar la tomaba del tronco y los huevos, bien peludos, recuerdo que me preguntaba si me iba a tragar el semen, yo no sabía si iba a poder o no, el mío me daba un poco de asco por el olor, al final por mi inexperiencia no me di cuenta que ya se venía y se vino muy poco, un tanto en mi boca y en mi cara, el sabor no me desagrado, y me di cuenta que me quede con más ganas, no de esa verga en particular sino de probar otras, en particular quería alguien que fuera muy lechero.
Mi segunda oportunidad fue con un amigo universitario, tampoco hubo penetración, era pasivo, pero aprendí lo que es una buena comida de ano, le lamio el ano y me masturbo, luego fue mi turno y le comí el ano, sentí ese ligero amargor, esas contracciones en el pene cuando lo lames y ser capaz de hacer venir una verga diferente a l tuya fue magnifico, esa combinación de manos frías y semen caliente, me excita muchísimo, mi mano derecha quedo cubierta de sus mocos, los cuales es se terminó comiendo.
Era raro, cuando me la mamaba una vieja me gustaba que se lo tragaran todo, se comieran mi semen, pero a mí me daba un poco de asco y miedo probar el ajeno, pero sentía una curiosidad terrible, apenas había sentido unas gotitas del instructor, pero sentía esa sed de semen y verga que hacen que uno siga buscando mocos.
La primera vez completa, con penetración y degustación de esperma, fue en el 4to año de la carrera, ya con 22 años.
Hubo una reunión entre alumnos y profesores, bastante alcohol y buen desmadre, me iba a ir a mi casa, cuando un profesor, Carlos, se ofreció a llevarme a mi departamento, él tendría unos 50 años y nos acompañaba un amigo suyo de unos 60, llamado Javier, en el trayecto tras algunas indirectas quedamos en que mejor seguíamos la fiesta en el depa de Javier.
En el depa nos echamos otras cervezas y hablamos de viejas, de quienes eran las fáciles del curos, y sobretodo quienes eran los que buscaban maduros, los excite cuando les conté la anécdota del instructor, y ellos me contaron de cómo se comían la polla unos preparatorianos que conocían, no les dije que era virgen, que eso los hubiera enloquecido, por mi ano solo había pasado un dildo que mi hermana tenía en casa y lo usaba a escondidas.
Carlos me dijo que Javier era voyeurista, le encantaba ver como se ensartaba a otros tipos, así que en todo caso la acción sería con el y su amigo solo vería, nos besamos, cachondeamos, y nos desnudamos sin prisas, me deje llevar por la pasión y el alcohol, le lami los pezones, el lamio los mios, besábamos nuestros abdómenes, y finalmente nos centramos en nuestras pollas, siempre lento, sin prisas, era la primera circuncidad que me tocaba, la metia en la boca, y le daba vueltas a la lengua, el me lamia las bolas hasta el ano, y luego la espalda, me di cuenta que quería penetrarme al sentir sobre mi acariciando mi espalda, y lamiendo mis nalgas, accedí a que me follara, me coloco lubricante en el ano y el en su verga, su compañero solo se la jalaba en la silla, con el pantalón entre las piernas, tenía una polla singular, de macho ya bien maduro, mientras me lamia el ano y me untaba el lubricante, me sentía como colegiala a quien va a desflorar el novio mayor, que aprovechándose de su inocencia le termina rompiendo el himen, sentí el ano palpitar, expectante al sentir su pene entre las nalgas, intentándose abrir por mi ano inexperto, a pesar de haber practicado en solitario, sentir ese ardor, de una verga horadado tu ano, debilitando tu esfinter, que sientes que te vas a cagar, para luego solo sentir una contracción y relajación, entre que entra y sale, me sentía sucio, una puta, que me iba a partir en dos, que su verga llegaba hasta dentro de la mía, que hichaba a más no poder la mía con sus golpeteos, llegue a la cima cuando tomo mi verga y entre golpe de vega y golpe de verga, me masturbaba, me hizo venir antes que el, y esa contracción de mi esfinter hizo que se viniera, y otra vez me sentí como colegiala puta a la que el novio preña, y la deja chorreando de moco, al salirse sentí el ano abierto, y escurridizo, sabía que no debía desaprovechar la oportunidad y me acerque a Javier a gatas, quien se dejo de jalar la verga y me dejo terminar la faena con la boca, se vino en mi, y por fin pude saborear el manjar que había estado esperando, para su edad, echo muy buena leche, poco salada, abundante y espesa, nos vestimos, nos echamos otras cervezas, y me llevaron a mi depa, sentía el bóxer mojado de semen, y el sabor aun en la garganta.
Nos despedimos, y quedamos para otro día, para la vez del dos romano.
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