Descubro a Diego, mi hijo.
Una pequeña introducción de mi hijo Diego al mundo incestuoso de su padre..
Primero que nada, pido perdón por estar tan perdido por tanto tiempo, pero el trabajo no me dejaba nada de tiempo. Quiero decir que todas mis historias son reales, pero está en ustedes creer o no si lo son.
Leyendo mis antiguos relatos me di cuenta que no me di nombre, ni a mi papá ni a mi hermano; ni siquiera nos describí completamente, pero quiero dejar eso a su imaginación. Solo diré que nos gusta ir al gimnasio.
Está historia como su titulo lo dice es de la primera vez que vi a mi hijo masturbándose, como podrán recordar por un relato pasado; cuando tenía catorce años comencé mi vida sexual con mi papá y en una ocasión (por jugarle al hetero) embaracé a una chica de mi misma edad, sé que están pensando, pero todos hacemos tonterías como esas cuando somos jóvenes. Como les relaté en esa ocasión, ella no quiso hacerse cargo del bebé y me lo dejó a mí, mi papá me ayudó a cuidarlo y criarlo, y creció como si fuera mi hermano hasta que cumplió diez y tuvimos que decirle toda la verdad por un par de sucesos que no tienen relevancia.
Hasta este punto de mi vida solo he tenido encuentros con mi padre y hermano, pero cuando Diego, mi hijo no está en casa para que no sepa de lo que su padre hace con su abuelo y su tío, hasta una noche hace cuatro meses. Era diez de febrero, mi pequeño estaba feliz por que acaba de inscribirse a la preparatoria e imaginaba con ir con sus amigos de la secundaria, actualmente tengo veintiocho años y Diego tiene catorce, pronto cumplirá quince y no saben el cuerpo que está agarrando, desde muy pequeño le gustó el deporte y el atletismo, solía llevarlo de pequeño a correr a la unidad deportiva de la zona y hacíamos maratones para que sacara toda la energía, no pensé que terminaría tomándole el gusto, pero dice que no quiere competir porque sino perdería el amor al deporte y yo respeté eso, como dije él creyó que yo era su hermano mayor hasta que cumplió diez que le dijimos toda la verdad, estuvo retraído un tiempo como cualquier niño al que le sueltan una bomba como esa, pero después lo asimilo y aunque no me llama papá, si creamos un vínculo muy fuerte.
Uno como padre sabe cuando su hijo anda raro y Diego no fue la excepción, de pronto se le notaba muy nervioso por las mañanas y en muchas ocasiones se encerraba en el baño; uno como hombre sabe que ocurre, pero me hice el loco y a sus trece años descubrí que comenzó a masturbarse por los papeles manchados que encontraba en el bote de basura del baño, pero lo que más me sorprendió fue que una mañana mientras recogía la ropa sucia para lavarla encontré uno de mis calcetines manchados, pensé que había sido yo, pero hace mucho que no me masturbo con calcetines por que ahora tenia a mi padre y hermano que me daban sus pies cuando se los pedía por lo que asumí que fue Diego quien los manchó, no me molesté y solo sonreí al pensar que su hijo era igual que su padre. Diego no tuvo una charla sexual conmigo por que no creí que fuera necesario, después de explicarle que su padre metío la pata a su edad y a enseñarle como usar un condón supuse que todo estaba bien. La escuela e internet se encargaria de enseñarle el resto y si tiene alguna duda sabe que siempre estará su padre para resolversela.
En fin, esa tarde del diez de febrero yo salí a comprar unos dulces para mi familia, casi era san Valentín y quería regalarles algo como si en verdad fueran mis parejas, llegué a casa sobre las seis de la tarde, mi papá seguía en la oficina donde ambos trabajamos como contadores y mi hermano no vive con nosotros, él quiso su libertad y privacidad, entré despacio hasta la cocina para meter los chocolates al congelador y de paso servirme un tequila, era viernes y el cuerpo lo sabía, anduve hasta mi habitación en el segundo, que por cierto nos habíamos mudado del pequeño huevito Infonavit a una casa más grande con tres habitaciones y dos baños, uno que compartía con mi hijo y el otro que estaba en la recamara principal que era de mi papá, pasé por la habitación de Diego y pude escuchar un ruido que ya conocía bien: unos gemidos.
No eran gemidos de un adolescente, se escuchaban gruesos como de un hombre adulto y pensé que tal vez Diego estuviera con un hombre, mi Diego estaba siendo estrenado por otro hombre; no les voy a mentir estaba molesto y celoso, pero no escuchaba a mi hijo gemir por lo que deduje que estaría solo, pero para estar seguro me asome un poco. Entre abrí la puerta un poco dejando una rendija donde pudiera ver directo a la cama de mi hijo y saber que estaba haciendo, miré su habitación tan ordenada como me le era posible a un adolescente de quince años, la colcha de la cama echa bolas en el piso y las sabanas estaban desperdigadas por toda la cama, un montón de ropa y basura regadas por el piso y los zapatos tambíen, mi hijo en el centro de la cama con su cuerpo bronceado por el sol completamente desnudo, su cabello con el corte de honguito como los coreanos que le gustaban, estaba mojado y le tapaba la frente, en una mano sostenía el teléfono y con el otro se masturbaba con fervor, eso me dio un calentón horrible en todo mi cuerpo haciéndome sentir una corriente eléctrica que me recorría desde la cabeza hasta los pies, pasé de cero a cien en menos de dos segundos.
Sostenía el tequila en una mano y con la otra sobaba el bulto que se me formo en los pantalones mientras continuaba escaneando lentamente el cuerpo de mi hijo, sus pies mostraban unos dedos huesudos, eran delgados y muy apetitosos, si no fuera por mi auto control hubiera entrado solo para lamerlos, sus piernas estaban torneadas por le deporte y una capa de pelos le subían hasta su entre pierna donde supuse que ya tendría pelos en el ano; mi papá es muy peludo al igual que yo por lo que la genética lo iba a alcanzar tarde o temprano y, aunque no era como un hombre lobo si se lograba ver que le estaban creciendo por todas partes, su abdomen plano, sus pectorales tensos y el pene que no podría decir en ese momento cuanto media me llamaban a lamerlos y hacerlo mío, pero lo que me perdió completamente y me obligó a apartarme de la puerta para respirar profundo fue ver ese par de bolas colgando.
Si alguna vez han visto a un adolescente desnudo sabrán de lo que hablo.
Volví a asomarme y pude ver como disfrutaba de la paja, de pronto lo hacía rápido y se detenía un momento para regresar a hacerlo rápido, tres jaladas rápidas y un segundo de descanso, era un espectáculo increíble, abría la boca para gemir, pero parecía que se ahogaba, cerraba los ojos para disfrutar y después los abría para ver el video. Yo, por mi parte ya había dejado el vaso vacío en el piso y me había sacado el pene, no me bajé los pantalones por si tenia que correr, pero si dejé un espacio enorme para liberar tanto las bolas como la verga que ya tenía firme como mástil, recta apuntando directamente a mi hijo, de pequeño no pensé que fuera a crecer como ahora, dieciocho centímetros bien armados que ansiaba por meterle a mi hijo. No me considero dotado pues he visto más grandes, pero si tengo una buena herramienta para que juegues con ella.
Jalaba mi verga con ritmo acelerado mientras veía como Diego cambiaba de video, en un momento nos sincronizamos y eso me llevó a pensar en aquel día cuando tenia catorce que espié a mi padre en la ducha por primera vez, cerré los ojos para disfrutar de aquel recuerpo y reí un poco, no me di cuenta que mi hijo ya estaba de pie frente a mi con la verga en las manos, yo estaba tan atónito al verlo sonreírme que no me dio tiempo de esconderme, él me tomó de la corbata y me hizo entrar a su habitación, dentro el cuarto estaba caliente, olía a sudor y sexo, y el tacto de mi hijo hizo que me quemara la mano. Diego no dijo nada, solo se acomodó en un lado de la cama y me hizo acostarme del otro lado, yo apresurado me quité la camisa y el pantalón junto a mi bóxer y zapatos dejándome los calcetines.
Me tumbe a su lado y después Diego reprodujo el video, era un par de hombres musculosos con pantimedias que lamian los pies del otro, el de pantis azules le daba su pie a chupar al de pantis rojas mientras se acariciaba la verga, miré un momento a mi hijo y lo vi muy concentrado en lo que hacía, se la estaba jalando con su mirada atenta en el video que ahora se reproducia en el televisor de su habitación, el ruido de las lamidas hacían que me calentara aun más y con un movimiento de mi cuerpo me puse de pie y le pasé el pie por el rostro a Diego, él entendió de inmediato y sacó la lengua para imitar a los del video, yo llevaba unos calcetines ejecutivos negros semi transparentes que me encantaba usar por lo delgados que son y que no hacen que mis pies suden mucho, no me gustaría tener hongos la verdad, por eso tomo todas las precauciones posibles aunque eso implique el que no me huelan como a muchos les gustaría.
Diego siguió lamiendo y disfrutando de mi pie mientras yo veía en la tele a los hombres follar, deseaba que mi padre volviera del trabajo y nos encontrara haciendo estas cosas, aunque no se enfadaría él nunca habla del tema, no lo busca, solo se deja hacer. Tenemos una relación muy buena, bromeamos, jugamos, paseamos y demás, pero cuando empezamos con el sexo él se transforma completamente, solo una vez mi hermano y yo conseguimos que se abriera con nosotros para hablar de esto y nos dijo que no estaba siendo obligado que le encantaba cogerse a sus hijos y aunque nos dolió que hubiera deseado que fuéramos mujeres; mi hermano y yo siempre lo dejamos muy satisfecho, más yo que soy el que vive en la casa, y ahora con Diego esperaba que las noches fueran más ricas que nunca.
Los gemidos de mi hijo retumbaron en mis oídos y me hicieron salir de mis pensamientos solo para ver que estaba eyaculando, unos potentes chorros de esperma cayeron sobre la cama, su abdomen y mi pie que seguía en su cara, me tumbe a su lado y solté una risa.
“¿De verdad pasó?” me preguntó jadeando.
“Si Diego” respondí sonriente.
“Tu aun no terminas”
“Esta bien, ya hay que limpiar porque casi llega tu abuelo”
En mi mente solo pensaba que me desquitaría esa noche con mi papá.
Diego se paró y se puso mi bóxer, me miró y sonrió ladino.
“Para que se apesten más”
Salió de la habitación mientras me dedique a acomodar su cama, apague el televisor y encendí la luz, la noche había llegado y el sueño me invadió, pero no podía dormir por que era muy temprano y tenia cosas que hacer. Salí del cuarto de mi hijo y tomé el vaso que seguía en el piso para llevarlo a la cocina, al bajar las escaleras vi la luz encendida y me encontré con mi papá mirando la tele.
“¿Se divirtieron?”
Le sonreí y escanee su cuerpo.
Estaba con los pies sobre el sofá, no tenia zapatos, las mangas de su camisa estaba remangadas y no traía corbata, parecía un modelo posando para la cámara, en cambio yo miré para abajo y vi mi pene duro, solo traía puestos los calcetines con la mancha de mi hijo y el pelo revuelto, dejé el vaso y me acerque para disfrutar de los pies de mi papá.
Esto pasó en febrero, claro que a partir de ahí todo fue goce entre los tres y cuando venia mi hermano era mucho mejor. Hasta aquí mi relato, mi familia tiene una unión única que me encanta y espero pronto poder compartirla con los demás, por el momento me conformo con el culo adolescente de mi hijo y la verga cincuentona de mi padre. Espero les haya gustado y pronto subir más cosas si es que el trabajo me lo permite, ya sé que dejé incompleta la primera vez con mi hermano, pero pensé que sería mejor si les cuento algo más reciente.
Que genial familia, continúa con más