Desde que voy de cacería, primera vez que me sucede algo así.
Un viejo cazador acompañado por un novato van de caza, el chico se cae en una posa y está a punto de congelarse, el viejo le quita la ropa y le da calor con su cuerpo, cuando de momento el chico se recupera y comienza a restregar sus nalgas contra el cuerpo del viejo, que lo penetra..
Desde que voy de cacería, primera vez que me sucede algo así.
Me encontraba en el bar donde nos reunimos algunos cazadores, cuando conocí a un joven como de unos veinte años, que me dijo que deseaba salir a cazar jabalíes, realmente no lo pensé mucho, y lo invité, a que me acompañase.
Pero de inmediato fue bien sincero conmigo al decirme que aparte de que no tenía ninguna experiencia, tampoco tenía un rifle apropiado, ya que solamente había casado ocasionalmente, algunas perdices, y conejos con un rifle de aire, 5.5.
Yo le dije que, si él compraba sus municiones, yo le podía prestar alguna de mis armas, para que cazara algo.
Ya había comenzado a anochecer, cuando finalmente nos pusimos en camino al coto de caza, al que acostumbro a ir, en la sierra.
Nos encontrábamos cerca de mi campamento, cuando al cruzar una quebrada, mi joven acompañante, perdió el equilibrio y cayó en una profunda y fría poza, por lo que salió completamente empapado.
Al principio no le di importancia al accidente, pero apenas llegamos al campamento, se desató una fuerte tormenta, la que no permitió que prendiera una fogata, y a duras penas pude armar la tienda de campaña.
Ya dentro de la tienda de campaña fue que me di cuenta de que él, realmente estaba congelado, temblaba, titiritaba de frío, parecía más dormido que despierto, y a pesar de la poca luz, me dio la impresión de que se estaba poniendo azul.
Por lo que, sin dudarlo, le ordené que se quitase toda la ropa, el pobre se encontraba tan mal, que apenas y podía moverse, por lo que yo mismo, tuve que quitarle toda la ropa mojada que tenía puesta, hasta dejarlo por completo desnudo.
Después de eso lo acosté, dentro de mi saco de dormir, ya que el de él también se mojó, pero la impresión que me dio fue que, si no lo calentaba de alguna forma, o manera, por lo menos iba a sufrir de una neumonía, o pulmonía.
Así que lo único que se me ocurrió hacer, fue meterme dentro de mi bolsa de dormir, para darle calor.
Pero debido a la lluvia, mi ropa estaba algo mojada, así que me desnudé, y colocándome tras de él lo abracé, para darle algo de calor.
Por un largo rato, le fui dando fricción a su cuerpo con mis manos, pegándolo a mi pecho, hasta que me dio la impresión de que su temperatura, había comenzado a normalizarse.
Ya estaba yo a punto de quedarme dormido, cuando comencé a sentir, que sus nalgas comenzó a restregarlas contra mi cuerpo, la verdad es que pensé que se debía, a que su cuerpo estaba buscando algo más de calor.
Pero a los pocos segundos, y de manera inconsciente, me doy cuenta, de que mi verga que se encontraba apoyada contra sus nalgas, se me comenzó a poner bien dura.
Yo separé mi cuerpo ligeramente, pero su rección inmediata fue la de echarse un poco más hacia atrás, hasta que nuevamente sentí sus frías nalguitas, presionando mi parada verga.
Estaba a punto de volver a echarme hacia atrás nuevamente, cuando sentí que una de sus manos, agarró mi verga, y casi de inmediato la dirigió al centro de sus nalgas, al tiempo que nuevamente comenzó a restregarlas contra mi verga.
A mis sesenta años, jamás ni nunca había llegado a tener ese tipo de intimidad con ningún otro hombre, pero al sentir como su mano agarró mi miembro, y sin perder tiempo lo comenzó a restregar entre sus frías nalgas, no me quedó más remedio, que dejar que la naturaleza siguiera su curso.
A medida que la cabeza de mi verga, fue penetrando su esfínter, fui sintiendo un sabroso calorcito dentro de su apretado culito, por lo que ya incapaz de poder detenerme, le enterré por completo todo mi pedazo de carne.
En eso momentos, escuché como en lugar de quejarse por el dolor, me pareció que sus gemidos, y chillidos se debían al placer que estaba sintiendo él en esos momentos.
Si les dijera que, en ese momento, quería sepárame de su cuerpo les mentiría, lo cierto es que lo abracé con más fuerza, y a medida que él comenzó a menear sus caderas, yo me dediqué en cuerpo, y alma, a meter y sacar toda mi caliente verga, de entre sus frías nalgas.
A medida que yo seguía penetrándolo, una y otra vez, creo que instintivamente, me dediqué a mordisquearle su nuca, y orejas, al tiempo que sentía como él se quebraba entre mis brazos, gimiendo y chillando una y otra vez, en cada ocasión que yo nuevamente le enterraba todo m pedazo de carne.
Así estuvimos gran parte de la noche, mientras continuaba lloviendo a cantaros, fuera de la tienda de campaña.
Si en cierto momento me vine dentro de su apretado culito, pero quizás por el frio, la lluvia, y lo bien que me sentía, me quedé abrazado a él.
Apenas los rayos del sol aparecieron, milagrosamente se puso de pie, y de manera bien resuelta, totalmente desnudo, lo vi, dirigirse a la quebrada.
En la que de seguro se lavó las nalgas, ya que al poco rato regresó a la tienda de campaña, y sin más ni más, agarró su húmeda camisa, limpió mi verga con ella, y ante mi propio asombro, gustosamente se dedicó a mamar mi verga.
En cosa de breves segundos, al sentir como su húmeda y caliente boca, y lengua jugaban con mi verga, se volvió a tonificar.
Yo gustosamente esperaba que Ignacio siguiera mamándome la verga, pero en lugar de eso, una vez que se me volvió a poner bien dura, el chico se detuvo, se colocó sobre mí, con sus piernas abiertas, y poco a poco se fue agachando, descendiendo su culo, hasta que nuevamente mi parada verga lo volvió a penetrar.
Desde mi punto de vista, parecía que estaba cabalgando, chillaba, gemía y hasta se reía, a medida que una y otra vez toda mi verga penetraba su apretado culito, sin parar.
De más está el decirles que en esa ocasión no cazamos nada, pero en ocasiones sucede lo mismo cuando decide acompañarme.
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