Desculando al pequeño mendigo de 10 años
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por obramaestra.
Contaba con 20 años, tenía una estatura de 1,85 M . Cabello castaño claro, piel blanca, ojos marrones. Nunca tuve músculos marcados, pero tampoco tenía sobrepeso. Me mantenía al hacer un poco de deportes y yendo al gimnasio. Tenía una vida tranquila, pero me había separado de mi exnovia hacía pocas semanas. Mi trabajo de empleado en una farmacia me consumía mucho tiempo.
Hacía tiempo que tenía que ir a la capital a realizar un trámite. Un tío había muerto y me había dejado como herencia su departamento en pleno centro de la capital. Tenía que realizar unos trámites legales en una escribanía para que todo pase a mi nombre de una vez.
Así que aproveché unos días libres que me debía mi jefe para ir a la ciudad. Llegué a la capital por la mañana, realicé los trámites correspondientes, habré tardado unas dos horas entre que se verificaba el testamento y firmaba unos papeles. Me dijeron que pase después del mediodía para que me entreguen las llaves del depto.
Faltaban unas horas para que sea el mediodía, así que decidí ir a comer algo a un restaurante. Encontré uno bastante pintoresco en una esquina, a unas cuadras de la escribanía. Entré y me pedí un filete de carne, con ensalada de lechuga y tomates. Para tomar, pedí una cerveza bien fría.
Comenzaba a saborear la comida cuando, de repente, un nene de unos 10 años de edad ingresa por la puerta, yo estaba sentado en el fondo del restaurante, desde donde lo observaba mientras mendigaba dinero por las mesas.
El nene tenía la altura normal de un chico de 10 años, un poco rellenito, por lo que no parecía “tan maltratado”. Era morocho de piel trigueña clara, sus ojos eran de un color marrón claro y se notaba que tenía un lindo culito con pompas bien redondas y paraditas. Venía vestido con una playera verde muy gastada, y un short por arriba de las rodillas que dejaban ver sus piernas rellenas.
Me despertó la curiosidad de saber, por qué mendigaba si no parecía pasar hambre. Así que esperé hasta que se acercara a mi mesa, y lo hizo…
Nene – “hola, tiene algo de dinero? Por favor…” Me dijo poniendo carita de sufrido.
Yo – “la verdad es que ando sin dinero encima, pero tengo tarjeta de crédito, si quieres te puedo ofrecer el plato de comida que tu elijas con la bebida que quieras”. Le dije esperando que se siente a comer conmigo para poder conversar.
Nene – “de verdad puedo elegir lo que quiera?…”. Me preguntó, y pensé “éste mocoso va a pedir lo más costoso!”.
Yo – “bueno, si tienes hambre, claro…”. Le contesté mientras lo veía sentarse en la silla del otro lado de la mesa.
Nene – “ bueno, a ver… Quiero una hamburguesa con papas fritas”. Me dijo mirando las promociones del menú que estaba en la mesa.
Llamé al camarero y le hice el pedido. Mientras hablamos de todo un poco,. Me contó que se llamaba Nicolás, que estaba por cumplir los once, que hacía un mes estaba en la calle porque en su casa su padrastro se emborrachaba y le pegaba (ahí sus ojos se pusieron llorosos). Me contó que su mamá había muerto en un accidente y que su papá “real” (el biológico) nunca lo quiso reconocer.
Yo le conté mi parte, mi nombre es Ezequiel, mi edad 20, trabajo en una farmacia, etc… El prestaba atención, me gustaba “que hablara y deje hablar”. Le pregunté dónde dormía en las noches, me contestó que en los pórticos de los edificios. Y que a veces, había una familia que lo dejaba dormir en el sofá del living, pero que ahora se fueron de vacaciones y no están.
Yo – “si quieres hoy puedes dormir en mi departamento”. Le dije un poco excitado con la idea, por mi mente se me pasaban imágenes de él desnudo correteando por el departamento de mi tío… Si, mi mente era muy imaginativa.
Nico – “bueno, y puedo ver la televisión?…”. Preguntó sin problemas.
Yo – “claro, de hecho no sé si tengo televisión… El departamento me lo dieron hoy”. Le dije para que no se ilusione.
Nico – “de verdad?… Jaja, es nuevo?” me dijo con cara de “no me mientas”.
Yo – “nop, es un regalo que me dio un tío”. No le quería decir que mi tío murió en el departamento para que no se asuste.
Nico – “genial! Tu tío debe ser el mejor de todos los tíos!”. Me dijo sorprendido por el regalo.
Yo . “la verdad que si, un buen tío”. Le dije sin hablar más del tema.
Terminamos de comer, antes decidí pasar por el baño a orinar y lavarme las manos. Nicolás me siguió, en la pared había tres vijitorios, uno al lado del otro, sin separadores. Yo me coloqué en el del medio, saqué mi pene que estaba un poco duro, comencé a orinar. Nico, un poco tímido, se colocó en el vijitorio de mi derecha y, mirando mi pene “disimuladamente”, se bajó un poco el short y sacó su verguita de no más de 10 u 11 cm. Mi pene erecto mide 17cm, nada original. Yo estaba vestido de traje, por la importancia del trámite.
Verlo orinar, y ver cómo él miraba mi pene, fue algo excitante. Además se había bajado el short hasta mitad de sus nalguitas. Pude ver cómo sus nalgas eran pálidas, a comparación del resto de su piel bronceada. Por mi cabeza imaginaba todo lo que podía hacer con él en mi depto, ya quería pasar por las llaves a la escribanía.
Caminamos las pocas calles desde el restaurante hasta la escribanía, le pedí a Nicolás que me espere sentado en la sala de espera que estaba cerca de la puerta. Habré demorado media hora con el escribano, hasta que me entregó las llaves.
Salimos de la escribanía, como yo estaba urgido de ver cómo terminaría la historia, decidí tomar un taxi hasta el departamento. Durante el viaje, sentí que Nico estaba bastante relajado, yo trataba de adivinar lo que pasaba por la mente de éste hermoso ejemplar de 10 años, aparentemente sin estrenar.
Al fin llegamos al edificio, teníamos que subir las escaleras hasta el piso 3, ya que era el piso de mi depto. Al llegar, eran cerca de las 15 hs. El departamento estaba un poco desordenado, así que le pedí a Nico que se siente en el sofá mientras ordeno algo. Encontré una radio vieja y puse un poco de música tranquila, había una radio que pasaba música tranquila de los 80 y 90, la dejé para que no esté en silencio, me apresure a ordenar lo mejor que pude, principal importancia en el baño, la habitación, y la cocina.
Para cuando terminé, Nicolás estaba dormido en el sofá. Verlo tan tranquilo me gustó, me acerqué a él. Se había dormido boca arriba, estirado a lo largo del sofá. Con su pierna izquierda subida al respaldo. Al acercarme, pude notar que esa posición, generaba un espacio en su short, donde se podía apreciar su pequeño pene y sus hermosas y lampiñas bolitas. Estire mi mano derecha, y metí mis dedos por ese espacio. Le pude acariciar su precioso pito de 10 años, sus suaves bolitas.
Era bastante tentador, pero no quería echarlo a perder. Así que terminé de limpiar. Me fui a bañar y me hice dos pajas pensando en el nene que dormía en el sofá.
Cuando terminé de bañarme, me fui a vestir al dormitorio. Había traído ropa de mi casa, así que me puse algo más cómodo. Un short, sin ropa interior, y una camiseta del Barcelona.
También revisé a ver si había televisión, había una en la cocina y otra en el dormitorio. Sólo había canales de aire, los que la antena captaba eran sólo 12 canales. La mayoría de noticias, “ésto no le va a gustar a Nicolás”, pensé. Seguí revisando y encontré un reproductor de DVD, también encontré varios dvd’s con películas de acción viejas. Así que, ya tenía algo para que Nico se entretenga.
Sólo faltaba algo para comer por la noche, así que decidí bajar al supermercado chino que había visto en la esquina de la misma manzana. Antes le dejé una nota a Nicolás para que la lea si despertaba: “Hola Nico, fui al mercado por algo de comer, por favor no toques nada. PD: báñese, sucio! Ja ja.”.
En “el chino” compré pan y algo de jamón y queso. También un par de cocacolas de litro y medio. Y dos yogurtts de frutilla. Y… Claro, no pude evitar comprar un pote de lubricante que estaba en el mostrador del cajero. Yo no sabía si iba a pasar algo o no con Nico, pero también la posibilidad de tener sexo con él era “latente”.
Al regresar al departamento, miré hacia el sofá, Nicolás no estaba. Pero escuché el sonido de la regadera en el baño, mi pene se puso duro instantáneamente… Habrán notado que, pese a querer “comerme ese bombón”, yo trataba de mostrarle un poco de respeto. A mi no me gusta ir rápido, siempre pensé: “cómo quiero que me traten a mí en situaciones similares?”.
Dejé las compras en la heladera, en la cocina. Y me senté en el sofá a revisar los mensajes de mi celular. Cuando noté que la ropa de Nico estaba sobre una silla del living. “Se levantó, leyó la nota, se quitó la ropa ahí mismo, y se metió bajo la ducha?”, pensé ya con el pene que mi “picaba” de lo duro que estaba.
De pronto, dejé de escuchar la lluvia de la regadera. Segundos después, Nicolás salió completamente desnudo y mojado. Es cuando, al fin, pude ver ese cuerpo suave. Su cuerpo de color del trigo, y la zona en que iba su short, completamente pálida. Su hermoso penecito “tamaño caramelo”… Creo que no se percató de que yo había regresado… Salió del baño distraído, caminando directo hacia el living donde había dejado su ropa. Dejando a su paso un rastro de agua que se escurría por todo su cuerpito lampiño.
Cuando me vio, ya había “desfilado” unos cuantos pasos hacia donde yo estaba. Se puso colorado, y se tapó su pene con sus manos. Me dijo “me dijiste que me bañara”, a lo que respondí “bien, pero por qué no te secaste con la toallas que dejé colgadas en el baño”. Mis ojos recorrían todo su ser, saboreando ese manjar “llenito” que parecía gritarme “cómeme yaaa!”.
Miró hacia el asiento donde había dejado su ropa, la estaba por agarrar cuando le dije que mejor revisemos a ver si había algo limpio para que se ponga. Le dije que iba a poner a lavar su ropa en el lavaropas que dejó mi tío. Así que se quedó desnudo, tapado sólo con sus manos, dejando al descubierto su cuerpo, y sus hermosas nalgas, bastante infladas, tiernas.
Lo vi un poco avergonzado, pero le dije “no te tapes, no tienes nada que yo no haya visto antes”. Le dije con tono de broma, pero internamente con una lujuria total.
De su talla no encontré nada, sólo una playera blanca de mi tío que le quedaba hasta las rodillas. Las playera estaba gastada, por lo que se transparentaba un poco, se veían sus pequeños pezones por debajo.
Estaba llegando la noche, el día se tornaba un muy entretenido debido a la tierna compañía que tenía. Le pedí a Nico que se sentara en la cama de dos plazas de la habitación, coloqué una película muy popular en esos días, “avatar”. Él no la había visto, así que le encantó.
Nicolás se había sentado con las piernas cruzadas, como no traía nada debajo de la playera que le di, se podía ver su pene y sus hermosas bolitas por debajo. Mi pene estaba que explotaba.
Me saqué mi camiseta, quedando sólo en short. Me senté pegado a él, pasé mi brazo izquierdo por su espalda, y coloqué mi mano en su cintura. Él notó que lo abracé, pero no dijo nada. Transcurría la película, y Nico hacía comentarios sobre la misma. Yo le contestaba haciendo algún que otro chiste, y le hacía cosquillas en la lanza. Cuando se reía, aprovechaba y bajaba un poco las cosquillas, tocando con mis manos su pubis. Notaba cómo su pene se ponía durito.
La película estaba por terminar, y ese juego de cosquillas estaba “cachondo”. Con todos esos movimientos logré posicionar mi mano sobre su pene, solo se lo agarraba despacio, sin hacer movimientos. Nicolás, de casi 11 años, miraba la película, cada tanto bajaba la mirada y miraba mi mano. A veces le soltaba el penecito tibio y paradito, y le acariciaba sus piernas, esas piernas gorditas, pero en su justa medida. No le sobraba nada…
Cuando faltaban pocos minutos para el final, le pedí que se recostara hacia su lado izquierdo, y metí mi cabeza por debajo de sus piernas. El momento que había soñado llegó al fin,primero lo “comí” a besos entre las piernas, tenía piernas deliciosas, piel suave, con carnecita de dónde agarrar. Luego lo besé en el pene, y “deguste” con mi boca toda su ingle. Tenía aroma a jabón, y un sabor que sólo Dios puede describir.
Mis manos recorrían todo su cuerpo. Era hermoso meter mis manos por debajo de su playera y recorrer su pecho, su estómago, y sus deliciosas nalgas. En mi boca entraba todo junto, su pene y sus bolitas. Era magistral jugar con mi lengua con su pequeña “hombría” en mi boca.
Nico se excitaba, lo sabía porque cada tanto escuchaba un “mmm” y me apretaba las orejas con sus suaves piernas. Era muy rico, podría haberme quedado a vivir chupando su pene, con mi cabeza apretada entre sus muslos de no ser que mi pene quería penetrarlo.
Había llegado el momento, bajé a lenguetazos desde sus bolitas, hasta la entrada de su ano. Un asterisco rosado, custodiado por dos nalgotas destacadas. Me tomé mi tiempo para saborear todo, trataba de meterle en el ano mi lengua, pero no lo lograba. Nico no decía nada, parecía disfrutar. Había lubricado ese trasero lo suficiente como para que esté listo a recibir mi pene.
Con besos y lenguetazos babosos, subí nuevamente por el camino entre su culito y su pene. Seguí besándolo, continué mi camino por su pubis lampiño, era muy suave. Su piel tersa y lisa, era magia en mi boca. Seguí con su barriguita, pasando por su ombligo. Me gustaba mirarlo a la cara de vez en cuando, se lo veía morado, y respiraba rápido. Sus manitas me agarraban del pelo, seguí subiendo con mi boca babosa, sus pechos, esos pechos lampiños. No podía dejar de saborearlos.
Le quité rápidamente la playera, con cuidado de no lastimar a ese tesoro precioso que me estaba regalando su cuerpo. Mientras le besaba el cuello, frotaba mi pene con sus huevitos suaves. Era el éxtasis puro, sentir en la cabeza de mi pene, el tacto con sus huevos y su pito. Era una delicia!.
Traté de darle un beso en la boca, pero cerró sus labios. Lo miré con una sonrisa, y le pedí que se anime, que no había nada malo que pueda pasar. E intenté una segunda vez, dejó que lo besara. Describirles el gusto de sus labios, el sabor de su saliva, y el olor de su boca es imposible. Sentir con mi lengua, su lengua y sus dientes. Llegar con mi lengua hasta el fondo de su boca, no tiene descripción. Estaba en el cielo, sumado al tacto de mis manos que lo recorrían todo, sin ningún lugar por descubrir.
Dejé de besarlo, me acerqué a su oído y le pedí que se relajara. Me miró con cara de miedo, y me preguntó “me la vas a meter?”. Le dije “sí, pero te voy a cuidar mucho”.
Posicione sus tiernas piernas en mis hombros, y apoye la cabeza de mi pene en su ano. Agarrando de su cintura, con una visión inmejorable de su cara de nene de casi 11 años, y de su pecho precioso, y su hermoso pene. Comencé con las embestidas, Nico lagrimeaba, y ponía cara de dolor. A mi pene le costaba entrar del todo, era como si hubiese una pared en el fondo que trababa el paso.
Mi pene necesitaba entrar más, estaba poseído, era como si me pidiera a gritos “dale más, que las bolas golpeen sus nalgas”. Así que decidí bombear rápido y ver hasta dónde llegaba. Nicolás comenzó a llorar, y gritaba “ aaghh, ash, dispacio!, me duele!”. Pero presté atención, en ningún momento me dijo que parara. Mi pene pudo pasar esa barrera que le impedía llegar hasta el fondo. Mis bolas “aplaudian” contra sus nalgas. El sonido del sexo se hacía oír, “splash, splash” sonaba el contacto de su trasero lampiño con mis testículos peludos.
No aguante más, mi pene explotó dentro de Nico. Yo seguí bombeando hasta que sentí que no me quedaba más semen. Nico hacía algunos momentos que había dejado de llorar, sólo me miraba al pecho y acariciaba mis brazos y hombros.
Los dos estábamos sudados, saqué de su culto mi pene ya deshinchado. Su ano quedó abierto, con la misma circunferencia de mi pito. Le salía un poco de sangre, “cuando pasé la pared que no me dejaba entrar más debo haber roto algo”, pensé preocupado.
Nicolás estaba exhausto, yo me había acostado a su lado acariciando su cuerpo. Nunca en mi vida tuve a alguien como él, en un lugar solo mío. Sin que la gente moleste, Nico era solo mío. Me dormí con mi de costado, con mi cabeza apoyada en su hombro izquierdo, y mi mano derecha sobre su pito, acariciando sus huevitos y su pene. Me encantaba, era muy sexy.
Al día siguiente desperté antes que Nicolás, desperté en la misma posición en que nos dormimos. Me levanté y me fui a bañar, cuando volví a la habitación, me fue imposible ver a Nico dormido boca arriba, completamente desnudo, con las piernas abiertas, y no lanzarme como un lobo feroz a comerme su penecito tan rico.
Con cuidado me coloqué entre sus piernas, mi cabeza a la altura de su ingle. Y me metí ese pedacito de carne de unos 5cm dormido, y fue delicioso sentir cómo crecía en mi boca. De 5cm blandos, a un pequeño pene de 10cm. Era genial, tenía un gustito salado. Nico abrió los ojos repentinamente. Se sentó sin quitarse de abajo mío, y con una sonrisa me dijo “hola Ezequiel, qué hay para comer hoy?”… En mi mente, la respuesta era: “mi verga!”.
Jeje, si les gustó el relato, por favor comenten… Pasaron algunas cosas más luego de esto. Pero quiero que me digan si quieren que siga.
Me gusta escribir relatos eróticos con muchos detalles. Que se sienta el pensamiento de los personajes, las sensaciones, y que se comparta la aventura de descubrir nuevos cuerpos. Qué opinan?
como sigue