DESCUBRIENDO MI BISEXUALIDAD A LOS 40
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Estamos en verano y decido salir a dar una vuelta ya que es la siesta y estaba muy aburrido, en eso lo encuentro caminando hacia su casa y como vivimos cerca me ofrezco a llevarlo ya que yo ando en mi moto.
Él no duda en subir ya que nos conocemos del barrio.
Le pregunto si está apurado y me dice que no, entonces le invito un par de cervezas frías por lo que nos quedamos en casa.
Yo estoy separado y ahora vivo solo.
Entramos y abrimos un par de latas y nos ponemos a charlar de todo hasta que tocamos el tema de lo sexual.
Él en persona me cuenta que le atraen los hombres, entonces le pregunto qué tipo de hombres y mirándome intensamente a los ojos me dice que le gustan mucho los maduros.
Creo que califico, tengo 40 –le dije- mientras nos reímos y luego de una pausa me dice –claro que sí- fue ahí que me quedo helado y desde mi inconsciente me sale decirle –que bueno que lo digas.
–
Seguimos charlando y la cosa se va poniendo cada vez más osada, yo recostado en el sofá y él sentado en un sillón al frente mío mientras se vacían las cervezas.
Che, -le digo- ¿y cómo es sentir el cuerpo de otro hombre? Y me dice- para mí es hermoso, no sé cómo será para vos- entonces lo agarro de una mano y lo traigo hacia mí, mientras le digo –no te incomoda si te pido que te recuestes encima de mío, solo para sentirte y sacarme la curiosidad; y sin más su cuerpo se va posando sobre el mío.
Las sensaciones que me produce su humanidad, su calor, su perfume, sus labios tan cerca de los míos; todo es una mezcla de morbo, sensualidad, rechazo y ternura.
Es más que calentura, son ganas de abrazarlo, de sentir más su piel junto a la mía, de mirarlo a los ojos y mirar su boca hasta sentir sus labios calientes junto a los míos.
Mientras todo esto me está pasando por la cabeza él rompe el silencio y me pregunta: ¿y, cómo es; que se siente? Y sin procesar lo que iba a decir le respondo –siento muchas ganas de besarte- y se acercó a mis labios tanto que sentí su roce con los míos.
¿Estás seguro de esto? –me dice- y para dejarlo bien en claro le agarro la cara con mis manos y comienzo a besarlo.
Mi corazón palpita fuerte, mi respiración se agita.
Su lengua es delicada y candente, morbosamente me explora mi boca.
Surge un aroma a besos y siento que su pecho está agitado igual que el mío.
Me acaricia la nuca y yo repaso el contorno de su cuerpo con mis caricias.
Le beso el cuello y siento un jadeo casi imperceptible pero que a mí me aturde.
Me doy cuenta que sus tetillas se han puesto tan turgentes y apetitosas que le propino una chupada y más caricias con mis dedos que resbalan con la humedad de mi saliva.
Él baja con sus manos por mi pecho, por mi vientre y sin respeto invade la frontera de mi jeans.
Yo lo dejo y a esta altura no tengo rechazo ni culpa, solo deseo que se va mutando a lujuria muy rápidamente.
Su figura es delgada y eso me enloquece, su cola es digna de vedette, le bajo el pantalón short que lleva puesto y su desnudez me hace alcanzar una erección monumental, él ya la tiene.
Me desviste y quedamos los dos cubiertos solo por la lujuria a merced del calor de nuestros cuerpos.
Baja hasta mi pija y la toma con las manos, la acaricia y me dice que es hermosa, la de él es muy similar a la mía.
De repente siento el calor húmedo de su boca en la cabeza de mi pija, me siento en el cielo… o en el infierno; a estas alturas ya me da igual.
Con las manos me agarra las nalgas y hace presión para que le entre toda mi verga en su boca hasta la garganta.
Después de un rato siento esa sensación electrificante e incontenible de eyacular y entonces se la quito de la boca y le digo –todavía tenemos tiempo bebé- y bajo a buscar lo mío.
Jamás he tenido ningún contacto sexual con un hombre pero siento que lo hago como si fuera algo habitual.
Agarro su pija y al apretarla me regala unas gotitas de líquido preseminal, elixir que no dudo en juntarlo con la punta de mi lengua.
Él me acaricia la nuca mientras le chupo la pija tal como a mí me gusta que lo hagan.
La meto hasta el fondo y con mi lengua le acaricio el frenillo de su pija hasta hacerla palpitar en mi boca.
A medida que lo peteo le abro los cantos y empiezo a acariciarle la raja de su culo hasta sentir la humedad de su agujero que, al presentarle un dedo, se dilata y frunce como exigiéndome que entre.
Ya los jadeos son constantes en los dos.
Los besos alternados con las mamadas son cada vez más lujuriosos, más mojados, más calientes.
Le saco la cabeza de su pija del interior de su prepucio para chuparla y en la boca la vuelvo a guardar y siento que él se está derritiendo.
Aprieto mi pija y sale mucho preseminal y lo unto en el dedo mayor y busco su culo, lo pongo en la argolla y el dilata su esfínter para que entre despacio, caliente.
Siento que vivo sensaciones jamás vividas con ninguna mujer.
Me dice que quiere que lo coja, que quiere mi verga en su culo y eso me vuelve loco.
Nos vamos a la alfombra y yo recostado aprovecho para ponerlo encima mío y practicar un hermoso 69.
Por primera vez alguien me lamía y chupaba los huevos y acariciaba con su lengua desde mis huevos hasta mi ano propinándome una sensación indescriptiblemente placentera.
El ambiente se ha inundado de aroma a machos calientes, un delicioso olor a pijas y huevos transpirados y a culos babeados, a respiración candente, a piel limpia pero transpirada; todo excita, todo es lujuria y nos encanta.
Siento como un hilo de saliva mezclada con mis jugos bajan por el tronco de mi pija, pasa por el costado de mis huevos y buscan el camino hasta mi ano, ahí queda atrapado y me hace abrir el ojete imaginando que su lengua está por ser la primera en explorar esa zona.
Inmediatamente mi deseo se hace realidad.
Yo le dilato el culo con mi lengua y un par de dedos.
Su argolla es rosada, con muy poco vello igual que sus pelotas.
El pubis lo tiene rasurado igual que yo y eso me encanta ya que podemos sentir el calor y la transpiración de nuestros cuerpos tan candentes.
De repente el rompe el 69 y me besa; es mágico sentir mis aromas en sus besos.
Al besarnos sentimos en nuestros vientres el calor terso y la dureza de nuestras vergas babeantes de precum.
Yo le acaricio la nuca con una mano mientras que con la otra acaricio suavemente sus nalgas como quien explora una geografía enigmática y mágica.
El me pregunta si tengo miedo; yo meto mi dedo mayor en la raja de su culo y lo hundo en su ano para luego sacarlo y ponerlo entre nuestras bocas y lamerlo entre los dos.
Eso respondió a su pregunta.
Él se recuesta boca arriba en el borde de la cama y coloca una almohada en su cadera, luego me llama sugestivamente moviendo su dedo índice.
Verlo con las piernas abiertas es un paisaje único.
–quiero mirarte a la cara mientras me culiás el orto- me dice.
Yo me acerco y le babeo bien el culo mientras abre su esfínter ayudado con las manos que separan sus nalgas.
Ahora apoyo la cabeza de mi pija en su argolla y exhala un suspiro muy profundo que dice más que las palabras.
Me mira a los ojos con el ceño casi fruncido mientras una sensación hermosa parte desde la cabeza de mi pija e inunda todo mi bajo vientre.
Todos nuestros sentidos están puestos en el contacto entre mi pija y su culo.
Su calor quema la punta de mi chota mientras siento como ese hermoso culo abre su flor y mi pija se resbala hasta que entra toda la cabeza de mi pija.
Me hecho encima y le alcanzo a besar las tetillas mientras él aprieta su esfínter para que no se escape el trozo de carne que habita en la puerta de su ojete.
Luego siento que se relaja y me dice que siga.
Entonces presiono más con mi cadera hacia su delgado cuerpo que se estremece mientras siento como entra cada milímetro de mi pija en el interior de sus entrañas.
Cuando siente que mis huevos hacen tope con sus nalgas estira sus brazos y me abraza fuertemente y nos besamos con uno de los besos más memorables que voy a tener en toda mi vida.
Nos besamos, nos mordisqueamos y nos decimos chanchadas mientras nuestra respiración se entrecorta, mientras cada uno degusta el aliento del otro, mientras sentimos la lujuria que nos da el placer del pecado.
Me incorporo y se la empiezo a sacar despacito mientras le hecho saliva al tronco para volverla a meter hasta los huevos.
La sensación es maravillosa, su pija ha perdido algo de erección pero igual moja su vientre con su precum que recojo con mi dedo y lo llevo a mis labios para compartirlo en un beso.
Sus labios se ven rojos y turgentes, su mirada brilla tanto como la mía mientras empiezo a pechar mi verga nuevamente.
Él me agarra de la cadera y me da el ritmo y la profundidad de cada penetración mientras siento como mi falo se abre paso en su estrecho y alucinante culo.
Le beso la oreja, le chupo las tetillas y le pajeo la pija que ahora está completamente endurecida.
Nuestros gemidos se convirtieron en jadeos.
Me pide que me acueste boca arriba, y al hacerlo él se pone arrodillado encima de mí y empieza a mamarme la pija.
Luego se recuesta encima mío y el calor húmedo de nuestros cuerpos no deja de excitarnos; sentimos nuestras pijas tocándose mientras nos retorcemos de lujuria entre abrazos y manoseos deliciosamente cochinos.
Ahora se incorpora y aún de rodillas frente a mí se lubrica el hoyo, luego abre sus nalgas y vuelvo a sentir la bendición de su culo en la cabeza de mi pija.
Esta vez él maneja la situación, sube y baja por mi carne hasta hacer que se salga toda la pija de sus entrañas y volverla a meter mientras yo le pajeo la pija con mis manos.
A cada instante se detiene con mi verga hinchada y caliente entera en su culo, solo para besarme y seguir con la faena.
Yo lo aprieto fuerte contra mi cuerpo y sus jadeos aumentan, su esfínter aprieta y suelta mi pija de un modo maravilloso.
Me pregunta si me gusta; -es fascinante- alcanzo a responder con la respiración entrecortada.
Él me empieza a cabalgar más fuerte y le aviso que si sigue así voy a acabar.
– ¡Que sea dentro de mi culo mi amor, llename el ojete con tu leche!- me dice mientras mantiene sus movimientos acelerados.
Yo lleno mis manos de saliva y lo empiezo a pajear al ritmo de su culiada hasta que en unos minutos siento que su pija se pone muy dura y empieza a palpitar hasta que inmediatamente eyacula llenándome el vientre y el pecho con una abundante cantidad de esperma espeso y caliente que él se encarga de desparramar con su pecho al echarse encima mío y besarme apasionadamente.
Luego me sigue cabalgando.
Mueve su culo y su cadera como ninguna mujer lo ha hecho para mí.
Me hace desear, saca de su culo mi pija para escupirla, chuparla y metérsela nuevamente; lo hace varias veces hasta que comienza a moverse de manera lujuriosa, yo no puedo más y siento que su culo me aprieta cada vez más mi verga mientras se me pone cada vez más dura.
El olor de su leche me excita y se suma a los aromas de machos calientes.
Su calor me provoca espasmos mientras un dedo suyo entra mojado hasta la puerta de mi ano.
-Ya está, esto es el sumun de la lujuria- pienso mientras disfruto una rica sensación en mi culo.
Siento que mi esperma presiona desde mi vientre hasta pasar por mi pija.
Es una sensación maravillosa.
Su dedo en mi culo me lleva a otra dimensión.
Son chorros y chorros de esperma que llenan su culo en interminables espasmos.
Me sigo moviendo despacio y siento como mi leche se escapa de su argolla y chorrea por mis huevos hasta mojar la raja de mi culo.
Él grita de felicidad, yo me siento pleno.
El cansancio hace que se desplome en mi pecho lleno de su esperma.
–No me la saques amor- me dice y yo respondo con un beso lleno de sensaciones bellas.
Luego nos abrazamos y el sueño nos consume mientras que el pecado maravilloso de la lujuria nos promete revancha.
Que rico como gozaron, par de machos morbosos. Que ganas tengo de sentir la fuerza de otro hombre que me domine y me coja duro.