Desde muy chico me di cuenta de que yo iba yo por el camino equivocado
Cuando me metí con un hombre por primera vez, supe que esa era mi dirección.
Desde muy chico me di cuenta de que yo iba en la dirección equivocada. Todo empezó cuando un compañero del trabajo me invito a su casa.
Yo pensé que había una reunión y acepté enseguida. Cuando llegué a su casa me sorprendí al ver que solo éramos él y yo, pero no le di importancia.
Estuvimos tomando y escuchando música, hablamos tonterías. No sé si me dio algo en la bebida, pero el caso es que al rato ya andaba yo todo alegre, como desinhibido y me sentía emocionado y excitado.
Fumamos un poco y más tarde, ahora que lo pienso, me imagino que el noto que yo ya estaba listo y me empezó a abrazar, a besar y… a ¡!!desnudarme¡¡¡
Yo me puse súper nervioso, estaba realmente sorprendido por esa nueva actitud de mi amigo, pero de algún modo, todo eso me súper excitaba y como toda una buena chica me dejé hacer.
No sabía realmente en que iba a parar todo eso, pero yo estaba muy emocionado, temblaba, me estremecía con cada beso, con cada caricia y me sentía súper excitado.
En mi interior, yo quería más y más, esas nuevas y desconocidas sensaciones, me tenían en el cielo, ¡era la primera vez que estaba a solas con un hombre y !!encuerados¡¡¡
Mi desconocido hasta ahora instinto de puta, me hacía corresponder a sus caricias y a sus besos. Cuando él me empieza a acariciar las nalgas, me estremecí todito. Estaba yo que ardía, jamás nadie me había tocado las nalgas y ahora, estaba desnudo en brazos de un hombre mucho mayor que yo, y por extraño que parezca, todo eso me encantaba.
Yo ya tenía la verga a todo lo que daba, súper dura y bien parada, me escurrían los jugos de excitación. Así que, curioso, le tome la verga a mi compañero para comprobar si él también estaba tan excitado como yo.
Y que sorpresa, dios mío, tenía una verga enorme, grande, gruesa, también le escurrían los jugos. Se sentía bien caliente y me encantaba sentir como se estremecía y palpitaba dentro de mi mano.
Me di cuenta que él también estaba súper caliente, me encanto saber que los dos sentíamos lo mismo. Eso me dio más confianza, porque al principio me sentía bastante raro el estar a solas con un hombre.
Poco a poco me empecé a soltar y decidí dar rienda suelta a esas nuevas sensaciones. En un momento dado, cerré los ojos y por un instante deseé haber sido una chica, quería entregarme a ese hombre, pero me sentía tan extraño, un hombre en brazos de otro, eso sí que era una tremenda novedad para mí, pero se sentía tan bien a pesar de todo y me encantaba sentir todo eso que estaba sintiendo.
El hombre me tumbo en la cama y me siguió besando, abrazando y, sobre todo, acariciándome las nalgas. Yo solo me retorcía de placer y hasta gemía excitado. Realmente no me importaba, quería que el supiera que yo ya estaba listo para él y correspondía a sus besos como una verdadera puta.
Y ese instinto de puta, hasta ahora desconocido para mí, me hizo, meterme de cabeza bajo las sabanas y en posición de 69, se la empecé a mamar.
Dios mío, era la primera vez que salía con un hombre, especialmente mucho mayor que yo, y, en mi primera cita, ya se la estaba chupando. Lo mejor de todo es que yo me sentía en el cielo. Que rico me sabia y que felicidad estar mamando verga por primera vez.
Él dejo que yo me mostrara como la verdadera puta que era y se dispuso a disfrutar de mi rica mamada.
Un poco más tarde, me puso de a perrito y me empezó a chupar el culo. Dios mío, que rico, que delicia, nunca me imaginé que se pudiera sentir tan delicioso una lengua de hombre por detrás. Yo estaba que explotaba de excitación, ese hombre me tenía ya de lo más caliente. Mi mente ya no funcionaba, ahora era mi culo el que llevaba la iniciativa. Me empecé a mover como puta y en el momento que me mete toda la lengua en mi hoyo, no lo pude evitar y me puse una venida súper tremenda.
Guauuu, eso fue fabuloso. Jamás me imagine lo que se podía sentir con una lengua lamiéndote el culo. Me tumbe todo desmadejado sobre la cama boca abajo.
Entonces, mi amigo se recostó casi sobre mí y me empezó a ensalivar el culo metiéndome los dedos por detrás, yo suspiraba y gemía de placer y hasta meneaba las nalgas como buena puta, dándole a entender lo mucho que me gustaba lo que me estaba haciendo.
Cuando el hombre considero que yo ya estaba listo, se montó sobre mí y colocando la punta de la verga en mi hoyito, me la empezó a meter poco a poco.
Se sentía algo de lo más extraño, un hombre mayor encima de mi metiéndome la verga por el culo, jamás me imagine que eso podría llegarme a ocurrir. Pero ahora estaba ahí, con las nalgas desnudas, el culo parado y el hombre recostado sobre mi dándome verga. Increíble.
Al principio sí que me dolió bastante, le pedía que me la sacara, el dolor era insoportable. El hombre la sacaba y con los dedos me lubricaba con una crema especial, según me dijo, era para reducir el dolor, pero luego supe que también era para calentarte y te dejaras.
En verdad la crema se sentía muy rico, estaba bastante fresca y aliviaba lo caliente del culo y el dolor. Así que al poco, yo ya me dejaba que el hombre me cogiera a su gusto.
Llego el momento en que ya me había metido toditita su enorme verga y entonces sí que yo chillaba, pero de placer, un placer totalmente desconocido, pero que me hacía sentir una real hembra sometida por su macho y, la verdad, me encantaba sentirme así.
Ese jueguito como que ya me empezaba a gustar. Luego de un buen rato de estarme cogiendo y metiéndome la verga hasta el fondo con movimientos de lo más deliciosos, yo ya en verdad lo estaba disfrutando al máximo y le movía las nalgas como puta, haciendo que me la metiera más y más. En verdad ahora sí que me sentía en la gloria.
El hombre me estuvo cogiendo durante bastante tiempo, me hizo como marioneta, colocándome en muchas posiciones diferentes. A mí todo aquello me encantaba de verdad, pero para mí, lo mejor era que me cogiera de a perrito, eso sí que me causaba tremendo placer.
Finalmente, el hombre se vino tremendo dentro de mí, llenándome todito el culo de chorros de leche caliente. Uff, que rico se sentía estar recibiendo su leche, su verga palpitaba y se estremecía con cada lechazo y eso me encantaba.
Esa noche el hombre me hizo su puta y yo acepte realmente complacida. Todo lo que sucedió ese día, fue en verdad algo realmente novedoso para mí, y para ser honestos, me encanto, me encanto sentirme una hembra dominada por su macho.
Sobra decir que, a partir de ese día, me hizo su puta. Anduvimos cogiendo bastante durante varios meses, hasta que…hasta que conocí a otros hombres.
No solo le encontré gusto a la verga, sino que me empezó a gustar coger con hombres, especialmente mayores.
Ahora yo ya soy un hombre maduro y aun me sigue gustando la verga, creo que hasta más que antes je je.
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